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Revisión del 14:24 6 dic 2024
Por Mario Scasso Burghi
El Puerto de Maldonado II
Llama la atención que a despecho de la situación e importancia estratégica del Puerto de Maldonado y de los planes propuestos para su utilización, esta bahía a la entrada del Río de la Plata, no fuera efectivamente ocupada por el Imperio Español durante dos siglos y medio.
En primer lugar, en los Siglos XVI y XVII, cuando el “Reino de las Indias” se consolidó, el centro político y productivo de riquezas metálicas, de América del Sur, era el Perú, comunicado con España por vía marítima, a través de Panamá-Portobelo. El Río de la Plata y sus afluentes, donde se había desarrollado la penetración colonizadora hacia el interior de su cuenca hidrográfica: Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Asunción, Santa Cruz de la Sierra, tenía una vía de comunicación comercial y de viajeros fluvial interna y una secundaria marítima de pasaje hacia la metrópoli. La vía estratégica comercial principal, transcurría por vía terrestre, vía Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Salta, Quebrada de Humahuaca, Alto Perú, Lima o por vía transversal: Córdoba, Mendoza, Santiago de Chile, Valparaíso.
La primera mención de Maldonado como nombre geográfico referido a la Isla (de Gorriti), proviene del mismo Rey Felipe II, ordenando al Gobernador del Río de la Plata, el 19 de octubre de 1594, fundar un pueblo en la “Isla de Maldonado”, “donde pudieran recogerse los navíos”.
En el año 1600, el Gobernador del Río de la Plata Diego Rodríguez Valdés de la Banda, desde Buenos Aires, tal vez en cumplimiento de la orden real previa, envía a un piloto Antonio Fernández Carmiña, en una carabela, a realizar un reconocimiento de la bahía y la isla, encontrando señales de visitas de portugueses y holandeses y con palmeras de frutos comestibles. Redactó un informe indicando la posibilidad de fortificar la isla y las “dos puntas de la ensenada” y durante su exploración, la carabela se protegió de una tormenta, fondeada “al pairo” (protegida) de la isla. En base de este informe elevó al Rey Felipe III, un plan por el cual la ruta comercial: Potosí, Tucumán. Buenos Aires, Península Ibérica (desde 1580 los Reinos de España y Portugal, estaban bajo la misma corona), se invertiría, partiendo del Puerto de Maldonado. Este proyecto no fue tenido en cuenta.
La Independencia del Reino de Portugal en 1640, del Rey Felipe IV de España, modifica geopolíticamente la situación provocando que la monarquía lusitana, restaurada en la Familia Braganza, apoyada por la Francia de Luis XIV, reanude su política de expansión en América del Sur, sobre los dominios hispanos. En 1680, Portugal funda la Colonia del Sacramento, frente a Buenos Aires, reclamando la frontera del Estuario Platense. El fin del S. XVII y el comienzo del S. XVIII, enmarcan las disputas entre las coronas ibéricas por el enclave, que además se engloban en una crisis dinástica en España con la extinción de la Familia Real de los Habsburgo con Carlos II y el establecimiento de la Familia de los Borbones, con Felipe V. Esto desencadena la Guerra de la Sucesión Española y la inversión de la alianza francesa y el apoyo de Inglaterra a Portugal.
El Tratado de Utrecht de 1713, consolida la posesión portuguesa de la Colonia del Sacramento y establece el “asiento de negros” inglés en Buenos Aires, lo que conlleva la utilización del “Puerto del Inglés” (Piriápolis), desde 1715 por los británicos, para aprovisionamiento y cargar cueros vacunos en el viaje de retorno. Paralelamente piratas franceses, en cuatro navíos, liderados por Esteban Moreau comenzaron a utilizar la Bahía de Maldonado, en 1719-20, para adquirir cueros vacunos por trueque con los indios minuanes y acopiarlos en barracas y ranchos en la costa. Esto motiva al Gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, enviar una expedición que encontró los depósitos de cueros, en número superior a los 4000, presumiéndose que también se acopiaban para los portugueses, que fueron oficialmente ¿quemados? , lo que me permito poner en duda, dado el valor de su comercialización y la ausencia de controles en el lugar.
