El Dr. Francisco Martínez en el Congreso de Oriente y en la “Patria Vieja”

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Dr. Francisco Martínez, fernandino, patriota



Dr. Mario Scasso Burghi


"La Patria Vieja", José Luis Zorrilla de San Martín, 1942.


Sus orígenes


El Dr. Francisco Dionisio Martínez, había nacido en Maldonado el 9 de octubre de 1779, hijo de Andrés Martínez Reigosa nacido en Sotomayor, Galicia, soldado dragón inválido y Juana María Olivera (natural de Buenos Aires dice la partida de bautismo), o nacida en Río Grande, de antecedentes azorianos (según partida de bautismo de una hermana de Francisco). Fue bautizado el mismo día de su nacimiento por el Pbro. Antonio Tordesillas, Capellán del Regimiento de Dragones (de la guarnición de la población) y Cura Interino. Recibió la educación de primeras letras, que existía localmente, a cargo de un maestro contratado por el cabildo y paralelamente por la enseñanza del Catecismo Católico impartida por el párroco. Su caligrafía con letra inclinada de su autobiografía, es perfectamente legible, lo que indica un aprendizaje efectivo. Su familia era de bajos recursos con numerosos hijos, falleciendo su padre en 1794, cuando tenía 15 años, lo que lo obliga a emplearse en tareas de subsistencia.


Comienzos de su carrera en medicina


En 1796 en el marco de la Guerra entre el Reino de España (aliado de Francia Republicana y Revolucionaria: Tratado de San Ildefonso), contra Inglaterra (aliada a Portugal), por orden del Virrey de Buenos Aires, Don Pedro de Melo, se dispone la organización de un Hospital de Medicina y Cirugía, en esta ciudad. El fin era proporcionar asistencia a la guarnición local y a las tropas a movilizarse hacia la frontera y paralelamente otorgaría un servicio a la población local. El Ministro local de la Real Hacienda, Rafael Pérez del Puerto, recibe el encargo de organizarlo, para lo cual se destina para ese fin una cuadra del Cuartel de Dragones y contrata a Francisco Martínez como empleado, tenía 17 años, Francisco Osorio, que era el boticario local, fue designado Practicante Mayor.

En 1797 arriba a Maldonado el Dr. Juan Giménez, Médico-Cirujano encargado del Real Hospital. Pérez del Puerto recomienda a Martínez, para que fuera instruido como Ayudante de Cirugía, probablemente por juzgarlo poseedor de una inteligencia despierta y con aspiración de conocimientos y superación. Giménez no sólo lo hizo, sino que le proporcionó libros con información científica. La instrucción prosiguió con el sucesor de Giménez, Dr. Francisco Jurado (llamado Juraó, en la autobiografía) en 1800, al que fue recomendado encomiásticamente por su colega. El Dr. Jurado, le confió el manejo de la botica (depósito de medicamentos) y luego de la renuncia de Osorio en el mismo año, instó a que Martínez fuera designado Practicante Mayor del Real Hospital en 1801.


Vacunación contra la viruela


En 1802 fallece Jurado y es reemplazado por el Dr. José Díaz, que en 1805 comienza la vacunación contra la viruela con él, localmente y en las campañas de Minas y Melo. Esta campaña de vacunación era promovida por el Rey Carlos IV a través de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, encabezada por el médico Francisco Javier Balmis, que llevó la “linfa vacunal” a las Islas Canarias, a los Virreinatos de América y a las Filipinas (1803-1806). En la Villa de Melo, según certifica su Comandante Militar Sgto. Mayor Ramírez de Arellano en enero de 1806, no sólo su actuación se vinculó a la vacunación, sino también a la asistencia de enfermos y aún actuaciones quirúrgicas como drenaje de abscesos.

Es de hacer notar que el médico inglés Eduardo Jenner inició en 1796, sus experiencias de inoculación del líquido purulento de las pústulas de la “Viruela Vacuna” a los humanos y publicó el trabajo en la Sociedad Médica Real de Londres en 1798 y el método de vacunación llegó a Maldonado en 1805, a los 7 años. Esto sucedió en los S. XVIII y XIX. Tuvimos en el S. XXI, científicos que necesitaban, según ellos, de 10 a 20 años para probar una forma de inmunización.


Tiempos violentos


En 1806, al producirse el asalto británico a Maldonado (29 de octubre), habiéndose retirado el médico militar español, el Practicante Martínez colabora con el Cirujano Mayor inglés Doyley, en la atención de los militares con graves heridas ocasionados en el enfrentamiento, lo que conllevó un cierto reconocimiento personal. Durante la ocupación británica de la población, el mismo Doyley, le advirtió que huyera porque iba a ser detenido y embarcado en uno de los navíos invasores, ya que habían percibido la colaboración de las personas de mayor influencia en los vecinos, que informaban a las fuerzas españolas sitiadoras, de la situación táctica local. Se fugó llegando a Pan de Azúcar, donde estaban las fuerzas españolas comandadas por el Cnel. de Milicias de Córdoba Santiago Allende, el Cirujano Mayor Dr. Justo Pastor y el Ministro Pérez del Puerto. Fue comisionado primero para traer medicinas de la Botica Real de Montevideo y luego al frente bajo el mando del Cap. de Blandengues José Rondeau.

Integrando las fuerzas de Rondeau, bajo el mando directo del Tte. Santiago Carreras, este atacó a fuerzas inglesas salidas de Maldonado con el objetivo de arrear ganado de la estancia de José Núñez, para abastecerse, matando al oficial que la comandaba y obligándolos a retirarse. En 1807, evacuados ya los británicos, atiende a pacientes de “fiebres biliosas” (probablemente hepatitis o fiebre tifoidea), en Minas, San Carlos y Maldonado (aquí “con mayor intensidad por haber estado el ejército y dejar infectado el lugar”, por la aglomeración de tropas).

