"Punta Ballena: paisaje, identidad y emociones", por Joaquín Garlo Alonsopérez.

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1 - Plano de la Bahía de Maldonado levantado por Sebastián Canel en 1769. (3)
2 - Detalle de la Carta Esférica del Río de la Plata del año 1798. (4)
3 - Detalle del Plano del Puerto de Maldonado corregido en 1800 por Ibáñez de Bojons y Heredia. (8)


Joaquín Garlo Alonsopérez es Investigador de la historia local y Edil de la Junta Departamental de Maldonado.



I.- Consideraciones preliminares

Punta Ballena resulta sin lugar a dudas uno de los lugares más icónicos de Maldonado y del Uruguay. Sus características únicas la ubican dentro de esa categoría y la han llevado a ser parte indeleble de nuestra identidad.

El conflicto territorial y ambiental originado a raíz del proyecto que pretende construir 29 edificios en el lomo de Punta Ballena ha desatado una serie de reacciones y manifestaciones en la comunidad. A partir de las mismas es que me propuse analizar la incidencia de este lugar en la construcción de nuestra identidad local, sus variadas representaciones a través de múltiples expresiones artísticas y cómo ha sido un espacio propicio para la generación de las emociones más profundas por parte de quienes alguna vez lo han visitado.

Vale aclarar a quien nos lee que este proceso de búsqueda, investigación y análisis es inacabado, resulta una primera aproximación de un proyecto de más largo aliento que pretende profundizar sobre los aspectos señalados.

II.- Algunos aspectos históricos

Si bien desde el comienzo del proceso fundacional de la ciudad de Maldonado este paraje se encuentra ligado a su historia y a su identidad, pocas han sido las investigaciones relacionadas a la Punta de la Ballena propiamente. Podemos pensar que esto se debe a que las intervenciones antrópicas más importantes datan de la segunda mitad del siglo XX, lo que no hizo atractivo el desarrollo de trabajos específicos sobre ciertos aspectos.

Ese vínculo remoto que conecta la Punta de la Ballena con la identidad y la historia local se encuentra evidenciado en el relato de Benito Brioso, uno de los primeros pobladores llegados a estas tierras a instancias del Gobernador de Montevideo Joaquín José de Viana, quien refiriéndose a la instalación del primer asentamiento de 1755 expresó: “Se formó el pueblo como a una legua de distancia de donde está en el día, en el paraje que se halla hoy la caballada del Rey del Diario cerca de Portezuelo que llaman de la Ballena, en donde hicieron sus ranchos y una Capilla provisional, todo de paja”. (1)

Este testimonio, recabado por el entonces Ministro de la Real Hacienda de Maldonado Rafael Pérez del Puerto en el año 1799, 44 años después del inicio del proceso fundacional, demuestra que los pobladores de la época colonial ya identificaban a la formación rocosa con el nombre de La Ballena; siendo la imagen del cetáceo rocoso fácilmente identificable desde toda la costa de la bahía.

La navegación durante los siglos XVII y XVIII requería, a efectos de poder ubicar tanto rutas como puertos, identificar referencias geográficas en la costa que pudieran ser trazadas en los mapas y relacionadas en las cartas de navegación. Es así que cuando fueron levantados los mapas de la Bahía de Maldonado, la punta rocosa ubicada al oeste de la misma pudo haber traído a la memoria de algún marino la silueta de ese cetáceo tan característico de nuestras costas. Quizá a raíz de tal evocación los navegantes del siglo XVIII comenzaron a identificarla en los mapas y cartas de navegación con la denominación de “Punta de la Ballena”.

Los registros cartográficos y diarios de navegación dan cuenta de las remotas referencias a este lugar con tal nombre. El “Plano de la Ensenada de Maldonado en el Río de la Plata”, levantado y sondeado en el año 1769 por el Teniente de Fragata Sebastían Canel, es el registro cartográfico más antiguo que hemos encontrado en el cual figura la denominación “Punta de la Ballena” . (2)

De la misma forma resulta identificada en la “Carta Esférica del Río de la Plata desde su desembocadura hasta Buenos-Ayres”, levantada por orden del Rey Carlos IV en 1789, y que fuera rectificada en 1794 con los aportes de varios oficiales de la Real Armada, y presentada al monarca en 1798 por mano de Juan de Langara, Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina.

