Cáceres, Esther de
Esther de Cáceres
Escritora uruguaya, casi olvidada y menospreciada en la actualidad, por su orientación literaria poética y más en la sociedad presente materialista y descreída de valores intelectuales y morales, si se la presenta como católica militante.
Nacida en Montevideo el 4 de setiembre de 1903, de una madre soltera, en una familia de clase media, con el nombre de María Esther Correch. Era hija natural del Dr. Garibaldi Devincenzi, destacado médico-cirujano, uno de los fundadores del Servicio de Emergencia del Hospital Maciel y nieta de Elías Devincenzi, destacada figura política de Maldonado de las últimas décadas del S.XIX. Estudió en el Liceo Femenino, “La Femenina”, dirigido por la Dra. Clotilde Luisi, siendo su secretaria y profesora de literatura María Eugenia Vaz Ferreira.
Su tío médico el Dr. Luis Correch (el hospital de Pando lleva su nombre), la apoyó para que prosiguiera sus estudios en la Universidad en la Facultad de Medicina, pero paralelamente mantuvo una importante actividad literaria, que la llevó a contactos con el poeta peruano Juan Parra del Riego (casado con Blanca Luz Brun, poeta pandeazuquense) y con Eduardo Dieste, rochense, escritor y diplomático, fundador de la Asociación Teseo. En esa asociación se integró en un grupo de artistas y escritores de la talla de Justino Zabala Muniz (escritor, historiador y político, fundador de la Comedia Nacional), Fernando Pereda (poeta) esposo de Isabel Gilbert (fotógrafa, crítica de danza), Giselda Zani (escritora, poeta, periodista), Emilio Oribe (ensayista, poeta y filósofo) y Adolfo Pastor (dibujante y grabador).
En este periodo de su vida, en el fin de la “Gran Guerra” y en el establecimiento de la Unión Soviética, militó en los pensamientos ideológicos de las izquierdas, estando afiliada al Partido Socialista. Durante su carrera trabó amistad con un compañero de estudios Gonzalo Cáceres y a través de él conoció a su hermano mayor Alfredo, con el cual contraería matrimonio en 1927. Se recibiría de médica en 1929, sería la única mujer graduada de su generación. Su esposo lo haría en 1932, con su hermano seguirían la orientación psiquiátrica. Tal vez impulsados por el suicidio de su padre, hundido por la crisis económica del agro por la Guerra Civil de 1904.
Inició su actividad médica como Inspectora del Asilo Dámaso Larrañaga y luego en la Intendencia Municipal de Montevideo, en la oficina de exámenes médicos para el carnet de conducir. Paralelamente publicó libros de poesías y se desempeñó como profesora de literatura en Enseñanza Secundaria, como ayudante de cátedra de Osvaldo Crispo Acosta (su seudónimo de escritor era Lauxar). Posteriormente asumió la Cátedra de Estética y Composición Literaria de la Facultad de Humanidades y Ciencias, siempre evidenciando facetas muy diferentes en su vida.
Con su esposo iniciaron una “tertulia artística” en su apartamento de la torre del Edificio Rex, en la esquina de 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, frente a la actual Plaza del “Entrevero” y con la amplia perspectiva de la entonces Diagonal Agraciada. A ella eran concurrentes sus amistades, lo más representativo y graneado de la “inteligencia uruguaya”: Francisco (Paco) Espínola (escritor), Carmelo de Arzadum (pintor), Carlos Vaz Ferreira (filósofo y fundador y rector de la Facultad de Humanidades y Ciencias), Joaquín Torres García (fundador de una corriente estética artística) y sus hijos Augusto y Horacio, Bernabé Michelena (escultor), Jules Superville (poeta), José Pedro Bellán (escritor, narrador, dramaturgo), Enrique Casaravilla Lemos (poeta), Felisberto Hernández (escritor), Susana Soca (poeta y financiadora de publicaciones literarias, con amplios contactos internacionales , entre ellos Boris Pasternak, del que fue depositaria del manuscrito original de” Dr. Zhivago”), Real de Azúa (filósofo y ensayista), Reina Reyes (pedagoga, una de las parejas de F. Hernández), Amalia Nieto (pintora, grabadora y escultora, otra de las parejas de Hernández), Rafael Dieste (escritor, vinculado a la Editorial Atlántida de Constancio Vigil (Rochense de dilatada e intensa actividad editorial en Buenos Aires) y al Museo Nacional de Artes Plásticas, hermano español de Eduardo, tíos de Eladio), Osvaldo Crispo Acosta (abogado, escritor, docente), Pablo Purriel (médico, Profesor de Semiología), Vicente Basso Maglio (poeta y periodista, fundador de la Radio “El Espectador”) Carla Witte (alemana, pintora). Grupo variopinto, de las más variadas tendencias políticas, pero constituían el reflejo nacional de la cultura europea y particularmente francesa. Tenían numerosos contactos personales y epistolares con personalidades intelectuales de España, Argentina, Chile, como Borges, Victoria y Silvina Ocampo, Natalio Botana (periodista uruguayo fundador del diario porteño “Crítica”), Gabriela Mistral.