En 1808, desmantelado el hospital por los ingleses, ya sin empleo, prosiguió con la vacunación antivariólica, con la “vacuna” (proveniente de la Viruela Vacuna) y en la atención de las dolencias de los fernandinos, hasta 1815. No existieron medios en la Real Hacienda local, destruida la Real Compañía Marítima por los invasores, ni recursos en el Virreinato para mantenerlo. Situación de penuria que persistió con la revolución en la Banda Oriental. Es de hacer notar que los fernandinos no contarían con un establecimiento de asistencia pública hasta las primeras décadas del S. XX, una “Sala de Primeros Auxilios”, en la entonces Calle Santa Rosa (actual Dr. Antonio Támmaro), esq. San Carlos.


Dr. Martínez, Diputado en "la capital de los orientales"


En ese año 1815 fue electo por el Cabildo de Maldonado, como diputado “cerca del Gral. Artigas” (como él lo expresa en sus “autobiografía”), lo que demuestra el aprecio y consideración que tenía en el vecindario. Esta elección se debió a que Artigas el 29 de abril de 1815, desde su Cuartel General en Paysandú, convoca a las autoridades de los pueblos de la Provincia Oriental (incluido el Cabildo Fernandino), para que reúnan asambleas electorales en su jurisdicción, con el fin de designar tres electores, que designen el diputado, para que provisto de las credenciales y poderes, concurra al Congreso de los Diputados, para reunirse en el Pueblo de Mercedes. El congreso tenía como objeto: “Conducidos los negocios públicos al actual punto (el fin de la Dominación Española y su sucesora, la de Buenos Aires, en la Provincia Oriental), es peculiar [propio] al pueblo sellar el primer paso que debe seguirse, a la conclusión de las transacciones [arreglos, convenios, tratos, ajustes] que espero formalizar”. El momento parecía propicio ya que el 15 de abril se había producido en Buenos Aires, el derrocamiento del Director Carlos de Alvear, de orientación unitaria y monárquica, por el ejército sublevado en Fontezuelas, pero sus dirigentes sólo le dieron una orientación unitaria menos antipática y antipopular, pero no con una orientación federal, ni tampoco republicana, como creyeron percibir las provincias. En Buenos Aires fue electo como Director del Estado a José Rondeau, que estaba al frente del Ejército en el Alto Perú y como suplente (en realidad con el mando efectivo) al Gral. Ignacio Álvarez Thomas (que era el protagonista del Motín de Fontezuelas). Artigas junto con la convocatoria al congreso, remite un Reglamento electoral, con recomendaciones: “se pondrá muy particular esmero en que todo se verifique con la mayor sencillez posible, cuidando que el resultado sea simplemente la voluntad general”, “el orden, la sencillez y la voluntad general, deben caracterizar el todo” y la celeridad: “los diputados electos…, se pongan con toda prontitud en camino de Mercedes”. Sólo se conserva las directivas dirigidas al Cabildo Montevideano. Esta institución, enfrentada con Fernando Otorgués, Gobernador Político y Militar de la ciudad, no envió los tres diputados ya electos como le correspondía como capital provincial, ya que la corporación terminó renunciando. Frente a esta situación Artigas resuelve en mayo de 1815, suspender el congreso previsto. Pero los diputados de las otras poblaciones, ya se habían trasladado al litoral del Río Uruguay y Artigas los había convocado a su Cuartel General (por eso la expresión de Martínez: “Diputado cerca del General Artigas”).

El Pbro. Dámaso Larrañaga (que era unos de los diputados electos inicialmente por Montevideo y que no había viajado a Mercedes para integrar el Congreso), había sido comisionado por el nuevo Cabildo Montevideano, junto con Antolín Reyna (uno de sus integrantes), para mediar ante Artigas. Cuando llega a Mercedes el 9 de junio, según describe en su “Diario del Viaje”, encuentra “algunos de los Diputados que habían llegado para el Congreso que debía celebrarse en esta Villa”. En Paysandú, el 12 de junio describe que en ella se encuentra: “la Capital de los Orientales, por hallarse en ella su Jefe y toda su plana mayor, con los Diputados de los demás pueblos”. También anota en su diario que al arribar a Paysandú: “El General estaba ausente [porque] había ido a comer a bordo de un falucho en que se hallaban los Diputados de Buenos Aires.” Se trataba de los enviados por Álvarez Thomas: el Cnel. Blas de Pico y el Dr. Francisco de Rivarola. El envío había sido motivado, entre otras cosas, por el temor de una expedición española de restauración del régimen virreinal al Río de la Plata, concluida la Invasión Napoleónica a España. Reunidos con Artigas frente a Paysandú, este había propuesto un “Tratado de Concordia” basado en el reconocimiento por parte de Buenos Aires, de la Provincia Oriental y de las de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba, integrando un Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata. Esto se haría efectivo mediante “una alianza ofensiva y defensiva” con las demás, “teniendo igual dignidad, privilegios y derechos” y se someterían a una Constitución que sancionara “el Congreso General del Estado legalmente reunido y teniendo por base la libertad”. La contrapropuesta de los delegados bonaerenses fue la de reconocer la independencia de la Banda Oriental y las de Corrientes y Entre Ríos (el “Continente de Entre Ríos”). Artigas no aceptó la limitación de su influencia, ni la Independencia del “Oriente del Río Paraná”, ni la segregación territorial del antiguo virreinato y se interrumpieron las negociaciones. Buenos Aires ofrecía lo que ya había logrado el Paraguay, su independencia “de hecho” en 1811 y “de jure” en 1813.

