Diferencia entre revisiones de «Seijo, Carlos»

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4 de Julio, 1862 - 7 de Julio, 1956
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Nacido en Montevideo el 4 de Julio de 1862, Carlos Seijo llego a San Carlos cuando tenia siete años de edad. En un artículo autobiográfico, publicado en el periódico "La Democracia" de San Carlos, recordaría en 1944, las circunstancias que motivaron la radicación de su familia en una chacra de los alrededores de la Villa, que su padre - José Ramón Seijo - adquirió en 1869, al coronel Juan Barrios, conocido militar.
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Nacido en Montevideo el 4 de Julio de 1862, Carlos Seijo llegó a San Carlos cuando tenía siete años de edad. En un artículo autobiográfico, publicado en el periódico "La Democracia" de San Carlos, recordaría en 1944, las circunstancias que motivaron la radicación de su familia en una chacra de los alrededores de la Villa, que su padre - José Ramón Seijo - adquirió en 1869, al coronel Juan Barrios, conocido militar.
  
 
Los Seijo venían huyendo de una epidemia de cólera, desatada en la capital uruguaya, donde el señor Seijo era dueño de un comercio. Estuvieron primero en Rocha, pero - como por temor a un posible contagio - no fueron bien recibidos, se dirigieron a San Carlos, lugar que José Ramón ya conocía, por haberse iniciado allí (cuando vino de España, en 1840), como dependiente en la tienda de Luis C. Piñeiro, cuya hermana - dicho sea de paso - era la madre de José Enrique Rodó. En 1856, Seijo contrajo enlace con Carlota Correa, hija de Quintín Correa, descendiente a su vez de una de las familias azorianas que Cevallos trajo consigo desde el Brasil, para fundar la Villa de San Carlos.
 
Los Seijo venían huyendo de una epidemia de cólera, desatada en la capital uruguaya, donde el señor Seijo era dueño de un comercio. Estuvieron primero en Rocha, pero - como por temor a un posible contagio - no fueron bien recibidos, se dirigieron a San Carlos, lugar que José Ramón ya conocía, por haberse iniciado allí (cuando vino de España, en 1840), como dependiente en la tienda de Luis C. Piñeiro, cuya hermana - dicho sea de paso - era la madre de José Enrique Rodó. En 1856, Seijo contrajo enlace con Carlota Correa, hija de Quintín Correa, descendiente a su vez de una de las familias azorianas que Cevallos trajo consigo desde el Brasil, para fundar la Villa de San Carlos.
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[[Archivo:Carlos-seijo-en-el-hospital.jpg|thumb|frame|left|600px|"En el hospital", óleo sobre tela de Carlos Seijo Correa, c.1889, 87 x 128 cm.]]
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[[Archivo:Carlos-seijo-dibujo-anciano.jpg|thumb|frame|left|400px|Cabeza de anciano, autor: Carlos Seijo; técnica: dibujo a lápiz sobre papel, 51 x 39 cm.]]
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[[Archivo:Belloni-by-seijo.jpg|thumb|frame|none|400px|Óleo sobre tela. "Retato de José Belloni". Carlos Seijo; óleo sobre tela, 46 x 38.5 cm..]]
  
 
Posteriormente, los Seijo se trasladaron a Montevideo, donde siguieron viviendo por el término de algunos años, todavía después de haber adquirido la chacra carolina que visitaban durante el verano. Finalmente se radicaron para siempre allí; el padre, la madre y los seis hijos. Algunos de estos adquirirían luego solares anexos, donde construyeron suntuosas mansiones - a veces en lo alto de cerros - que aun subsisten, en la ruta que va de San Carlos a Maldonado. Ernesto Seijo - que era médico - fue dueño de Loreley (finca llamada así en homenaje a la niña legendaria de la mitología germana) y Maximiliano Seijo de El Peñasco. Carlos, en cambio, no se movió de la quinta paterna, ubicada frente a lo que es hoy la Sociedad y Feria Rural que administra don Conrado F. Bonilla. Había allí - según cuenta Seijo en la antes citada nota - muchos árboles (de sombra, de adorno y frutales), que fueron plantados por el fundador de la familia Pérez, propietario de la zona próxima a la nueva estación de ferrocarril, lo cual se explica porque una hija de este, llamada Rosa, era la esposa de Juan Barrios. El otro hermano de Carlos - Anselmo - se radicó en el Departamento de Durazno, completándose el cuadro familiar con la presencia femenina de Carlota y Laura, casadas respectivamente con Caubarrere y Del Peso. "A Laura Seijo de Del Peso" le dedicó el escritor "Maldonado y su región" (Montevideo imp. El Siglo Ilustrado, 1945) tras haberle destinado al padre, "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos".
 