El ingeniero militar Agustín Ibáñez de Bojons, al describir la costa de Maldonado en el año 1800, expresó: “Toda la ensenada comprehendida entre las puntas de la Ballena á la del Yngles o Negra, excepto la distancia que hay de la misma Ballena á la Barra de Pan de Azucar, es costa redoblada fondo acantilado, arena gruesa, y por lo interior multitud de medanos que hacen impracticable el paso por la margen del agua…” (5) En el “Plano del Puerto de Maldonado”, levantado por orden del Virrey Pedro Melo de Portugal en el año 1796, corregido en 1800 por Ibáñez de Bojons y el piloto de la Real Armada Juan de Heredia, figura identificada la Punta de la Ballena con la inscripción “Esta loma es muy dominante y bentajosa para impedir el desembarco que proporciona la porción de playa X,Z”.

Esta anotación advierte sobre la utilidad de la Punta de la Ballena para proteger una parte débil de la costa de la bahía (el espacio de playa comprendido entre Punta Ballena y Punta de Arrecife, la actual Piedras del Chileno), propicia para el desembarco ante una eventual invasión enemiga. La única referencia a la eventual fortificación de la Punta de la Ballena se encuentra en el informe elaborado por el piloto Antonio Fernández Camina quien, a solicitud del Gobernador del Río de la Plata Diego Rodríguez Valdés de la Banda, desarrolló en marzo del año 1600 una expedición de reconocimiento de la ensenada a bordo de la carabela “Sanvento”. Dicho informe, que es acompañado por el primer plano conocido de la costa de Maldonado, expresa: “La Isla es acomodada para poder hacerse fuerte en ella. Para más seguridad en las dos puntas de la ensenada [en clara referencia a las puntas este (Punta del E (ste) y oeste (Punta de la Ballena) de la bahía] se pueden hacer dos fuertes. Hay mucha piedra para poder hacer todo lo que se quisiere; madera hay en cantidad, pero es más para quemar que para edificios”. (6)

Más de un siglo después, en 1733, el ingeniero militar Domingo Petrarca remite una carta al Ministro de la Marina Real española José Patiño Rosales, refiriéndose a la fortificación de Maldonado, en la que sostiene que “se fortificará la Isla y la punta de tierra de la parte del Leste que es tierra firma para defender la entrada de la dicha ensenada pero para establecer una población e inmediato a la ensenada es muy dificultoso por causa que el terreno es muy arenizo y pantanoso desde tres o cuatro leguas en contorno de la ensenada con que solo la Isla y la punta de tierra firme se fortificará que sirva como de presidio”. (7)

Nótese que para ese entonces ya no se consideró siquiera la posibilidad de fortificar la punta oeste de la bahía. Se puede suponer que se desestimó tal posibilidad teniendo en cuenta la gran distancia que separa la actual Isla Gorriti y la “loma muy dominante y ventajosa” (7 kilómetros y medio), que no sería cubierta con el alcance de fuego del armamento de la época. Lo cierto es que los hechos demostraron que la protección natural de la punta rocosa no era lo suficientemente ventajosa para impedir el arribo del enemigo. Fue así que a fines de octubre de 1806 las milicias inglesas llegaron a nuestra bahía e invadieron la ciudad de Maldonado, desembarcando en las proximidades del arco de playa que es relacionado por Ibáñez de Bojons en el plano, a la altura de la llamada Cañada del Molino, en el actual barrio de Pinares.

Por su parte, Riudavets explicaba el por qué del nombre Punta de la Ballena: “Dásele sin duda este nombre, por su semejanza al cetáceo conocido con igual denominación. Es de piedra escarpada y negruzca, y rodeada de peñascos, si bien limpia, pues á un tiro de piedra se sonda 11-7 (7 br.) de agua. Procede en declive de los cerros de su nombre, que vienen á ser la continuación de la Cuchilla grande ó general, que termina en el mar con un espigón bastante agudo” (9) (en el año 1872 Posadillo recoge la misma descripción). (10) Ya en el siglo XX Miranda explicaba: “Punta Ballena limita por el W. la bahía de Maldonado y viene a ser la prolongación de la sierra de la Ballena”, 1924. (11)

Hemos hallado tres planos del Río de la Plata, en los cuales se encuentra identificada la Punta de la Ballena, que presentan también dibujos de las vistas de diferentes accidentes geográficos de la costa, con información sobre los mismos, ubicándolos en función de la perspectiva que tenían los navegantes desde el mar, y que servían de referencia. Estas tres cartografías cuentan con representaciones gráficas de la punta rocosa de La Ballena: el Plano del Río de la Plata “levantado el año de 1769 de orden del Exmo. Sr. Dn. Francisco de Paula Bucarely” (12); el Plano del Río de la Plata de Andrés de la Cuesta, fechado en la Real Escuela de Navegación del Departamento de Ferrol en 1777 (13); y el Plano del Río de la Plata con “Derota desde la entrada del Río hasta M.tevideo” (s/d). (14)

4 – Detalle del Plano del Río de la Plata de Andrés de la Cuesta.
5 – Fotografía de Punta Ballena desde el aire. (20)
6 – Abdón Ramos posando con su más estimada caña de pesca en la entrada a las grutas.
7 - El fogón a la entrada de la gruta y parte del mobiliario de Ramos.
8 – “En una de las muchas grutas bebe a manos llenas el agua dulce una bella bañista”.

Durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX, los diferentes mapas, planos y cartas de navegación continúan identificando la punta como “de la Ballena” (o “Whale Point”, en el caso de los registros anglosajones). No resulta claramente identificable el momento en que se extiende la denominación de “Punta Ballena”, que es la que hasta nuestros días es utilizada tanto a nivel popular como jurídico-administrativo.

El antropólogo Daniel Vidart, analizando la Memoria de Diego García de Moguer, el marino español que recorrió el Río de la Plata en 1527, afirma que “el arrecife de una legua de extensión que se hinca mar adentro no es otro que La Ballena, punta así denominada por estar en los campos de la viuda de Lavallén, a quien los vecinos denominaban Lavallena, No se trata, pues, de una semejanza zoológica sino de un apellido deformado”. (15)

La afirmación de Vidart no se encuentra acompañada por ninguna referencia documental o bibliográfica que dé cuenta de esta teoría sobre el origen del nombre, la cual resulta fácilmente refutable considerando que, como vimos, las menciones a la Punta de la Ballena comienzan a figurar hacia la década del ‘60 del siglo XVIII. Por otra parte, la salida fiscal de esa tierra se produce pocos años después de la fundación misma de Maldonado, ya que se encontraba comprendida dentro de la estancia que le fuera otorgada por Joaquín de Viana a Isidoro García, uno de los pobladores de 1755, que abarcaba el Rincón del Diario. (16)

La Punta de la Ballena estuvo también fuertemente ligada al desarrollo de la actividad económica de la comarca fernandina durante los siglos XVIII y XIX. El 4 de mayo de 1792 fue instalada una sucursal de la Real Compañía Marítima, “eligiendo para establecimiento de sus galpones y locales de faena y almacenaje, el paraje ya de antiguo conocido con el nombre de Punta Ballena” (17), ” , ubicándose así “próxima al puerto para la importación de los productos de la Compañía; y al cual S. M. se dignó considerarlo puerto menor, con los demás privilegios”. (18) Este hecho significó un punto de inflexión fundamental en el desarrollo económico y social de la comarca de San Fernando de Maldonado y la región.

Los viajeros que llegaron hasta nuestras tierras también registraron sus experiencias en Punta Ballena. Tal es el caso de Alcide D´Orbigny en noviembre de 1826: “Una de esas excursiones me llevó a la Punta de la Ballena, por la orilla del mar. Examiné los animales marinos y la composición geológica de las rocas emergentes. Llegado a la cúspide de esta punta granítica que el mar socava sin cesar, rompiendo con violencia, quise bajar al borde del agua. Una piedra en que había afirmado el pie, desprendió del suelo y rodé con ella hasta el borde de las rocas, de más de veinte pies de altura. Quedé casi sin conocimiento; una fuerte contusión en la rótula me impedía caminar; sin embargo me arrastro lo mejor posible hasta Maldonado, donde pude reanudar dos días después mis caminatas habituales”. (19) Carlos Seijo, el destacado historiador local, refiere a la visita de un turista que en el año 1885 llegó hasta la Punta Ballena mientras recorría las costas de Maldonado: “Observando en los alrededores de la gruta y a gran altura crecían numerosos cactus de variadas formas, ya imitando a un largo pepino, ya una pequeña calabaza. Hubiese querido llevar consigo algún ejemplar, pero la empinada ladera donde estaban, los hacían inabordables”. (21)

De este breve análisis se puede concluir que el nombre de la punta que abraza -junto a la Punta del Este- la bahía de Maldonado, fue asignado por su forma similar al cetáceo característico de la zona. Es decir, tiene su origen en el paisaje mismo: esa parte del territorio que puede ser observada desde un determinado lugar. (22)

Si bien resulta incierto el momento histórico en el cual se visualizó a la ballena y se comenzó a llamar a esta formación rocosa con dicho nombre, podemos suponer, considerando los registros documentales reseñados, que tal denominación fue adjudicada con posterioridad a la instalación del primer asentamiento colonial en la zona hacia el año 1755. Corresponde al ámbito de la especulación reflexionar si fueron los primeros pobladores quienes vincularon ese paisaje con el animal, y esto fue recogido por los navegantes; o bien fueron los navegantes que desde el mar lo vieron y luego los pobladores lo incorporaron.