Paralelamente a la comunicación enviada al Cabildo de Montevideo, el mismo 29 de abril, enviaba Artigas al Comandante de los Pueblos de las Misiones Andrés Guacararí y al Cabildo de Concepción, convocando a la elección de diputados para el Congreso que consideraba “oportuno reunir en Arroyo de la China”, “punto medio relativamente a los demás pueblos que deben concurrir”, adjuntando el reglamento electoral. En las Misiones “Occidentales” del Río Uruguay, existían los “Cabildos de Indios” en los pueblos respectivos.

Similares citaciones fueron enviadas al Cabildo de Corrientes, al de Santa Fe y al Gobernador de Córdoba. No se conserva ninguna nota dirigida a los Cabildos de Entre Ríos, en especial al de Arroyo de la China (actual Concepción del Uruguay), sede del congreso citado, pero el mismo Francisco Martínez menciona que encontró en esa población “Diputados de Entre Ríos”.

El Diputado enviado por Santa Fe, Pascual Diez de Andino, portaba un pliego con instrucciones escritas, “para el Congreso de Oriente”, que incluían la versión santafecina de las “Instrucciones del Año 1813” y una definición: “en concurso de los Diputados de los demás Pueblos que allí concurran: promueva, proponga, discuta y sancione todos los puntos concernientes a fijar de una vez el sistema proclamado en esta América, de su libertad e independencia y la de cada uno de los Pueblos unidos y en particular la de éste [S. Fe], haciendo que se reconozca como Provincia independiente …, para que establezca y reconozca la autoridad suprema que ha de regir a todos, con los límites y extensión que convengan a un perfecto gobierno federado”.

Los Diputados de los Pueblos de la Provincia Oriental, congregados en Paysandú, constituyeron (con la ausencia de la representación montevideana), la representación provincial en el Congreso reunido en la Villa de Arroyo de la China. Se llamó del “Oriente”, pues se reunió al Este de las Provincias de Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe.


El Congreso de Oriente


La Liga Federal, 1814-1820.

Francisco Martínez escribe en su diario: “Inmediatamente después de mi llegada [a Paysandú], me embarqué con él [General Artigas] en dirección al Arroyo de la China, lugar indicado para la reunión y al llegar encontramos reunidos un crecido número de Diputados por Córdoba, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y Estado Oriental”. Éstos últimos pueden haberse embarcado directamente desde Mercedes. Los diputados designados por la Provincia de Misiones no habían arribado. El mismo Artigas en una nota dirigida a Andresito le expresa: “… paso mañana al Arroyo de la China a celebrar el Congreso y resolver lo mejor. Avisaré a usted los resultados en caso de no haber llegado los diputados de esos pueblos, …”

No se han conservado actas de lo tratado en ese Congreso, cuya sesión inaugural, presidida por el mismo Artigas “Protector de los Pueblos Libres”, aconteció el 29 de junio de 1815. El mismo Martínez no es muy explícito: “Después de haberse discutido el objeto de aquella reunión, se acordó nombrar una comisión de su seno para que fuese a desempeñar una misión a Buenos Aires y al efecto fueron electos los Señores Cabrera, Diputado por Córdoba; Don Pascual Andino, por Santa Fe; Dr. Araúcho, por Corrientes; Dr. Cos[s]io, por Entre Ríos y Don Miguel Barreiro por el “Estado Oriental”. El objeto de aquella misión era arreglar la paz [con Buenos Aires] sobre bases sólidas y duraderas.”

No parece que lo acontecido en la sesión del 29 de junio en el Cabildo de Arroyo de la China, se haya limitado solamente a la designación de estos delegados para tratar directamente con el nuevo Gobierno Bonaerense. Los historiadores argentinos Mario “Pacho” O’Donnell, Felipe Pigna y Patricio Lons (de muy diversa orientación filosófica), infieren que en la sesión del 29 de junio, se declaró la Independencia de la Monarquía Española, es decir una Independencia Nacional y adquisición de una Soberanía “Particular” como Estado. El Poder Ejecutivo Argentino emitió el Decreto No. 28/2015, declarando al año 2015 como: “Año del Bicentenario del Congreso de los Pueblos Libres”, en uno de los considerandos se precisa que en él se: “resolvió proclamar la Independencia respecto de todo poder extranjero”. No es aventurado plantearlo. Los antecedentes de las Instrucciones Santafesinas: “a fijar… el sistema proclamado en esta América, de su libertad e independencia…”. El mismo Artigas se refiere posteriormente al Congreso de Oriente, indirectamente a la proclamación de independencia, en dos cartas: 1) “Hemos roto los vínculos con la Península y debemos borrar hasta las heces de nuestras antiguas amarguras” (hasta el límite). Escrito al Cabildo Montevideano rechazando títulos honoríficos; Purificación, 24 de febrero de 1816. 2) “Hace más de un año que la Banda Oriental enarboló su Estandarte Tricolor y juró su Independencia absoluta y respectiva. Lo hará V. E. presente al Soberano Congreso para su Superior conocimiento.” Escrito al Director Juan Martín de Pueyrredón, al informarle de la Declaratoria de Independencia del Congreso de Tucumán; Purificación, 24 de julio de 1816. Coincide con la fecha 29 de junio de 1815/24 de julio de 1816, “poco más de un año”. También se refiere a un pabellón tricolor y puede referirse a la Jura de Arerunguá en enero de 1815.

