Diferencia entre revisiones de «Entrevista al Padre Domingo a sus 87 años»

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''Esto, porque las han abandonado. Antes había muchas. Los viejos murieron y los jóvenes se fueron a trabajar a la construcción, dejaron y vendieron los terrenos y ahora, muchos perdieron todo, viven en ranchos. No supieron utilizar lo suyo y entonces los otros se quedaron con los terrenos. Y nosotros lo que necesitamos es tener tierra
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''Esto, porque las han abandonado. Antes había muchas. Los viejos murieron y los jóvenes se fueron a trabajar a la construcción, dejaron y vendieron los terrenos y ahora, muchos perdieron todo, viven en ranchos. No supieron utilizar lo suyo y entonces los otros se quedaron con los terrenos. Y nosotros lo que necesitamos es tener tierra, la tierra es la riqueza, lo demás no te produce nada.
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¿Los veraneantes provocan problemas en el comportamiento habitual de los habitantes de Maldonado?
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''Sí, nos dejan un problema un poco desagradable. Maldonado hace cincuenta años era otro. Desgraciadamente, si bien traen riqueza, traen también mucho desorden moral. Debería haber un poquito más de rigidez en las playas. El pueblo se contagia, en todos los sentidos, hasta en la manera de hablar. Antes nosotros veníamos a Maldonado a aprender el castellano, porque en Montevideo no sabían hablar correctamente. Veníamos a Maldonado y con los niños aprendíamos a hablar el castellano porque hablaban con una corrección y con una propiedad de términos y expresiones tales que realmente admiraba ver como se expresaban aquellos chicos. Ahora da vergüenza como la gente habla. Hasta se dicen discursos diciendo disparates. No sabemos más hablar castellano. Eso porque se usan muchas palabras extrajeras y porque no se estudia. Pero en aquellos tiempos, hasta los niños hablaban con propiedad suma, sin contar con aquel estado social tan normal, tan pacífico, tan tranquilo, tan cordial que caracterizaba a Maldonado. Era encantador vivir en Maldonado. Una vida de sencillez, no había el movimiento de trabajo que hay hoy pero tampoco había la miseria que hay hoy.
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Bueno, Padre, estos son aspectos del clarosucro de todo polo de atracción por su desarrollo y Maldonado constitutye para toda la República un polo de trabajo...
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''Pero si la gente, cuando viene la temporada se aprovecha y no la malgasta, desgraciadamente vemos que muchos la malgastan... no habría tanta miseria. Porque hay gente que en la temporada se viene de los ranchos y gasta miles de pesos en chucherías y helados, y cuando llega el invierno no tienen nada y vienen a pedir limosna. En cambio los que saben utilizar esas ganancias, tienen sus arreglitos y viven bien. Por eso se han hecho tantas casas lindas por esos barrios, porque han sabido utilizar esos bienes.
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¿Usted sabe, Padre Domingo, que tiene fama de que hace milagros?
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''¡No, no, no, es el Padre Pío, el que hace los milagros! Soy apenas el delegado en todo el Uruguay de la revista del Padre Pío, de la voz del Padre Pío, entonces, en todas las capitales y ciudades importantes, tengo representantes de la revista.
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Pero entonces es un milagroso para Maldonado y el Uruguay el Padre Pío...
