Garibaldi, Giuseppe

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Giuseppe Garibaldi.
Acta de nacimiento de Giuseppe Garibaldi en Niza, aporte de Mario Ferraro.
Libreta y Matrícula de Navegación de Giuseppe Garibaldi en Génova, aporte de Mario Ferraro.



No hay lugar de Italia que no recuerde a Giuseppe Garibaldi, personaje histórico enorme, digno de admiración y estudio.

Basta llegar al territorio Italiano para poder observar la grandeza del “héroe de dos mundos”, fundador de la Legiòn Italiana en el Uruguay, y actor principal en la unificación de Italia.

Nacido en Niza el 4 de julio de 1807, territorio en aquella época perteneciente al Reino del Piemonte y actualmente a Francia, dedicó su vida a luchar por la libertad y la independencia del lugar en donde le tocara vivir, dejando siempre a su paso huellas imborrables.

Aportamos su acta de nacimiento en Niza y de navegación en Génova, las cuales aportan detalles muy interesantes sobre sus padres, sus rasgos físicos y su profesión.

Su madre Rosa Raimondo, tenía 31 años al momento del nacimiento de Giuseppe y era nacida en LOANO hoy provincia de Savona.

Su padre Jean Dominique Garibaldi, Giovanni Doménico Garibaldi, capitán de barco de altura era nacido en CHIAVARI hoy provincia de Génova.


Mario Ferraro

sfmaldo@gmail.com

(+598) 95 325 913


Giuseppe Garibaldi, grabado de Luigi Micheloni, 1900.




Busto a Garibaldi, por Esc. José L. Rapetti Tassano

La Colectividad Italiana local a través de su “CÍRCOLO ITALIANO DI MALDONADO” gestionó la colocación de un busto de Giuseppe Garibaldi en el espacio de la Avenida Joaquín de Viana y calle 25 de Mayo de la capital Departamental. Contó con el beneplácito del Concejo Municipal de Maldonado, su Alcalde y jerarquías de urbanismo de la Intendencia. La Junta Departamental ha demorado su autorización definitiva, pero no hay oposición a ello según consulta a integrantes de la Comisión respectiva. Instalado hace un año, no ha sido oficialmente inaugurado, pero los ciudadanos lo toman como referencia igualmente.

¿Por qué es relevante tener presente a Garibaldi? Fue un hombre controvertido, especialmente a nivel de nuestro País, donde se embanderó con la causa Colorada del Gobierno de la Defensa de Montevideo de Joaquín Suárez, y por tanto adversario de las tropas del Gral. Manuel Oribe, el Presidente Blanco depuesto por un golpe de Rivera. Garibaldi con el tiempo y lejos de las pasiones de aquellos años supera las fricciones. En realidad Garibaldi no tenía un cintillo partidario en Uruguay, porque él se definía como “un Republicano” y tenía especialmente su mirada puesta en Italia, desunida, sometida, y ultrajada por las dominaciones extranjeras y la influencia de los Estados Vaticanos con el Papa como jefe.

Una apreciación parcializada mide mal a un hombre como Garibaldi, que fue un bravo en la acción, pero ésta fue consecuencia de su pensamiento republicano. Ahí es donde debemos justificar el reconocimiento.


Su época lo marcó


El Siglo XIX lo tuvo como protagonista en varios escenarios del mundo, convulsionados por sucesos relevantes. Andariego navegante, surcó las aguas del Mediterráneo, donde nació, del Egeo, del Mar Negro, del Atlántico varias veces, el Océano Pacífico, el Mar de la China, y nuestros grandes ríos del Sur americano. En ocasiones comerciando, y la mayoría de las veces en acciones bélicas.

A la derrota final de NAPOLEÓN, le sigue el CONGRESO DE VIENA en1815 con la inspiración del Canciller austríaco Metternich, donde las potencias vencedoras del Emperador, Inglaterra, Austria, Rusia y Prusia, consolidan la Monarquía para Europa, reinstalándola en Francia con Luis XVIII. Mientras Italia seguía bajo dominación extranjera, especialmente austríaca, salvo el Reino de Piamonte- Cerdeña de los Saboya con Carlos Alberto como Rey. Para las potencias vencedoras llegaba la hora de las aventuras colonialistas extracontinentales, y el reparto de vastas regiones valiosas en la misma Europa, como ocurría con Italia.