Las “Instrucciones del Año XIII”, previstas para los delegados al anterior Congreso convocado en 1813 en Buenos Aires, en su artículo primero decían: “Pedirá [a la Asamblea] la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la Corona de España y a la familia de los Borbones y que toda conexión política entre ellas y el Estado Español, es y debe ser totalmente disuelta”. Es decir que para Artigas y los pueblos reunidos bajo su protección, el tema no merecía discusión, ni tratamiento del concepto, ni debate ideológico. Puede haberse formulado y aceptado “sobre tablas” por los integrantes del Congreso, no considerándolo en ese momento como un hecho trascendente, producida el año anterior (1814) la Capitulación del Cap. Gral. Gaspar de Vigodet en Montevideo, lo que imposibilitaba el arribo de una Expedición Militar proveniente de la Península. Es decir que probablemente, se valoró la Independencia de España como una situación “de hecho”, ya existente y la “declaración” como no relevante, ya que reconocía una situación política establecida firmemente previamente. Las consideraciones esenciales estuvieron dirigidas a la “una unión libre, igual y equitativa con el Gobierno de Buenos Aires” y a “fundar sobre esa base una paz sólida y duradera”.

El historiador de Concordia (Entre Ríos), Dr. Alejandro Casañas, se opone a la presunción de la declaración de independencia, alegando la no existencia de actas probatorias y a que Artigas se refiere a la declaración de independencia en el acto realizado en su Cuartel de Arerunguá, el 13 de enero de 1815, en la ceremonia de izamiento del pabellón tricolor. Tres días antes las fuerzas artiguistas comandadas por el Cnel. Rivera, derrotaban en Guayabos al Cnel. Dorrego al frente de las fuerzas militares del Directorio de Buenos Aires (10 de enero). El 4 de febrero de 1815 Artigas le escribe al Gobierno de Corrientes: “… la bandera que se ha mandado levantar en los Pueblos Libres debe ser uniforme a la nuestra”… “blanca en medio, azul en los dos extremos y en medio de éstos, unos listones colorados, signos de la distinción de nuestra grandeza, de nuestra decisión por la República y de la sangre derramada para sostener nuestra libertad e independencia. Así lo han jurado estos beneméritos soldados en 13 de enero del presente año…”. Era una forma de diferenciarse de la “Bandera de Manuel Belgrano”, que en realidad era una insignia monárquica borbónica, los colores y la disposición de las franjas de la “Real Orden de Carlos III”.

El “Juramento de Arerunguá” del 13 de enero de 1815, de significado desconocido para la generalidad de los uruguayos, es una declaración de Independencia y República de la Provincia de la “Banda Oriental”. Artigas promueve que las provincias enarbolen una bandera tricolor y proclamen las respectivas independencias del Gobierno Central Bonaerense. Estas proclamaciones se suceden en Corrientes (17 de enero), Entre Ríos (1 de marzo), Santa Fe (24 de marzo) y Montevideo (26 de marzo), desalojada por los porteños (frente a la posibilidad del arribo de la temida Flota Española).

El Dr. Nicolás de Herrera, exilado en Río de Janeiro por la caída del Gobierno de Alvear, le escribe al Gral. José Rondeau, una carta fechada el 22 de agosto de 1815, en la que expresa: “Las Provincias se declararon independientes y los Pueblos en Provincias, por todas partes y en los lugares más cortos (menos poblados), sólo se hablaba de legislación, de constitución, Congreso y Soberanía”. Con consideraciones sobre la anarquía imperante y la necesidad de un monarca. Ya se había producido en Europa la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo (18 de junio de 1815) y el triunfo de la política monárquica del Congreso de Viena.

Los historiadores nacionales nunca consideraron que en el Congreso, reunido en Arroyo de la China, se haya tratado el tema de una Emancipación Nacional. El Lic. Alberto Umpiérrez, sostiene que existieron previas proclamaciones independentistas provinciales, pero que no existió en el congreso citado, un pacto confederal, ni una proclamación de autonomía nacional. La Prof. Ana Frega plantea que Artigas en el momento del mayor apogeo de su planteamiento federal, instó a la realización de un Congreso en Arroyo de la China, que debía sellar los lazos de la Confederación. Sin embargo, las circunstancias y la correlación de fuerzas cambiaron, Córdoba se inclinó a romper con Buenos Aires, que se mantuvo refractaria a todo acuerdo y el foco de atención de los diputados, fueron las relaciones con las otras provincias, que se demostró inviable.

En una comunicación enviada al otro día de la sesión inaugural del Congreso (30 de junio), al Cabildo de Montevideo, Artigas dice: “Conducido por la prudencia” y “ansioso de la concordia general”, llamé a los pueblos, para que por medio de sus diputados formalizaran “cualquier medida competente a su ulterior felicidad.”; “… expuse lo urgente de las circunstancias para no dejar en problema estos resultados” (el no acuerdo con los diputados de Buenos Aires).

El Congreso resolvió, marchasen nuevamente cuatro diputados, que en su nombre, “representen la uniformidad de sus intereses y la seguridad que reclaman sus provincias”. En los diputados que nombra Artigas en su carta, no menciona al Dr. Araúcho, en realidad el Dr. Cossio había sido designado por el “Continente de Entre Ríos”, es decir por la Región de la Mesopotamia (Corrientes, Misiones y Entre Ríos), además los Diputados de las Misiones no habían arribado. Los Diputados designados el 29 de junio, llegaron a Buenos Aires por vía fluvial el 11 de julio. Artigas le había escrito a Álvarez Thomas expresando: “Ansioso por el restablecimiento de la concordia, … reuniendo a este fin al Congreso General de los pueblos y provincias que se hallan bajo mis órdenes y protección, … resolvieron enviar cerca de V. [Vuestra] S. [Señoría] una diputación para tratar tan importante negocio”. “Yo espero que V. S. tendrá la “dignación” [¿benevolencia? ¿se dignará?] de ver en este paso una nueva muestra de mis ardientes deseos por establecer la fraternidad y la unión”.

