Diferencia entre revisiones de «Poesías criollas - "Tierra Virgen" de Antonio Marzano Salaverry - 1946»

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Evocar a Marzano Salaverry, aquel bondadoso y fuerte espíritu que vibraba en la envoltura carnal de su corpachón como aleteando impotente dentro de la jaula que anhelaba romper, es retrotraer el recuerdo a las épocas azules de nuestra existencia, tocadas del oro puro y noble de nuestros afanes.  
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Evocar a Marzano Salaverry, aquel bondadoso y fuerte espíritu que vibraba en la envoltura carnal de su corpachón como aleteando impotente dentro de la jaula que anhelaba romper, es retrotraer el recuerdo a las épocas azules de nuestra existencia, tocadas del oro puro y noble de nuestros afanes. Hace veinte o veinticinco años la fisonomía física de Maldonado, en lo que a pátina de tiempo se refiere, ofrecía el encanto añejo de sus casas y tapiales signados por el filo de los años, mostrando el polvo y la piedra de otra época - aún la española auténtica - y haciendo del núcleo social, de la comunidad ambiente, una numerosa y patriarcal familia que, en el marco municipal de sus calles y casas, se transparentaba el sello espiritual de sus costumbres coloniales, resistiendo al empuje de las olas del progreso, que llegaban.
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Y ahí, en ese medio ambiente, con algo de ciudad y con mucho de pueblo provinciano, como es la característica de casi todas las capitales departamentales del país, Marzano Salaverry, el poeta de San Fernando de Maldonado, por derecho de conquista en el alma de sus habitantes y coterráneos, fue dando el tesoro de su cerebro y la belleza fresca de su alma, con una prodigalidad que ese Maldonado de sus sueños - indiferente de puro apático, ingrato de puro negligente - aún no ha sabido agradecerle ni siquiera en el formulismo común de los homenajes.
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Marzano Salaverry fue múltiple en su acción espiritual. No solamente en su estro poético, de subidos quilates, nos dio la floración magnífica de una ob ra notable, sino que su pluma batalladora de gran periodista, se ponía continuamente al ritmo de los acontecimientos regionales, prestando a la colectividad ese servicio invalorable que jamás se reconoce de orientar enseñando, de opinar con altura y eficiencia, abriendo los ojos de la muchedumbre, generalmente obnubilada de brumas e interpretando el anhelo público, que requiere del guía en la palestra de la prensa.
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Marzano Salaverry, alma generosa y por eso profundamente humana, se estremecía con los dolores del pueblo y su vocación temperamental, congénita, de espíritu nacido para expresar públicamente el anhelo de los demás, supremo galardón conferido por la naturaleza a sus elegidos y que constituye el sacerdocio laico del periodismo cuando se realiza con amor y desinterés, se manifestaba en su producción, tenía en Marzano Salaverry, un generador de verdades, un intérprete cabal y sincero de las más nobles demandas.
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La sociedad - que en la época mezquina y chata que vivimos, en éste ciclo de descenso espiritual que aún estamos soportando - no se detiene un instante a valorar otra cosa que no sean valores monetarios o materiales, hizo víctima al noble y bueno al sufrido Marzano Salaverry de esa su indiferencia malsana, de ese su egoísmo silenciosamente agresivo. Por suerte para Marzano y para todos aquellos espíritus como él, la Naturaleza, al darles su grandeza, la excepcionalidad de su espíritu, les abroquela, también para esos sinsabores, que es la tónica del artista para el mundo arrebañado en el egoísmo más inexorable.
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Nosotros recordamos con emoción, aquellas valientes campañas periodísticas de su periódico "Fiat Lux", grito de independencia y rebeldía juvenil, lanzados como un bofetón de justicia, al rostro grosero de los seres taimados que, por defender intereses de círculos oficialistas o personales, falseaban las verdaderas normas de conducta y los caminos claros que reclamaba la masa del pueblo.
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Evocamos, también, sus artículos impregnados de ideas de bien y de mejoramiento colectivo, de verdadera lucha sin cuartel contra todas las fuerzas del mal, divulgadas desde las columnas valientes de su periódico "Crónica", sin olvidar por cierto, aquel período de acción que realizáramos junto con él, en aquella otra publicación fernandina "La Prensa", arrestos juveniles que estaban inspirados de nuestros más nobles deseos para la colectividad maldonadense y dirigidos a propiciar el progreso del departamento en una forma de imparcialidad, quizás sin precedentes en el periodismo departamental apolítico.
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Pero si valiente, intensa y benéfica - porque siempre de las grandes cruzadas queda algo - fue su acción de periodista armado de las mejores armas, en el plano azul de las musas fue un dilecto hermano de ellas.
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Poeta cabal, mostrando la fresca belleza de sus versos con la naturalidad con que las plantas ofrecen sus flores, Marzano Salaverry que respondía a los clásicos valores que abrevan en la linfa del manantial inagotable de la belleza pura, sin los retorcimientos cerebralistas de los neo sensibles que hacen la caricatura de la naturaleza y de la vida, sin la importancia seria de los altos designios poéticos, fue un espíritu evolucionado, tocado por la sutil esencia imponderable que se recibe, como un óleo de espiritualidad quintaesenciada y casi divina, para armarle caballero de las letras y de la auténtica Belleza.
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Fue dadivoso y gentil, como los trovadores del medioevo, que trashumaban dejando la prodigalidad de sus versos sin más compensación que la propia de agradar y adherir, a la monotonía y dolor de la existencia, el dulce bálsamo del verso que bañaba las almas de los seres como una ablución tónica y sedante para resistir los embates del mundo... Marzano dio lo mejor de su fuerza anímica, lo más excelso de su espíritu, lo más valioso de su cerebro, en una eclosión natural, propia de los altos espíritus, que nacieron para prodigarse sin la contaminación de los materialismos asfixiantes del siglo...
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su verso, cuando lo encendía la rebelión santa, frente a la injusticia de los hombres, era el restallar del látigo quemando la carne pecadora y rubricando en las conciencias un acto de bien y de reparación justiciera. cuando se estremecía su sensibilidad ante la pureza y nobleza del motivo, era suave y manso, tenue y ligero - como roce de ala o de pétalos - cantando el romance o el madrigal con amor y belleza insuperables... Y fue en la poesía del género nativista, en el acervo de nuestra idiosincrasia criolla, en las costumbres gauchas de nuestro país, que Marzano Salaverry hizo vibrar más que nada su lira de poeta, mejor dicho, su criolla guitarra de poeta de la tierra oriental.
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Fecundo en la producción de sus composiciones de este género, no significaban desmerecimientos para la calidad. Surgían las estrofas con una fuerza de chorro de agua viva de manantial, con una naturalidad de cosa sencilla y profunda, como son todas las manifestaciones vitales y superiores que crea y rige la Naturaleza, las fuerzas cósmicas o la predestinación inescrutable y soberana de la Vida.
  