Lo que sí queda claro es que, siendo el paisaje la razón de ser del nombre del lugar, su alteración con la construcción de más edificaciones implicaría que ese motivo fundamental desaparezca para siempre, y nos quedaríamos con el mero recuerdo de la razón por la que alguna vez la punta rocosa oeste de la Bahía de Maldonado fue llamada Punta de la Ballena.


III.- La historia del “hombre de la gruta”

Capítulo aparte merece la historia de Abdón Ramos, “el hombre de la gruta”. Nacido en Treinta y Tres en el año 1905, llegó a Maldonado el 3 abril de 1937 y se instaló en la Gruta Grande de Punta Ballena. Allí vivió durante más de 30 años, sustentándose gracias a la pesca, que vendía en Maldonado y Portezuelo, y alguna que otra changa.

En 1945 fue entrevistado por R. O. Chorot, a quien le contó que para la pesca Punta Ballena no sólo ofrecía el deleite por el aspecto panorámico, sino también brindaba al pescador “más protección, infinitamente más, que en todas las otras puntas de la costa”. Imagínese el lector el vivir todo el año dentro de la gruta, afrontando todos los climas posibles. Al respecto decía Ramos: “Lo que hace falta es un poco de voluntad, sobre todo en invierno”. (23)

En 1968 fue entrevistado por Pedro Furtado Hernández, entrevista publicada en la revista local “La Ballena de Papel”. “Soy partidario del progreso, pero sin destrozar a nadie; eso sí”, dijo Ramos. Toda una definición de su forma de vivir. “Frecuentaban la gruta altos personajes. Mire, Guido Castillo, Páez Vilaró, Roberto Ares Pons, un profesor de matemáticas, Forteza… Colocábamos en medio de la gruta una manta y nos poníamos a deliberar. No voy a decirle que estábamos con una botella de whisky, porque todo el mundo sabe que yo no tomo whisky, teníamos una damajuana de vino. ¿Usted sabe lo lindo que era aquello?, ¿todos esos personajes deliberando seriamente?”, (24) añoraba el morocho ya canoso de aquel tiempo que había sido mejor. Porque llegó el año 1967, y el Gobierno Departamental encabezado por el colorado Gilberto Acosta Arteta, junto a un poderoso grupo de financistas privados, decidió instalar en el lugar una boite: a fuerza de barreno y máquinas pesadas el hogar de Abdón se convertiría en un aristocrático centro de reunión donde se bailarían los ritmos de moda.

Ramos fue desalojado de su casa y, según él mismo, sufrió mucho esa etapa: “Aquí vino la prefectura de puerto y sacó todo: mesa, silla, colchón, todo. Ni me avisaron nada. Ahora tengo que empezar de nuevo. Ud. debe de estar enterado que para los desalojos hay una ley constitucional que lo protege a uno. A mi no me avisaron nada y mis cosas las agarraron y se las llevaron a la prefectura. A ver, ¿para qué sacaron las cosas…? (…) La compañía me puso como un escudo de propaganda: nosotros tenemos un hombre que vivió en las grutas 30 años. Ellos decían que me dieron, o que me iban a dar una casa, pero no me dieron nada. No, no me quebraron la moral porque a mí no me la quiebra nadie, pero lo que es yo, yo sufrí mucho”. (25) Terminado el verano, cuando se apagan los parlantes y el turismo mermaba, Ramos volvía a su gruta.

Contaba Carlos Páez Vilaró que, cuando llegó a Punta Ballena y se decidió a construir en el lugar, fue a hablar con Abdón Ramos: “Le dije: vengo a pedirle permiso para construir en La Ballena, porque usted es el dueño del paisaje. Lo encontré leyendo a Borges.” (26) Años más tarde, entrevistado por la Revista Maldoror, Páez expresaría su deseo de homenajear a Ramos: “un hombre que me vio nacer, que se pasó veinte años sólo en las grutas, leyendo a Borges, Onetti y otros, y que fue desalojado cuando convirtieron las grutas en club. Estoy haciendo todo lo posible para que ese hombre que está enfermo, después de vivir a campo raso con tal de ver SUS grutas, pueda obtener una como vivienda. El homenaje consistirá en el sepelio marino de un ánfora, en un lugar tal que nadie, salvo un buzo, podrá rescatarla. Es algo que le debo a Abdón, alguien que para mí es como la reencarnación de Jonás y la Ballena”. (27)

La pesca, las noches de luna junto al mar, el vino tinto y su amor por Punta Ballena. Esa fue la vida de Abdón Ramos, el hombre de la gruta, que enfrentó estoicamente los embates del “progreso” y a quien quiero homenajear con estas líneas.