Posteriormente, los Seijo se trasladaron a Montevideo, donde siguieron viviendo por el término de algunos años, todavía después de haber adquirido la chacra carolina que visitaban durante el verano. Finalmente se radicaron para siempre allí; el padre, la madre y los seis hijos. Algunos de estos adquirirían luego solares anexos, donde construyeron suntuosas mansiones - a veces en lo alto de cerros - que aun subsisten, en la ruta que va de San Carlos a Maldonado. Ernesto Seijo - que era médico - fue dueño de Loreley (finca llamada así en homenaje a la niña legendaria de la mitología germana) y Maximiliano Seijo de El Peñasco. Carlos, en cambio, no se movió de la quinta paterna, ubicada frente a lo que es hoy la Sociedad y Feria Rural que administra don Conrado F. Bonilla. Había allí - según cuenta Seijo en la antes citada nota - muchos árboles (de sombra, de adorno y frutales), que fueron plantados por el fundador de la familia Pérez, propietario de la zona próxima a la nueva estación de ferrocarril, lo cual se explica porque una hija de este, llamada Rosa, era la esposa de Juan Barrios. El otro hermano de Carlos - Anselmo - se radicó en el Departamento de Durazno, completándose el cuadro familiar con la presencia femenina de Carlota y Laura, casadas respectivamente con Caubarrere y Del Peso. "A Laura Seijo de Del Peso" le dedicó el escritor "Maldonado y su región" (Montevideo imp. El Siglo Ilustrado, 1945) tras haberle destinado al padre, "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos".
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Como señaló Heraclio Pérez Ubici en el artículo que, con su firma publicó El Día de Montevideo al cumplirse el centenario del nacimiento de Carlos Seijo, éste "fue el primero en investigar y difundir con toda generosidad" los datos básicos sobre fundación y posterior desarrollo de la ciudad carolina. Analizó con todo detalle la obra cumplida por aquellos que "con coraje, inteligencia y sacrificios plasmaron en la realidad el ideal fundacional del Virrey Pedro de Cevallos, quien había escrito que permanezca y florezca este pueblo de San Carlos (Montevideo, diario El Día, Miércoles 4 de Julio de 1962, pág. 9). Y agregaba: "desde la casona casi oculta entre los arboles centenarios y las cortinas de hiedra que crecían a su antojo, fue sin proponérselo, rector - por su saber y su bondad - en muchos aspectos de la vida carolina" (ibid.)
 
Como señaló Heraclio Pérez Ubici en el artículo que, con su firma publicó El Día de Montevideo al cumplirse el centenario del nacimiento de Carlos Seijo, éste "fue el primero en investigar y difundir con toda generosidad" los datos básicos sobre fundación y posterior desarrollo de la ciudad carolina. Analizó con todo detalle la obra cumplida por aquellos que "con coraje, inteligencia y sacrificios plasmaron en la realidad el ideal fundacional del Virrey Pedro de Cevallos, quien había escrito que permanezca y florezca este pueblo de San Carlos (Montevideo, diario El Día, Miércoles 4 de Julio de 1962, pág. 9). Y agregaba: "desde la casona casi oculta entre los arboles centenarios y las cortinas de hiedra que crecían a su antojo, fue sin proponérselo, rector - por su saber y su bondad - en muchos aspectos de la vida carolina" (ibid.)
  