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''Sí, sumamente milagroso. Todos los de allá me contaban algún hecho extraordinario. Los otros días me contaron uno de Tacuarembó, precisamente, de una persona que estaba con un cáncer total, desesperado de los sufrimientos, porque le había llegado al cerebro, había empezado a perder todo y había entrado en estado de coma. Solo esperaba la muerte, cuando una señora le pone la manito del Padre Pío sobre la cara al moribundo y empezaron a rezar para que lo salvara. El hombre empezó a mejorar, a mejorar, entonces se alborotó todo el sanatorio. Habían veintidós médicos, todos contemplando ese cuadro y uno de ellos dijo: el último remedio que le dimos le debe haber hecho bien. Entonces una de las doctoras que también estaba allí dijo: "No señor, no es ninguno de los remedios, porque a este enfermo hace tiempo que no le damos ningún remedio. ¿Ustedes no se dan cuenta que están frente a un milagro? ¿que le pusieron la mano del Padre Pío, rezaron y comenzó a mejorar?" En ese momento se llenó la habitación del sanatorio con un perfume celestial, que es la señal de la presencia del Padre Pío...
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¿Y acá en Maldonado, ha habido algunos hechos de esa naturaleza?
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''Ah si, tengo muchos hechos, sobre todo tres milagros de primer orden que guardan relación con tres nacimientos. Sería muy largo de contar...
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¿Cómo fue eso?
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''La abuela me llamó porque la hija se le estaba muriendo, ya había perdido un hijo, y ahora estaba muy mal y las perspectivas que habían era que muriera el hijo y ella. Me llamó la abuela llorando desesperada, la pobre mujer. Le llevé la estampa del Padre Pío, le dí la bendición y le dije "encomiéndese al Padre Pío, haga esta novenita que trae la estampa y pídale al Padre Pío que la saque adelante". A los cinco o seis días la llevaron al Hospital Italiano de Montevideo. Allí las Hermanitas la acompañaron en sus oraciones y la animaron a encomendarse al Padre Pío. Dio a luz una nena de cinco meses y días. Pesaba 600 gramos. La pusieron en incubadora. Rebajó hasta 450 gramos. No le daban esperanza ninguna. Yo fui allá para bautizarla, pero no daban ninguna esperanza. Estuvo estable en 450 gramos y después empezó de pronto a aumentar y a los tres meses me la trajeron a bautizar a la Parroquia. Se reía, gesticulaba, como si quisiera hablar, con una alegría.... Parecía una niña de tiempo y no tenía todavía los nueve meses. Porque tenía cinco meses de gestación, había nacido hacía tres meses, entre todo tenía ocho meses y medio. Los médicos dijeron que era algo extraordinario, porque entre millones de casos, apenas si se salva uno. Y allí está la chica. Se llama María Pía. Cuando tuvo dos años le dijo a su madre: "Mamá, yo quiero tener una hermanita". No, no, le contestó la madre, yo no puedo tener más hijos, porque corro peligro de muerte, me lo han dicho los médicos. "Sí, vas a tener una hermanita", le contestó María Pía. ¿Cómo lo sabes?, le preguntó la madre. "Yo se lo dije al Padre Pío, y el Padre Pío me dijo que sí", le contestó la niña. La madre la veía por el jardín hablando sola, y un día le preguntó con quién estaba hablando; la niña le contestó que con el Padre Pío. "Ma, vas a tener un nene". Tiempo después estaba embarazada. Nació una nena y le practicaron una operación para que ya no pudiera tener más familia. Cuando su hermanita tenía un año le explicó que ya era naturalmente imposible. La niña le insistió y le aseguró que tendría el hermanito. "¿Pero cómo?", le contestó la madre, "yo se lo pedí al Padre Pío y él me dijo que sí", fue toda la respuesta de María Pía. Efectivamente, la madre quedó embarazada y allí están los tres hijos. Yo publiqué la historia en la revista del Padre Pío en Italia.
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Aquel "Milagro del Chocolate": en una oportunidad, en la Parroquia de Maldonado había un festejo casi familiar, con unas 15 personas. Estaba pronto un humeante chocolate para ser servido, pero el recipiente se volcó derramándose prácticamente todo el líquido. Solo quedó tan poco que ni siquiera alcanzaba para uno de los invitados. El Padre Domingo dijo: no se preocupen que hay para todos, tomó el recipiente y fue llenando uno a uno los 15 pocillos.
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Revisión del 13:10 23 jun 2016



