Diferencia entre revisiones de «Biró, recortes de prensa»
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Revisión actual del 14:26 20 jul 2021
Contenido
Clarín
29/07/2017
La familia que inventó la birome sigue creando y lucha por defender la escritura a mano. Ladislao Biró creó el bolígrafo en 1938. Ocho décadas después, sus nietos y bisnietos siempre llevan uno en el bolsillo. "Hay cosas que no se pueden escribir en la PC ni en el celular", plantean.
"Esta casa explotó varias veces", recuerdan, con cierta nostalgia. "Es que él era así, se la pasaba haciendo experimentos en el baño y en la cocina. Entonces en una época, cuando trabajaba con ollas a presión, de repente estallaban todos los vidrios". "Él" es Ladislao Biró, el inventor más brillante que tuvo la Argentina, cuya idea más famosa cambió la forma de escribir del mundo: el bolígrafo. La anécdota la cuentan sus herederos en una visita a la vivienda de Colegiales donde se criaron, y en la que Biró vivió hasta su muerte, en 1985.
A casi 80 años de la primera birome -patentada en 1938-, Clarín buscó conocer quiénes son los descendientes de su creador. El hallazgo fue una familia integrada por la hija, 2 nietos y 5 bisnietos ya veinteañeros, todos con un fuerte sello creativo que parecen llevar en los genes. Y todos defensores de la escritura a mano.
La tradición, cuentan, empezó con la generación anterior a la del gran inventor, nacido en Hungría en 1899. Su papá, dentista, mejoró el instrumental de la época y creó un armario con luz eléctrica. La mamá, en tanto, le salvó la vida inventando la incubadora: él había nacido prematuro y los médicos lo daban por muerto, pero a ella se le ocurrió ponerlo en una caja frente a una lámpara. Ya en el siglo XX, Ladislao siguió a la altura con innovaciones como el cambio automático para autos y uno de los primeros lavarropas, además de la birome. Y el talento siguió cruzando generaciones.
La hija única del inventor, Mariana Biro, tiene 85 años y se define como "educadora, no inventora". Pero desarrolló un método único para promover el pensamiento creativo en niños, y sigue al frente de una institución fundada por ella en 1966 -la Escuela del Sol- que aplica esa receta cada año con 400 chicos. "Los hacemos inventar para que aprendan a buscarles soluciones novedosas a los problemas", explica.
Mariana Biró tuvo dos hijos. Eduardo, ya fallecido, inventó una "mamadera descartable" y logró programar, en 1991, un sistema para chatear precursor del ICQ y el MSN Messenger. La otra nieta de Ladislao, Elena, emigrada a Estados Unidos en 2002, tiene hoy 47 años y se destaca por hacer obras de arte y objetos de diseño con materiales que rescata de la basura. "Siempre en mi familia tuvimos la inquietud de hacer pruebas guiados por la intuición, para crear cosas nuevas. Me crié así y se lo transmití a mis hijas", resume.
Ellas son tres. Lola, a sus 22 años, ya terminó dos carreras -Matemática y Educación Especial- y ahora cursa dos maestrías. Olivia (24) se dedicó a la docencia y Juana (20) estudia Psicología, aunque como hobby "siempre está haciendo algo creativo, como cuadros, objetos en cerámica, pulseras, collares", dice la madre.
"Yo a los 4 años inventé el broche de una sola pieza. En ese momento no existía y recién después se empezó a ver. No me hice famoso, pero soy inventor", se define Nicolás (28), otro bisnieto de Biro, por la rama de Eduardo. Él se recibió de Productor Integral y Creativo Radiofónico, y ejerce ese oficio con pasión. Cuenta a su vez que, pese a vivir entre computadoras y celulares, nunca sale sin una birome y un bloc en el bolsillo. "Los llevo -justifica- porque nunca sabés cuando se te pueden ocurrir buenas ideas, y es la mejor forma de anotarlas."
Su hermana Florencia (24), que es actriz, cantante y asistente de dirección de teatro, coincide: "Aunque uso la PC, me gusta mucho escribir con birome en mis cuadernos una canción, un monólogo, la adaptación de una obra. Tu caligrafía es única y eso tiene algo mágico".
