Los Doctores Edye, por Roberto J.G. Ellis

De Banco de Historias Locales - BHL
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Cartel en la puerta del consultorio del Dr. John T. Edye.
Dr. John Edye (02/02/1802 - 20/03/1870), abuelo del Dr. John T. Edye.
Dr. John Stonard Edye (22/08/1835 - 07/08/1925), padre del Dr. John T. Edye.
Dr. John Tyrrell Edye (20/06/1866 - 09/08/1947).


Dr. John Edye, su hijo el Dr. John Stonard Edye y su nieto, el Dr. John Tyrrell Edye



Quiero referirme al caso realmente extraordinario, de tres médicos eminentes que ejercieron su profesión en nuestra ciudad, y el último de ellos, como se verá después, en Montevideo y Maldonado.

El Dr. John Edye, M.R.C.S. (Miembro del Colegio Real de Cirujanos), fue un distinguido médico cirujano que ejerció durante muchos años en el Hospital de Devon y Exeter, así como en el Hospital del Oeste de Inglaterra, donde se trataba e internaban enfermos de la vista, así como en la Institución para Sordo-Mudos. El Dr. John Edye, fue uno de los más aventajados discípulos del Doctor Samuel Barnes, continuando sus estudios y prácticas en el Hospital de San Bartolomé en Londres. en el año 1825 fue nombrado Miembro del Colegio Real de Cirujanos, Licenciado de la Sociedad de Farmacéuticos.

Ejerció su profesión en Inglaterra durante cuarenta años, y en el año 1867, cuando contaba sesenta y tres años de edad, se radicó en Montevideo, a raíz de una visita que hizo a unos parientes suyos que vivían en nuestra ciudad.

Traía una gran experiencia que fue muy valiosa para sus colegas aquí, especialmente en el Hospital de Caridad (Maciel), donde realizó una operación de cataratas en ambos ojos, devolviéndole la vista a un ciego, operación ésta que mereció las más calurosas felicitaciones del Doctor Miguel Garbiso. El renombre que adquirió al conocerse su gran capacidad científica, lo demuestra el hecho de que poco antes de morir, le abonaron la importante suma de cuarenta guineas (o sea cuarenta y dos libras esterlinas) por una consulta, en que sus servicios fueron reclamados por otros profesionales. Gozó el Doctor Edye, del mayor aprecio de sus colegas, tanto ingleses como uruguayos.

A su fallecimiento, uno de los médicos uruguayos, escribió un artículo muy elogioso, y hacía la salvedad, de que el autor, no era de Londres ni tampoco inglés; pero que como un acto de justicia tenía que recordar a quien fue un brillante cirujano inglés; así también como una merecida gratitud, a quien a pesar de la dificultad que tenía por no dominar el español, había dejado tan valiosas enseñanzas, como científico, como caballero y como un discípulo ejemplar de Esculapio.

Recordaba el autor de esa nota necrológica, que habiendo sido testigo de varias operaciones realizadas por el Doctor Edye, y haberlo acompañado en sus visitas a los pacientes del Hospital, pudo comprobar sus certeros diagnósticos, y la terapéutica recomendada, que era lo más adelantado de esa época.

Su fallecimiento fue una pérdida muy grande para nuestro cuerpo médico, como quedó demostrado en el nutrido cortejo que acompañó sus restos mortales al Cementerio Inglés. Personalidades representativas del Hospital de Caridad, y de las Autoridades del Consejo Sanitario, así como sus colegas, nacionales e ingleses y muchos farmacéuticos, quisieron rendirle el merecido tributo, haciendo acto de presencia, así como los miembros de la entonces numerosa colectividad británica y todos aquellos uruguayos, los cuales, o sus familiares habían sido atendidos por este eminente cirujano.

Vivía en la antigua Quinta que perteneció a don Bernardo Esparraguera, en la calle Zufriategui, frente a la Estación Yatay.

Su hijo, John Stonard Edye F.R.C.S., también había nacido y estudiado en Inglaterra, llegando a ser Caballero del Real Colegio de Cirujanos.

Al radicarse en Montevideo, abrió su consultorio en la Avenida Agraciada, en el Paso Molino. Prestó grandes servicios durante la epidemia de cólera que azotó nuestra ciudad. Dada su vinculación con la colectividad británica, se trasladó al cercano pueblo de Peñarol, donde residían tantos ingleses que trabajaban en la empresa del Ferro Carril Central del Uruguay, y allí pudo atender a las numerosas familias del personal de los talleres y oficinas de la citada y progresista empresa que tantos beneficios reportó a nuestro país, pues estaba bien administrada, por personal que había realizado la "carrera de ferroviario". Todavía no se les ha tributado el merecido agradecimiento a esos "pioneers" que con su labor silenciosa ayudaron poderosamente al desarrollo de nuestra economía.