Transcripción de material publicado en la revista de Maldonado "Punta del Este", del 29 de Agosto de 1986

Los comentarios pasan de boca en boca con general respeto, hasta por parte de los más recalcitrantes incrédulos. Hablan de hechos extraordinarios, de verdaderos milagros para muchos y se atribuyen a un hombrecito enjuto que, con su hábito de fraile capuchino, solía recorrer hasta hace no mucho en bicicleta la ciudad y los barrios de Maldonado.


Para los fernandinos su estampa es ya una parte entrañable del paisaje ciudadano, particularmente de los barrios más pobres y de los asentamientos marginales. Es que él ya es un poco de Maldonado: aquí ha trabajado durante 25 años, fue el Cura Párroco de la Catedral de Maldonado por dos períodos, y en esta segunda estada ya lleva 11 años entre nosotros. Es también Capellán que bendijo nuestras máquinas.


La revista fue a conversar con Fray Domingo de Tacuarembó, su nombre religioso, y también evocó con Humberto Osetti, su verdadero nombre civil, una vida que arranca a orillas del Río Negro, en la colonia Bella Vista de aquellos venecianos que colonizaron parte del territorio de Tacuarembó.


El milagro encontrado fue el mismo Padre Domingo, joven de alma con sus 87 años de edad, y en sus Bodas de Diamante como Sacerdote. Tan inquieto, pujante y lleno de ilusiones como si la vida recién comenzara, con las manos tan llenas de proyecto como si nada hubiera hecho todavía, capaz de hablar del ejido de quintita como solución de fondo al problema socio económico de la gente modesta de Maldonado, como del habla incomparable de los niños de este solar (adonde "veníamos a aprender a hablar castellano").


Dice el Padre Domingo:


Me mandaron inmediatamente a Montevideo, donde estuve seis meses, y luego me designaron para Rosario de Santa Fé. Al año, cuando se produjo un cambio de todos los superiores, volví a Montevideo y me designaron para la Parroquia de Nuevo Paris. Allí estuve como catequista, como Director de Centro San Fernando, en fin, allí actué en todas las actividades de la Parroquia como Teniente Cura. Después de cuatro años fui nombrado Director de los estudiantes de filosofía y teología y me trasladaron al Convento de San Antonio de Padua, en las calles Canelones y Minas. Era Director cuando me nombraron Párroco de Maldonado, el 10 de Enero de 1941.


Los capuchinos se hicieron cargo de la Parroquia de Maldonado a la muerte del Padre Podestá. Cuando él se enfermó, había pedido a los capuchinos que lo ayudaran y luego hizo gestiones con la firma de los vecinos para que la Parroquia fuera entregada a los padres capuchinos, alrededor de 1905. Al poco tiempo murió el Padre Podestá y desde entonces quedamos nosotros acá. El primer Párroco Capuchino fue el Padre Damián, luego vino el Padre Nicolás y otros hasta que llegué yo en 1941.


¿Y ha estado desde entonces ininterrumpidamente?


Desde 1941 a 1955, fui Párroco de Maldonado por primera vez, catorce años, luego me designaron Director de nuestro Colegio en Concordia, Entre Ríos, República Argentina. Allí estuve seis años y luego me trasladaron a Montevideo, a la Parroquia de Nuevo Paris donde permanecí siete años. Dividimos la Parroquia en dos partes: la primitiva sede y la otra una capillita de San Antoñito, pequeñita, que a lo largo de los siete años se transformó en una iglesia, casi a pulso se puede decir, porque atendía a la gente y al mismo tiempo trabajaba de albañil, con la ayuda de uno de los vecinos y de los demás cuando tenían tiempo. Pero de lo contrario trabajaba solo la mayor parte del tiempo.


¿De Nuevo Paris se vino de vuelta como Párroco de Maldonado, entonces? Vamos por el año...


Me nombraron Párroco de Maldonado en 1975. Esta segunda vez ocupé tres años el cargo hasta 1978, pero luego seguí aquí. Hace ahora once años que estoy en Maldonado.


Una de las obras que llevó a cabo Fray Domingo durante su primer curato fue la creación del Colegio Parroquial Gratuito, atendido inicialmente por maestras y la dirección del propio Padre Domingo. Luego pasó a ser dirigido por las Hermanitas Misioneras. ¿Usted trajo a las Hermanitas Misioneras, Fray Domingo?