Ademas de los méritos de Seijo, como historiador generoso que puso al alcance de todos el contenido de algunos documentos celosamente guardados hasta entonces en archivos estatales y privados, de los cuales extrajo - también - notables consecuencias, fue escritor de pluma ágil que manejó - por igual - el verso y la prosa. Tengo en mi poder una copia del extenso poema titulado "Adiós a San Carlos" (que me fue suministrado por H. Pérez Ubici), compuesto por Carlos Seijo en la mencionada ciudad hace cien años: Febrero de 1881, antes de trasladarse a Europa para perfeccionar sus estudios humanísticos y, sobre todo, los de pintura y artes plásticas. En ese poema Seijo evoca los encantos de la Villa carolina, que ve casi oculta entre el ramaje de la tupida arboleda "y del arroyo que,/ pasa y murmura a sus pies" sostiene que "allí mi infancia ha pasado/ horas que no volverán;/ sueños quimeras acaso,/" difíciles de olvidar.
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Además de los méritos de Seijo, como historiador generoso que puso al alcance de todos el contenido de algunos documentos celosamente guardados hasta entonces en archivos estatales y privados, de los cuales extrajo - también - notables consecuencias, fue escritor de pluma ágil que manejó - por igual - el verso y la prosa. Tengo en mi poder una copia del extenso poema titulado "Adiós a San Carlos" (que me fue suministrado por H. Pérez Ubici), compuesto por Carlos Seijo en la mencionada ciudad hace cien años: Febrero de 1881, antes de trasladarse a Europa para perfeccionar sus estudios humanísticos y, sobre todo, los de pintura y artes plásticas. En ese poema Seijo evoca los encantos de la villa carolina, que ve casi oculta entre el ramaje de la tupida arboleda "y del arroyo que,/ pasa y murmura a sus pies" sostiene que "allí mi infancia ha pasado/ horas que no volverán;/ sueños quimeras acaso,/" difíciles de olvidar.
  
 
Seijo falleció en Montevideo, a los 94 años de edad, durante el invierno de 1956. La casa donde solía buscar refugio cuando el frío arreciaba y que lo vio morir - en el mes de Julio - se encuentra en la calle Durazno, esquina Pablo de María. Mantuvo la mente fresca y siguió trabajando, hasta el final. Así fue como el periódico "La Democracia" de San Carlos (fundado hace casi sesenta años, en 1922 y que es uno de los mas antiguos del país) apareció una nota suya - titulada "Una anécdota histórica" - el 15 de Diciembre de 1951. Había colaborado desinteresadamente en dicho semanario desde comienzos de 1930, es decir a lo largo de más de cuatro lustros.
 
Seijo falleció en Montevideo, a los 94 años de edad, durante el invierno de 1956. La casa donde solía buscar refugio cuando el frío arreciaba y que lo vio morir - en el mes de Julio - se encuentra en la calle Durazno, esquina Pablo de María. Mantuvo la mente fresca y siguió trabajando, hasta el final. Así fue como el periódico "La Democracia" de San Carlos (fundado hace casi sesenta años, en 1922 y que es uno de los mas antiguos del país) apareció una nota suya - titulada "Una anécdota histórica" - el 15 de Diciembre de 1951. Había colaborado desinteresadamente en dicho semanario desde comienzos de 1930, es decir a lo largo de más de cuatro lustros.
  
En Montevideo Carlos Seijo vivia solo, pues habían muerto, antes que él, la esposa (de nacionalidad italiana) y el único hijo de ambos: Cesar. El Doctor Salvador García Pintos lo atendió, como médico hasta en sus últimos instantes, cuidándolo un familiar. Por disposición testamentaria, el celebrado escritor legó casi todos sus bienes al Hospital de San Carlos y anteriormente su valiosa colección de materiales indígenas al Museo Histórico de Montevideo. Algunos de los cuadros al oleo de gran tamaño, pintados por él (entre los cuales "Un mosquetero", "Jardín de Villa Carlota", "Ranchos de La Barra" y "El molino Lavagna") pasaron al museo de Bellas Artes, aunque uno de ellos -denominado "En el hospital" - puede apreciarse junto a la efigie del artista en la sala de conferencias del Museo Municipal de San Carlos (calles Reyles y Olivera), que funciona en la que fuera propiedad del Coronel Juan Ventura González, militar que intervino en la toma de Santa Teresa. Otro cuadro de Seijo se encuentra en la casa de Heraclio Pérez Ubici, a cuyo abuelo representa.
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En Montevideo Carlos Seijo vivía solo, pues habían muerto, antes que él, la esposa (de nacionalidad italiana) y el único hijo de ambos: Cesar. El Doctor Salvador García Pintos lo atendió, como médico hasta en sus últimos instantes, cuidándolo un familiar. Por disposición testamentaria, el celebrado escritor legó casi todos sus bienes al Hospital de San Carlos y anteriormente su valiosa colección de materiales indígenas al Museo Histórico de Montevideo. Algunos de los cuadros al oleo de gran tamaño, pintados por él (entre los cuales "Un mosquetero", "Jardín de Villa Carlota", "Ranchos de La Barra" y "El molino Lavagna") pasaron al museo de Bellas Artes, aunque uno de ellos -denominado "En el hospital" - puede apreciarse junto a la efigie del artista en la sala de conferencias del Museo Municipal de San Carlos (calles Reyles y Olivera), que funciona en la que fuera propiedad del Coronel Juan Ventura González, militar que intervino en la toma de Santa Teresa. Otro cuadro de Seijo se encuentra en la casa de Heraclio Pérez Ubici, a cuyo abuelo representa.
  