Frente a esos desafíos a la soberanía española en la ribera Norte del Río de la Plata, el Rey Felipe V y su Consejo, le ordenan a Zabala desde el 17 de noviembre de 1717: que no le permitiera “a Portugueses, más territorio que el tiro de cañón de la plaza” y no permitiera “comunicación y comercio de esa Ciudad (Buenos Aires), con los habitantes de la Colonia del Sacramento”. Paralelamente ordena: “fortificar los Puertos de Montevideo y Maldonado”…”para que ni Portugueses ni alguna otra Nación se apoderase ni fortificase los dos referidos parajes y que solicitaseis poblarlos y fortificarlos en la forma y en la brevedad que fuera posible”. El 10 de mayo de 1723 el rey reitera a Zabala: “Os ordeno y encargo muy particularmente, que si el punto de fortificar los dos puertos de Montevideo y Maldonado, no hubieseis ya dado principio a construir las fortalezas mandadas hacer en ellos, las hagáis ejecutar prontamente, pues de su dilación se da tiempo y lugar a los Portugueses a que ocupen el sitio y terreno y se fortifiquen, haciéndose más dificultoso el empeño y trabajo para desalojarlos por la fuerza”.
A estas órdenes explícitas, Zabala daba pretextos de la alianza de los portugueses con los indios minuanes, que hacía que éstos hostilizaran a los españoles y fundamentalmente la carencia de recursos económicos. El rey lo instruía para que los solicitara a su superior el Virrey del Perú. El 1ero de diciembre de 1723, Zabala se entera que los portugueses se habían establecido en la Bahía de Montevideo. Esto demuestra que los servicios de inteligencia en Madrid, eran mejores que las informaciones de Zabala en Buenos Aires, sobre las intenciones portuguesas. En el mismo mes de diciembre de 1723, el rey le advierte a su gobernador: “que en el caso de no estar ejecutadas ya las órdenes anteriores…paséis luego y sin malograr tiempo alguno a ejecutarlas…de lo contrario me daré por deservido de vos y se os hará gravísimo cargo”. Los recursos aparecieron localmente rápidamente, se movilizaron tropas, bastimentos, armas y transportes navales y el 19 de enero de 1724, los portugueses intimados desalojan el puerto sin resistencia y Zabala posteriormente entra en su posesión y comienza su fortificación (no existía estado de guerra entre los países ibéricos).
El 20 de julio de 1724 el rey reitera que: enterado del intento portugués de “ocupar Montevideo, encarga que se fortifique este puerto y también el de Maldonado”. El 16 de abril de 1725 el monarca aprueba lo realizado por Zabala con respecto a Montevideo y “renueva su aspiración de poblar y fortificar Maldonado”. Para ello dispone que 50 familias de Galicia y de las Canarias, se remitan en navíos de registro, para “mantener los dos puertos de Montevideo y Maldonado, de forma que ni los Portugueses, ni Nación alguna, puedan apoderarse de ellos.”
Luego de fundar formalmente la Ciudad de Montevideo el 29 de diciembre de 1729 y constituirse su Cabildo el 1ero. de enero de 1730, el Cap. Gral. Bruno Mauricio de Zabala, se traslada al Cabo de Santa María y realiza con el Ing. Mil. Domingo Petrarca un relevamiento de la zona. El 8 de junio eleva un informe al monarca expresando: “La ensenada la forma una isla…expuesta a inundarse casi toda con los temporales. Por sus dos extremos se entra en dicha ensenada, por el de la parte del Norte (sic) [en realidad Oeste], hay más de legua y media a tierra firme (Punta Ballena) [1 legua castellana: 5572 metros, o sea que estimó la distancia en más de 8500 metros, en realidad unos 7 km.],[si la estimación fuera realmente al Norte, o sea aproximadamente a la Parada 16, sería la distancia unos 2 km.], entrada incapaz de ser defendida…porque en la isla no se puede formar batería por la inundación y en tierra firme sería de poca utilidad e inmenso gasto. Por la parte del Sur (sic) [en realidad Este] dista la isla un cuarto de legua de tierra firme (Punta del Este) [la estimación es válida, unos 1500 metros]…que forma un canal, que sólo cabe un navío con gran peligro con ella. El Puerto al corto abrigo de la isla,…cabrán 5 o 6 navíos y lo demás de dicha ensenada aunque es muy dilatada, no tiene reparo, ni agua [profundidad], en muchos parajes para fondear, por lo que,…parece no ser apetecida por ninguna nación, sino por alguna demora (recalada), en ella”. También menciona la existencia de grandes médanos de arena y la carencia de agua potable. Se realizan planos de la bahía por parte de Petrarca, que son enviados al rey luego del informe. A pesar de ellos el monarca insiste en la construcción de obras de defensa de la ensenada, que contengan una docena de cañones. Fallecería Zabala en 1736 y Felipe V en 1746, sin haberse dado cumplimiento a sus órdenes.
