Estanislao Tassano - Versos de Umberto Pereira
Poema del profesor Umberto Pereira dedicado a Estanislao Tassano y su diligencia
(Del Libro “Poemas de Punta del Este I”)
Estanislao Tassano; la Diligencia
Con la azotera del látigo, abrías tajos al silencio, por donde arriar diligencias tiradas por los boleros.
los arreos, los caballos; los bichos luciendo fuertes y una pintura el rodado.
el código de los diestros; en las leyes del andar, nada te negó el secreto.
ni la hondonada ni el cerro; ni el barro ni los arroyos ni las piedras ni el repecho.
ni el sol ni el resumidero; ni los montes ni los fríos desnudos de los inviernos.
ni el rigor de los pamperos; ni lagunas desbordantes de deslumbrados espejos.
que levantan con el viento, esos fríos que se cuelan hasta el fondo de los huesos.
la dio la escuela del tiempo; la sorpresa del camino y el capricho del terreno.
para enfrentar un matrero; a la víbora o al puma, los atascos y los vuelcos.
el reconocer los vientos y diagnosticar los males y aplicarles el remedio.
es un poeta y es un médico; psicólogo en soledades, maestro de gozos y miedos.
y en dos puntas del terreno, con el que hace los encargos y el que recibe el recuerdo.
y azules del firmamento; y con nubes, diligencias blancas que andan por el cielo.
en la fe del pasajero, abría las alas del viaje con la ilusión de los vuelos.
con la belleza del sueño; con la confianza en un hombre sano por fuera y por dentro.
se acercaban los matreros para comer, sin violencia, junto con los pasajeros.
y que se había desgraciado”; a los que siempre obsequiabas con yerba, caña y tabaco.
peaje de los viejos tiempos; convivencia con la sierra; atajo contra los riesgos.
sobre ruedas a otros pueblos; amor, amistad, litigio, desgracias y nacimientos.
plata que resuelve duelos; esperanzas que prolongan la suavidad de los sueños.
con el corazón abierto; cartas que dan por perdido lo que no tiene remedio.
un mundo extraño y complejo, que los cascos de caballos desplazan con bamboleos.
que vuela a ras del terreno, por riendas, látigo y tiro; por la espuma de los belfos.
hasta llegar al destino, un mundo que marcha al paso, trote o galope tendido.
remachada contra el suelo; crines que el viento alborota y que acarician el cielo.
forma parte de los ritos; o reponer animales para seguir el camino.
que no niegan los hocicos, en un beso interminable a la corriente del río.
devanan los pasajeros, para distraer a las leguas y enredarlas en los cuentos.
las hazañas, los enfermos; las “gracias” de los gurises, la memoria de los muertos.
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Los amigos bien probados, los lejanos parentescos, los negocios, las esperas, las angustias, los recuerdos.
las miradas y los rezos, las manos que se saludan y las voces de consuelo.
de espacio, camino y tiempo, donde nada existe y todo entra en galerías de sueños.
vistiendo sus propios cuerpos, seguirán estos vaivenes caminándoles por dentro.
que bajo tu amparo fueron, mientras eras responsable de dejarlos en buen puerto.
son otros mientras va andando; cambian del agua de estanque a la ingravidez del pájaro.
al mayoral avezado y le descargan secretos, por sentirse más livianos.
algo te fueron dejando: o la nube de una pena o la luz de lo esperado.
o el consejo ponderado; la claridad de un saber o la hermosura de un canto.
que se reclama a un baqueano, experto en viajar cerquita del alma de otros cristianos.
en la maleta guardaron; para guiar mejor los tiros o elegir mejor los vados.
don Estanislao, el bueno; sencillo, de buen talante, servicial y jaranero.
consciente de tu trabajo; por buen jefe de familia apreciado en Maldonado.
la posta es un breve sueño, que nuevos caballos tiran para consumir el tiempo.
para volver a los pagos; por la arena, por el abra, por la playa o por el campo.
con las nubes en el cielo; con el canto de los pájaros, con la luna y el lucero.
las ruedas y el golpeteo, de los cascos dibujando arcos en u sobre el suelo.
distancia y esfuerzo; a regular los andares: rápido, mediano y lerdo.
o responder con silencios; a estar entre los que van o amar a los de allá lejos.
la tierra y el cielo y los perfumes silvestres: otros tantos pasajeros.
silbar o recitar versos; a largar la carcajada para festejar un cuento.
de la vera del camino; felices de ver pasar al mayoral y al amigo.
ruidos, mugido y trinos; las estridencias del tero, la caligrafía del río.
sobre lo amargo, lo bello; y después de tanto andar, sobre lo malo, lo bueno.
tienen lechuzas y cuervos; y también, como la vida, amaneceres y teros.
trabajador, digno y bueno; un hombre; tan solo un hombre; nada más y nada menos.
nos envuelve en el recuerdo; porque arriba antes que tú y se prolonga en el tiempo.
siempre habrá adiós y regreso, con una vida ejemplar como la tuya, en el medio. |
Umberto Pereira