 
Cuenta este historiador - querido amigo personal del autor de "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos" - que hallándose Seijo, ya nonagenario, en la chacra de San Carlos, pintó en su última tela, a la muerte, esperándolo - impertérrita - frente a la ventana de su habitación.
 
Cuenta este historiador - querido amigo personal del autor de "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos" - que hallándose Seijo, ya nonagenario, en la chacra de San Carlos, pintó en su última tela, a la muerte, esperándolo - impertérrita - frente a la ventana de su habitación.
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- Maldonado y su región (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado" 1945, 486 págs.)
  
- Maldonado y su región (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado" 1945, 486 págs.)
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'''Biografía en el Museo Nacional de Artes Visuales:
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Nació en Montevideo, el 4 de julio de 1862.
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Pintor, ilustrador, escritor, investigador, docente de dibujo, filántropo. Estudió pintura y escultura con Juan Luis Blanes y con el maestro italiano Roque Lotufo, junto a quien realizó su primer viaje a Europa en 1881. Asistió a la Academia de Bellas Artes de Florencia estudiando con el artista y maestro José Ciaranfi, sucesor de Ciseri, maestro de Juan Manuel Blanes, en la dirección de la Academia florentina. A su retorno participó en la exposición de artistas uruguayos realizada en el Club Católico, en 1908. Seijo se radicó de niño con su familia paterna en una chacra de San Carlos, Maldonado, lugar desde donde realizó una importante tarea investigativa de campo, interesándose por la recolección y el relevamiento del patrimonio indígena regional, formando una colección de miles de testimonios, en especial líticos, que donará a instituciones públicas. Fue cofundador de la Sociedad de Amigos de la Arqueología, publicando libros y artículos en esa disciplina. Su afán del registro histórico y visual lo llevó a interesarse también por el patrimonio edilicio y natural del departamento de Maldonado analizando, describiendo y escribiendo: capillas, iglesias, cuarteles, faros, de los cuales hacía registros fotográficos, dibujos y acuarelas también de corte costumbrista. Formó parte del Instituto Histórico de Uruguay. Dejó una gran producción de escenas costumbristas, paisajes y retratos de corte naturalista. El acervo del MNAV tiene tres obras de su autoría.
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Murió en Montevideo, el 9 de julio de 1956 .
  
  
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Don Carlos Seijo, nació en Montevideo el 4 de Julio de 1892, hijo de José Ramón Seijo y de Carlota Correa. En 1869 y escapando de una terrible epidemia de cólera en la capital del país, llega a la entonces villa de San Carlos acompañado de su familia, compuesta además de sus padres por 3 hermanos varones y 2 mujeres. En esa oportunidad, Seijo padre compra una chacra en las afueras de San Carlos al Coronel Juan Barrios. La misma estaba ubicada frente a la actual Asociación rural, en la zona de Parque Anita, donde aún se aprecia la vieja casona que habitaron.  
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Don Carlos Seijo, nació en Montevideo el 4 de Julio de 1862, hijo de José Ramón Seijo y de Carlota Correa. En 1869 y escapando de una terrible epidemia de cólera en la capital del país, llega a la entonces villa de San Carlos acompañado de su familia, compuesta además de sus padres por 3 hermanos varones y 2 mujeres. En esa oportunidad, Seijo padre compra una chacra en las afueras de San Carlos al Coronel Juan Barrios. La misma estaba ubicada frente a la actual Asociación rural, en la zona de Parque Anita, donde aún se aprecia la vieja casona que habitaron.  
  