Sí, las traje en 1946, porque tenía un colegio gratuito con 7 maestras y las necesidades a atender cada día eran mayores. yo no tenía entradas en la Parroquia. A veces contaba con 300, 400 pesos, pero tenía un presupuesto, solo de maestras, de más de 500 pesos... El Colegio era gratuito sin contar que se les daba comida a los niños a mediodía, que se los iba a buscar a Punta del Este y San Rafael y todo por ahí. Me encontraba en figurillas para poder resolver los problemas y los superiores me dijeron que tenía que resolverlos correctamente, porque me iban a sacar de un día para el otro y la obra tenía que continuar. Entonces la providencia permitió que un compañero mío, muy amigo, de la época de mis estudios en Italia, que en ese momento era Vice General de la Orden Capuchina y Director de estas Hermanitas Misioneras, me escribiera preguntándome si sabía dónde podían crearse nuevas casas para las Hermanitas... y si aquí podíamos recibirlas. Como amigos nos entendimos fácilmente y entonces vinieron las Hermanitas y me resolvieron en problema del colegio.


¿Hay muchos pobres en Maldonado, Fray Domingo?


Hay muchos pobres, sí, porque vino mucha gente durante el período fuerte de la construcción, años atrás, de toda la República y también del Brasil acudieron esperanzados, después la construcción se paró, pero la gente se quedó acá, en la calle. Levantaron sus ranchos por los alrededores, como pudieron, con latas, cartones, con lo que fuere. Muchos aprovecharon bien y se hicieron entonces sus casitas, como en el barrio Maldonado Nuevo, pero muchos todavía viven precariamente. Nosotros tenemos mucho que hacer allí. Con los vicentinos que van a visitarlos, la Legión de María, con los centros catequísticos, donde les damos el café con leche todos los Sábados y Domingos a los niños. Cada semana hacemos un reparto. Se vienen todos, a veces hasta cien, con toda la familia, y se les da un surtido como para que tengan para comer por dos o tres días. Los vicentinos reparten ropa, comida y remedios. Tenemos una pequeña farmacia para atender a los pobres, también una ropería, recibimos ropa de Europa, que arreglamos y con eso se solucionan muchos pequeños problemas.


¿Todavía usa la bicicleta?


Ya no me dejan más... no tengo estabilidad, ni fuerza tampoco, cualquier sacudida... pero hasta hace un año, quizá dos, la usaba todavía.


Lo recuerdan así, en bicicleta, Fray Domingo, sobre todo en los barrios...


Hay muchos pobres en Maldonado. También en el Hipódromo. Pero nosotros les dijimos: les hemos estado ayudando, pidiendo limosna por todas partes, pero no es justo eso. Ustedes tienen allí un ranchito, rodeado de yuyos, no tienen ni siquiera una planta de perejil... Entonces logramos conseguir herramientas y unas veinte o veinticinco familias recibieron semillas, y luego hicimos un concurso para ver cual era le mejor quinta. Se les dieron premios a todos. De manera que estimulamos el trabajo y las personas se encuentran contentas porque dicen "ahora podemos hacer nuestro puchero"... Algunos de ellos vinieron a la feria a vender sus verduras. Uno trajo dos o tres cajones de lechugas, porque había plantado tanta lechuga que las regalaba; pero vino a la feria, vendió su lechuga, y se compró un reloj de pulsera. Hubiera comprado otra cosa, ¿verdad? Pero lo necesitaba.

A todo esto, se ha conseguido un terreno de unos 10 o 12 mil metros cuadrados, ya se han hecho los planos y se va a empezar la construcción, para que dejen los ranchos y se vayan a una habitación con su terrenito, cultivado podrán hacer su quintita, de manera que puedan obtener su casa y su alimento. Se les dará semilla para eso. Lo mismo se está haciendo en otros lugares.


Un ejido de quintitas


¿No es una contradicción, Fray Domingo, que con todas las posibilidades de trabajo que da Punta del Este, susbistan estas carencias extremas? ¿No alcanza ese trabajo para levantar el nivel de vida de la gente?