Salvo Inglaterra cuya monarquía es constitucional, las restantes eran de carácter absolutista. Además su sociedad es esencialmente estratificada en clases; la nobleza es la dominante y las dinastías reinantes emergen de ella. La monarquía no busca el bien del pueblo, sino afianzar su poder económico y militar que la perpetúe, la relación con el pueblo es de sometimiento. La suma del poder está en manos del monarca, y éste no tiene límites en el tiempo para ejercerlo, es además hereditaria, se trasmite como un bien material cualquiera integrando un acervo sucesorio.

La Restauración monárquica europea cierra las expectativas del pensamiento republicano, que se había fortalecido por la emancipación de los Estrados Unidos de América en 1776, y la Revolución Francesa en1789, sembrando esperanzas libertarias para el resto de Europa. Napoleón y la expansión continental de los ideales de la Revolución, fueron ahogados en la paz de Viena, no quedando otra alternativa al pensamiento liberal que la lucha.


Giuseppe Garibaldi, busto.
Homenaje a Giuseppe Garibaldi.


El pensamiento republicano


Si bien desde la antigua Grecia, ya Aristóteles distinguía los sistemas de gobierno y delineaba la conveniencia de la República, inclusive con limitación del poder en períodos cortos, y la separación de los poderes; retoma históricamente Montesquieu con su formulación de separación e independencia De poderes en legislativo, ejecutivo y judicial; también fruto de los pensadores ingleses, holandeses y franceses de los Siglos XVII y XVIII.

En la República, el poder no pertenece a una clase por dominio económico y militar, no es hereditario, la relación en la Sociedad no es de sometimiento sino de igualdad, el sistema se basa en la libertad como principio esencial para desenvolver el progreso, con la libertad de expresión, la ambulatoria, la de investigación científica, y las garantías para todas ellas. El honor pertenece a todos los ciudadanos y no a una clase caballeresca, En la república LA SOBERANÍA RADICA EN EL PUEBLO y no en un rey ni en una clase social.

Por allí anda el pensamiento de José Garibaldi, un hombre que sintió la necesidad de sublevarse contra aquel mundo monárquico levantado en 1815 en Viena. Su amigo GIUSEPPE MAZZINI, un republicano sin dobleces, creador del Movimiento La Joven Italia, inició la revolución en 1833 en la que participó Garibaldi; y derrotados, con la pena de muerte sobre sus cabezas abandonaron Italia y el Piamonte para salvarse.


Garibaldi en Sudamérica


En 1835 huyendo de la situación en Europa, llega a Brasil para incorporarse a la Revolución Farrupilha. Con Río Grande del Sur y otros territorios limítrofes, el General Bentos Goncalvez lidera la revolución republicana que se levanta contra el gobierno del Emperador Pedro I de Braganza. Garibaldi tenía con el líder republicano riograndense vínculos ideológicos y masónicos, por lo que pasó a integrar las fuerzas anti imperiales de los “gaúchos” del Sur. Condujo una pequeña flota, y con su barco baustizado con el nombre de “Mazzini” causó estragos en la propia bahía de Río de Janeiro, lo que motivó la fuerte reacción de la flota imperial que lo persiguió hasta aguas del Sur.


Giuseppe Garibaldi.

EN MALDONADO

Garibaldi llega con Anita, su compañera catarinense, y busca refugio en la Bahía, desembarcando en Maldonado el 28 de mayo de 1837. Lo reciben vecinos de Maldonado, simpatizantes de su causa y seguramente de la masonería, que le prodigan al matrimonio toda clase de atensiones. Se aloja en casa de Gorlero, ubicada en la actual calle 18 de Julio esquina Treinta y Tres, donde hoy funciona un Instituto terciario; y también con la familia Porro, conservándose actualmente esa casa de altos con su balcón originario, ubicada en la calle 18 de Julio esquina Ventura Alegre.

La Revolución de Los Farrapos entra en la fase final y siendo inminente su caída, Garibaldi que ya tenía precio su cabeza, inicia con su familia el camino por tierra hacia Montevideo donde había italianos y tenía amigos que podían asegurarle la vida. En su paso por San Carlos debió reparar ruedas de su carruaje que lo hizo en una herrería de antepasados de la familia García, que siguieron con ese rubro en lo que se conoció como lo de “Machango”, apodo de Athos García, cuya vieja herrería se conserva intacta y hoy es centro cultural carolino en Avenida Alvariza.