IV.- Las emociones que despierta

Paisajes como el de Punta Ballena no son aquellos en los que meramente se contempla lo bello de la naturaleza. Son lugares que despiertan reflexiones y emociones profundas, que nos hacen sentir más uruguayos y que nos llevan a encontrarnos con nosotros mismos. El Dr. Isidro Más de Ayala nos hablaba de la “geografía psicológica”, en el entendido que los paisajes de nuestra tierra incluyen no sólo el paisaje telúrico “sino también el sol, los vientos y todo lo que entra por la piel y los sentidos”. (28)

Bajo el título de “Meditación marina en Punta Ballena”, el Prof. Daniel Vidart publicó en el Suplemento Dominical de El Día sus reflexiones al visitar este lugar: “Sobre el lomo granítico del cetáceo que hinca su mole en el mar contemplo la furia otoñal del océano. (…) El granito resiste. La heroica primavera del planeta opone las almenas de la Brasilia al empuje de las aguas. El perfil ribereño de nuestro país es duro, rígido, sin bahías. Puede romper con sus nudillos las roncas marejadas, oponer su escudo geológico a la saña de las olas. Pero el mar no descansa. El mar es la inquietud prehistórica del mundo. (…) Seamos universales merced a lo nacional, descubriendo, conociendo y amando lo uruguayo. El mar es de todos, es un mercenario, un condotiero que sólo sabe de puertos y no de territorios, de caras y no de corazones. En cambio, este carocito de barro y sol nos pertenece; esta patria nos sostiene y corrobora; esta tierra abonada por huesos queridos nos da la sonrisa amarilla de sus maizales, la leche de sus rebaños, la miel de sus colmenas, la docencia de sus tradiciones”.

El abogado y escritor Ernesto Villegas Suárez tuvo un estrecho vínculo con Punta Ballena, escribiendo múltiples textos sobre el lugar y la figura de Don Antonio Lussich. En 1941 publica un artículo sobre Punta Ballena y Portezuelo, en el que analiza el origen geológico de la Sierra de la Ballena, su valor litológico y la variedad de vegetación existente. Destaca la existencia de agua potable en la Punta de la Ballena: “allí existe multitud de fuentes y ojos de agua surgente, espontánea, purísima, que brota de la entraña misma de la tierra o de la roca, sirviendo para apagar la sed del caminante o del ganado vacuno o cabrío que se encuentra en esos lugares”. (29)

9 – “Los excursionistas de mantel largo en el Club Deportivo Maldonado”.

En el año 1944, un grupo de estudiantes de la Facultad de Arquitectura visitaron Maldonado de la mano del Prof. Arq. Juan Antonio Scasso (integrado, entre otros, por Guillermo Rodríguez Reborati, Oscar Vignola y Miguel Ángel Odriozola). Fueron acompañados en su recorrido por el Prof. Francisco Mazzoni, quien sintetizó el objeto del viaje como “deducir si había elementos suficientes para fijar un plan urbanístico de éxito dentro de los más severos cánones, naturalmente independizados de todo parti pris; lo que nos vendría a salvar, en lo sucesivo, de los trazados hechos por hoteleros o ruleteros ¡ay!”. (30)

La excursión llegó a la Punta de la Ballena, y Mazzoni observando a los estudiantes capitalinos reflexionó: “Comprendía que todos aquellos que aún no habían conocido Punta Ballena estaban bajo la dulce y poderosa presión de una emoción primera y decisiva. Ellos, como los que los observaba, como todos los que por allí han pasado, cuando han podido ver un hermoso día el panorama de Maldonado desde esa altura de Punta Ballena, sienten que nuestra tierra los hace más uruguayos; porque todos nos sentimos crecer en razón de la dignidad de lo que amamos; y, en ese instante, se nos revelaba una excelencia insospechada en el objeto de nuestros más hondos afectos”.

