Origen de la forestación de los Pinares de Maldonado y del Parque Mancebo

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El Parque Mancebo en Pinares de Maldonado.

por Mario Scasso Burghi


El establecimiento de población estable en el entorno de la Bahía de Maldonado, se desarrolló en el S. XVIII, a partir inicialmente de una Guardia Militar, establecida por lo menos en 1749, por el Comandante Militar de Montevideo, Francisco de Gorriti. Los primeros pobladores, fueron establecidos inicialmente, por el Gobernador de Montevideo, José Joaquín de Viana, en 1755 en el Rincón del Diario y en 1757, en el lugar actual, aconsejado por el Ing. Militar Francisco Rodríguez Cardoso. Cerca del fondeadero y lugar de desembarco, pero lejos de la orilla por los médanos de arena costeros.

El desarrollo de la ciudad con cabildo, el primero en el interior de la Banda Oriental, como cabeza administrativa del Este y la frontera y la guarnición militar en el primer puerto de acceso del Río de la Plata, fracasó con las Invasiones Inglesas, el derrumbamiento del Imperio Español, la Revolución Oriental, las Invasiones Portuguesas y la Guerra de Independencia con el Brasil, la Guerra Grande y las Guerras Civiles de la segunda mitad del S. XIX y los primeros años del S. XX. A fines del S. XIX, era un caserío, atenazado por los arenales costeros, sede administrativa de un departamento, progresivamente disminuido, que vegetaba con un puerto, progresivamente menos utilizado como escala, por la navegación a vapor y la inauguración del Canal de Panamá (1914) y la conclusión de la vía ferroviaria en la ciudad (1910), sin extenderla al puerto, lo que lo hizo desaparecer.

La “segunda fundación” de la Ciudad de Maldonado fue el proceso de fijación de los médanos de arena costeros, que impedían su relación con la costa, que se instaló a lo largo del S. XIX y fundamentalmente en sus últimas décadas. Comenzó con el inicial intento de fijar las dunas de arena móviles que cercaban la ciudad por el Sur y el Este, invadiendo las calles del casco urbano los días de viento, emprendido por Francisco Aguilar, plantando pinos, en su Quinta “La Florida”, ubicada en las inmediaciones de las Calles Cachimba del Rey, Martiniano Chiossi y Córdoba. Este intento debió ser limitado y abandonado. Las descripciones de: Augusto de Saint-Hilaire (1820): “La ciudad está situada a un cuarto de legua del mar”… “El terreno que se extiende hasta la ciudad es sumamente arenoso”; Alcides d’Orbigny (1826): desde el lugar de desembarco, “Cruzamos casi un cuarto de legua de médanos erizados de espinos y de tierras pantanosas, para llegar a la ciudad,”… “Los alrededores están desprovistos de árboles; por todas partes se ve únicamente la llanura inmensa”; Carlos Darwin (1833): “La ciudad está separada del río por una línea de colinas de arena, que tiene alrededor de una milla de anchura”.