"Es cierto que hoy se escribe menos a mano, pero sigue habiendo cosas que no podés escribir en computadora, como una carta personal o una notita de amor que dejás con un imán en la heladera. Mis hijas son jóvenes, pero también opinan de esa manera y siempre andan con bolígrafos encima", agrega Elena.
¿Qué biromes usan los herederos? La opinión de Mariana Biro es casi unánime: “Yo uso la BIC común de punta mediana. Te pueden dar un bolígrafo de 15 mil dólares, pero al final la que mejor escribe es esa", que se vende a $ 10. Sólo Florencia disiente: dice elegir la Paper Mate retráctil azul, por ser "más cómoda".
Para alegría de los Biro, pese al avance de la escritura digital, su gran invento familiar aún está muy lejos de perder su lugar en la vida cotidiana. Según estimaciones de BIC, la mayor marca del país, sólo en Argentina se venden 160 millones de bolígrafos al año. Unas 4 biromes anuales por habitante.
Quién fue Ladislao Biro, el vecino de Colegiales que cambió la forma de escribir del mundo
El inventor de la birome vivió 45 años en Argentina, pero es húngaro. Nació en ese país en 1899 y ahí patentó su gran idea, en 1938. Era periodista, estaba cansado de que su lapicera fuente fallara y, mirando cómo se imprimía su revista, se le ocurrió que el mismo principio podía usarse para crear un método barato y masivo de escritura. ¿Cómo? Haciendo que una bolita ubicada al final de un tubo esparciera una tinta especial sobre el papel, con ayuda de la gravedad. Poco después le ofrecieron empezar a producir su idea en Argentina. Y en 1940, con su amigo Juan Meyne, lanzó la "Birome", marca que integra ambos apellidos.
Además de este, Biro tuvo otros inventos notables. Creó por ejemplo el cambio automático para autos (idea comprada por General Motors) y uno de los primeros lavarropas automáticos. Patentó, en 1936, el principio del sistema electromagnético que permitió construir, medio siglo después, los trenes bala de Japón. Además descubrió un sistema para aumentar la resistencia de las barras de cemento y creó una cerradura inviolable. Hacia el final de su cerrera trabajó con la Comisión Nacional de Energía Atómica en la separación de gases para agua pesada, y falleció en 1985.
Además de sus inventos, según su familia, su hobby era el arte. Por eso parte de su legado también son pinturas y esculturas.
BBC
Ladislao Biró, el sorprendente inventor de la máquina de lavar ropa y los bolígrafos que Google homenajeó con un "doodle"
Redacción
BBC Mundo
29 septiembre 2016
Bolígrafo, boli, pluma, lapicera, birome...
Todos lo conocemos: sirve para escribir, tiene en su interior un tubo de tinta especial y, en la punta, una bolita metálica que gira.
Lo que no todos sabíamos es que lo inventaronen 1938 y su origen está muy vinculado a Argentina.
Su inventor fue Ladislao Biró, un hombre de origen húngaro que se radicó en Argentina. Allí celebran este jueves su natalicio y a la celebración se sumó Google con su "doodle"
Biró nació en 1899 y durante sus 86 años de vida creó desde una máquina de lavar la ropa hasta una caja automática de cambios de los autos.
Este último invento fue vendido a la automotriz General Motors, que lo compró para evitar que lo fabricara la competencia, según cuenta su hija Mariana Biró en la página web de la Fundación Biro de Argentina.
En total, a Biró se le atribuyen 32 inventos.
¿Cómo surgió el bolígrafo (o la "birome")? Ladislao Biró.Derechos de autor de la imagenFUNDACIÓN BIRO Image caption Ladislao Biró se radicó en la Argentina donde hizo sus principales creaciones. Entre sus tantas pasiones, Biró también fue periodista.
Mientras escribía sus columnas para una revista húngara, utilizaba una lapicera de tinta que manchaba y no escribía cuando él quería.
El bolígrafo que detecta errores ortográficos Entonces desde la necesidad nació su invento.