Álvarez Thomas ya enterado que la expedición española liderada por el Gral. Pablo Morillo había desembarcado en Venezuela, desestimó las reclamaciones del Congreso de Oriente de devolver a la Provincia Oriental lo sustraído de Montevideo durante la ocupación porteña (armamento, la imprenta) y cualquier pacto con la Liga Federal: “las proposiciones… son inadmisibles”. Trataron incluso de detener a los diputados en un buque de guerra, para incomunicarlos. Todas las tratativas fueron estériles. Mientras tanto la “Comisión Militar” del Gobierno de Buenos Aires, alistaba tropas para atacar a Santa Fe, para impedir que le fuera bloqueada la ruta fluvial del Río Paraná.

En su autobiografía, Francisco Martínez no aclara donde permanecieron los diputados aguardando las tratativas, que fueron prolongadas, con propuestas personales de Barreiro y de Cabrera (tratando de alcanzar un acuerdo separado con Buenos Aires, por indicación del Gobierno Cordobés), ¿fue en Concepción del Uruguay? o ¿en Paysandú?. La Provincia de Córdoba en su mediterraneidad, era mucho más dependiente de una buena entente con el Puerto de Buenos Aires, que las provincias ribereñas de los ríos de la Cuenca Platense. Los delegados retornan el 12 de agosto. Según Martínez: “Al regreso de Buenos Aires, la Comisión dio cuenta a la Asamblea del resultado de su misión y entonces el Gral. Artigas dio las gracias a todos los diputados y disolvió la reunión”. Existe una vaga referencia a que el General Artigas, titulándose “Protector de los Pueblos Libres”, “dio un manifiesto redactado por el Padre Monterroso, cuyo contenido apenas recuerdo”.

Si existieron actas del Congreso de Oriente, estas desaparecieron del Cabildo de Arroyo de la China, que luego fuera el centro del poder del Caudillo Entrerriano Francisco Ramírez, quien finalmente destruyera militarmente a Artigas en 1820, que de subalterno evolucionó a enemigo acérrimo.

Muy probablemente Artigas, tuvo el propósito de someter a la consideración de los diputados provinciales, la concertación de un plan común frente al anunciado Congreso General (que en 1816 se reuniría en Tucumán), con definiciones independentistas y republicanas y la organización de una Liga Federal. ¿Sólo se consideró el problema del relacionamiento con Buenos Aires?

Es de destacar que siempre Francisco Martínez se refiere a Artigas como “el General” y que fue “honrado con este encargo [de Diputado]”, lo cual revela su elevada consideración personal hacia un personaje, que en 1859, cuando escribió sus “memorias” a los 79 años, ya había fallecido (sus restos se habían repatriado en 1856) y era en ese momento un actor si no olvidado, sí discutido. Probablemente lo había conocido en Maldonado, cuando había ingresado en el Cuerpo de Blandengues (1797) y él era empleado en el Hospital Real que funcionaba en el cuartel sede de éste. En sus escritos no hace referencia a este conocimiento previo. No se vuelven a encontrar, Artigas establece su base en Purificación y Martínez retorna a Maldonado, “con la conciencia de haber llenado desinteresadamente un deber.”

Se instala en la Villa de San Carlos, a ejercer su oficio asistiendo a los enfermos, ya que la mayoría de los médicos que actuaban en la Banda Oriental, eran funcionarios militares o navales españoles. La revolución había provocado la retirada de la mayoría.


Sonó la hora de poner a prueba el patriotismo de los orientales


La Invasión Portuguesa de 1816, determina que se incorpore como “Cirujano del Ejército Patrio”: en “el año 16”… “sonó la hora de poner a prueba el patriotismo de los Orientales.”… “habiendo estallado la guerra con el Brasil [sic], la Patria reclamaba de sus hijos el servicio y yo me apresuré a ofrecerle los míos.” La Batalla de India Muerta, el 19 de noviembre de 1816, fue una desastrosa derrota de las fuerzas artiguistas comandadas por el entonces Coronel (lo designa General en la autobiografía) Fructuoso Rivera, Martínez estaba a cargo del “Hospital ambulante”, probablemente establecido en una caravana de carros y carretas. “Desde las 5 de la tarde hasta las 11 de la noche estuve permanentemente ocupado en curar innumerables heridos, en medio de un peligro inminente”, por la gran dispersión de los combatientes, muchos de ellos ebrios. A medianoche fue avisado que había oficiales gravemente heridos, que habían sido trasladados “a la Estancia del Brasilero Don Félix Rivero”, que eran “el ayudante del Gral. Rivera, Don Gerónimo Duarte y el Teniente Don Patricio Calderón”. La travesía nocturna se realizó bordeando el campamento “donde había anochecido el Ejército Portugués” y luego de asistirlos cohibiendo hemorragias y practicando vendajes, retornó al hospital improvisado, recordando “las ansiedades y temores que padecimos aquella noche inolvidable”. El hospital debe haberse instalado en los márgenes de la Cañada Grande, afluente del Arroyo Alférez, ya que describe que para atender a los numerosos heridos, “me era preciso atravesar un arroyo, cubierto de un espeso monte”. La proximidad a un curso de agua corriente, era indispensable para el lavado de las heridas y lienzos de vendaje y bebida para los heridos y contusos. “Al día siguiente de la batalla recibí orden del Gral. Rivera para marchar con los heridos a la Estancia de Don Mateo Cortés en el Valle [del Aiguá] (en Lavalleja, a la altura del Arroyo Marmarajá)”. El traslado se hizo en carretas, donde se colocaron a los oficiales y a los numerosos heridos “cuya gravedad requería un tratamiento más delicado”, “haciendo montar a caballo los que podían resistirlo”. Posteriormente se ordenó el traslado del hospital y los heridos a la Villa de Minas. Allí falleció de tétanos Duarte, el Ayudante de Rivera, que incluso había llegado para colaborar en la asistencia, Bernardina Fragoso, la esposa del coronel.

