Ferragut, Bartolomé
Extracto de artículo publicado en el periódico "Troika", del archivo del Sr. José Seijo.
Antiguo habitante de la península, Capitán del Yacht Club.
Nacido en 1895, don Bartolomé retiene el honor de ser el poblador más antiguo de la península en su tiempo, y su intacta memoria ayuda a bosquejar la silueta en pañales de un balneario que, con el paso del tiempo, se convertiría en el número uno de América.
Hijo de un marino y de una telegrafista, don Bartolomé no podía ser otra cosa que semaforista, el especializado intérprete que desde tierra se comunicaba con los barcos a través de las banderas.
Su abuelo por línea materna, instala el primer Correo, el primer Telégrafo y el único Semáforo que tuvo Punta del Este, y su abuela materna, que - aunque sin título - poseía los conocimientos suficientes como para alfabetizar a los lugareños, (recuerda el nieto). Una madre de postura vanguardista que fue telegrafista en las postrimerías del Siglo XIX - principios del XX. Un padre que "trabajaba en los barcos de Lussich y se movilizaba a caballo hasta Punta del Este cada vez que tenía un día franco". De esa ascendencia nace don Bartolomé Ferragut que, como no podía ser menos, termina cumpliendo preponderante labor en la Oficina Meteorológica y Semafórica de Punta del Este y ejerce durante mucho tiempo funciones de Capitán en el Yacht Club.
Bartolomé Ferragut, como suele suceder a la gente de edad avanzada, conserva nítidos recuerdos de su niñez y comenta: "A veces me cuesta creer que esto haya sido un desierto. Y lo era. Había pocas casas alrededor del Faro: una comisaría, una casilla en el Puerto, las oficinas de mi abuelo, las oficinas de Western donde se hacían las pruebas y los ranchos de los pescadores.
En esos años Punta el Este era un caserío de pescadores. "Estaban los Cajiga, los Doldán y el rancho de doña Norberta de Abeijón que se había venido de San Carlos y se había afincado cerca del Faro.
Mis compañeros de juego fueron los hijos de los pescadores. Se podía dormir con las puertas abiertas, y como había buena pesca - difícil de transportar - vivíamos comiendo escabeche de pescado."
En esa etapa no existía Gorlero. Con la llegada de los primeros turistas la península empieza a cambiar su fisonomía. Los viajeros entusiasman a Pedro Risso para que construya un hotel. Es así como el fundador de la hotelería puntaesteña hará su primer obra con restos de un barco. Lo pintoresco de las instalaciones no le quitará brillo al establecimiento que en poco tiempo adquirirá un cotizado renombre gastronómico. "El pescado era lo único que no se importaba. Se comía a la altura de los mejores hoteles europeos y la bebida que se servía era champagne, recuerda María Antonia Risso, sobrina de don Pedro y esposa de don Bartolomé Ferragut.
Cuando Pedro Risso construye su hotel en el mismo sitio donde ahora se levanta el Palace, los turistas empiezan a pasar los veranos en Punta del Este. La situación cambia en unos pocos años. A los viajeros de un día provenientes de Minas, les continúan los turistas argentinos, ingleses y unos pocos montevideanos.
El primer chalet que se construye en la península es el de Vicente Ortega, argentino. En relativamente poco tiempo lo siguen otros muchos. Pero no bien llega el otoño el lugar queda de vuelta en manos de los pescadores y de los loberos.