Diferencia entre revisiones de «Homenaje al Padre Domingo»

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'''El fraile escultor''' (Capítulo del Suplemento Especial de Laferranderie).
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Historia de una estatua que no quería salir.
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''En la mañana del mismo día de 1945 en que Maldonado habilitó su colegio católico, en el Abra de Perdomo centenares de feligreses se congregaron para inaugurar oficialmente una gigantesca imagen de San Francisco. El autor de la escultura no había sido otro que el propio Padre Domingo, iniciado en las artes de Miguel Ángel con el solo objeto de abaratar el presupuesto parroquial. Pero si la historia tuvo un final feliz, el proceso de emplazamiento de la estatua tuvo sus pormenores.
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Quienes hayan tenido el placer de recorrer las serranías que adornan el paisaje del Abra de Perdomo conocerán, sin duda, una austera imagen de San Francisco que contempla la región desde la falda de un cerro. Lo que pocos saben, sin embargo, es que la efigie salió de las manos del padre Domingo y que fue construida en un recito de la catedral, donde  estuvo a punto de quedarse para siempre.
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La colocación de la imagen en ese lugar obedeció a un pedido de la entonces Primera Dama de la República, la Señora de Alfredo Baldomir. "Le pidió que pusiera una imagen de San Francisco y él le prometió que lo iba a hacer, pero después la señora no le dio un peso para construirla. La recordó toda la vida porque no le dio un peso", evoca el padre José Luis Cereijo, actual titular de la parroquia de San Antonio en Montevideo, quien oyó la historia de boca del propio protagonista. El caso es que, en su momento, fray Domingo no pudo negarse al deseo de la primera dama y acometió la construcción de la estatua sin poseer ninguna experiencia previa. Y como era de esperarse, la empresa revistió ciertos pormenores que perduran risueñamente en la memoria de sus ex compañeros de sacerdocio.
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Poco después de acometer la construcción del San Francisco, recuerda el padre José Luis, fray Domingo "había llamado a un escultor para hacer el San Fernando que corona el tímpano de la fachada de la iglesia". Pero el artista le solicitó la contratación de un peón para trabajar el cemento con que se construiría la imagen y este salario fuera de programa elevó el presupuesto considerablemente. "El artista venía, le daba instrucciones al obrero y se iba al boliche a tomar algo. Y Domingo dijo: "para esto yo no quiero un artista, no necesito contratar a nadie".
  
  

Revisión del 10:42 16 nov 2015

Fotografía del Padre Domingo sobre el barco que lo trajo de Italia en 1926.


Suplemento Especial del periodista e historiador Gustavo Laferranderie, publicado por Correo de Punta del Este en 1999



Apenas un tributo (Nota editorial del Suplemento Especial de Laferranderie).

Nació hace un siglo en Tacuarembó pero siempre quiso que sus restos descansaran en Maldonado. Dos veces fue cura párroco y nunca dejó de recibir el afecto de sus feligreses y amigos. El Padre Domingo nunca necesitó de formalidades ni de aplausos para ser reconocido en esta ciudad que lo tuvo por hijo adoptivo y dilecto. Por eso las páginas de este suplemento constituyen apenas un tributo y un reconocimiento al ejemplo vivo de su persona; en suma, un ejercicio de gratitud - colectiva - para el que colaboraron con entusiasmo numerosas personas que lo conocieron de cerca. Es de esperar que, allá donde esté, la humildad del padre sepa personar el incompleto repaso biográfico que se le dedica y el cálido recuerdo de quienes brindaron su testimonio para conformarlo. El lector, por su parte, puede colaborar imaginando que sus inagotables 94 años de vida empiezan en la página 2 y concluyen en la contratapa. De todas maneras, y según es bien sabido, todo lo que se diga del Padre Domingo siempre será poco.


El joven Domingo a los 18 años.
Incansable, el Padre Domingo también encabezaba todas las procesiones.
En otro mano a mano con la adversidad, el Padre Domingo logró llevar a su San Francisco hasta la falda del cerro.
El Padre Carlos concelebrando misa junto a Fray Domingo y al Padre Celestino Spinetti el 15 de Agosto de 1986, en Maldonado. Ese día, el Padre Domingo festejaba sus 60 años de sacerdocio.


El fraile escultor (Capítulo del Suplemento Especial de Laferranderie).

Historia de una estatua que no quería salir.


En la mañana del mismo día de 1945 en que Maldonado habilitó su colegio católico, en el Abra de Perdomo centenares de feligreses se congregaron para inaugurar oficialmente una gigantesca imagen de San Francisco. El autor de la escultura no había sido otro que el propio Padre Domingo, iniciado en las artes de Miguel Ángel con el solo objeto de abaratar el presupuesto parroquial. Pero si la historia tuvo un final feliz, el proceso de emplazamiento de la estatua tuvo sus pormenores.


Quienes hayan tenido el placer de recorrer las serranías que adornan el paisaje del Abra de Perdomo conocerán, sin duda, una austera imagen de San Francisco que contempla la región desde la falda de un cerro. Lo que pocos saben, sin embargo, es que la efigie salió de las manos del padre Domingo y que fue construida en un recito de la catedral, donde estuvo a punto de quedarse para siempre.

La colocación de la imagen en ese lugar obedeció a un pedido de la entonces Primera Dama de la República, la Señora de Alfredo Baldomir. "Le pidió que pusiera una imagen de San Francisco y él le prometió que lo iba a hacer, pero después la señora no le dio un peso para construirla. La recordó toda la vida porque no le dio un peso", evoca el padre José Luis Cereijo, actual titular de la parroquia de San Antonio en Montevideo, quien oyó la historia de boca del propio protagonista. El caso es que, en su momento, fray Domingo no pudo negarse al deseo de la primera dama y acometió la construcción de la estatua sin poseer ninguna experiencia previa. Y como era de esperarse, la empresa revistió ciertos pormenores que perduran risueñamente en la memoria de sus ex compañeros de sacerdocio.

Poco después de acometer la construcción del San Francisco, recuerda el padre José Luis, fray Domingo "había llamado a un escultor para hacer el San Fernando que corona el tímpano de la fachada de la iglesia". Pero el artista le solicitó la contratación de un peón para trabajar el cemento con que se construiría la imagen y este salario fuera de programa elevó el presupuesto considerablemente. "El artista venía, le daba instrucciones al obrero y se iba al boliche a tomar algo. Y Domingo dijo: "para esto yo no quiero un artista, no necesito contratar a nadie".


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