La progresión de la columna invasora portuguesa, al mando del Gral. Da Silveira que provenía de Melo con dirección Sur, obligó a evacuar Minas y trasladar los heridos y el hospital, hacia la Estancia “La Calera de Don Tomás García [de Zúñiga]” (en Florida). “Hacía dos meses y medio que permanecía con el Hospital en aquella [Estancia de La] Calera, cuando recibí una orden del Sr. Delegado Don Manuel Barreiro, para que me transportase a la Villa de San José (el 19 de enero de 1817 se había evacuado Montevideo, produciéndose la entrada de Lecor el día 20)”. “Puse los enfermos al cargo del Médico de Minas Don Manuel Oliveira, contestándole al Sr. Delegado que era conveniente que yo permaneciese en un punto céntrico, porque las distancias eran largas y las inflamaciones hacían progresos en las heridas [por la demora en tratarlas]”.

La progresión hacia Pan de Azúcar, de las fuerzas portuguesas de Da Silveira, donde se encontró con la fuerza principal al mando del Gral. Lecor, que progresaba desde la frontera del Este ya ocupada Rocha, San Carlos y Maldonado (ésta por mar), provocó el abandono de la Villa de Minas. Como expresara Artigas, los portugueses sólo dominaban el suelo que pisaban. Martínez cuenta que: “volví a Minas, donde habían quedado rezagados algunos heridos”, “diseminados por los alrededores del pueblo” (habían existido enfrentamientos previos de las fuerzas portuguesas con Otorgués y habían sido sitiados a su vez en Minas), debiendo asistirlos recorriendo distintos puntos, en pleno verano. Contrajo una conjuntivitis y pidió licencia, que le fue concedida y se retiró a San Carlos, para tratarse. Allí se dedicó a su profesión para sostenerse económicamente, ya que su actuación con el Ejército Artiguista se había realizado: “sin más remuneración que la que abundantemente recibía con la dulce satisfacción de poder ser útil, con mis pobres conocimientos facultativos a aquellos infelices paisanos que acababan de derramar su sangre por la libertad de su Patria”. Cuando Fructuoso Rivera “entró en arreglos de paz con los Brasileros [sic] y considerando que mis servicios no eran ya necesarios, permanecí en dicho pueblo”.


En la villa carolina


En 1822, en San Carlos, contrajo matrimonio con Josefa Infesta, hija de Domingo Infesta, gallego de Lugo, carpintero y Manuela Huertas, nacida en Santiago de Compostela, en el Período Cisplatino. Él tenía 43 años, edad inusual para contraer matrimonio en la época, probablemente debido a la inestabilidad político-social, ella nacida en 1794, tenía 28 años. En el Padrón de Habitantes de la Villa de San Carlos de 1826 figura: Francisco Martínez de 46 años y Josefa Infesta de 30 años, esposos, con la aclaración de “Americanos” y dos hijas: Rosa de 3 años y Margarita de 4 años, 3 esclavos y un agregado Juan Manuel Martínez de 60 años, su hermano mayor soltero. La posesión de esclavos connota un considerable nivel económico. A los 10 años, ya establecida la República Oriental, en 1836, figura en el Padrón de Habitantes de la Villa de San Carlos como de 55 años, su esposa Josefa Infesta de 40 años y sus hijas Rosa de 12 y Margarita de 13 años. Su hermano Manuel, fallecería en San Carlos en 1841, a los 71 años.

Prosiguió desde el año 1819 hasta 1839 vacunando en forma gratuita, con la que le proporcionaba el Administrador Gral. de la Vacuna Dr. Gutiérrez Moreno. En 1839, la “Junta de Higiene Pública del Estado”, luego de examinarlo en enero, le extiende un título de “Médico-Cirujano”, regularizando su actuación profesional. Tenía 59 años. Actuó durante la Guerra Grande, dirigiendo el Hospital Militar establecido en San Carlos, por orden del Cnel. Antonio Acuña, bajo el mando del Gral. Ignacio Oribe, en 1844. En 1846 se concentraron las fuerzas “oribistas” del Este en Minas, trasladándose los vecinos adictos y el hospital en 6 carretas allí. Durante 5 años (1846-1851), permaneció en Minas (“la época más laboriosa de mi larga carrera médica”… “hasta que felizmente terminó la guerra”). Allí tuvo un percance de salud: “ataque pertático”¿?. El desempeño de su trabajo asistencial, debido a la ausencia de médicos en el Este, en esa etapa turbulenta e inestable de la historia del naciente país, osciló en las distintas poblaciones hasta avanzada edad, en 1859, escribe su autobiografía en San Carlos (donde residía), el 14 de diciembre de 1860, fallece en Rocha, a los 81 años. Sus restos fueron trasladados al Cementerio de Maldonado, que en esos tiempos era la población de menor volumen de los Departamentos del Este: Maldonado y Minas.

Estuvo relacionado con lo más representativo de la sociedad de la región, uno de sus testigos de casamiento fue Francisco Antonio Bustamante, Comandante Militar de Maldonado en el período de la “Patria Vieja”, hacendado y Diputado durante la República. Su cuñada Catalina Infesta (nacida en 1798, hermana menor de Josefa), se casó con el Médico-Cirujano José Román Cortés (z), fernandino, nacido en 1804, hijo de Vicente Cortés, muerto en el asalto británico a Maldonado en 1806, nieto de Antonio Cortéz integrante del primer cabildo fernandino y sobrino de Mateo Lázaro Cortés, Representante por Minas en la Asamblea Libertadora de la Florida de 1825, ambos hacendados en el Valle del Aiguá. Uno de los hermanos menores Infesta, se casó con María del Carmen Cortés, también hija de Vicente. Su hija Rosa Martínez Infesta, se casó con Gabriel Rodríguez, que en 1860, era el Jefe Político del Departamento de Maldonado.

