Apuntes sobre el escudo de Maldonado
El símbolo oficial más antiguo en uso en Uruguay
Por M.Ed. Prof. Leandro Scasso Burghi
Un escudo con certificación de origen
Por Real Cédula del 29 de agosto de 1803 el Cabildo de San Fernando de Maldonado recibió la autorización de incluir en el escudo de armas de la ciudad los símbolos que había propuesto en carta al Rey como caracteres propios de la ciudad: un ancla y una ballena. Maldonado era entonces parte de los territorios americanos de la corona española y dependía administrativamente del Virrey del Río de la Plata con sede en Buenos Aires.
Desde la Patria Vieja la ciudad con su área de influencia fue una de las circunscripciones del territorio de la Provincia Oriental: en la iniciativa de Artigas efectuada en 1816, Maldonado era considerado la "cabeza de los pueblos" de la región, que incluía a San Carlos, Concepción de Minas, Rocha y Santa Teresa. En 1827 Maldonado fue uno de los nueve departamentos en que se dividió la naciente República Oriental del Uruguay, con límites conformados por el Arroyo Solís, la Cuchilla Grande, el Río Cebollatí, la Laguna Merín y la frontera con Brasil. En 1837 se creó el departamento de Minas asignándole parte del territorio de Maldonado y posteriormente en 1848 se escindió el departamento de Rocha. Se definieron así la superficie, la forma y los límites vigentes de nuestro departamento.
El escudo que la ciudad de Maldonado legó al departamento del mismo nombre perdura desde la época colonial, es una herencia patrimonial de principios del siglo XIX que permanece vigente: pervivió a las dominaciones de ingleses, portugueses y brasileños, a las guerras de independencia, a las contiendas civiles, al olvido en un archivo local, fue encontrado en forma fortuita, el emblema fue plasmado en tela a fines de esa centuria y llega al presente como el símbolo oficial en uso de más larga data en la República Oriental del Uruguay.
La historia documentada: solicitudes, aprobación, olvido y recuperación
San Fernando de Maldonado, ciudad temprana
El proceso fundacional de la ciudad de Maldonado hasta su instalación y demarcación definitiva se desarrolló entre 1755 a 1757. Fue concebida como asentamiento humano en un enclave con criterio estratégico en el sentido que destaca el historiador británico Toynbee (1971) como “política en hacer la guerra” (p.149): dominando una bahía protegida con provisión de agua potable, como puesto militar de frontera, tanto marítima como terrestre, y en lo político como sede de autoridades de gobierno local. Fue así que tempranamente, sin contar con un desarrollo poblacional destacado, se la tuvo como sede de la administración civil de sus asuntos. En el libro Economía y Sociedad de 1922, publicación póstuma del sociólogo alemán Weber, se anota que “no toda ciudad en sentido económico ni toda fortaleza que, en sentido políticoadministrativo, suponía un derecho particular de los habitantes, constituye un ayuntamiento. El ayuntamiento urbano, en el pleno sentido del vocablo, lo conoce como fenómeno extendido únicamente de Occidente... porque para ello era necesario que se tratara de asentamientos de un carácter industrial-mercantil bastante pronunciado, a lo que correspondían estas características: 1) la fortaleza, 2) el mercado, 3) tribunal propio y derecho, por lo menos parcialmente propio, 4) carácter de asociación, y por cierto, unido a esto, 5) cuando menos una autonomía y autocefalia parcial, por lo tanto, administración por autoridades cuyo nombramiento los burgueses participaban de algún modo” (Weber, 2014, p. 871), y San Fernando de Maldonado tendrá esa potestad sin haber alcanzado la totalidad de condiciones necesarias señaladas.
Ya desde 1784, pasados apenas 30 años de la llegada de las primeras familias a instalarse, San Fernando de Maldonado tuvo la categorización de ciudad, con Cabildo autorizado y conformado como institución de gobierno. Las calles 6 de julio de 1784 y 5 de setiembre de 1784, ubicadas en la zona de la Avenida del Cabildo de la ciudad de Maldonado actual, recuerdan respectivamente, la primera la fecha en la que el Virrey del Río de la Plata Marqués de Loreto creó el Consejo, Justicia y Regimiento de San Fernando de Maldonado, según el uso y costumbre de la época para nombrar al Cabildo, y la segunda el día en que esta institución del gobierno local quedó conformada y en funciones.