 
Desde muy joven, demuestra gran interés por la pintura, teniendo como maestro y referente a Juan Luis Blanes. Sus notables aptitudes lo llevaron a destacarse rápidamente en el género y su posterior traslado a Europa. Por el año 1881 se radica en Florencia, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes. Allí permanece por 10 años, regresando a nuestro país en 1902. Se destacan entre otros sus grandes cuadros al óleo: "Rancho de La Barra"; "El Molino Lavagna"; "Un Mosquetero" y "Jardín de Villa Carlota". Estos se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes, así como "En el Hospital" que realizara en Florencia en 1889 y cuya copia hecha por el propio Seijo, permanece en el Museo Regional de San Carlos.
 
Desde muy joven, demuestra gran interés por la pintura, teniendo como maestro y referente a Juan Luis Blanes. Sus notables aptitudes lo llevaron a destacarse rápidamente en el género y su posterior traslado a Europa. Por el año 1881 se radica en Florencia, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes. Allí permanece por 10 años, regresando a nuestro país en 1902. Se destacan entre otros sus grandes cuadros al óleo: "Rancho de La Barra"; "El Molino Lavagna"; "Un Mosquetero" y "Jardín de Villa Carlota". Estos se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes, así como "En el Hospital" que realizara en Florencia en 1889 y cuya copia hecha por el propio Seijo, permanece en el Museo Regional de San Carlos.
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Revisión del 15:23 27 mar 2023

1888 - Carlos Seijo Correa.



Investigador, periodista, historiador, pintor, escritor, "rector - por su saber y bondad - en muchos aspectos, de la vida carolina".


Carlos Seijo



4 de Julio, 1862 - 7 de Julio, 1956


Biografía de Carlos Seijo, por Jorge Oscar PICKENHAYN, Especial para EL DÍA


Nacido en Montevideo el 4 de Julio de 1862, Carlos Seijo llegó a San Carlos cuando tenía siete años de edad. En un artículo autobiográfico, publicado en el periódico "La Democracia" de San Carlos, recordaría en 1944, las circunstancias que motivaron la radicación de su familia en una chacra de los alrededores de la Villa, que su padre - José Ramón Seijo - adquirió en 1869, al coronel Juan Barrios, conocido militar.

Los Seijo venían huyendo de una epidemia de cólera, desatada en la capital uruguaya, donde el señor Seijo era dueño de un comercio. Estuvieron primero en Rocha, pero - como por temor a un posible contagio - no fueron bien recibidos, se dirigieron a San Carlos, lugar que José Ramón ya conocía, por haberse iniciado allí (cuando vino de España, en 1840), como dependiente en la tienda de Luis C. Piñeiro, cuya hermana - dicho sea de paso - era la madre de José Enrique Rodó. En 1856, Seijo contrajo enlace con Carlota Correa, hija de Quintín Correa, descendiente a su vez de una de las familias azorianas que Cevallos trajo consigo desde el Brasil, para fundar la Villa de San Carlos.

"En el hospital", óleo sobre tela de Carlos Seijo Correa, c.1889, 87 x 128 cm.
Cabeza de anciano, autor: Carlos Seijo; técnica: dibujo a lápiz sobre papel, 51 x 39 cm.
Óleo sobre tela. "Retato de José Belloni". Carlos Seijo; óleo sobre tela, 46 x 38.5 cm..