  

Revisión del 11:59 13 nov 2015


Ejemplar de Tierra Vrgen en el archivo de Raúl Montañés.
En el archivo de Raúl Montañés se encuentra este ejemplar de Tierra Virgen, impreso en 1946 en Montevideo, sin tapa.
Raúl Montañés escribe en la pag 4: "En remotísimos tiempos idos, Berna recitaba los versos de este poeta".
Tapa de una edición de Tierra Virgen, de Antonio Marzano Salaverry.


Nota que precede al prólogo en el libro de Poesías Criollas "Tierra Virgen", de Antonio Marzano Salaverry:


Maldonado, Octubre de 1946

EL POETA Y NOSOTROS


Antonio Marzano Salaverry se prodigó sin tasa en una siembra original. Así también se dio en el vértigo de andanzas despreocupadas. Fue poeta dadivoso cuyo estro lució facetas singulares. Y éstas, no fueron el resultado de un cuidadoso esfuerzo personal. Sus versos tienen la espontaneidad de lo que madura naturalmente. Y el mismo sabor y la misma frescura. Frutos que se lograron para el regalo momentáneo. Para ahora, y no para mañana. No pueden conservarse en envases de plomo o de papel celofán como las galletas de Holanda, los jamones de Chicago o las manzanas de California. Son macachines o brevas del árbol familiar, o higos del tunar casero. Andaban por ahí dispersos; pero no olvidados. Los recogimos amorosamente. La generosidad municipal y el calor del pueblo - que tenían que ser - nos alcanzaron lo que era necesario para lanzarlos al mundo, reunidos en volumen. Hicimos lo que la amistad tenía que cumplir. El espíritu del poeta quedará vibrando en la paz que merece, porque él esperaba aún el molinero que le diera la harina de su trigo esparcido en la "tierra Virgen". Con aquélla vendrá el pan sagrado. Sagrado porque es cosecha limpia de un alma que amó, sufrió y comprendió la Vida.