El poeta Carlos Sabat Ercasty, perteneciente a la “generación del 20”, también pasó por Punta Ballena y recogió sus impresiones en su “Calma y huracán en Punta Ballena”: “Sobre la arista más alta de Punta Ballena avancé hacía el mar. A izquierda y a derecha se abrían, como dos brazos de oro, una y otra playa, cuando ya la luz absoluta bajaba su tono hacia el topacio, y por el Oeste, el aire, se incendiaba en el crepúsculo y dejaba caer al agua sus llamas agonizantes. Era casi imposible pensar, y acaso todo era pensamiento. La belleza realizaba la sed del hombre. Me sentí por un instante el dueño ideal de todas las cosas. Descendí hasta el límite de la tierra con el agua, entre enormes rocas, cuyas heridas parecían cicatrizadas por la dulzura de la brisa y por la tenuidad de la luz. (…) Entre tanto, una ola perfecta, besada por un viento dichoso, se pliega a Punta Ballena. Agua y piedra resuenan gozosas. La ola rodea totalmente de espuma a la negra roca. ¡Luz sobre la sombra! Mi sangre se abre, y el fulgor inmenso penetra jubiloso en su enigma. Y la vida se convierte en un canto”. (31)

10 – Punta Ballena, José Cúneo, 1950.
11 - Punta Ballena, Guillermo C. Rodríguez (s/d).
12 – Rocas de Punta Ballena, Milo Beretta, (s/d).
13 - Punta Ballena, Carlos María de Santiago, 1903.

V.- La representación de Punta Ballena en las artes

La Punta Ballena ha sido, por sus características naturales, lugar de inspiración de las más amplias y diversas manifestaciones artísticas. Es como si la contemplación del paisaje despertara la necesidad en los artistas de inmortalizarlo a través de sus distintas disciplinas. Un claro ejemplo de esto es la multiplicidad de representaciones iconográficas de los paisajes de La Ballena en la pintura nacional.

Destacados pintores nacionales como Pedro Figari, José Cúneo, Guillermo C. Rodríguez, Roberto Castellanos y Carlos María de Santiago reflejaron a través de distintas técnicas y estilos las bellezas naturales de este lugar, constituyéndose sin dudas en un punto de inspiración creativa y artística.

Una mención especial amerita el trabajo de Milo Beretta en Punta Ballena. Beretta llegó a este lugar de la mano de Pedro Figari, concretamente a la casa de Dn. Antonio Lussich: “Lussich siempre decía que le perdonaba a Figari la jugada que le hizo aquel día, de presentarse a las once con cuarenta personas para almorzar allí, únicamente porque gracias a esa ocurrencia me conoció a mí”, relataba el pintor. (32) Desde aquella primera visita pasó más de un año en lo que llamaría “Paraíso Terrenal”, forjando una fuerte amistad con Lussich: “Concluí por modificarle toda la casa haciendo de arquitecto, constructor, carpintero, pintor, ingeniero paisajista, etc. A un momento dado era más árbitro allí que su propio dueño…”. Durante ese tiempo Beretta se dedicó también a expresar su arte pintando la geografía de la Punta de la Ballena.

Al decir del Prof. Daniel Delgado “Hay momentos en los que la pintura del paisaje parece perder su referencia local para convertirse en un lugar simbólico en el que el artista procura, más que describir un sitio específico, expresar sentimientos y emociones. Sin embargo, sigue existiendo un anclaje en la geografía de ese territorio conocido y compartido a partir del que también se construyen memorias e identidades”. (33) Vaya si Punta Ballena es un sitio donde todo eso sucede: un lugar en el que se evocan sentimientos y emociones profundas, y desde donde se construyen memorias e identidad colectiva.

Las letras también han tenido su inspiración en este lugar. En el ámbito local, el poeta Dolacio Sánchez escribió un “Poemario de Punta Ballena”, en el que refleja la sierra, la punta, la labor de Lussich y los montes de la zona: “Yo estoy en Punta Ballena, / que es natural atalaya, / y domino fácilmente / la magnífica comarca; / que comprende el Portezuelo, / y cuanto la vista abarca / de este pedazo de suelo / de bella tierra uruguaya”. (34)

Raúl Montañés, destacado payador oriundo de la zona, dedicó varios versos al lugar que lo vio nacer: “¡Punta Ballena ajena! Yo no tengo riqueza / pero soy propietario de toda tu belleza”. En su poema a Antonio Lussich, expresa: “Como una lengua gris que lame el Plata / En el cristal del agua se retrata / Punta Ballena, una ánfora de amor / Y en las zarandas de las tonalidades / Pasa el tiempo sumando las edades / Del hombre, del árbol y la flor”. En su “Canto a Maldonado”, composición musicalizada y difundida por el conjunto folklórico de la Jefatura de Policía en la década del ‘70: “Y a la ballena muerta sobre el azul del Plata / La coronó de flores la mano de Lussich”.

