Diferencia entre revisiones de «Recuerdos de Las Delicias por Fernando Edye»

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Cuando hablamos de quienes disfrutaban del muelle, es inevitable detenernos en uno de sus hijos mas fieles y quien con su bonhomía, generosidad y don de gentes representó no solo a los viejos fernandinos sino a todos los amantes de la pesca y la amistad.
 
Cuando hablamos de quienes disfrutaban del muelle, es inevitable detenernos en uno de sus hijos mas fieles y quien con su bonhomía, generosidad y don de gentes representó no solo a los viejos fernandinos sino a todos los amantes de la pesca y la amistad.
  
Los Sábados, pasado el mediodía por Avenida Las Delicias - antigua denominación de Av. España - se podía ver caminando hacia la costa a un personaje que daba vida a una parte de todo ese barrio. Se llamaba Valentín Alonso y no caminaba solo.
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Los Sábados, pasado el mediodía por Avenida Las Delicias - antigua denominación de Av. España - se podía ver caminando hacia la costa a un personaje que daba vida a una parte de todo ese barrio. Se llamaba Valentín Alonso y no caminaba solo. En los años que lo conocí, siempre estaba a su lado la perrita "Puli". Andando cadenciosamente como su amo, lo acompañaba desde Maldonado hasta la playa. Pero no era la única compañía que traía, además de un viejo y raído morral, también portaba un estuche, que en mi imaginación contenía mágicos artefactos de pesca.
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Revisión del 13:23 17 feb 2017


Selección de artículos

El Muelle Las Delicias

Se nos fue hace ya 35 años, pero si cierro los ojos me parece verlo, aunque viejo, erguido, resistiendo la adversidad del tiempo y el abandono de quienes debían protegerlo, porfiado ante las tormentas luchó hasta el fin.

Dio cobijo a muchos necesitados, y a otros alimentó con generosidad, creo sin equivocarme que todo Maldonado lo quería. Nadie escribió su obituario, su memoria, para muchos ya se desvaneció, pero para otros es una dolorosa ausencia, que seguramente en esta fugaz vida no recuperaremos.

Su nombre era Muelle y su apellido Las Delicias. Cuando lo veías desde lejos parecía un enorme ciempiés de largas patas hundidas hasta la mitad en el mar. Sobre él, un colorido microcosmos social, se revelaba ante un observador atento y en verano muchas familias de turistas, año tras año, alquilaban casas cercanas solo para pescar, sentados en sus añosas maderas.

¿Quién, habiendo nacido en Maldonado, no se subió alguna vez a su largo pasillo? ¿Se acuerdan de Clavijo, o de Valentín, del "Mulato" o de Mego o tal vez del Catalán?


Valentín Alonso

Cuando hablamos de quienes disfrutaban del muelle, es inevitable detenernos en uno de sus hijos mas fieles y quien con su bonhomía, generosidad y don de gentes representó no solo a los viejos fernandinos sino a todos los amantes de la pesca y la amistad.

Los Sábados, pasado el mediodía por Avenida Las Delicias - antigua denominación de Av. España - se podía ver caminando hacia la costa a un personaje que daba vida a una parte de todo ese barrio. Se llamaba Valentín Alonso y no caminaba solo. En los años que lo conocí, siempre estaba a su lado la perrita "Puli". Andando cadenciosamente como su amo, lo acompañaba desde Maldonado hasta la playa. Pero no era la única compañía que traía, además de un viejo y raído morral, también portaba un estuche, que en mi imaginación contenía mágicos artefactos de pesca.









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