Biró se inspiró en el rodillo que se utilizaba para en la impresión de los diarios y las revistas que tiraba tinta sin manchar.
Y adaptó ese método al tamaño de una mano.
Por qué es mejor que sigamos escribiendo a mano Entonces colocó una esfera pequeña en la punta de un tubo y en él puso tinta para que fluyera con la fuerza de la gravedad y cayera sobre el papel.
Este sistema, de 1938, es el mismo que se sigue utilizando en la actualidad para los bolígrafos.
¿Cómo llegó Biró (y la lapicera) a Argentina?
El inventor tuvo un encuentro casual con el presidente de Argentina en ese momento, Agustín P. Justo, quien le ofreció fabricar el bolígrafo en el país latinoamericano.
Allí, Biró se asoció con Juan J. Meyne y crearon la empresa "Birome", nombre que luego se asoció a la lapicera.
"Biró fabricó personalmente la lapicera porque deseaba que fuera lo suficientemente barata como para estar en manos de todos", describe su hija.
Diseño del bolígrafoDerechos de autor de la imagenFUNDACIÓN BIRO Image caption Dibujo del diseño del bolígrafo Luego vendió los derechos para que la "birome" se produjera en Estados Unidos y Europa, y continuó inventando cosas.
Más creaciones En 1936, Biró creó el sistema electromagnético que décadas después fue utilizado en el tren bala japonés.
Más tarde, en 1944, inventó un proceso continuo para la producción de resinas fenólicas, como la bakelita, un material resistente al calor y al agua que se utilizó para fabricar aparatos telefónicos, entre otros.
También ideó una cerradura inviolable y un termógrafo clínico, un aparato que registra los cambios de temperatura.
Ladislao Biró (izquierda) y Juan Meyne (derecha)Derechos de autor de la imagenFUNDACIÓN BIRO Image caption Ladislao Biró (izquierda) y Juan Meyne (derecha) crearon la firma Birome. Hasta su muerte, en 1985, trabajó en la Comisión de Energía Atómica de Argentina en la separación de gases para agua pesada.
Las sorprendentes consecuencias de dejar de escribir a mano "Cuando le pregunté por qué gastaba tanto dinero patentando sus inventos si no pensaba hacerlos ni venderlos, referente al tren bala, él simplemente me contestó que el mundo en aquel entonces no estaba listo para eso", contó Mariana Biró en el sitio web.
"Biró era un hombre moderno", añadió.
La Nación
29 de Septiembre de 2017
Un prócer sin sable ni caballo
Hoy la Argentina celebra el Día del Inventor, por tratarse de la fecha del nacimiento de uno de los próceres más singulares de nuestro país: el célebre Ladislao José Biro (1899-1985), creador no sólo del bolígrafo (la popular "birome" que nos evoca a diario su nombre), sino también de otros inventos de primer orden, como la caja de cambios automática, el lavarropas automático, la boquilla antitóxica, el candado inviolable y un sistema para el fraccionamiento de gases.
Hubiese bastado con aquel invento -considerado "el más descollante avance de la humanidad en materia de escritura desde la imprenta de tipos móviles de Gutenberg"- para ubicarse entre los grandes inventores de todos los tiempos. Sin embargo, por ejemplo, todavía circula entre algunos viejos técnicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica la leyenda de que Biro les habría provisto de conceptos claves para dominar la tecnología del enriquecimiento de uranio que la Argentina alcanzó en Pilcaniyeu en 1983, acaso el más descollante logro tecnológico de nuestra historia.
Más allá estas alabanzas, Biro no ha recibido todavía en la Argentina -su país de adopción- ni en Hungría -su país natal- el reconocimiento que sus aportes merecen. Estamos en deuda con este prócer de última generación, es decir, de los que ya no requieren montar ni guerrear para trascender.
En Hungría, de la que escapó por la persecución nazi en 1940 junto a su esposa, Elsa, y su pequeña hija Mariana, poco se recuerda de él, más allá de su invento más popular y de que nació en Budapest. Con frecuencia, se olvidan sus otras creaciones y el hecho de que también era argentino. Por eso han sido tan celebrados aquí la reciente visita de su hija Mariana con su descendencia (durante la que se colocó una placa y se inauguró una exhibición en su memoria, y se difundió su recuerdo en los medios), así como la creación de un premio con su nombre para distinguir a quienes hayan hecho aportes sustanciales a la relación bilateral, ambas iniciativas de la embajada argentina en Budapest.