Si de música se trata, la canción “Punta Ballena” de Santiago Chalar y Santos Inzaurralde se ha convertido en una especie de himno del lugar. Describe con gran armonía de letra y música la Sierra de la Ballena, detallando las características de esa “sierra que se vuelve espuma” y que se echó en los brazos del mar (en clara referencia a la Punta de la Ballena): “rompió en las olas su encrespado viaje / y zambulló al azul su travesía”. (35)


VI.- Reflexiones finales

El paisaje de la Punta de la Ballena es lo que la caracteriza fundamentalmente, pero al mismo tiempo es mucho más que eso. Es patrimonio natural y cultural de todos los maldonadenses y de todo el pueblo uruguayo. Eso nos lleva a la conclusión de que la protección y preservación de ese paisaje se vuelve una necesidad colectiva, porque es parte de nuestra identidad local.

Punta Ballena tiene su historia propia, y cada uno de nosotros tenemos nuestras propias historias en Punta Ballena: aquella primera cita, el paseo dominical en familia, la pesca del pejerrey, el atardecer que nos estremece con su celaje, las cenizas de ese ser querido que descansa allí. Es un lugar que habitamos y construimos entre todos con nuestras vivencias, en forma colectiva.

La roca resistió y seguirá resistiendo. Al decir del Prof. Mazzoni “Punta Ballena, inmóvil, observa atenta con las pupilas negras de sus cuevas, el más leve ataque a su grandeza. Es visible que no teme, porque tiene la fuerza de los empecinados inmóviles. Bien sabe que frente al océano, ninguna potencia terrestre puede esperar perdón. Pero ella sonríe; la muerte no le llegará del mar”. (36)




Joaquín Garlo Alonsopérez

garlojoaquin@gmail.com




(1) Relato de Benito Brioso en acta levantada por el Ministro de la Real Hacienda Rafael Pérez del Puerto que se conserva en el Archivo de Indias bajo el título “Expediente obrado sobre construir de cuenta de la Real Hacienda una iglesia en Maldonado”, recuperado por Atilio Cassinelli y citado en DÍAZ DE GUERRA, María. Diccionario Biográfico de Maldonado, Montevideo, 1974, pág. 113.

(2) Si bien existen muchos mapas, planos y cartas de navegación anteriores a esa fecha en los que se relevó la ensenada de Maldonado, en ninguno de ellos se identificó la punta oeste de la misma con ninguna denominación.

(3) CANEL, Sebastián. “Plano dela ensenada de Maldonado en el Río dela Plata, nuebamente levantado y sondeado en el año 1769, y situado en la Latitud Sur de 34° 56 minutos según la observación seyzo en la Punta del Este dedicha ensenada”, Escala [ca. 1:26838], 2 millas marítimas de 60 en grados [= 13,8 cm], recuperado de https://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.do?control=BVPB20110014193.

(4) Carta esférica del Río de la Plata desde su desembocadura hasta Buenos Aires, Depósito Hidrográfico, Madrid, 1798, Escala [ca. 1: 5.555.555]. 1 grado de latitud [= 20 cm], recuperado de https://bibliotecadigital.rah.es/es/consulta/registro.do?id=29057.

(5) Ibáñez de Bojons, J. “Diario de mar y tierra desde la ciudad de Maldonado a la de Montevideo” en Boletín Histórico del Estado Mayor del Ejército, Nº 33, Montevideo, 1948, citado por LEZAMA, Antonio, et al. Investigación arqueológica del pecio de la nave capitana de Martim Affonso de Sousa (1531), 2006, pág. 76.

(6) Díaz de Guerra, María. Historia de Maldonado, Tomo I, Ediciones de Viana, 2008, págs. 141 y 142.

(7) Carta de Domingo Petrarca remitida a José Patiño fechada en Buenos Aires el 30 de octubre de 1733, citada en AZAROLA GIL, Luis. Los orígenes de Montevideo 1607 – 1749, Editorial La Facultad, Buenos Aires,1933, pags. 275 y 276.

(8) IBAÑEZ, Agustín y HEREDIA, Juan. Plano del Puerto de Maldonado su latitud S 34° 56’ 40” Occidental de Cádiz. Levantado de Orden del Excelentísimo Señor Virrey D. Pedro Melo de Portugal año de 1796. Reconosido y enmendado en 1800. Escala de 1 Milla Marítima [= 7,8 cm]. Archivo General de Indias, Código de Referencia ES.41091.AGI//MP-BUENOS_AIRES,206, recuperado de https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/17037?nm,

(9) RIUDAVETS, M y LOBO. Manual de Navegación del Río de la Plata, 2a. Edición, Madrid, 1868, pág. 83.

(10) POSADILLO, Isidro. Derrotero de las costas del Brasil con las costas del Río de la Plata, Depósito Hidrográfico, Madrid, 1872, pág. 428.