Durante el período de estabilidad que determinó el Gobierno del Cnel. Lorenzo Latorre, José Bosso, de origen italiano, adquirió un predio de arenales, en 1876, lindero por el Este al camino que descendía de la ciudad hacia el puerto (actual Avd. España) y por el Norte al cementerio (actual Barrio INVE B1). Allí inició una forestación de fijación de los médanos con eucaliptos “globulus”, que llegó a tener unas 9 hectáreas, para luego plantar con su protección una viña y árboles frutales, llamada la “Chacra del Cementerio”. En realidad una de las razones de la mudanza del cementerio al actual emplazamiento en 1885, fue su invasión por los médanos. En 1879, dos hermanos, José y Domingo Allegrini, nacidos en Lucca (Italia), adquirieron un predio irregular comprendido entre las actuales calles Cnel. Ventura Alegre (en su trayecto oblicuo, incluyendo el predio del Hospital Dr. Elbio Rivero), Dr. Rivero, Gral. Ubaldo Genta y Venezuela y lo forestaron también con eucaliptos y frutales, llamándola “Los Toscanos”. Lo que se conoció como el “Bosque Quemado”, a mediados del S. XX y actualmente el Barrio “Altos del Pinar”. En 1888 Manuel Gorlero adquirió el predio llamado “La Loma”, con más de 100 hectáreas, que llegaba hasta el “Carretero Las Delicias” (actual Avd. España) y los forestó con más de 40000 árboles, la mayoría eucaliptos y pinos marítimos. El Dr. Román Bergalli, esposo de una hija de Juan Gorlero, en 1889, adquirió varias parcelas al Oeste de la Chacra “Los Toscanos” y las forestó con eucaliptos “globulus y robusta” (actual Barrio “Sausalito”), desecando bañados existentes (que son la nacientes de la Cañada del Molino). En 1891, comienzan las plantaciones de Enrique Burnett, el Vicecónsul Británico en Maldonado, a continuación de su residencia, en el flanco Sur del casco urbano, que era el lugar donde los médanos progresaban más hacia la población y donde su “prendimiento” fue más dificultoso. Aproximadamente en el predio de la actual Terminal de Autobuses existía un pilar con una placa de azulejos que decía: “Aquí E. Burnett, plantó el primer árbol”. En arenales cedidos por la Junta económico Administrativa, se extendió la forestación de pinos, desde la Calle Burnett, al Sur y entre las Calles José Dodera y Avd. Antonio Camacho, por el Oeste y Avd. Francisco Acuña de Figueroa por el Este y luego hasta la Avd. Martiniano Chiossi. Los enormes ejemplares de pinos que estaban frente al Liceo Departamental y que persistieron hasta la década de 1970 (con más de 80 años) y los pinos “piñoneros”, que existieron en el predio del Edificio Comunal, fueron plantados por Burnett. Este bosque se llamó “Los Pinos” y ya estaba consolidado a principios del S. XX, luego llamado “Parque Burnett”, con una extensión de 30 hectáreas.

En 1897, el español Silvestre Umeréz, comienza la explotación de los yacimientos de turba, descubiertos en el entorno de la Cañada de “La Aguada” (que pasó a llamarse a principios del S. XX “La Turbera”), para lo cual comenzó una plantación de eucaliptos que protegiera de las arenas invasoras las trincheras de extracción.

La Guerra Civil de 1904, interrumpió, la progresiva forestación del entorno fernandino, pero el movimiento de tropas que ocasionó trajo a un nuevo personaje a la zona. El Ejército Gubernamental, se movilizó por vía marítima y en la zona del Puerto de Maldonado (actual Barrio de “Las Delicias”, donde existían dos muelles), desembarcó un regimiento de infantería (División No 4 de Guardias Nacionales) al mando del Cnel. Francisco Mancebo Osorio. Este regimiento se atrincheró en la ciudad y también en la zona portuaria. Mancebo se hizo conocido por su severidad, azotes y estaqueos mediante, no sólo con los vecinos “blancos”, sino también para implantar la disciplina a sus tropas. El Comisario Artigas López me relataba que su padre (colorado), reclutado localmente, había sido estaqueado por “demorarse con la caballada”. El campo de maniobras de la guarnición fue la zona aledaña a “Las Delicias”. Allí Mancebo apreció la franja de dunas costeras, entre el mar, el “Carretero a Las Delicias” y la Laguna del Diario, centradas por la Cañada “del Molino”, cercadas por el Norte por las recientes forestaciones. Es de hacer notar que el nombre “del Molino”, viene de la Época Colonial, figura con esa denominación, en el Mapa de la Bahía de Maldonado de 1803 de Andrés de Oyarbide. Ignoro el lugar del emplazamiento del molino, que se debió instalar a fines del S. XVIII, en sus proximidades.