Por su parte, en la Argentina, la memoria de Biro es más intensa, pero aún ofrece amplias perspectivas que requieren mayores esfuerzos. La creación de un Museo o Centro de Inventos Argentinos que albergue su obra y la implementación en todas las escuelas del país de un programa llamado Inventar constituyen proyectos relevantes lanzados por su hija Mariana, fundadora y directora de la prestigiosa Escuela del Sol. Otra iniciativa podría ser la concesión anual por parte del Estado argentino de un galardón con su nombre, bien dotado económicamente, que distinga cada año a quienes concreten un aporte innovador trascendente a nivel mundial, una suerte de Premio Nobel argentino. La Argentina y Buenos Aires no deberían privarse de difundir a escala planetaria que cuentan entre los suyos con un emblema indiscutible de la cultura internacional moderna.
Pero existe incluso mucho más para evocar y ponderar acerca del sentido profundo de la figura de este gran argentino. Biro es un símbolo de cómo se construyó el país: con gente proveniente de todas partes del mundo, dispuesta a volcar sus esfuerzos y capacidades para hacer una nueva nación. Cumplió esta tarea con creces, encarnando un modelo de argentino creativo y exitoso. También constituye un puente en las relaciones con una de las culturas más personales y pujantes de Europa, como es la húngara; en particular, de las múltiples afinidades entre su ciudad natal, Budapest, y su ciudad adoptiva, Buenos Aires, próximas a celebrar sus familiaridades con la firma de un acuerdo de cooperación. Biro ofrece en este contexto un ejemplo verídico de lo que argentinos y húngaros tenemos en común y podemos hacer juntos.
Sin embargo, aun más importante es que no sólo fue un genio, sino también un modelo a seguir, especialmente para los jóvenes, pues su vida es la prueba de lo que un hombre es capaz de alcanzar con su ingenio y su esfuerzo, incluso atravesando las peores plagas imaginables, como fueron las conflagraciones mundiales y las persecuciones demenciales del siglo XX.
Biro logró salvarse a sí mismo y a su familia, fundar un nuevo hogar y colmar sus sueños. En este sentido, podría decirse que en él el hombre equiparó al genio, dejando un legado universal: el del valor único de cada ser humano, pues todo hombre lleva potencialmente dentro de sí a un Ladislao Biro.
Por: Maximiliano Gregorio-Cernadas
Jaque, revista semanal
Jueves 14 de Noviembre de 1985 Nº 100 Año III
INVENTORES
¿Birome o bolígrafo?
El jueves 24 de octubre murió en Buenos Aires José Ladislao Biró, inmigrante de origen húngaro, inventor del bolígrafo o "birome", así llamada en homenaje a su creador.
Había emigrado a Argentina en 1940, invitado por un ex presidente, el General Agustín P. Justo, quien lo había visto empleando una lapicera extraña en un hotel de Yugoeslavia donde ambos pasaban sus vacaciones.
En 1948 Biró había vendido la patente de su mecanismo a la compañía Parker de Estados Unidos. Con el tiempo éste se convertiría en el medio de escritura más usado del mundo.
Perfeccionado en Buenos Aires, en 1942 había comenzado a venderse a un costo de 40 dólares. por unidad. La fabricación en mnasa pronto lo convirtió en un utensilio barato y cómodo.
Biró contaba con fama de inventor antes de trasladarse a Argentina. En 1938 había sido nombrado Miembro Honorario de la Academia Real de Ciencias de Hungría. Se le reconocían 30 inventos operativos, incluyendo una losa a prueba de calor cuya patente fue comprada por una compañía austríaca.
En el momento de su muerte se encontraba investigando, en el garage de su residencia del barrio de Belgrano, un proceso de separación de gas para enriquecer uranio, por encargo de la Comisión de Energía Atómica de Argentina.
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