La identidad local y la búsqueda de un emblema propio
A una década escasa de tener un Cabildo en funciones, la institución de gobierno local elevó la solicitud de tener un símbolo representativo propio de la ciudad. El 12 de noviembre de 1798 el Cabildo remitió una carta al Rey Carlos IV en la que “respetuosamente se interesa en que su escudo contenga el diseño de un lobo marino y de una pluma como caracteres propios de la Ciudad de San Fernando de Maldonado” (Díaz de Guerra, 1988, p.349). Se dirigió la solicitud a la Corona y no al Virrey en Buenos Aires, su representante con jurisdicción en estos territorios.
No hubo respuesta del Rey. Pasaron cuatro años y se volvió a retomar el tema del emblema de la ciudad. El Cabildo de Maldonado elevó una nueva solicitud el 15 de noviembre de 1802 y la hace, otra vez, dirigida al Rey en forma directa. En esta oportunidad se cambia el diseño: “elimina el lobo marino y coloca una ballena, omite la pluma y coloca un ancla, representativa de la proverbial excelencia de su puerto” (Díaz de Guerra, 1988, p.349).
Y entonces sí se tiene respuesta del Rey: el 29 de agosto de 1803 el Rey Carlos IV, desde su residencia de verano en La Granja de San Ildefonso, accede a la solicitud de “agregar al Escudo de las armas, el diseño de un ancla y una ballena, como caracteres propios de esa ciudad”, al tiempo que amonesta a los cabildantes y los previene a “que en lo sucesivo hagáis vuestras pretensiones por medio de los respectivos jefes” (Díaz de Guerra, 1974, p.248).
En el “plano del Puerto de Maldonado en la costa septentrional del río de la Plata levantado de orden de S.M (Su Majestad) en 1803 por Dn. Andrés de Oyarvide teniente de fragata” de la Figura 3 se tiene una imagen con el enclave de la ciudad de Maldonado, su costa, la señalización de los accidentes geográficos más destacados y las marcas de profundidad de la bahía. Se destaca el trazado ortogonal de la ciudad, la Punta del Este, (así denominada por ser “la punta del este de la bahía de Maldonado”), “el camino de la pólvora a Punta del Este”, el arroyo de la Aguada y la batería en su desembocadura, el arroyo del Molino, el Camino Real tierra adentro de las dunas, la “Laguna de Franca” y la “Pta. del Arrecife”, respectivamente Laguna del Diario y Piedras del Chileno, la Punta de la Ballena, la Isla de Gorriti, entre otros detalles. El dibujo del mapa y la Real Cédula son del mismo año, 1803, y esos datos relevados y señalizados nos permiten tener una idea de lo que marcaba como destacado para un cartógrafo y marino en el entorno circundante de una ciudad que había solicitado tener una ballena y un ancla para su identificación entre todos los ayuntamientos de la corona española.
Elegir entre lobo o ballena, pluma o ancla
La elección primero de un lobo marino y posteriormente y en definitiva de una ballena como símbolos para la identificación de la ciudad debe entenderse a partir de la instalación en estas costas de la Real Compañía Marítima y de la convicción de los cabildantes fernandinos en asociar la explotación y comercialización de las carnes, la grasa, las pieles y otras partes de aquellos animales marinos con el desarrollo y prosperidad de la población que representaban y su visión de Maldonado hacia el futuro.
Casi tres siglos antes de las peticiones del Cabildo de Maldonado se tiene la primera referencia de comercio de productos locales y, precisamente, se trató de cueros de lobos marinos de Isla de Lobos. Los sobrevivientes de la expedición de Juan Díaz de Solís desembarcados en Sevilla el 14 de octubre de 1516 obtuvieron 2.250 maravedíes por los 66 cueros de lobos marinos que llevaban consigo. Quedó constancia del pago a la Real Hacienda de 750 maravedíes correspondientes al tercio. Los cueros provenían de animales de la Isla de Lobos que habían sido faenados, su carne había sido salada y transformada en charque, a mediados de abril de 1516 en la preparación de la partida de la flota en su viaje de regreso a España. Esos cueros de lobo fueron tempranamente considerados por Madero (1892), en la etapa de consolidación identitaria de las jóvenes naciones del Plata, como la "primera exportación de un producto platense” (p. 31).