Posteriormente, los Seijo se trasladaron a Montevideo, donde siguieron viviendo por el término de algunos años, todavía después de haber adquirido la chacra carolina que visitaban durante el verano. Finalmente se radicaron para siempre allí; el padre, la madre y los seis hijos. Algunos de estos adquirirían luego solares anexos, donde construyeron suntuosas mansiones - a veces en lo alto de cerros - que aun subsisten, en la ruta que va de San Carlos a Maldonado. Ernesto Seijo - que era médico - fue dueño de Loreley (finca llamada así en homenaje a la niña legendaria de la mitología germana) y Maximiliano Seijo de El Peñasco. Carlos, en cambio, no se movió de la quinta paterna, ubicada frente a lo que es hoy la Sociedad y Feria Rural que administra don Conrado F. Bonilla. Había allí - según cuenta Seijo en la antes citada nota - muchos árboles (de sombra, de adorno y frutales), que fueron plantados por el fundador de la familia Pérez, propietario de la zona próxima a la nueva estación de ferrocarril, lo cual se explica porque una hija de este, llamada Rosa, era la esposa de Juan Barrios. El otro hermano de Carlos - Anselmo - se radicó en el Departamento de Durazno, completándose el cuadro familiar con la presencia femenina de Carlota y Laura, casadas respectivamente con Caubarrere y Del Peso. "A Laura Seijo de Del Peso" le dedicó el escritor "Maldonado y su región" (Montevideo imp. El Siglo Ilustrado, 1945) tras haberle destinado al padre, "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos".

Como señaló Heraclio Pérez Ubici en el artículo que, con su firma publicó El Día de Montevideo al cumplirse el centenario del nacimiento de Carlos Seijo, éste "fue el primero en investigar y difundir con toda generosidad" los datos básicos sobre fundación y posterior desarrollo de la ciudad carolina. Analizó con todo detalle la obra cumplida por aquellos que "con coraje, inteligencia y sacrificios plasmaron en la realidad el ideal fundacional del Virrey Pedro de Cevallos, quien había escrito que permanezca y florezca este pueblo de San Carlos (Montevideo, diario El Día, Miércoles 4 de Julio de 1962, pág. 9). Y agregaba: "desde la casona casi oculta entre los arboles centenarios y las cortinas de hiedra que crecían a su antojo, fue sin proponérselo, rector - por su saber y su bondad - en muchos aspectos de la vida carolina" (ibid.)

Además de los méritos de Seijo, como historiador generoso que puso al alcance de todos el contenido de algunos documentos celosamente guardados hasta entonces en archivos estatales y privados, de los cuales extrajo - también - notables consecuencias, fue escritor de pluma ágil que manejó - por igual - el verso y la prosa. Tengo en mi poder una copia del extenso poema titulado "Adiós a San Carlos" (que me fue suministrado por H. Pérez Ubici), compuesto por Carlos Seijo en la mencionada ciudad hace cien años: Febrero de 1881, antes de trasladarse a Europa para perfeccionar sus estudios humanísticos y, sobre todo, los de pintura y artes plásticas. En ese poema Seijo evoca los encantos de la villa carolina, que ve casi oculta entre el ramaje de la tupida arboleda "y del arroyo que,/ pasa y murmura a sus pies" sostiene que "allí mi infancia ha pasado/ horas que no volverán;/ sueños quimeras acaso,/" difíciles de olvidar.

Seijo falleció en Montevideo, a los 94 años de edad, durante el invierno de 1956. La casa donde solía buscar refugio cuando el frío arreciaba y que lo vio morir - en el mes de Julio - se encuentra en la calle Durazno, esquina Pablo de María. Mantuvo la mente fresca y siguió trabajando, hasta el final. Así fue como el periódico "La Democracia" de San Carlos (fundado hace casi sesenta años, en 1922 y que es uno de los mas antiguos del país) apareció una nota suya - titulada "Una anécdota histórica" - el 15 de Diciembre de 1951. Había colaborado desinteresadamente en dicho semanario desde comienzos de 1930, es decir a lo largo de más de cuatro lustros.