Garibaldi en Montevideo


Sin dinero, José Garibaldi se instala a vivir austeramente como acostumbró toda su vida, En su modesta casa vivía de dar clases de aritmética; se relacionaba con otros italianos que habían venido a la ciudad sitiada y donde circulaba un periódico en italiano que exaltaba los valores de la patria lejana. Instado por Cúneo, otro piamontés como él, Garibaldi accede conducir una embarcación para el Gobierno de Joaquín Suárez. Se enfrentó con la poderosa flota del Almirante Brown, con suerte diversa, remontando ríos como el Paraná y el Uruguay. Combatió y ganó la batalla de San Antonio, en Salto. En Montevideo se casó con Anita y tuvo 3 hijos uruguayos.

Vivió en Montevideo entre 1841 y 1848 cuando emprendió viaje a Europa. En el mes de junio desembarcó en Niza donde en 1807, siendo territorio italiano había nacido. Recibido por una multitud entusiasta y esperanzada, retomó su compromiso por la unidad y la libertad de Italia.

Ese año 1848 hubo en Europa revueltas populares en varios países, siendo una de las más significativas la de París. En ese marco, Garibaldi con Manzini van nuevamente por consagrar los principios republicanos y sorprenden con sus agitaciones y marchas. Osadamente Garibaldi entra a Roma, y dispone con apoyo popular instalar una Asamblea Constituyente. Esta Asamblea funcionó a inicios de 1849 en el Capitolio de Roma proclamándose la REPÚBLICA ROMANA.

Pronto vino la reacción de los Estados Pontificios y la ayuda militar extranjera para apagar aquel fuego republicano. No pudo militarmente soportar Garibaldi aquellos combates y la experiencia republicana terminó.

Aquel fuego republicano encendido por Garibaldi demoraría un siglo en retomarse. Lo había encendido él.

Marchas, agitaciones, prisiones y una y otra vez escapando a sus enemigos, Garibaldi, llega al año crucial de 1870. El Emperador francés NAPOLEÓN III entra en guerra contra la poderosa Prusia de Bismarck. Prontamente la sucesión de derrotas francesas provoca la caída del último Bonaparte, y se instala la Tercera República. Allí va ahora a combatir Garibaldi contra el poderoso militarismo prusiano, uno de los enemigos que sometió en 1815 en Viena a Italia. Si bien esa guerra la ganó Prusia, es de mencionar que la única batalla ganada a los prusianos, la ganó Garibaldi como general francés; y la única bandera arrebatada a los alemanes, fue por un acto de valor en combate de su hijo uruguayo llamado Ricciotti .

De vuelta en Italia con su ejército libera el Norte ocupado por los austríacos, y asociado con el reino de Piamonte- Cerdeña, único estado italiano capaz de frenar a los extranjeros, con su nuevo Rey, Víctor Manuel II, y su Ministro Cavour, inicia la etapa final. –se dirige al Sur, con sus famosos “mille” desembarca en Marsella, toma el reino borbónico de las Dos Sicilias (con Nápoles), y emprende la arremetida contra Roma ocupada por los Estados Vaticanos. Cae la Ciudad Eterna, el Papa huye, y se consolida la unificación. Quedará para el 2 de junio de 1946 a la caída del fascismo y fin de la 2ª. Guerra Mundial la ansiada República. Casualmente Garibaldi murió un 2 de junio, pero de 1882. Y esa fecha, 2 de junio, es la fiesta patria de Italia. Vivió austeramente, rechazó honores y proclamaciones de cargos públicos, salvo uno de diputado ya en 1874 con Italia liberada.


Solo sus ideales


Durante parte de su estadía en Uruguay, en la Guerra Grande defendió al gobierno de Montevideo, y el General Fructuoso Rivera en compensación por ello, le ofreció para él y sus legionarios tierras para repartir. Garibaldi no acepta tal ofrecimiento.

Instalado ya en Europa, en abril de 1860 recibe nuevamente de Joaquín Suárez el ofrecimiento de una suma de dinero en pago por sus servicios, que Garibaldi agradece pero no acepta, y en carta desde Turín escribe: “NO ME DEBE NADA VUESTRA BELLA PATRIA, YO CUMPLÍ CON MI DEBER DE SOLDADO DE LA LIBERTAD, Y ESTOY ORGULLOSO DE MI TÍTULO DE CIUDADANO DE LA REPÚBLICA”.

En las Memorias de Garibaldi que transcribe Francisco Faig, el héroe expresa; “odio la tiranía y la mentira con el profundo convencimiento de que ellas son el origen principal de los males y de la corrupción del género humano. Soy Republicano, porque éste es el sistema de gobierno de las gentes justas, sistema modelo cuando se adquiere y, por consecuencia, no se impone con la violencia y la impostura. Tolerante y no exclusivista, soy incapaz de imponer a alguien por la fuerza mi Republicanismo….”.