Doscientos setenta y tres años después, la historia de la Real Compañía se inicia a fines de 1789 con la promulgación de la Real Cédula de fundación. La sociedad nacía con el objetivo de explotar las ballenas, los lobos y los leones marinos en las aguas de Puerto Deseado e isla de los Reyes, al tiempo que se exigía a la Compañía encargarse de la colonización de esas tierras con el asentamiento de población y la edificación de construcciones destinados a alojamiento y erigir defensas. Martínez Shaw (2008) califica a la Real Compañía Marítima como “el principal proyecto que en el ámbito de la pesca de altura produjo la España del siglo XVIII” (p. 2).
Quien sería más adelante Virrey del Río de la Plata Santiago de Liniers, en 1790 y desde su condición de capitán de fragata planteaba su posición favorable a que Maldonado fuera sede de la Real Compañía: “Sería pues de parecer que en dicho puerto hiciera la Compañía su principal establecimiento, cediéndole el Rey después de fortificada la isla de Gorriti, la de los Lobos y el rincón de Punta del Este. Este establecimiento no debería hacer abandonar el de Puerto Deseado, a él pasarían en el verano un cierto número de buques a seguir la pesca que ya no estaría ventajosa en esta estación en Maldonado, donde los dependientes de dicha Compañía se emplearían en salar carnes y cazar lobos, proporcionándoles el rincón de la Punta del Este pastoreo abundante” (Martínez Shaw, 2008, p. 618).
La idea fue abriéndose camino, y en la junta de la Real Compañía Marítima celebrada el 16 de abril de 1792 se puso en valor el traslado del centro de gravedad de sus operaciones al puerto de Maldonado, la Punta Este de Maldonado, la isla de Gorriti y la isla de Lobos, sin abandonar la Patagonia en la que se mantenía la factoría pesquera de Puerto Deseado. El 2 de agosto de 1792 el secretario de Marina Antonio de Valdés dispuso la habilitación del puerto de Maldonado en calidad de puerto menor para todas las expediciones de la Real Compañía.
A partir de entonces y hasta su liquidación, Maldonado será el cuartel general de la Real Compañía. Es así que a fines del siglo XVIII comienza a posicionarse la faena de lobos y ballenas como un activo de estos territorios, y así quedó asentado en los documentos. Díaz de Guerra (2003) señala que el aporte de Isla de Lobos en 1794 era de “43 cascos de grasa y las pieles correspondientes”, con un muy buen rédito por la escasa inversión para obtenerlos (p.153), en la medida que requería poca gente, que se reclutaba localmente y que las herramientas eran sencillas. Martínez Shaw (2008) remite a la documentación de la Real Compañía Marítima de Pesca que daba relevancia a la “dicha Isla de Gorriti está enfrente de Maldonado a la entrada del Río de la Plata en la costa del N. y es el punto principal de la Compañía para los establecimientos que tiene en la Costa Patagónica; se pueden acopiar todos los años 12.000 pieles de lobos y leones marinos en los islotes inmediatos” (p. 620).
Asimismo, el puerto de Maldonado tomó importancia como “centro de abastecimiento y de centro de distribución de la producción de las diversas factorías pesqueras, constituyendo el enlace privilegiado con los restantes establecimientos de la costa de Patagonia, con los restantes puertos del Río de la Plata (Montevideo y Buenos Aires) y con España” (Martínez Shaw, 2008, p. 620). Respecto de este punto, aportamos material disponible en el Fondo Saavedra (Francisco de Saavedra y Sangronis, militar y funcionario español), sobre documento datado en Madrid el 29 de diciembre de 1794 firmado por Don Juan Muñoz con información de las costas atlánticas del sur americano en el que se exaltan las virtudes del puerto de Maldonado (Figura 4), y que transcribimos:
“Mediante que se verifique el establecimiento de la Punta del Este de Maldonado y que los buques de la Compañía disfruten de las ventajas que les debe proporcionarla franquicia del mismo puerto, conseguirá ser uno de los más importantes de América, respecto de hallarse situado a la entrada del Río de la Plata y de estar expuesto Montevideo a cegarse enteramente por las inmundicias y despojos de las veces con las que se va colmando su puerto, de forma que antes de un siglo no podrán entrar en él embarcaciones mayores mediando además la circunstancia que el mar se retira cada día más de sus tierras.”(Saavedra y Sangronis, 1794).