En Montevideo Carlos Seijo vivía solo, pues habían muerto, antes que él, la esposa (de nacionalidad italiana) y el único hijo de ambos: Cesar. El Doctor Salvador García Pintos lo atendió, como médico hasta en sus últimos instantes, cuidándolo un familiar. Por disposición testamentaria, el celebrado escritor legó casi todos sus bienes al Hospital de San Carlos y anteriormente su valiosa colección de materiales indígenas al Museo Histórico de Montevideo. Algunos de los cuadros al oleo de gran tamaño, pintados por él (entre los cuales "Un mosquetero", "Jardín de Villa Carlota", "Ranchos de La Barra" y "El molino Lavagna") pasaron al museo de Bellas Artes, aunque uno de ellos -denominado "En el hospital" - puede apreciarse junto a la efigie del artista en la sala de conferencias del Museo Municipal de San Carlos (calles Reyles y Olivera), que funciona en la que fuera propiedad del Coronel Juan Ventura González, militar que intervino en la toma de Santa Teresa. Otro cuadro de Seijo se encuentra en la casa de Heraclio Pérez Ubici, a cuyo abuelo representa.

Cuenta este historiador - querido amigo personal del autor de "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos" - que hallándose Seijo, ya nonagenario, en la chacra de San Carlos, pintó en su última tela, a la muerte, esperándolo - impertérrita - frente a la ventana de su habitación.


Tapa de la publicación.
Tapa de la publicación.
Tapa de la publicación.


Las obras impresas de Carlos Seijo que, en ediciones ya agotadas, pueden consultarse todavía en la Biblioteca Nacional de Montevideo son:


- Apuntes sobre San Carlos y su iglesia colonial (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado" 1929, 69 págs.).

- Carolinos Ilustres, patriotas y beneméritos (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado", sin fecha, 244 págs.).

- La guardia de San Antonio. Instrumentos de hueso, índigenas (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado" 1931, 44 págs.).

- La Iglesia Colonial de San Carlos (Montevideo, ed. A. Monteverde y Cía. 1951, 100 págs.).

- Maldonado y su región (Montevideo, Imp. "El Siglo Ilustrado" 1945, 486 págs.)


Tapa de la publicación "Carlos Seijo, su medio y su obra" por Horacio Arredondo, 1958.

Click para ver la publicación "Carlos Seijo, su medio y su obra" online.


Biografía en el Museo Nacional de Artes Visuales:


Nació en Montevideo, el 4 de julio de 1862.

Pintor, ilustrador, escritor, investigador, docente de dibujo, filántropo. Estudió pintura y escultura con Juan Luis Blanes y con el maestro italiano Roque Lotufo, junto a quien realizó su primer viaje a Europa en 1881. Asistió a la Academia de Bellas Artes de Florencia estudiando con el artista y maestro José Ciaranfi, sucesor de Ciseri, maestro de Juan Manuel Blanes, en la dirección de la Academia florentina. A su retorno participó en la exposición de artistas uruguayos realizada en el Club Católico, en 1908. Seijo se radicó de niño con su familia paterna en una chacra de San Carlos, Maldonado, lugar desde donde realizó una importante tarea investigativa de campo, interesándose por la recolección y el relevamiento del patrimonio indígena regional, formando una colección de miles de testimonios, en especial líticos, que donará a instituciones públicas. Fue cofundador de la Sociedad de Amigos de la Arqueología, publicando libros y artículos en esa disciplina. Su afán del registro histórico y visual lo llevó a interesarse también por el patrimonio edilicio y natural del departamento de Maldonado analizando, describiendo y escribiendo: capillas, iglesias, cuarteles, faros, de los cuales hacía registros fotográficos, dibujos y acuarelas también de corte costumbrista. Formó parte del Instituto Histórico de Uruguay. Dejó una gran producción de escenas costumbristas, paisajes y retratos de corte naturalista. El acervo del MNAV tiene tres obras de su autoría. Murió en Montevideo, el 9 de julio de 1956 .




De "Personajes con sabor a Maldonado", del Dr. Alfredo Nocetti Fasolino:


Carlos Seijo fue pintor y escritor. En 1881 viajó a Florencia para estudiar pintura. Entre sus cuadros más importantes figura "En el hospital" donde aparece una hermana de caridad dando de beber a una enferma. Como retratista se destacan sus óleos "Un sacerdote", "Cabeza de viejo" y "Retrato de Carlota Correa de Seijo", su madre. En acuarelas pintó distintos lugares del departamento de Maldonado, tales como "Primera vivienda veraniega construida en Rincón de los Píriz en 1877", "El balneario de La Barra en 1900 - Rústicas construcciones de veraneo de don Juan Duque", "La Playa Mansa" y "Aspectos de los alrededores de San Carlos".