Francisco Faig en su obra sobre El Pensamiento de Garibaldi, da una opinión compartible: “ Toda la tradición de pensamiento a la que adhiere José Garibaldi, en efecto, está convencida de que la grandeza y estabilidad de la Roma republicana provenían del sentimiento de espíritu cívico y del patriotismo de sus ciudadanos”.

En su obra “La Europa del Siglo XIX”, el historiador Geoffrey Bruun le llamó : “ EL INCANSABLE CABALLERO DE LA LIBERTAD”.

Vale pues recordar a Garibaldi.


Esc. José L. Rapetti Tassano


GIUSEPPE GARIBALDI VISTO DESDE AMÉRICA DEL SUR. Un aventurero italiano al mando de una banda de “chusma salvaje”

por Miguel Arregui, Jefe de redacción del semanario Búsqueda entre 1985 y 1994; del diario El Observador entre 1997 y 2010, y de El País entre 2010 y 2015.

Giuseppe Garibaldi.


A mediados del siglo XIX, “el estado de guerra civil (en Uruguay era) casi perenne”, como en la mayor parte de América del Sur, escribió en sus memorias Giuseppe Garibaldi, héroe nacional italiano, quien actuó en la región entre 1836 y 1848. El conflicto perpetuo “es el mayor obstáculo al progreso de que es susceptible aquella espléndida parte del mundo, sin rival por su riqueza –sostuvo–. “Y el motivo de la intestina discordia era entonces la pretensión a la Presidencia de la República de los dos generales Fructuoso Ribera y Manuel Ourives” (sic).

En sus memorias, reescritas en 1872, Garibaldi destacó repetidas veces el talento y flexibilidad de la caballería criolla. “Todos los hombres son completos jinetes y es la carne el único alimento de la campaña, no siendo necesarios los fastidiosos bagajes, indispensables en las guerras europeas”. La carne vacuna o de yeguarizos era casi el único alimento, narró el italiano: “Yo los he visto reírse de compasión, viéndome comer perdiz”.

“La guerra es la verdadera vida”. Giuseppe Garibaldi, quien nació en 1807 en Niza, cuando esa ciudad aún pertenecía al Piamonte y no a Francia, como ahora, sería un héroe nacional en su patria, Italia, y una de las figuras más importantes del mundo en su tiempo. Fue una mezcla de aventurero e idealista, liberal y nacionalista romántico, profundamente anticlerical, que cumplió una intensa y discutida actuación en América del Sur, a donde llegó exiliado en enero de 1836.

Inicialmente Garibaldi se dedicó al comercio en Rio de Janeiro; pero el comercio lo aburría. Desde entonces actuó como un condottiero: un líder de tropas mercenarias. Él no tenía particular interés en la lucha republicana y secesionista de los farrapos de Rio Grande do Sul ni de los unitarios y colorados de Montevideo, salvo una asociación parcial, romántica y discutible, con las causas liberales europeas que impulsaba la Masonería.

La figura del guerrero mercenario, a favor de una causa que se creía justa, tenía gran prestigio en la tradición italiana y en la literatura. De hecho, Garibaldi creía que “la guerra es la verdadera vida del hombre”.

Garibaldi llegó por primera vez al Río de la Plata en 1837 al mando de un pequeño barco corsario, el “Mazzini”, y una docena de “camisas rojas” que lo seguían desde su huida de Europa. La banda robaba para sí bajo la bandera de la República de Río Grande, o República de Piratini, un proyecto separatista del sur de Brasil contra la monarquía carioca.

Pelea en San José y prisión en Entre Ríos. Los tripulantes del buque corsario, cuyo nombre homenajeaba a Giuseppe Mazzini, caudillo de la lucha por la unificación italiana, estuvieron un tiempo en Maldonado, de donde debieron huir. Más tarde Garibaldi desembarcó cerca de la punta Jesús María, en el departamento de San José, en procura de carne. Entonces estimó que éste era un “bellísimo país” debido a las enormes extensiones verdes, repletas de vacunos y caballos. Décadas después, en sus memorias, recordaba el paisaje uruguayo a la altura de San José y Colonia como el “espectáculo más hermoso que había visto”. Y anotó: “El hombre es rarísimo; un verdadero centauro”.