El siguiente párrafo del informe nos remite al aspecto estratégico al que se refería Toynbee en lo que compete a la preparación ante el conflicto bélico, en tanto se destaca que:
“Otra ventaja que ofrecen Maldonado y su puerto consiste en que hallándose la población distante más de media legua de la lengua de mar con arenales que la circundan puede defenderse con poca gente contra cualquiera invasión o sorpresa de enemigos.” (Saavedra y Sangronis, 1794).
El envío a la metrópoli desde el puerto de Maldonado de cueros de lobos, pipas de grasa de lobo y de ballena, de esperma y de barbas de ballena, hicieron abrir expectativas de un futuro de prosperidad a los fernandinos al punto que el Cabildo fernandino consideró como principal fuente de recursos y de ocupación de mano de obra a la pesca y solicitara a su Rey que se le otorgara un ancla y una ballena “como caracteres propios de la ciudad donde tiene Vuestra Majestad la famosa pesca [de cetáceos de los que se obtiene] del aceite de ballena que faena la Real Compañía Marítima”.
La irrupción de la armada inglesa el 29 de octubre de 1806 en la bahía de Maldonado, el posterior desembarco y ocupación de la ciudad, el bombardeo de las fortificaciones de la Isla Gorriti, el saqueo y la destrucción de los bienes públicos y privados, especialmente de los medios de producción, quedaron pormenorizadamente descriptos en la “Exposición de los vecinos de Maldonado al Cabildo de Montevideo sobre la conducta de los ingleses”. Así, en el racconto de “los inauditos excesos e inhumanidades, que han ejecutado los ingleses” para infortunio de los fernandinos queda asentado el daño causado a los bienes patrimoniales de la Real Compañía Marítima: “Las embarcaciones, efectos y útiles de la Compañía Marítima de la pesca de la Ballena, fueron dados por buena presa.” y que “Igual ruina causaron en las puertas, ventanas, tablados, y útiles de madera de los cuarteles de esta Ciudad, de los de la Isla de Gorriti, en los almacenes, principalmente, en el de la Compañía Marítima el que ha quedado enteramente arruinado.” (Bauzá, 1895).
Con esta destrucción llegaría el fin de las actividades balleneras y loberas de la Compañía. Serán retomadas posteriormente por particulares a los que se concesionaron los permisos de pesca: Antonio De la Fuente, Diego Novoa, Francisco Aguilar, los hermanos Lafone, entre otros, quienes sufrieron los avatares propios de tiempos de actividades comerciales en tiempos de guerra y la competencia de armadas balleneras y loberas de otras latitudes hasta entrado el siglo XX y que mermaron la población de cetáceos en el cono sur atlántico y a nivel global.
Símbolos y tradición
En la Figura 5 se presentan escudos de armas de poblaciones españolas, la mayoría vigentes, que exhiben una ballena.
Permanecen en poblaciones vascas, cántabras, astures y gallegas como testimonio de la actividad ballenera en las costas del Cantábrico: en algunos se ve a marinos dedicados a la captura de cetáceos, en otros ballenas libres o estáticas. Corresponde señalar que uno de los escudos es de una población no costera, Cincovillas en la provincia de Guadalajara, cuyos habitantes, conocidos como balleneros, no se dedicaron a la explotación de ballenas: llevan un cetáceo en su escudo por un relato tradicional de una gran crecida del río y de lo arrastrado por las aguas y depositado en sus riberas (https://vivetupueblo.es/guadalajara/cincovillas/).
Poblaciones y provincias españolas tienen las ondas en su escudo como símbolo de las aguas, sean de mar: Alicante (capital y provincia), Palma de Mallorca, Palma de Canarias, Guipúzcoa, Málaga (capital y provincia), Pontevedra, Santander (capital y provincia), o fluviales: Logroño, Orense, Salamanca, Zamora. El propio escudo nacional español remite a las ondas del mar en la base de las columnas de Hércules y dos excolonias africanas, Río Muni y Fernando Poo, correspondientes a la Región Española de Guinea Ecuatorial independiente a partir de 1968, también tuvieron las ondas en su emblema.
El ancla, áncora según la heráldica, es el distintivo para indicar la excelencia portuaria: las citadas Huelva, Tenerife, y la provincia colonial de Fernando Poo cuentan con un ancla en su divisa.
La Figura 6 exhibe el escudo Provincial de Fernando Poo según publicación filatélica española de 1961. En el cuadrante inferior derecho se observan las ondas marinas y el ancla, íconos también utilizados en el escudo de Maldonado.
