Carta inconclusa nunca enviada de Ignacio Grieco a su tía Chichí

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Carta inconclusa de Ignacio Grieco a su tía Chichí Pou (1/3).
Carta inconclusa de Ignacio Grieco a su tía Chichí Pou (2/3).
Carta inconclusa de Ignacio Grieco a su tía Chichí Pou (3/3).


2013


Querida Chichí, con enorme placer y emoción leí tus entrañables recuerdos de puño y letra que enviaste al IUA. (...)

Respecto a tu relato, quedé maravillado de la forma en que los hilvanas y expresas, resultando alguno de ellos delicioso al corazón y los afectos.

Pienso: ¡qué lástima otros no tomaron tu iniciativa de plasmar sus propias vivencias, recuerdos... te imaginas cuánto jugo de historias y anécdotas! Tú disparaste algunas en mí que no sé si podré transmitir con tu claridad. A veces la alegría se me entrevera con la melancolía y el pulso se pone torpe.

Me gustó tu descripción de los abuelos cantándote a dúo antes de dormirte, una escena de honda ternura que las fotos no transmiten. De ahí la importancia que el BHL rescate eso y no sea una mera galería de imágenes en estos tiempos de saturación visual. El torbellino del pasado se apoderó del momento, y las delicias del juego en la casa de Dodera, con los infaltables café con leche y pan con manteca a la merienda, de mano de Tuta que se esmeraba en devolvernos las energías!..

Cuánto encanto tenía la casa, con el salón de juegos, el piano, la biblioteca, los altillos, las armas, el patio. Y la curiosidad, para un facineroso como yo! del trato de riguroso Ud. con que se trataban entre hermanos y con sus mayores.

Entre los juegos, el de las "pistas", que Jaime esmeradamente armaba para luego nosotros competir en llegar al "tesoro", previo recorrido por los confines de la casona en busca de dichas "pistas" estratégicamente escondidas, a veces entre pesados tomos de la biblioteca, en alguna máscara de esgrima, en el manubrio del monopatín, o alguna cavidad de la salamandra, o el piano. Y el patio, hermoso, con la hamaca paraguaya, las veredas.

Pero uno de los puntos altos de los juegos estivales, estaba en la playa. Por supuesto que la parada 19 en nuestra época sería lo que Las Delicias para Ustedes en su momento.

Al mediodía, sin problemas de ozono, se marchaba con la carga de sombrilla, sillas, juguetes, etc. Umberto puntual pasaba en el Ford gris de don Jaime, y con un mínimo de ocho pasajeros marchábamos por la bajada de Dodera, pasando por la solitaria casa del petiso Prof. Moreira hasta la costanera, donde - en la duna - estaba el quiosco de Orlando López y más adelante el techito que a veces nos cobijaba.

Había días que el campamento familiar era multitudinario, como las celebraciones tradicionales en lo de Chechela. En tiempos de la nueva ola, llamaban la atención los atuendos de los mayores, que incluían pijamas y saco para bajar a la playa, donde todos nos conocíamos, los juegos se compartían, la gurisada se ampliaba cuando llegaba Orfilio De León e la camioneta llena de chiquilines del barrio. Solo las aguavivas nos ponían a raya, ya que el agua helada no nos impedía el disfrute del baño.

Aguí te reitero, Chichí, el agradecimiento a Umberto por la paciencia en sacarme el miedo al agua que Dora me incrustó!! Umberto además me dio los fundamentos para nadar, y la natación en mi vida fue y creo que sigue siendo fundamental, recordándome mi condición de pisciano.

Volviendo a tus relatos, describías las características políticas familiares donde una vez más los afectos disipaban disputas y reyertas tan habituales entre las divisas tradicionales con sus enconos. Tuvimos la suerte que las familias se elevaran sobre la ideología, pasó con los Cuervo y jaurena, y más acá en el tiempo, a blancos y colorados se agregó quienes adhirieron a la izquierda. La tolerancia y el cariño, también puso alguna sonrisa y alguna lágrima en tiempos difíciles.

Sonrisa amplia, cuando liberaron a Seregni y mostraban imágenes que el periodista indicaba como el reencuentro entre el General y sus hijos, y el que aparecía en primer plano como uno de ellos era Marcelo. Mamá y Pancho lo recordaban con mucha gracia.

Qué bueno poder atesorar todas esas cosas que siguen nutriendo el alma a través del tiempo. En la medida de lo posible, con las dificultades que presenta el vértigo de la vida actual, intento transmitir alguna de esas vivencias a mis hijos y nieta. Quiero que crezcan conociendo sus raíces, Adela e Ivonne son aliadas indispensables. Martín, con sus 36 años, sigue trabajando en Aerolíneas como Jefe de Ventas, le gusta la música (rock) y tiene por hobby filmar. Adelina, 31 años, titánica, saca adelante a Florencia, que con 13 años sigue acumulando problemas de salud, pero se permite disfrutar de la música y el baile, es un trompito! Emiliano, 27 años, trabaja en el Aeropuerto de Laguna del Sauce.










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