Sí, algo, algo, porque hay muchos que trabajan en los jardines, cuidan casas, otros son porteros, telefonistas en las torres, etc., de manera que hay trabajo, pero lo que se necesitaría y me parece urgente es que Maldonado tenga un ejido de quintitas, de chacras, para que no tenga que venir de Montevideo todo: la papa, el boniato, la cebolla, el ajo, el perejil, la lechuga, los tomates... No todo tiene que venir de allá, porque encarece las cosas al doble con el transporte. Ahora se están haciendo algunas chacras, se están haciendo tambos. La gente ha vendido sus terrenos, o están todos abandonados... es necesario que al pueblo que no tiene trabajo se le de un terreno, porque con eso pueden muy bien superar todas las dificultades... Recuerdo de hace muchos años atrás, cuando el dólar costaba un peso, que aquí cerquita del Cementerio, un vecino plantó tres o cuatro hileras de almácigos de espárragos; con eso nada más reunió como once mil pesos. La gente venía en auto de Punta del Este y le compraba todo. Se sacó eso con un terreno de 20 o 30 metros.


¿Porqué no habrá ahora ese ejido de chacras y quintas en Maldonado, Fray Domingo?


Esto, porque las han abandonado. Antes había muchas. Los viejos murieron y los jóvenes se fueron a trabajar a la construcción, dejaron y vendieron los terrenos y ahora, muchos perdieron todo, viven en ranchos. No supieron utilizar lo suyo y entonces los otros se quedaron con los terrenos. Y nosotros lo que necesitamos es tener tierra, la tierra es la riqueza, lo demás no te produce nada.


¿Los veraneantes provocan problemas en el comportamiento habitual de los habitantes de Maldonado?


Sí, nos dejan un problema un poco desagradable. Maldonado hace cincuenta años era otro. Desgraciadamente, si bien traen riqueza, traen también mucho desorden moral. Debería haber un poquito más de rigidez en las playas. El pueblo se contagia, en todos los sentidos, hasta en la manera de hablar. Antes nosotros veníamos a Maldonado a aprender el castellano, porque en Montevideo no sabían hablar correctamente. Veníamos a Maldonado y con los niños aprendíamos a hablar el castellano porque hablaban con una corrección y con una propiedad de términos y expresiones tales que realmente admiraba ver como se expresaban aquellos chicos. Ahora da vergüenza como la gente habla. Hasta se dicen discursos diciendo disparates. No sabemos más hablar castellano. Eso porque se usan muchas palabras extrajeras y porque no se estudia. Pero en aquellos tiempos, hasta los niños hablaban con propiedad suma, sin contar con aquel estado social tan normal, tan pacífico, tan tranquilo, tan cordial que caracterizaba a Maldonado. Era encantador vivir en Maldonado. Una vida de sencillez, no había el movimiento de trabajo que hay hoy pero tampoco había la miseria que hay hoy.


Bueno, Padre, estos son aspectos del clarosucro de todo polo de atracción por su desarrollo y Maldonado constitutye para toda la República un polo de trabajo...


Pero si la gente, cuando viene la temporada se aprovecha y no la malgasta, desgraciadamente vemos que muchos la malgastan... no habría tanta miseria. Porque hay gente que en la temporada se viene de los ranchos y gasta miles de pesos en chucherías y helados, y cuando llega el invierno no tienen nada y vienen a pedir limosna. En cambio los que saben utilizar esas ganancias, tienen sus arreglitos y viven bien. Por eso se han hecho tantas casas lindas por esos barrios, porque han sabido utilizar esos bienes.


¿Usted sabe, Padre Domingo, que tiene fama de que hace milagros?


¡No, no, no, es el Padre Pío, el que hace los milagros! Soy apenas el delegado en todo el Uruguay de la revista del Padre Pío, de la voz del Padre Pío, entonces, en todas las capitales y ciudades importantes, tengo representantes de la revista.


Pero entonces es un milagroso para Maldonado y el Uruguay el Padre Pío...