La solicitud del Cabildo de Maldonado de tener una ballena y un ancla en sus armas no era una innovación sino que los elementos estaban presentes desde larga data y a lo largo y ancho de la geografía española y de sus territorios coloniales.
Las gestiones realizadas en 2023 dieron fruto
María Díaz de Guerra (1988) dejaba constancia que el documento con la Real Cédula del 29 de agosto de 1803 se encontraba en la Sección Documentos Especiales de la Biblioteca Nacional. En varias ediciones del curso Idioma Español correspondiente al 1er. Año de Profesorado y Educador Social en el CeRP del Este, Centro Regional de Profesores con sede en Maldonado, propuse como docente la lectura de las páginas de Díaz de Guerra con la narración de los sucesos del escudo. De allí tomábamos la materia prima de los trabajos de los estudiantes en el perfeccionamiento de la escritura académica. En más de una oportunidad, al hacer la paráfrasis de los textos de nuestra historiadora local descriptivos del documento, los estudiantes aseguraban que el documento se encontraba “en perfecto estado de conservación”, afirmación que motivaba que este docente solicitara la revisión del trabajo de forma que la aseveración del texto fuera citada como propia de la autora y no de la apropiación por parte de un lector no advertido.
Buscando dar validez y actualizar el lugar de archivo y estado del documento elevamos la consulta a la Biblioteca Nacional en marzo de 2017 al principio de un nuevo año lectivo. La respuesta fue negativa. El documento de la Real Cédula no se hallaba en la biblioteca y sí se disponía de una transcripción de la misma en libros impresos, fuente secundaria desde la que ya estábamos trabajando con los estudiantes.
Pasó el tiempo y el interés de confirmar la existencia y condición del documento se retomó a partir de un encuentro con el Prof. Valentín Trujillo, director de la Biblioteca Nacional y contactos a través de redes que comenzaron en noviembre de 2023. La búsqueda solicitada por Trujillo no dio frutos. Interesado en el tema de la documentación de origen del escudo, el Edil de la Junta Departamental de Maldonado Joaquín Garlo Alonsopérez realizó gestiones personales ante la Biblioteca Nacional y de la sección Documentos Especiales se obtuvo el documento, cuya imagen digitalizada nos fue remitida para descargar (Figura 7).
La transcripción de la Real Cédula del 29 de agosto de 1803 es la que sigue: Real Cédula Para que la ciudad de Maldonado pueda colocar un Soberano Busto en la Sala de sus Juntas, y agregar al Escudo de sus Armas, el diseño de un ancla y una ballena.
“Consejo, Justicia y Regimiento de la ciudad de San Fernando de Maldonado. En carta del 15 de Noviembre del año último hicisteis presente, que el conocido aumento de esa ciudad, la erección de ese Ayuntamiento legítimamente autorizada, y el gobierno que reconocéis por principio de su conservación, y su fomento, os había movido a suplicar se os concediese permiso para poder colocar en la Sala de sus Juntas y acuerdos, mi Soberano Busto, y agregar al Escudo de las armas, el diseño de un Ancla y una Ballena, como caracteres propios de esa ciudad. Visto en mi Concejo de las Indias, con lo que expuso mi Fiscal, y habiéndome consultado sobre ello en veinte y siete de Junio próximo, he venido en acceder a vuestra solicitud, y en preveniros, que en lo sucesivo hagáis vuestras pretensiones por medio de los respectivos Gefes. Lo que os participo para vuestra satisfacción, y que tenga el debido cumplimiento la mencionada mi real resolución, por ser así mi voluntad. Fecha en San Ildefonso, a veinte y nueve de Agosto de mil ochocientos y tres. Yo el Rey.”
En la Figura 8 se muestra el dibujo lineal de los elementos solicitados por el Cabildo y autorizados por el Rey: la ballena en ondas de mar y el ancla, coronado el escudo por las almenas representativas de las fortificaciones de la ciudad, de la bahía e isla.
La Real Cédula del 29 de agosto de 1803, firmada por el Rey Carlos IV, es el certificado de nacimiento del escudo de armas de la ciudad. La historia documentada posterior, y aquella de la que no tenemos constancia, son prueba de la larga vida del emblema y de su devenir.