Los arenales costeros habían sido considerados como “tierras sin ningún beneficio”. En enero de 1907, los integrantes de la Junta Económico Administrativa del Departamento de Maldonado, decidieron fraccionar los arenales costeros entre la población y la bahía, agregando también los existentes al Oeste del “Carretero a Las Delicias”, inicialmente hasta la “Cañada del Molino” y luego hasta la “Laguna del Diario”. Al enterarse Mancebo, inicialmente adquiere dos fracciones extensas, comprendidas entre las actuales Calles Gral. Edgardo Genta y Las Orquídeas, a ambos lados del Camino a la Laguna del Diario (figuran en el Plano de la Ciudad de Maldonado y su Ejido de 1910). Posteriormente le propuso a un núcleo de amigos, la plantación de esta extensa área en un bosque de pinos marítimos, a modo de inversión de capital. Se constituyó así la “Sociedad Anónima Pinares de Maldonado”. Estaba integrada en primer lugar, como mayor inversor Juan Carlos Giuria, que era corredor de bolsa, los hermanos Adolfo y Pedro Mondino, empresarios del mismo ramo e Ignacio Errea, empresario comercial. A estos inversionistas se les sumaron otros accionistas, ampliando el capital de la sociedad, como Salvador Milans, Queirolo y Restano. Mancebo, ya retirado del ejército, presentó la solicitud de adquisición de las parcelas, entre la Cañada “del Molino” y el Carretero a “Las Delicias”, en nombre del grupo inversor. La Comisión de Tierras Municipales, le vendieron el terreno a 15 $ la hectárea. A pesar del empeño de las autoridades municipales de que no se produjera un monopolio de las fracciones de arenales costeros, ya en el mes de julio de 1907, la sociedad había adquirido las hectáreas que se extendían hasta la Laguna “del Diario”.

Se trataba de una iniciativa inédita, ya que hasta entonces la forestación se había llevado a cabo por emprendimientos individuales, como los mencionados en el entorno de la ciudad y el de Antonio Lussich en la Sierra de la Ballena y el Portezuelo a partir de 1896, o municipales, como la creación del “Bosque Municipal” de 104 hectáreas (actual Parque “El Jagüel”, más las áreas del Asentamiento Kennedy, Velódromo y Centro de Convenciones y el Vivero Municipal), a partir de 1901, por iniciativa de Estanislao González, Presidente de la Junta Económico Administrativa, durante la Jefatura Política Departamental del Cnel. Juan José Muñoz. El área a forestar, fue la mayor encarada en el momento.

Mancebo reclutó a cuadrillas de vecinos disponibles debido a la alta desocupación en una ciudad con escasas industrias, con un puerto decadente, como única opción disponible la Administración Pública, muchos de ellos antiguos integrantes del ejército movilizado. Con su proverbial “mano dura”, pero eficaz, comandó las cuadrillas que realizaron los plantíos de los pinos marítimos en centenares de hectáreas de médanos, con un frente de varios kilómetros sobre la playa de la bahía.

Los pinos marítimos (Pinus Pinaster), de origen en el entorno de Mar Mediterráneo Occidental, en un emprendimiento que ahora desataría las críticas de los “Ecologistas Intransigentes”, porque alteraron radicalmente la Ecología Costera, crearon un “microclima” bastante estable y propicio para un espectacular desarrollo y proporcionaron al entorno costero y de la población una atemperación de las temperaturas extremas y protección de los vientos. El pinar actuó como regulador del clima.

El éxito del emprendimiento despertó el interés de los institutos docentes oficiales de agronomía, recibiendo las visitas de los docentes y alumnos de la “Escuela de Agronomía” en 1912 y del “Instituto Nacional de Agronomía” en 1916.

La Geografía Elemental de Pedro Martín de fines de 1920, refiriéndose a Maldonado decía: “Puede vanagloriarse de su espléndida victoria sobre los arenales de la costa”. Los trabajos de forestación de los arenales, en una labor continua y tenaz, se extendieron durante más de 20 años, hasta fines de la década de 1920. Mientras tanto Mancebo residía en una casa de mampostería y techo de chapa en la zona de “Las Delicias”.

La figura del Cnel. Francisco Mancebo, pasó a ser reconocida y apreciada por la comunidad fernandina, su retrato pintado por Carmelo de Arzadum, está exhibido en el Museo Mazzoni.