Sí, sumamente milagroso. Todos los de allá me contaban algún hecho extraordinario. Los otros días me contaron uno de Tacuarembó, precisamente, de una persona que estaba con un cáncer total, desesperado de los sufrimientos, porque le había llegado al cerebro, había empezado a perder todo y había entrado en estado de coma. Solo esperaba la muerte, cuando una señora le pone la manito del Padre Pío sobre la cara al moribundo y empezaron a rezar para que lo salvara. El hombre empezó a mejorar, a mejorar, entonces se alborotó todo el sanatorio. Habían veintidós médicos, todos contemplando ese cuadro y uno de ellos dijo: el último remedio que le dimos le debe haber hecho bien. Entonces una de las doctoras que también estaba allí dijo: "No señor, no es ninguno de los remedios, porque a este enfermo hace tiempo que no le damos ningún remedio. ¿Ustedes no se dan cuenta que están frente a un milagro? ¿que le pusieron la mano del Padre Pío, rezaron y comenzó a mejorar?" En ese momento se llenó la habitación del sanatorio con un perfume celestial, que es la señal de la presencia del Padre Pío...


¿Y acá en Maldonado, ha habido algunos hechos de esa naturaleza?


Ah si, tengo muchos hechos, sobre todo tres milagros de primer orden que guardan relación con tres nacimientos. Sería muy largo de contar...


¿Cómo fue eso?


La abuela me llamó porque la hija se le estaba muriendo, ya había perdido un hijo, y ahora estaba muy mal y las perspectivas que habían era que muriera el hijo y ella. Me llamó la abuela llorando desesperada, la pobre mujer. Le llevé la estampa del Padre Pío, le dí la bendición y le dije "encomiéndese al Padre Pío, haga esta novenita que trae la estampa y pídale al Padre Pío que la saque adelante". A los cinco o seis días la llevaron al Hospital Italiano de Montevideo. Allí las Hermanitas la acompañaron en sus oraciones y la animaron a encomendarse al Padre Pío. Dio a luz una nena de cinco meses y días. Pesaba 600 gramos. La pusieron en incubadora. Rebajó hasta 450 gramos. No le daban esperanza ninguna. Yo fui allá para bautizarla, pero no daban ninguna esperanza. Estuvo estable en 450 gramos y después empezó de pronto a aumentar y a los tres meses me la trajeron a bautizar a la Parroquia. Se reía, gesticulaba, como si quisiera hablar, con una alegría.... Parecía una niña de tiempo y no tenía todavía los nueve meses. Porque tenía cinco meses de gestación, había nacido hacía tres meses, entre todo tenía ocho meses y medio. Los médicos dijeron que era algo extraordinario, porque entre millones de casos, apenas si se salva uno. Y allí está la chica. Se llama María Pía. Cuando tuvo dos años le dijo a su madre: "Mamá, yo quiero tener una hermanita". No, no, le contestó la madre, yo no puedo tener más hijos, porque corro peligro de muerte, me lo han dicho los médicos. "Sí, vas a tener una hermanita", le contestó María Pía. ¿Cómo lo sabes?, le preguntó la madre. "Yo se lo dije al Padre Pío, y el Padre Pío me dijo que sí", le contestó la niña. La madre la veía por el jardín hablando sola, y un día le preguntó con quién estaba hablando; la niña le contestó que con el Padre Pío. "Ma, vas a tener un nene". Tiempo después estaba embarazada. Nació una nena y le practicaron una operación para que ya no pudiera tener más familia. Cuando su hermanita tenía un año le explicó que ya era naturalmente imposible. La niña le insistió y le aseguró que tendría el hermanito. "¿Pero cómo?", le contestó la madre, "yo se lo pedí al Padre Pío y él me dijo que sí", fue toda la respuesta de María Pía. Efectivamente, la madre quedó embarazada y allí están los tres hijos. Yo publiqué la historia en la revista del Padre Pío en Italia.



Aquel "Milagro del Chocolate": en una oportunidad, en la Parroquia de Maldonado había un festejo casi familiar, con unas 15 personas. Estaba pronto un humeante chocolate para ser servido, pero el recipiente se volcó derramándose prácticamente todo el líquido. Solo quedó tan poco que ni siquiera alcanzaba para uno de los invitados. El Padre Domingo dijo: no se preocupen que hay para todos, tomó el recipiente y fue llenando uno a uno los 15 pocillos.









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