El documento fue recibido por el Cabildo con muestras de agradecimiento y júbilo, tal como documenta la carta que redactaron y firmaron los cabildantes el 20 de diciembre de 1803 dirigida al monarca y en la que afirman dar “entero y cumplido obedecimiento de lo mandado en ella, “después de haber “besado con suma veneración y profunda gratitud” las gracias concedidas por el soberano a la ciudad.
Del proyecto al hecho hay mucho trecho
En la gestión realizada en 2023 por la que se obtuvo la Real Cédula, la Biblioteca Nacional proporcionó otro documento también en formato digital. Se trata del borrador de una comunicación del Cabildo que deja entrever que el proceso de concreción del real busto y del símbolo heráldico para la sala de audiencias del gobierno local sufrió percances y demoras. La carta está dirigida a “Don Manuel Antonio de Echevarría apoderado del anterior Ayuntamiento” y tiene como fecha el 23 de abril de 1804. La condición del destinatario de haber recibido poderes de las anteriores autoridades queda de manifiesto en la misiva desde el encabezamiento, y el objetivo de la comunicación es el de revocar esas autorizaciones. El Cabildo en funciones declara que “ignora los fundamentos y objeto de las miras del anterior en las indicadas pretensiones porque de nada hay constancia en sus archivos” al tiempo que toma distancia de las acciones que los integrantes de la pasada administración hubieran emprendido, las que declara “no puede continuar a promoverlas porque además le animan otros sentimientos e ideas muy distintos del sistema de aquellos”.
El contenido de este documento, archivado en la Biblioteca Nacional con una hoja manuscrita en la que se resume: “Borrador de la comunicación que el ayuntamiento de San Fernando de Maldonado dirigió el 23 de abril de 1804 a Don Manuel Antonio Echevarría a fin de revocarle el poder que se le había conferido para solicitar la aprobación de la erección de dicho cuerpo, y busto de armas (SIC)”, se entiende a partir de lo que María Díaz de Guerra dejó asentado bajo el título “La renovación de los cabildantes. Las elecciones de 1803” en su Historia de Maldonado.
La elección de los cabildantes se realizaba anualmente en el mes de diciembre. Los regidores que habían actuado en el año que finalizaba elegían a sus sucesores y los nombres propuestos para integrar el nuevo Cabildo se enviaban al Virrey en Buenos Aires a su consideración.
En el año 1803 la elección de los integrantes del cabildo para el año 1804 se realizó en una primera instancia sin la participación de uno de los cabildantes. Así lo notó el Virrey Joaquín del Pino al serle enviada para su aprobación el acta de la elección y la lista de los futuros regidores en Maldonado. Con fecha 2 de diciembre ordenó que se realizara una nueva elección de cabildantes con la presencia del regidor ausente en la primera decisión. El 10 de diciembre de 1803 reunido el Cabildo de Maldonado aprobó por mayoría de sus miembros la integración del cuerpo para el año 1804. En minoría se propuso una integración diferente: el único voto favorable fue el del regidor ahora sí convocado según la directiva expresa del Virrey. La comunicación del Cabildo al Virrey le fue, nuevamente, enviada sin la firma del regidor en minoría. La correspondencia de Maldonado a Buenos Aires se cargó entonces de juicios sobre los nombres propuestos por el regidor en minoría (deudas, nula o muy reciente vecindad, causas judiciales abiertas, pobreza extrema, convivencia fuera del matrimonio), y de aquel disidente hacia la actuación del cabildo que integró hasta su apartamiento.
Vista la controversia, el Virrey solicitó un informe a un residente en Maldonado de confianza, Rafael Pérez del Puerto, Ministro de Real Hacienda. Pérez del Puerto se expresó favorablemente sobre los vecinos nombrados por el regidor en minoría, denostando de los otros integrantes a quienes califica de “hombres ignorantes, sin principios, de porte poco decente”. Así asesorado, el Virrey decidió el 12 de enero de 1804 no aprobar la elección de autoridades y designar como cabildantes a quienes figuraban en la lista de nombres apoyados en minoría y refrendados por Pérez del Puerto.
Entendemos entonces la razón por la que el Cabildo que entró en funciones en 1804 se expresara en el sentido de revocar los poderes conferidos por la administración anterior, apartándose en duros términos de lo resuelto por ella.
Centrados en el escudo de Maldonado, se abre entonces un período del que se ignora si llegó a estar dispuesto en la sala de sesiones del Cabildo, lo mismo el busto, e incluso la forma azarosa en la que los referidos documentos llegaron a estar disponibles para su archivo en el lugar que María Díaz de Guerra nos indicara y que presentamos a partir de su digitalización.