Otro de los lugares de reunión era el Restaurante “El Águila”, junto al Solís, donde la “peña” de escritores y artistas se reunía en torno a sus mesas, donde Esther con generosidad decía: “no elijas por precio”.
Fue amiga y orientadora médica de Juana de Ibarborou, pero ella no se integraba a su “tertulia”, por su pertinaz aislamiento.
Los Cáceres, fueron protectores de numerosos artistas plásticos y escritores: patrocinaron la instalación en el medio de Joaquín Torres García, muy resistido inicialmente. Le cedieron apartamentos de su propiedad para residir a Felisberto Hernández, de vida bohemia y con inestables parejas y a Raúl Cabrera (Cabrerita), pintor, paciente de Alfredo en el Hospital Vilardebó. En este hospital había organizado exposiciones de expresiones artísticas de los internados, comentadas por Torres García.
De la trascendencia espiritual y de la proyección e influencia intelectual de este grupo humano en la vida cultural del Uruguay y del Plata, da la intención de la Unión Soviética de infiltrarlo. Una militante comunista española, África de las Heras, alias María Luisa de las Heras, nacionalizada soviética, espía de la KGB con el nombre en clave de “Patria” y rango de coronel, con importantes antecedentes de actividades, entre ellas colaboró en la organización del asesinato de Trotsky en Méjico. Se le ordena relacionarse con Felisberto Hernández, con el que se casa en 1948 (se presentaba como costurera), lo que le permite acceder a estas esferas de opinión de incidencia destacada. En 1950 se divorcian, pero sus contactos con estas esferas intelectuales y estéticas, no se interrumpieron, ya que persistieron a través de un nuevo matrimonio, esta vez con Juan Bertoni, italiano, alias Valentino Marchetti , con el nombre en clave de “Marko”, Jefe del Espionaje para el Cono Sur, con en el que se instala en la Ciudad Vieja en 1956, con un negocio de antigüedades, manteniendo su clientela valorada, incluso con regalos de objetos artísticos. En 1967 muere Bertoni aparentemente eliminado por ella, al mostrarse crítico con la conducción del momento de la KGB, retornando ulteriormente Las Heras a la URSS, donde fallece.
Al finalizar la Segunda Guerra, los Cáceres viajan a París donde se relacionan con el filósofo católico francés, Jacques Maritain, quien los vincula a su corriente de pensamiento humanista cristiano. Esther se matricula entre 1945 y 1948 en cursos de literatura en La Sorbona. De este contacto con Maritain, los esposos experimentan una ferviente conversión católica. Integraron el Centro Maritain en el Uruguay y adoptaron fundamentalmente en la etapa Post Conciliar de la Iglesia, posturas críticas hacia el Movimiento Latinoamericano de la Teología de la Liberación y aún el abandono del latín en la liturgia. Obtuvo Esther una audiencia semiprivada con Pablo VI, en la que le planteó su inquietud sobre la Iglesia Latinoamericana Post Conciliar, de la que volvió respaldada en su inquietud, al contestarle el Papa que se preocupaba por esa situación de efervescencia.