(11) MIRANDA, F. El Plata y sus Afluentes, datos para su navegación, Montevideo, 1924, pág.14 citado en LEZAMA. Antonio, et al. Op. Cit., pág. 77.

(12) Museo Naval de Madrid, Signatura 46-B-4, recuperado de https://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_ocr.do?id=226228&tipoResultados=BIB&posicion=4&forma=ficha.

(13) Museo Naval de Madrid, Signatura 46-B-1, recuperado de https://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_ocr.do?id=226018&tipoResultados=BIB&posicion=4&forma=ficha.

(14) Museo Naval de Madrid, Signatura 46-B-5, recuperado de https://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_ocr.do?id=226228&tipoResultados=BIB&posicion=5&forma=ficha.

(15) VIDART, Daniel. Cuando el Uruguay era sólo un río, Ediciones B, Montevideo, 2016, pág. 56.

(16) DÍAZ DE GUERRA, María. Op. Cit., pág. 222. La Sentencia Nº 265/2001 de la Suprema Corte de Justicia refiere a un informe elaborado por el Esc. Julio R. Bardallo donde se detalla la historia de la titularidad del dominio de Punta Ballena desde la salida fiscal, refiriendo a que ésta operó “en via de concesión de la Corona a favor del poblador don Isidro García en el período colonial, siglo 18”.

(17) CASSINELLI, Atilio. Maldonado en el Siglo XVIII, Barreiro y Ramos, Montevideo, 1925, pág. 55.

(18) Archivo General de la Nación, Caja 238 citado en SEIJO, Carlos. Maldonado y su región, José Estéban Seijo Editor, Montevideo, 1999, pág. 39.

(19) D’ORBIGNY, A. Viaje a la América Meridional, Tomo I, Plural Editores, La Paz, 2002, pág. 59.

(20) Punta Ballena / Domingo A. Perdomo, primera mitad del siglo XX, perteneciente a la Colección Aníbal Barrios Pintos, Biblioteca Nacional.

(21) SEIJO, Carlos. Op. Cit., pág. 111.

(22) Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, 23a. Edición, Madrid, 2014.

(23) CHOROT, R. O., “El hombre de la gruta” en Suplemento Dominical del Diario El Día, Año XIV, Nº 638, 8 de abril de 1945.

(24) FURTADO HERNÁNDEZ, Pedro. “Ramos en Punta Ballena: el regreso del guerrero” en La Ballena de Papel, Año 1, Nº 4, Enero 1969, págs. 19 y 20.

(25) Idem.

(26) “Carlos Páez Vilaró: el hombre que atrapó al sol”, Diario La Nación de Argentina, recuperado de https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/carlos-paez-vilaro-el-hombre-que-atrapo-al-sol-nid537743/.

(27) Entrevista a Carlos Páez Vilaró por Walter Olmos, Revista Maldoror, Nº 5, 3° - 4° trimestres, 1969, pág. 94.

(28) MÁS DE AYALA, Isidro. Y por el sur el Río de la Plata, Palacio del Libro, Montevideo, 1958, pág. 6.

(29) VILLEGAS SUAREZ, Ernesto. “Punta Ballena y Portezuelo” en Suplemento Dominical del Diario El Dia, Año X, Nº 430, 13 de abril de 1941.

(30) MAZZONI, Francisco. “Redescubrimiento de Maldonado” en Suplemento Dominical del Diario El Día, Año XIII, Nº 618, 19 de noviembre de 1944.

(31) SABAT ERCASTY, Carlos. “Calma y huracán en Punta Ballena” en Suplemento Dominical del Diario El Día, Año XIV, Nº 633, 4 de marzo de 1945.

(32) Evocación de Milo Beretta. Exposición – Homenaje. Curador Gustavo Tejería Loppacher, Arturo Lezama Montoro. Montevideo, 1998, pág. 46.

(33) DELGADO CLAVIJO, Daniel. El paisaje de Maldonado en el arte, Ediciones Torre del Vigía, pág. 45.

(34) SÁNCHEZ, Dolacio. Bosque, cielo y mar (Poemas de Maldonado), Editorial Letras, Montevideo, 1949, pág. 44.

(35) Álbum “Minas y Abril”, Discográfica Sondor, 1978.

(36) MAZZONI, Francisco. “Imagen de la libertad sobre la cabeza de la Ballena” en Senda y retorno de Maldonado, 2000, pág. 141.


Esta investigación del Sr. Joaquín Garlo Alonsopérez fue publicada en el nº 2 de la Revista Histórica de Maldonado, 2024.





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