Diferencia entre revisiones de «Palabras del Dr. Rivero al pueblo de Maldonado»
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Revisión del 13:01 15 ene 2016
(Página en construcción)
Transcripción del borrador manuscrito del discurso con que el Dr. Elbio Rivero agradece el homenaje del que es protagonista
Señores miembros del Comité de Homenaje, señores representantes de las autoridades municipales y nacionales y de las instituciones de enseñanza, culturales, sociales, comerciales y deportivas.
Señoras - señores:
Cuando la generosidad y el altruismo de un Pueblo se manifiesta en forma por demás excesiva, quien inmerecidamente recibe ese homenaje debe - sin duda alguna - sentirse empequeñecido por la emoción.
Emoción que nació varios meses ha, al enterarme de este homenaje - que no pude rehusar -, que se acrecentó en el correr del tiempo y que hoy se desborda colmando todos los orgullos, todas las aspiraciones, todos los anhelos.
He pensado mil veces, sin poder explicarlo en la razón de este grandioso homenaje. En el espíritu humano predomina - por sobre todas las cosas - el deseo de hacer el bien a sus semejantes y un amplio sentido de la camaradería y de tolerancia, que todos practicamos sin violencias ni esfuerzos. Tal vez he tenido la fortuna de que me han brindado más oportunidades de ponerlo en evidencia y eso - unido a la generosidad de mi pueblo - podría explicar este emotivo acto.
Ha dicho Morrow: "La humanidad está hecha de seres que construyen y de seres que cosechan laureles. Trata, si puedes, de contarte entre los primeros. El campo de éstos está mucho menos competido". Traté siempre de seguir esta norma y ello me ha traído como consecuencia colocarme en el segundo grupo, por la benevolencia de Ustedes.
He debido luchar conmigo mismo para llegar a la posición de aceptar este inmenso honor que me hiere íntimamente al comprender que no soy merecedor de él.
Recojo esta ofrenda generosa para entregarla a la memoria de mi padre, de quien no alcancé a comprender todas sus enseñanzas, del cual sus consejos han sido guía en mi vida. Conservo, como preciosa reliquia, desde hace más de 30 años, una carta suya que se me permitirá leer.
Entonces era yo un adolescente, inexperiente, en el comienzo de mis estudios preparatorios. Tuve uno de esos reveses a que están expuestos todos los estudiantes. Amargura, desilusión, dolor moral. Y esta carta fue el reconfortante aliento para reemprender la lucha, ahora pleno de entusiasmo y decisión.
Carta de Manuel Rivero Suárez a su hijo Elbio
Montevideo, Diciembre 4 de 1919
Querido Elbio:
Creo que te fue mal en tu primer examen, y aunque se repita el plato, no debes por ello afectarte en lo más mínimo. En los exámenes pesa mucho la suerte y si ésta te fue adversa debes seguir adelante sin mirar para atrás, luchando siempre de frente, con paso firme, con fé en el alma y sobre todo con la tranquilidad y satisfacción del deber cumplido.
No es de hombres viriles y mucho menos de los que llevan sangre de luchadores y ambiciosos de formarse en el camino de la ciencia, desfallecer y acobardarse por los naturales reveses que se enfrentan en esa lucha.
La contrariedad, el consiguiente malestar y sentimiento que debe llegar al alma, es cuando veas que no puedes dar cumplida satisfacción a los deseos naturales de tus queridos padres. Por esa parte debes estar tranquilo. Sabemos que estudias mucho, que cumples con tus deberes de hijo y de hombre ambicioso por adquirir conocimientos para hacerte digno de esta querida y desventurada Patria, y esto debe bastarte, para tranquilidad de tu conciencia.
Nosotros solo lo sentimos por vos que nos ves coronados tus esfuerzos, pero por otra parte fuere cual fuere el resultado final, de las pruebas y de tus exámenes, siempre nos dejas contentos porque tenemos plena seguridad de que has cumplido con tu deber. ¿Qué más puedes ambicionar?
Te abraza con todo cariño, tu padre que muchísimo te quiere,
Manuel Rivero
Acepto también este grandioso homenaje para ofrendarlo a mis hijas. Para que cuando lleguen a comprender su verdadero significado, extraigan de ello enseñanzas para la vida y sepan que de la bondad y la generosidad de su Pueblo, que es el mío.
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