En múltiples ocasiones de su vida, Esther evidenciaba su militancia con sus amistades; visitando el Museo del Prado, en Madrid, con el Prof. Pablo Purriel (socialista), recorriendo las galerías de pintura, frente a una representación de María con el Niño, Purriel comenta que los ojos del infante no son los de un niño, ya “que parecen conocerlo todo”, a lo que ella le responde: “por supuesto que Él todo lo sabe y todo conoce”. En otra ocasión en una conversación se mencionó a una colega, que en forma más o menos pública, se dedicaba a interrumpir embarazos recibiendo beneficios económicos, dijo: “está a los pies de Herodes”. Fue una mujer que por otra parte, publicó una extensa producción de poemas, muchos de características místicas, en una corriente literaria que también siguió Gabriela Mistral, dicto múltiples conferencias sobre literatura y artes plásticas. Su presencia en concursos del Ministerio de Instrucción Pública, en los que fue premiada con Premio Nacional en tres ocasiones, se alternaba con su integración a la Academia Nacional de Letras, de la que fue secretaria, siendo la primera mujer en ocupar dicho cargo, paralelamente concurría a las reuniones en el viejo edificio del Concejo de Enseñanza Primaria, en la esquina de Soriano y Río Negro, con Humberto Zarrilli y Ovidio Fernández Ríos, con discípulos de las clases de literatura, a exponer y corregir trabajos poéticos.
Dada su pertenencia a la Academia Nacional de Letras y a la asociación de esta a las otras academias de la lengua española de los países hispano parlantes, asistió a la Comisión Permanente de Academias de la Lengua en Madrid, presentando muchas voces del Diccionario Uruguayo Documentado de la Academia Nacional, al Diccionario de la Real Academia Española, como acampada, anticolegialista, antiimperialismo, arisquear, camisón, cuervo, o a mate amargo, quiniela, rodeo, tape o yaro, se le agregó la asignación al área geográfica del Uruguay.
El Dr. Alfredo Cáceres, psiquiatra adherente a la escuela de psicoanálisis de Jasper, jefe de un servicio en el Hospital Vilardebó, redactor de numerosas publicaciones y artículos de su especialidad (algunos relacionados con el arte). Tenía una importante consulta privada y era el consultante de mi padre en asuntos psiquiátricos. Me encontré a lo largo de mi carrera con numerosos pacientes comunes que guardaban de él entrañables recuerdos. Existían además amigos comunes, por lo que las figuras de los Cáceres no me pasaban inadvertidas. Él más alto, grueso, con poblada barba que cubría manchas de vitíligo faciales, ella baja y maciza.
Eran asiduos visitantes de Maldonado, en invierno los fines de semana, concurrían al Hotel Solís del Golf, actualmente abandonado, junto a la vía de comunicación de la Ruta 9 con la Interbalnearia. Allí coincidían con miembros de su grupo, como Felisberto Hernandez y Reina Reyes, Sara Morialdo (arquitecta), Carmelo de Arzadum, que residía en el vecino Balneario de Las Flores. Con excursiones a pie a almorzar al Parador Los Cardos. En verano alternaban por temporadas, en el Hotel Chajá de Solís, o en el Hotel Playa y más frecuentemente en el Hotel Nogaró en Punta del Este. Siempre en lugares próximos a las estaciones del ferrocarril, ya que se desplazaban por este medio de transporte. En esos períodos eran asiduos concurrentes a la misa dominical de la Parroquia de San Fernando, en Maldonado, siempre comulgaban y la recuerdo a Esther con particular recogimiento.
A poco de enviudar, falleció en Galicia el 3 de febrero de 1971, de visita en la casa de su amigo Rafael Dieste, a los 67 años. Esta mujer médica, única de su generación, académica, poeta autora de una profusa obra, ensayista, prologuista de publicaciones de Gabriela Mistral, Francisco Espínola, Torres García, Parra del Riego, María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini, con numerosos vínculos literarios internacionales, con los que mantuvo una profusa correspondencia epistolar, conferencista, docente destacada, que mereció reconocimientos oficiales, como ser nombrada Agregada Cultural de la Embajada Uruguaya en Washington y organizó una exposición de obras de Torres García en el Museo Guggenheim de Nueva York, lo que constituyó el lanzamiento internacional de su obra artística, es prácticamente olvidada actualmente.
Es de destacar que militaba con su esposo en la Unión Cívica, es decir que el apoyo estatal que recibió carecía de favoritismo partidario.
Fue protagonista de una etapa de la historia nacional y de la cultura de inspiración humanista, de armonía política y social y de mecenazgos particulares y oficiales desinteresados, que desgraciadamente no perduró y no se ha reconstruido, ¿por ausencia de actores, o por falta de voluntad de éstos?
Testimonios:
Ing. Lucio Cáceres Beherens
Ramón Rodríguez Castro
Dr. Mario Scasso Burghi
marioascasso@gmail.com
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