La apertura de calles y avenidas en el interior del bosque, e incluso la rambla costanera abierta en la década de 1940, así como la progresiva edificación, conspiraron con la integridad de la masa arbórea, en un tiempo compacta, lo que posibilitó el derribo de ejemplares aislados por los vientos.

El tupido Pinar de Maldonado, en la “Crisis de los años 30”, hija del “Crack de la Bolsa de Nueva York” de octubre del 29, suministró a la empobrecida y disminuida por la emigración población fernandina de piñas y trozos de ramas, recogidos en bolsas, para las “cocinas económicas” de hierro y para las estufas de calefacción. También proporcionaron los “hongos rosados” (lactarius deliciosus) y los “hongos de panal” (suillus luteus), ambos asociados a los pinos, recogidos en cestas, para complementar su dieta alimenticia.

En los años sucesivos la Sociedad Pinares de Maldonado vendería parcelas forestadas a adquirentes, con proyectos de parcelamiento y urbanización. Los nuevos propietarios serían individuos particulares: Dr. Eduardo J. Helguera, J: W. Maguire, Domingo Restano (descendiente de uno de los iniciales inversores), Ricketts, o Sociedades como S.D.I.S.A., o Pinares de Punta del Este.

En 1952, Helguera solicita el permiso de fraccionamiento de un extenso padrón entonces suburbano No. 2754, de más de 16 hectáreas, al Norte del Camino a la Laguna del Diario, lo cual es accedido por la Junta Departamental en 1956, transfiriéndose a propiedad municipal como Espacios Libres, los Padrones Nos. 4117 y 4118, con un total de más de 5 hectáreas (dentro de las disposiciones de la “Ley de Espacios Poblados”). El área transferida finalmente en 1957, está enmarcada en dos cauces de la Cañada del Molino, que confluyen luego de cruzar la Avenida a la Laguna del Diario, en un solo curso, hasta desembocar en la bahía.

Esto constituiría el llamado Parque de la “Cañada del Molino”, que en la época de “Proceso”, durante las Intervenciones Militares de la Intendencia Municipal, se denominó “Parque Cnel. Mancebo” y ulteriormente durante la restauración de la Democracia, se llamó “Parque Mancebo”, en recuerdo de quién tomó la iniciativa de forestar tan extensa zona, cambiando definitivamente el paisaje de los arrabales de la Ciudad de Maldonado.

Este Parque fue reforestado con especies arbóreas de ornato y sombra, acondicionado para el disfrute de la población local y de visitantes nacionales y extranjeros.


Dr. Mario Scasso Burghi



Bibliografía


San Fernando de Maldonado. – Fernando Capurro. 1947.

El viaje del HMS Beagle. – Carlos Darwin. 1959.

Historia de Maldonado. Tomo II. – María A. Díaz de Guerra. 1988.

Viaje por América Meridional. Tomo I. – Alcides d’Orbigny. 1998.

La Fronda. Informe sobre Maldonado y los fernandinos del Novecientos. – Gustavo Lafferranderie. 2015.

Origen de la Sociedad Anónima “Pinares de Maldonado”. – Noel Mancebo Rojas. Suplemento Dominical de EL DÍA, No 2025. 1972.

Geografía Elemental. – Pedro Martín.

Entre el olvido y la memoria. Apuntes de Rocha y Maldonado – Eduardo Martínez Rovira. 1982.

Crónicas del Desarrollo Forestal del Uruguay. – Juan Francisco Porcile Maderni. 2007.

Al Sur del Brasil, al Norte del Río de la Plata. – Augusto Saint-Hilaire. UDELAR 2005.

Maldonado y su región. – Carlos Seijo. 1945.

Colaboración de la Esc. Regina Tochetto Burgueño, de la Asesoría Notarial de la Intendencia Departamental de Maldonado y de la Esc. Susana Hernández.





Dr. Mario Scasso Burghi

marioascasso@gmail.com



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