He ahí todo.

Ricardo Tell Figueredo, Ángel Wilfredo Rubio, Leonardo E. Quintana, Francisco L. Ribeiro, Juan J. Borges Soriano, Héctor Busquets de Nava.



PRÓLOGO


He aquí un nombre y una obra que la incomprensión, la ingratitud o la negligencia han pretendido olvidar, con mengua para la sociedad donde este valor de las letras actuó por largos años. En la historia de Maldonado, durante un lapso de veinte años, que abarca desde el 18 hasta 1938, hay presente y activo, un espíritu en punta, de rico, puro y hondo caudal poético, a las veces recio y pujante en la altivez de sus justas rebeldías, otras sereno y tierno, sencillo y sentimental, en la ofrenda lírica de su canto doloroso y profundo...


Es Marzano Salaverry, aquel muchacho soñador y bueno de nuestro Maldonado familiar, breve como un placer depurado, cuando el ambiente para nosotros estaba impregnado de los estudios y recuerdos escolares y liceales, cuando nos embalsamábamos el alma con el fresco perfume de los romances, henchíamos el pecho juvenil en la aspiración feliz de nuestras gestas mozas, sentíamos al mundo, domeñado e inerme, dentro de nuestro puño apretado!...


Evocar a Marzano Salaverry, aquel bondadoso y fuerte espíritu que vibraba en la envoltura carnal de su corpachón como aleteando impotente dentro de la jaula que anhelaba romper, es retrotraer el recuerdo a las épocas azules de nuestra existencia, tocadas del oro puro y noble de nuestros afanes. Hace veinte o veinticinco años la fisonomía física de Maldonado, en lo que a pátina de tiempo se refiere, ofrecía el encanto añejo de sus casas y tapiales signados por el filo de los años, mostrando el polvo y la piedra de otra época - aún la española auténtica - y haciendo del núcleo social, de la comunidad ambiente, una numerosa y patriarcal familia que, en el marco municipal de sus calles y casas, se transparentaba el sello espiritual de sus costumbres coloniales, resistiendo al empuje de las olas del progreso, que llegaban.

Y ahí, en ese medio ambiente, con algo de ciudad y con mucho de pueblo provinciano, como es la característica de casi todas las capitales departamentales del país, Marzano Salaverry, el poeta de San Fernando de Maldonado, por derecho de conquista en el alma de sus habitantes y coterráneos, fue dando el tesoro de su cerebro y la belleza fresca de su alma, con una prodigalidad que ese Maldonado de sus sueños - indiferente de puro apático, ingrato de puro negligente - aún no ha sabido agradecerle ni siquiera en el formulismo común de los homenajes.

Marzano Salaverry fue múltiple en su acción espiritual. No solamente en su estro poético, de subidos quilates, nos dio la floración magnífica de una ob ra notable, sino que su pluma batalladora de gran periodista, se ponía continuamente al ritmo de los acontecimientos regionales, prestando a la colectividad ese servicio invalorable que jamás se reconoce de orientar enseñando, de opinar con altura y eficiencia, abriendo los ojos de la muchedumbre, generalmente obnubilada de brumas e interpretando el anhelo público, que requiere del guía en la palestra de la prensa.

Marzano Salaverry, alma generosa y por eso profundamente humana, se estremecía con los dolores del pueblo y su vocación temperamental, congénita, de espíritu nacido para expresar públicamente el anhelo de los demás, supremo galardón conferido por la naturaleza a sus elegidos y que constituye el sacerdocio laico del periodismo cuando se realiza con amor y desinterés, se manifestaba en su producción, tenía en Marzano Salaverry, un generador de verdades, un intérprete cabal y sincero de las más nobles demandas.

