Entrevista al Padre Domingo a sus 87 años
Transcripción de material publicado en la revista de Maldonado "Punta del Este", del 29 de Agosto de 1986
Los comentarios pasan de boca en boca con general respeto, hasta por parte de los más recalcitrantes incrédulos. Hablan de hechos extraordinarios, de verdaderos milagros para muchos y se atribuyen a un hombrecito enjuto que, con su hábito de fraile capuchino, solía recorrer hasta hace no mucho en bicicleta la ciudad y los barrios de Maldonado.
Para los fernandinos su estampa es ya una parte entrañable del paisaje ciudadano, particularmente de los barrios más pobres y de los asentamientos marginales. Es que él ya es un poco de Maldonado: aquí ha trabajado durante 25 años, fue el Cura Párroco de la Catedral de Maldonado por dos períodos, y en esta segunda estada ya lleva 11 años entre nosotros. Es también Capellán que bendijo nuestras máquinas.
La revista fue a conversar con Fray Domingo de Tacuarembó, su nombre religioso, y también evocó con Humberto Osetti, su verdadero nombre civil, una vida que arranca a orillas del Río Negro, en la colonia Bella Vista de aquellos venecianos que colonizaron parte del territorio de Tacuarembó.
El milagro encontrado fue el mismo Padre Domingo, joven de alma con sus 87 años de edad, y en sus Bodas de Diamante como Sacerdote. Tan inquieto, pujante y lleno de ilusiones como si la vida recién comenzara, con las manos tan llenas de proyecto como si nada hubiera hecho todavía, capaz de hablar del ejido de quintita como solución de fondo al problema socio económico de la gente modesta de Maldonado, como del habla incomparable de los niños de este solar (adonde "veníamos a aprender a hablar castellano").
Dice el Padre Domingo:
Me mandaron inmediatamente a Montevideo, donde estuve seis meses, y luego me designaron para Rosario de Santa Fé. Al año, cuando se produjo un cambio de todos los superiores, volví a Montevideo y me designaron para la Parroquia de Nuevo Paris. Allí estuve como catequista, como Director de Centro San Fernando, en fin, allí actué en todas las actividades de la Parroquia como Teniente Cura. Después de cuatro años fui nombrado Director de los estudiantes de filosofía y teología y me trasladaron al Convento de San Antonio de Padua, en las calles Canelones y Minas. Era Director cuando me nombraron Párroco de Maldonado, el 10 de Enero de 1941.
Los capuchinos se hicieron cargo de la Parroquia de Maldonado a la muerte del Padre Podestá. Cuando él se enfermó, había pedido a los capuchinos que lo ayudaran y luego hizo gestiones con la firma de los vecinos para que la Parroquia fuera entregada a los padres capuchinos, alrededor de 1905. Al poco tiempo murió el Padre Podestá y desde entonces quedamos nosotros acá. El primer Párroco Capuchino fue el Padre Damián, luego vino el Padre Nicolás y otros hasta que llegué yo en 1941.
¿Y ha estado desde entonces ininterrumpidamente?
Desde 1941 a 1955, fui Párroco de Maldonado por primera vez, catorce años, luego me designaron Director de nuestro Colegio en Concordia, Entre Ríos, República Argentina. Allí estuve seis años y luego me trasladaron a Montevideo, a la Parroquia de Nuevo Paris donde permanecí siete años. Dividimos la Parroquia en dos partes: la primitiva sede y la otra una capillita de San Antoñito, pequeñita, que a lo largo de los siete años se transformó en una iglesia, casi a pulso se puede decir, porque atendía a la gente y al mismo tiempo trabajaba de albañil, con la ayuda de uno de los vecinos y de los demás cuando tenían tiempo. Pero de lo contrario trabajaba solo la mayor parte del tiempo.
¿De Nuevo Paris se vino de vuelta como Párroco de Maldonado, entonces? Vamos por el año...
Me nombraron Párroco de Maldonado en 1975
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