En la denuncia de las tropelías de las tropas inglesas durante la ocupación 1806-1807 de Maldonado, los vecinos de la ciudad preguntan retóricamente: “¿Quién ignora que los Archivos públicos y los Hospitales son respetados por todo el mundo aun en tales lances?”. Para continuar sin pausa: “Pues no lo fueron aquí por los ingleses. Todos los papeles del Ministerio de Real Hacienda, y superintendencia de estas nuevas Poblaciones, los de la Comandancia militar, y los de vuestro Ilustre Cabildo, fueron, o rotos, o arrojados a las calles, o destinados para hacer cartuchos, y otros usos, a pesar de varias súplicas, que hizo nuestro Cura al efecto.” (Bauzá, 1895).
El escrito con la Real Cédula seguramente fue preservado por alguno de aquellos cabildantes que la besaron con veneración y gratitud y se ignora que ocurrió con ese documento hasta 1877 cuando, archivado y olvidado, fue hallado junto con un dibujo en el que se representaban los elementos del diseño solicitado.
En 1894 Elías Devincenzi, exjefe político de Maldonado y ejerciendo las funciones de Diputado Nacional por el departamento, encargó al Maestro Golino de la Escuela de Artes y Oficios la confección del escudo a partir de la Real Cédula. La obra resultante, “una cosa interesante por lo rara”, en la que se representaban los elementos simbólicos de la ciudad estaba destinada a ser parte de la ornamentación de la “sala de sesiones de la Junta Económico Administrativa”, órgano de gobierno del departamento de Maldonado, según consignaba el periódico El Conciliador citado por Díaz de Guerra (1974, p.249). El emblema iniciaba así el camino de convertirse en el escudo del departamento de Maldonado en la época republicana.
Desde entonces, la imagen de “un pedazo de mar un poco agitada, en el que nada una poderosa ballena sacudiendo la cola y arrojando al aire dos grandes columnas de agua, en el fondo del mar se encuentra clavada un ancla y en la parte superior del cuadro se destaca un almenado de castillos” (Díaz de Guerra, 1988, p.349), ha devenido en el emblema del departamento todo.
El escudo de Maldonado: el símbolo oficial en uso más antiguo del país
Dos fechas están señaladas a nuestro entender como los acontecimientos más notorios de Maldonado, ciudad y departamento, sin distinción ni exclusión. Si el departamento de Maldonado tiene un día para todos sus habitantes, el 19 de octubre, declarado “Día de Maldonado” por Decreto Nº 3792/2004, refrendado por la Ley Nº 17.908/2005 y explicitado como “Día del Departamento de Maldonado” por el artículo Nº 346 de la Ley Nº 18.996/2012, convengamos que el escudo de Maldonado es uno de los elementos e hitos de una rica historia que identifican a los habitantes del departamento como maldonadenses.
No es hoy la divisa de la ciudad sino del departamento. El símbolo que señalaba junto con la letra B a las matrículas de nuestros vehículos antes de las placas de circulación MERCOSUR, el escudo que lució la camiseta de la “esperanza blanca” en los campeonatos de selecciones del este y del interior antes de las ligas zonales, el emblema que identifica a las instituciones del Gobierno Departamental de Maldonado, y que conforma el membrete de los documentos con asuntos del gobierno departamental es el más antiguo en uso oficial de todo el país, el único del Uruguay que hunde sus raíces en largas tradiciones heráldicas del pasado colonial.
De ese escudo existe un documento que le otorga certificación de origen, hoy disponible en formato digital, conservado físicamente en la Biblioteca Nacional, en hojas de papel que fueron salvadas de haberse transformado en cenizas o en cartucho de fusilería en el saqueo de octubre de 1806, desaparecido durante años, reaparecido, representado artísticamente por voluntad y decisión de su descubridor y que permanece aún vigente recordándonos a los actuales pobladores de otros habitantes de estas tierras, a aquellos que solicitaron esa simbología, de sus deseos, y de su aspiración de trascendencia. Y cada 29 de agosto este emblema de Maldonado cumplirá un nuevo aniversario como el más antiguo símbolo en uso oficial en Uruguay, con certificación de origen.
Referencias Bibliográficas
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Artículo publicado en Revista Histórica de Maldonado Tomo II, setiembre 2024, páginas 539-562.
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