Román Cortés, viudo de Catalina Infesta, se casó en segundas nupcias con Emilia Alegre Galup, sobrina del Cnel. Ventura Alegre y bisnieta de Ventura Gutiérrez, el Alcalde de Maldonado cuando se produjo el asalto inglés a la ciudad. Falleció en 1865, a los 61años (el certificado dice 62), es decir que su actuación profesional fue bastante paralela a la de Francisco Martínez.

En realidad, los concuñados Francisco Martínez y José Román Cortés (firmaba como Román Cortés), no eran Doctores en Medicina, sino ambos eran reconocidos como “Médicos-Cirujanos”, por la Junta de Higiene Pública del Estado. Cortés lo fue en 1832 (el diploma tiene esta fecha), el primero en ser certificado, siete años antes que Martínez, aunque de éste fue de actuación previa. Ambos adquirieron sus conocimientos en forma práctica, a través de instructores y por lecturas. Cortés era nacido en Maldonado en 1804, 25 años más joven que Martínez, sin embargo en 1830, fue designado en el puesto de “Médico de Policía”, que era el único cargo rentado público asistencial del departamento. Ignoro quién fue el orientador de Cortés ¿su concuñado?, no existe referencia a él en la autobiografía de Martínez. Fueron los únicos encargados de la asistencia de los fernandinos y carolinos en el naciente estado, junto con el Cirujano Francisco Calamet, francés de Marsella, existiendo testimonios escritos de actuaciones conjuntas.




Bibliografía:

Archivo Artigas. Tomo XXI.

Congreso de Oriente en Concepción del Uruguay. Una declaración de independencia que no fue. – Alejandro J. Casañas. (fascículo).

Diccionario Biográfico de la Ciudad de Maldonado (1755-1900). – María A. Díaz de Guerra. (1974)

Historia de la Atención de Salud en Maldonado (1755-1991). – María A. Díaz de Guerra – Carlos E. Chabot. (1992).

Brig. Gral. Don José Casimiro Rondeau. – Jorge A. Ferrer. (1997).

La declaración de independencia de 1816 y el Protectorado Artiguista. – Ana Frega. (2016)

España vacuna a su imperio: el viaje de Balmis. – Justo Hernández. Historia Nat. Geo. No. 208. (2021).

Diario del Viaje de Montevideo a Paysandú. – Dámaso Antonio Larrañaga. (Ed. Arca 1968).

Artigas. Estudios publicados en EL PAÍS como homenaje al Jefe de los Orientales en el Centenario de su Muerte (1850-1950). - Edmundo Narancio (compilación Seg. Ed. 1959).

Artigas. La versión popular de la Revolución de Mayo. – Mario “Pacho” O’Donnell. (2012).

El Ciclo Artiguista. Tomo II. – W. Reyes Abadie – O. Bruschera – T. Melogno. (1971).

Historia Uruguaya 4. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata. (1811-1820). Segunda Parte.- W. Reyes Abadie. (2011).

200 Cartas y Papeles de los tiempos de Artigas. Tomo II. – Ana Ribeiro (Compilación EL PAÍS 2000).

Los Tiempos de Artigas. Tomo II. – Ana Ribeiro. (2009).

Crónica General del Uruguay. Volumen II: La Emancipación. – A. Vázquez Romero – W. Reyes Abadie. (Ed. Banda Oriental).

Las Independencias Provinciales y el Congreso de los Pueblos Libres. – Alberto Umpiérrez. (2015)


Referencias:


Cdor. Conrado Hughes Álvarez Cortés.

Genealogista María Felicia Sanguinetti Sosa



Dr. Francisco Martínez (II), primero médico nacido en Maldonado




El Dr. Francisco Martínez fue el primer médico nacido en Maldonado y que actuó profesionalmente en prácticamente en toda la Región Este de nuestro país.

De su actuación como integrante de la sociedad fernandina y carolina, en los convulsos acontecimientos de nuestra Independencia Nacional, durante la guerra desencadenada por la “Cruzada Libertadora” (1825-1828), en la que él participó en forma entusiasta, voy a dejar registrado varios acontecimientos, que lo demuestran. Los he recogido de referencias aisladas de diferentes publicaciones.

Francisco Martínez en 1825, reside en la entonces Villa de San Carlos, y es decidido y entusiasta partidario de la Independencia de la “Provincia Cisplatina” del Imperio del Brasil. El 26 de septiembre le envía a Juan Antonio Lavalleja, Gobernador y Capitán General de la “Provincia Oriental”, junto a Antonio Mancebo y Pedro Alcántara Giménez, una cantidad de vestuarios, “que el entusiasmado vecindario de San Carlos ha donado a los soldados de la Patria”, solicitándole que los aceptara. En octubre el mismo Lavalleja le informa por carta personal, de su triunfo y de las milicias orientales en los campos de Sarandí, sobre las fuerzas imperiales, el día 12. Martínez le informa ulteriormente a Lavalleja sobre las unánimes manifestaciones de entusiasmo y fervor patriótico, que se desencadenaron en San Carlos al conocerse la noticia del triunfo. “En el instante que fue comunicado a este Pueblo entusiasmado, la nota oficial que V. E. [Vuestra Excelencia] se dignó mandarme, es increíble la emoción de júbilo y alegría que respiró en el corazón de estos fieles habitantes; todo eran vivas y aclamaciones a nuestro Libertador y a sus beneméritos guerreros, afectos del más acendrado [puro, impecable, sin defecto] patriotismo”.