Si se analiza el comportamiento y actuación del Gobernador y Capitán General del Río de la Plata Bruno Mauricio de Zabala y Gortázar, al cual se le adjudica la fundación de la Ciudad de Montevideo, se comprueba que lo realizó determinado por las circunstancias impuestas por Portugal y no por las órdenes reiteradamente incumplidas del monarca hispano, su verdadero impulsor. En realidad tampoco limitó en forma eficaz el contrabando de productos ingleses y portugueses, que constituían el real interés de la base de la Colonia del Sacramento, que se intercambiaban por la plata del Alto Perú. Esto lo describía el propio Felipe V, en sus comunicados por su gobernador: “… y los comercios ilícitos que los Portugueses hacen en mis Dominios, trayendo géneros del Brasil a la Colonia e introduciéndolos a largas distancias de esa ciudad”. Es decir que las más altas autoridades locales, hacían la “vista gorda”, seguramente mediante “compensaciones económicas” del contrabando, sin desconocer la absoluta y absurda arbitrariedad de los costos de las mercaderías españolas, llegadas al Río de la Plata por vía del Océano Pacífico-Alto Perú. También de este tráfico ilegal se beneficiaba ampliamente el comercio de Buenos Aires, cuyos miembros constituían el Cabildo Porteño.
Esta institución nunca estuvo interesada en la población de la Banda Oriental y mucho menos en el establecimiento de puertos en ella, que le quitaran su monopolio en el tránsito fluvial de mercaderías en los ríos de la cuenca platense. En primer lugar el Cabildo de Buenos Aires, muy limitado hacia el Sur su jurisdicción (hasta el Río Salado: unos 140 km.), utilizaba la otra ribera del Plata para la adjudicación de tierras en pago de servicios y para permisos para faenar reses, cobrables en cueros salados, utilizados también como instrumentos de pago. Es así que el Maestro Constructor y proveedor de cal de la Iglesia de Ntra. Sra. del Pilar y Convento de los Recoletos y la Iglesia de Santa Catalina de Siena y Monasterio de las Catalinas en Buenos Aires, Juan de Narbona, se le concedió una estancia y calera, junto al Arroyo de las Víboras. También existen en la costa de la margen Norte del Río de la Plata, arroyos con el nombre de faeneros provenientes de Buenos Aires, donde arreaban en sus costas al ganado cimarrón, para ser “faenados” y obtener sus cueros, para transferirlos por vía fluvial a su puerto: Juan González, Jofré (Cufré), Pando, Garzón.
Una muestra de esa postura política y económica, fue la limitada extensión de la jurisdicción del Cabildo de la Ciudad de San Felipe (única concesión al monarca) y Santiago de Montevideo, que se extendía hacia el Oeste hasta el Arroyo Cufré, al Norte a la Cuchilla Grande y al Este hasta la Sierra de las Ánimas y el Cerro Pan de Azúcar, muy lejos de extender su administración a toda la Banda Oriental. También lo fue la pésima valoración del Puerto de Maldonado. Lo desmienten los gigantescos cruceros operando en él y las flotas de pesqueros de altura que se guarecen en las Sudestadas y que la IsIa de Gorriti, no la “cubre el oleaje” durante los temporales. Las circunstancias geopolíticas variarían con el Tratado de Madrid (1750), que hizo transferir el nombre de Cabo Santa María 100 km. al Este y le otorgó un nuevo valor estratégico al puerto de ingreso el Río de la Plata.
De cualquier forma, aparte de las omisiones de funcionarios venales, las características excepcionales del Puerto de Montevideo, le otorgaron un desarrollo progresivo, comercial y militar, como el principal del Rio de la Plata, desde la Época Colonial y fueron la causa primordial del establecimiento de nuestro país independiente.
Dr. Mario Scasso Burghi
Bibliografía
Los orígenes de Montevideo. – Luis E. Azarola Gil. 1976.
Historia de la Dominación Española en el Uruguay. Tomo I. – Francisco Bauzá. 1929.
El Gobierno Colonial en el Uruguay y los orígenes de nuestra nacionalidad – Pablo Blanco Acevedo. 1959.
Historia de Maldonado. Tomo I. – María Díaz de Guerra. 1988.
Maldonado y su región. – Carlos Seijo. 1945.
Dr. Mario Scasso Burghi
marioascasso@gmail.com
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