El Doctor John Stonard Edye, fue además un famoso cirujano, y por su actuación dejó en el viejo pueblo de Peñarol, un nombre que todavía es recordado con afecto por los viejos pobladores de esa localidad.

Aunque este segundo Doctor Edye, estuvo tantos años en el Uruguay, su hijo John Tyrrell Edye, también nació en Inglaterra, en Exeter, y como su padre y su abuelo siguió la carrera de Médico, razón por la cual, tenemos tres generaciones de médicos ingleses que ejercieron su profesión en Uruguay.

John Tyrrell Edye, cursó sus estudios de medicina en Europa, y para evitar errores, tenía la costumbre (por lo menos mientras estuvo radicado en Montevideo) de formular sus recetas en latín.

Durante muchos años ejerció la medicina en Montevideo, donde tuve oportunidad de conocerlo, pues cuando era niño, fue el médico que nos atendió a todos en casa de mis padres.

A pesar de los años de residencia en nuestro país, nunca perdió su acento inglés. Sumamente minucioso y cuidadoso, tomaba toda clase de precauciones y daba las precisas recomendaciones para la correcta atención de los pacientes.

Tenía su consultorio en la calle 25 de Mayo esquina Solís, siendo a su vez, uno de los médicos del viejo Hospital Inglés, de la calle Juan Lindolfo Cuestas, cuyo edificio fue construido en el año 1867. El actual edificio del Hospital Británico, fue edificado en los años 1912-13, y en distintas oportunidades fue ampliado.

En la primera década de nuestro siglo, una virulenta epidemia de difteria azotó a nuestra población (especialmente infantil). Quiso la circunstancia que el Doctor John T. Edye, estuviera atendiendo a un niño en estado muy grave por "crup", y ante el terrible cuadro, tuvo que hacerle una traqueotomía, salvando en esa forma la vida a ese niño. Siguió atendiendo a sus enfermos, y al regresar a su casa, tuvo la triste y trágica noticia de que uno de sus pequeños hijos, acababa de fallecer, víctima del "crup".

Fácil es imaginar la desesperación y tristeza que invadió a este humanitario cirujano, que acababa de salvar una vida, y llegaba tarde para impedir la muerte de su hijo.

Toda la colonia inglesa, que tanto quería y apreciaba a su médico lo acompañó con cariño; pero la pérdida de un hijo, es una de las cruces más grandes que nos toca llevar. En esas condiciones, el Doctor Edye, abatido y vencido, cuando todo lo que lo rodeaba, en vez de ser un lenitivo para su pena, aumentaba su dolor, toma entonces una decisión: renunció a su cargo de médico del Hospital Inglés, y se traslada con su familia a Maldoando.

Esta ciudad, en las dos primeras décadas de este siglo, era pobre, y al radicarse allí pudo comprobar las grandes carencias que sufría la población fernandina.

La Divina Providencia, le había reservado este destino para que pudiera demostrar y cumplir con la grandeza de su corazón.

Cabe recordar aquí, una frase del Doctor Juan Zorrilla de San Martín: "El corazón no tiene filosofía; siente, ama, llora".

El Doctor Edye, sintió intensamente la situación del pueblo falto de recursos, dedicándose entonces de lleno al cuidado de la salud y ayudándolos materialmente; el filántropo amó a este pueblo sufrido al que brindó en todo momento su ciencia y caridad, y lloró también con el dolor de los demás, el que él había sufrido en carne propia, con la pérdida de su hijo.

Puede decirse que cuando el Doctor Edye entregó su alma al Creador, todo Maldonado lloró al médico, al amigo, al filántropo que falleció pobre, porque su caridad no tenía límites.

En la Torre del Vigía, en Maldonado, enclavada en uno de sus costados, hay una chapa de bronce enumerando los ingleses allí radicados. Figura entre ellos el nombre del Doctor John Tyrrell Edye, médico y filántropo. Más tarde el Municipio de Maldonado, en un merecido acto de justicia, designó a una de las calles de la ciudad con el nombre de este querido y respetado galeno.

Montevideo perdió a un gran médico, cuando se alejó de aquí para radicarse en Maldonado; parece que era necesario su traslado a esa ciudad, para que pudiera desarrollar todo lo grande que había en ese corazón que "sentía, amaba y lloraba".


Roberto J. G. Ellis (Extracto del libro de su autoría: "Rescatándolos del olvido - bocetos biográficos", 1972).








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