Como escritor, Carlos Seijo publcó primeramente "Apuntes sobre San Carlos y su iglesia colonial", y luego "Carolinos ilustres, patriotas y beneméritos" en 1936, y "Maldonado y su región" en 1945.

Esta última obra, que dedicó a su hermana Laura Seijo de del Peso, se refiere a innumerables temas atinentes a Maldonado, desde su fundación hasta el surgimiento de los primeros hoteles. Contiene una nómina de los siniestros acaecidos en nuestras costas, entre 1531 y 1932. Nosotros pudimos hallarla en una librería de viejo en Buenos Aires. Plausible sería que alguien se encargara de su reimpresión, por su enorme utilidad.


1904, Grutas de Punta Ballena - Fotografía del libro manuscrito "Viaggi & recordi" de Giacomo Reborati.



Biografía de Carlos Seijo, por Antonio Agrasot


Don Carlos Seijo, nació en Montevideo el 4 de Julio de 1862, hijo de José Ramón Seijo y de Carlota Correa. En 1869 y escapando de una terrible epidemia de cólera en la capital del país, llega a la entonces villa de San Carlos acompañado de su familia, compuesta además de sus padres por 3 hermanos varones y 2 mujeres. En esa oportunidad, Seijo padre compra una chacra en las afueras de San Carlos al Coronel Juan Barrios. La misma estaba ubicada frente a la actual Asociación rural, en la zona de Parque Anita, donde aún se aprecia la vieja casona que habitaron.

Desde muy joven, demuestra gran interés por la pintura, teniendo como maestro y referente a Juan Luis Blanes. Sus notables aptitudes lo llevaron a destacarse rápidamente en el género y su posterior traslado a Europa. Por el año 1881 se radica en Florencia, donde ingresa en la Academia de Bellas Artes. Allí permanece por 10 años, regresando a nuestro país en 1902. Se destacan entre otros sus grandes cuadros al óleo: "Rancho de La Barra"; "El Molino Lavagna"; "Un Mosquetero" y "Jardín de Villa Carlota". Estos se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes, así como "En el Hospital" que realizara en Florencia en 1889 y cuya copia hecha por el propio Seijo, permanece en el Museo Regional de San Carlos.

Pero además de esta veta artística, también incursionó y con muy buen tino en la literatura (hábil escritor tanto en prosa como en verso); muy aficionado a la fotografía, así como a las investigaciones arqueológicas de alto valor científico. Fue el primero en estudiar y difundir datos históricos sobre San Carlos, extraídos de importantes archivos celosamente guardados.

Desde el diario "La Democracia" difundió por más de 25 años valioso material referente a la fundación de la ciudad del Virrey Ceballos, demostrando toda su vocación de gran historiador. Sus principales obras editadas fueron: en 1929m "Apuntes sobre San Carlos y su Iglesia colonial"; en 1930, "La llamada Casa del Gobernador en Maldonado" y "Carolinos, ilustres, patriotas y beneméritos"; en 1931, "La Guardia de San Antonio, instrumentos de hueso indígenas"; en 1945, "Maldonado y su región" y "La Iglesia colonial de San Carlos", en 1951.

Fue miembro del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, socio fundador de la Sociedad de Amigos de la Arqueología, miembro de la Real Academia de Historia en España, miembro del Instituto Histórico del Paraguay, Académico correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Buenos Aires.

El 4 de Juli de 1955, la Sociedad Unión de San Carlos, le otorga un gran homenaje donde hace uso de la palabra con sus ya fecundos y muy prolíferos 93 años de vida. Un año más tarde, el 7 de Julio de 1956, la ciudad que le viera nacer le recoge para siempre en su sueño eterno.

Ligado a San Carlos por más de 50 años y siendo su persona de vital importancia para la reafirmación de nuestra identidad departamental y raíces culturales, en justo reconocimiento, se honra con su nombre un tramo de la Ruta 39 desde el Paso Maldonado hasta la calle Tomás Berreta (ex 4 de Octubre) y la plazoleta frente a la Rural de San Carlos.





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