Al día siguiente el “Mazzini” fue atacado por dos lanchones cargados de hombres del gobierno uruguayo, del que lograron escapar después de una escaramuza. Hubo algunos muertos y Garibaldi cayó inconsciente con una herida de bala en el cuello. Asustados y sin destino, en una región desconocida, los corsarios remontaron el Río de la Plata y el río Paraná. Garibaldi fue internado durante seis meses en Gualeguay y otros dos en una cárcel de Bajada (Paraná), aunque gozó de cierta protección del gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe. Después de muchos avatares, logró regresar a Rio Grande do Sul previa escala de un mes en Montevideo, bajo protección de los emigrados italianos.

Saqueos en el sur de Brasil. Actuó como corsario en dos lanchones en la laguna de los Patos, acompañado de unos 50 hombres, que describió como “una verdadera chusma cosmopolita” de todas las naciones y colores. Luego trató de llevar sus ataques al océano Atlántico, pero su barco naufragó cerca de Tramandaí y se ahogaron 16 tripulantes. Garibaldi y los suyos participaron en diversas acciones contra las fuerzas del imperio de Brasil y saquearon una región de la laguna de Santa Catarina, en medio de crímenes de todo tipo. “No he visto nunca jornada más lamentable, ni más degradante para la especie humana”, recordó en sus memorias.


Anita Garibaldi


Giuseppe Garibaldi era fornido y de mediana estatura, según la descripción de Bartolomé Mitre. Tenía ojos azules y lucía una larga cabellera rubia y una barba rojiza. En 1839 en Laguna, pequeña ciudad al sur del estado de Santa Catarina, conoció a Ana María de Jesús Ribeiro da Silva, una joven morocha y despierta de 17 o 18 años, casada y separada de un marido golpeador. “Anita”, resuelta y de armas tomar, sería el gran amor de Garibaldi, a quien acompañaría en sus aventuras. Murió de fiebre tifoidea en 1849, poco después de llegar a Italia, cuando tenía apenas 28 años. Se convirtió en leyenda. Hoy, calles, avenidas, municipios y plazas del mundo, desde Génova a Salvador de Bahía, homenajean con sus nombres más a Anita que a Giuseppe. La pareja se casó en Montevideo el 26 de marzo de 1842 en la Iglesia de San Francisco de Asís, Ciudad Vieja, cosa extraña para un masón militante. (Julio Sanguinetti cuenta en su libro Retratos desde la memoria que el líder democristiano Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, estando de visita en Montevideo “tres veces preguntó, incrédulo, si Garibaldi se había casado realmente por la Iglesia. Para un católico de su estirpe no resultaba muy creíble que el caudillo liberal, gran patriarca masón, hubiera dado ese paso”).

Giuseppe y Anita tuvieron cuatro hijos: Menotti, nacido en Rio Grande do Sul en 1840; y otros tres nacidos en Uruguay: Rosita, quien falleció en 1843, Teresita y Ricciotti.


Al servicio del Gobierno de la Defensa


Después de diversas aventuras y cansado de la guerra, en 1841 Garibaldi decidió establecerse en Montevideo, un sitio presuntamente más amigable para un italiano nostálgico. Ingresó a Uruguay con su familia arreando una tropa de 900 vacunos. Perdió casi toda su tropa en el río Negro, desbordado, y llegó a Montevideo con apenas 300 cueros. Se ganó la vida como “agente de comercio” y profesor de matemáticas. Uruguay entonces estaba inmerso en la Guerra Grande, un conflicto civil entre blancos y colorados, mezclado con una guerra civil argentina entre unitarios y federales. Fructuoso Rivera, líder del Partido Colorado, y el comodoro John Halsted Coe, por entonces jefe de la pequeña Armada uruguaya, le concedieron a Garibaldi en 1842 el mando de la corbeta “Constitución”, de 18 cañones. Es asunto de interminables discusiones si Garibaldi apoyó ese bando por identificación con sus principios liberales, por necesidades de subsistencia, propias y de quienes lo seguían, o por una mezcla de ambas cosas. En todo caso, Garibaldi goza de mucho mayor prestigio en la tradición cultural “colorada” que entre los “blancos”.

Con la corbeta “Constitución”, y otros dos barcos, Garibaldi partió hacia Corrientes, entonces una provincia aliada de los unitarios y colorados con cabeza en Montevideo. Debió abrirse camino por los ríos de la Plata y Paraná mediante sucesivas escaramuzas. Le esperaba William Brown, un viejo marino irlandés que era el jefe de la escuadra de los federales de Juan Manuel de Rosas.


La campaña más brillante de Garibaldi

https://www.elobservador.com.uy/nota/la-campana-militar-mas-brillante-de-garibaldi-201789500


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