La sociedad - que en la época mezquina y chata que vivimos, en éste ciclo de descenso espiritual que aún estamos soportando - no se detiene un instante a valorar otra cosa que no sean valores monetarios o materiales, hizo víctima al noble y bueno al sufrido Marzano Salaverry de esa su indiferencia malsana, de ese su egoísmo silenciosamente agresivo. Por suerte para Marzano y para todos aquellos espíritus como él, la Naturaleza, al darles su grandeza, la excepcionalidad de su espíritu, les abroquela, también para esos sinsabores, que es la tónica del artista para el mundo arrebañado en el egoísmo más inexorable.

Nosotros recordamos con emoción, aquellas valientes campañas periodísticas de su periódico "Fiat Lux", grito de independencia y rebeldía juvenil, lanzados como un bofetón de justicia, al rostro grosero de los seres taimados que, por defender intereses de círculos oficialistas o personales, falseaban las verdaderas normas de conducta y los caminos claros que reclamaba la masa del pueblo.

Evocamos, también, sus artículos impregnados de ideas de bien y de mejoramiento colectivo, de verdadera lucha sin cuartel contra todas las fuerzas del mal, divulgadas desde las columnas valientes de su periódico "Crónica", sin olvidar por cierto, aquel período de acción que realizáramos junto con él, en aquella otra publicación fernandina "La Prensa", arrestos juveniles que estaban inspirados de nuestros más nobles deseos para la colectividad maldonadense y dirigidos a propiciar el progreso del departamento en una forma de imparcialidad, quizás sin precedentes en el periodismo departamental apolítico.

Pero si valiente, intensa y benéfica - porque siempre de las grandes cruzadas queda algo - fue su acción de periodista armado de las mejores armas, en el plano azul de las musas fue un dilecto hermano de ellas.

Poeta cabal, mostrando la fresca belleza de sus versos con la naturalidad con que las plantas ofrecen sus flores, Marzano Salaverry que respondía a los clásicos valores que abrevan en la linfa del manantial inagotable de la belleza pura, sin los retorcimientos cerebralistas de los neo sensibles que hacen la caricatura de la naturaleza y de la vida, sin la importancia seria de los altos designios poéticos, fue un espíritu evolucionado, tocado por la sutil esencia imponderable que se recibe, como un óleo de espiritualidad quintaesenciada y casi divina, para armarle caballero de las letras y de la auténtica Belleza.

Fue dadivoso y gentil, como los trovadores del medioevo, que trashumaban dejando la prodigalidad de sus versos sin más compensación que la propia de agradar y adherir, a la monotonía y dolor de la existencia, el dulce bálsamo del verso que bañaba las almas de los seres como una ablución tónica y sedante para resistir los embates del mundo... Marzano dio lo mejor de su fuerza anímica, lo más excelso de su espíritu, lo más valioso de su cerebro, en una eclosión natural, propia de los altos espíritus, que nacieron para prodigarse sin la contaminación de los materialismos asfixiantes del siglo...

su verso, cuando lo encendía la rebelión santa, frente a la injusticia de los hombres, era el restallar del látigo quemando la carne pecadora y rubricando en las conciencias un acto de bien y de reparación justiciera. cuando se estremecía su sensibilidad ante la pureza y nobleza del motivo, era suave y manso, tenue y ligero - como roce de ala o de pétalos - cantando el romance o el madrigal con amor y belleza insuperables... Y fue en la poesía del género nativista, en el acervo de nuestra idiosincrasia criolla, en las costumbres gauchas de nuestro país, que Marzano Salaverry hizo vibrar más que nada su lira de poeta, mejor dicho, su criolla guitarra de poeta de la tierra oriental.

Fecundo en la producción de sus composiciones de este género, no significaban desmerecimientos para la calidad. Surgían las estrofas con una fuerza de chorro de agua viva de manantial, con una naturalidad de cosa sencilla y profunda, como son todas las manifestaciones vitales y superiores que crea y rige la Naturaleza, las fuerzas cósmicas o la predestinación inescrutable y soberana de la Vida.






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