Hay que tener en cuenta que la mitad aproximadamente de los habitantes de la población carolina, eran descendientes de portugueses azorianos. El mismo Comandante de la División Maldonado, combatiente en Sarandí, el Cnel. Leonardo Olivera lo era.

Ambas comunicaciones se hallan en los “Papeles de Lavalleja”, en el A. G. de la Nación.

En 1827, durante la Campaña del Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata contra el Imperio del Brasil, que culminara en la Batalla de Ituzaingó, el Presidente de la Provincia Cisplatina, Tte. Gral. Francisco de Paula Maggessi, Barón de Vila Bela, ordenó reocupar y fortificar la Bahía de Maldonado, concretamente la Isla de Gorriti y la Punta del Este. En la península, rodeada de dunas de arena y aislada, se construyó un reducto y trincheras. La División Maldonado, con refuerzos de infantería de Buenos Aires, la atacó durante el mes de agosto en varias oportunidades infructuosamente, en presencia de Lavalleja, ahora Comandante en Jefe del Ejército de las Provincias Unidas. El 22 de agosto, Lavalleja y su ayudante José Brito del Pino, abandonan Maldonado, desde donde se habían dirigido las operaciones militares y se dirigen a San Carlos. Brito del Pino en su diario relata que se aloja en la casa del Dr. Francisco Martínez, “médico de este punto y sujeto justamente apreciado y respetado”. “El día 24 comimos en lo de mi patrón, el señor Martínez, que nos trató espléndidamente. Nos sentamos a la mesa a las 6 y ½ y concluimos a las 11 y 1/2.” “Marchamos el 26 a Solís Grande”. Es decir que Martínez tuvo una actitud de colaboración destacada con Lavalleja y su séquito. La posición de la península fue evacuada por los brasileños a fines de agosto, sin oposición.

La otra referencia al Dr. Francisco Martínez encontrada es mucho más técnica y se refiere a una herida de tórax y su complicación infecciosa, que revela el grado de técnica diagnóstica y terapéutica, que dominaba. En el archivo del antiguo Cabildo de Maldonado se encuentran también los casos judiciales, dada la competencia de la autoridad municipal en la época hispánica en ese campo, hasta la independencia. En 1821, durante la Cisplatina, se inicia una causa criminal en San Carlos: en un incidente, Don Juan de Sosa, recibe una herida penetrante en el tórax, por arma blanca. El juez ordena el reconocimiento del herido por el Dr. Francisco Martínez, quien diagnostica que “según los síntomas”, está lesionado el pulmón. El Juez indica al médico reconocimientos periódicos del paciente, quién en la última oportunidad certifica su fallecimiento. En el último informe Martínez agrega, que le había propuesto a Juan de Sosa, realizarle “la operación del empiema”, con lo que se podría haber sanado o haberle prolongado la vida, pero que el herido no lo había aceptado.

Teniendo en cuenta que el empiema es una colección purulenta en la cavidad pleural y que su diagnóstico podría realizarse por la percusión del tórax, por la técnica de Leopoldo Auenbrugger (1722-1809), publicada en 1761, generalizada por la publicación de Juan Corvisart en 1808, además de la constatación de la elevación de la temperatura corporal del paciente por tacto. El termómetro clínico recién se desarrollaría en 1866-67, por Tomás Clifford Allbut. También por auscultación directa del tórax, a través de un pañuelo, no creo que conociera la auscultación mediata mediante estetoscopio, descrita por René Laennec y publicada en 1819. La operación propuesta era seguramente la evacuación de la colección purulenta por vía transparietal, hacia el exterior. Esto revela el grado de preparación técnica del primer médico fernandino.

En lo relativo a su tumba, que está en el Cementerio de Maldonado, en el ala Oeste del primer recinto, su lápida de mármol, en la que está grabado el “caduceo”: una vara con dos serpientes entrelazadas. Es el símbolo de Hermes-Mercurio, del comercio, por encima está el sombrero alado característico de la deidad, pero también el “caduceo” es el símbolo de Esculapio, deidad de la medicina, cruzado con un ancla, símbolo de puerto, que es propio de la Ciudad de Maldonado (está en su escudo otorgado por el Rey Carlos IV) en 1803. Está firmada por José Livi, escultor italiano radicado en Montevideo (J. Livi fe), ignoro si es una obra diseñada por encargo, o adquirida ya confeccionada. Este escultor es autor de la estatua de bronce de la Patria (“Libertad”) en la columna central de la Plaza Cagancha y de la escultura en mármol de la Caridad en el Hospital Maciel; era el más cotizado de la época. La fecha de la lápida es 1868, que corresponde al traslado de los restos del Dr. Francisco Martínez, desde Rocha donde falleció en 1860, a Maldonado. Fueron sepultados en el antiguo cementerio ubicado en los arenales junto al camino que bajaba de la población al puerto, actual localización del Barrio B1. Al edificarse el cementerio actual en 1884, sus familiares trasladaron sus restos a la nueva localización, como también la lápida marmórea, luego de 1885.


Bibliografía

Bicentenario de un símbolo: el estetoscopio. – Baltasar Aguilar Fleitas. Rev. Urug. de Cardiología. Vol. 31. No.3. 2016.

Diario de la Guerra del Brasil. - Ayudante José Brito del Pino. Revista Histórica del Archivo y Museo Histórico Nacional. Tomo IV. No.11. 1911.

Del Pasado Fernandino. – Alfredo Chiossi Savoia. 1957.

La percusión: el invento del hijo del bodeguero. – Gautier. Diga 33. No.3. u

Uruguay. 12 Escultores. – Raquel Pereda de Nin. MEC. 1976.

Carolinos Ilustres, Patriotas y Beneméritos. – Carlos Seijo.





Dr. Mario Scasso Burghi

marioascasso@gmail.com



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