Dedicatoria de Raúl Montañés en el libro Tierra Virgen de Antonio Marzano Salaverry

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Ejemplar de Tierra Vrgen en el archivo de Raúl Montañés.
En el archivo de Raúl Montañés se encuentra este ejemplar de Tierra Virgen, impreso en 1946 en Montevideo, sin tapa.
Raúl Montañés escribe en la pag 4: "En remotísimos tiempos idos, Berna recitaba los versos de este poeta".
Tapa de una edición de Tierra Virgen, de Antonio Marzano Salaverry.


Nota que precede al prólogo en el libro de Poesías Criollas "Tierra Virgen", de Antonio Marzano Salaverry:


Maldonado, Octubre de 1946

EL POETA Y NOSOTROS


Antonio Marzano Salaverry se prodigó sin tasa en una siembra original. Así también se dio en el vértigo de andanzas despreocupadas. Fue poeta dadivoso cuyo estro lució facetas singulares. Y éstas, no fueron el resultado de un cuidadoso esfuerzo personal. Sus versos tienen la espontaneidad de lo que madura naturalmente. Y el mismo sabor y la misma frescura. Frutos que se lograron para el regalo momentáneo. Para ahora, y no para mañana. No pueden conservarse en envases de plomo o de papel celofán como las galletas de Holanda, los jamones de Chicago o las manzanas de California. Son macachines o brevas del árbol familiar, o higos del tunar casero. Andaban por ahí dispersos; pero no olvidados. Los recogimos amorosamente. La generosidad municipal y el calor del pueblo - que tenían que ser - nos alcanzaron lo que era necesario para lanzarlos al mundo, reunidos en volumen. Hicimos lo que la amistad tenía que cumplir. El espíritu del poeta quedará vibrando en la paz que merece, porque él esperaba aún el molinero que le diera la harina de su trigo esparcido en la "tierra Virgen". Con aquélla vendrá el pan sagrado. Sagrado porque es cosecha limpia de un alma que amó, sufrió y comprendió la Vida.

He ahí todo.

Ricardo Tell Figueredo, Ángel Wilfredo Rubio, Leonardo E. Quintana, Francisco L. Ribeiro, Juan J. Borges Soriano, Héctor Busquets de Nava.



PRÓLOGO


He aquí un nombre y una obra que la incomprensión, la ingratitud o la negligencia han pretendido olvidar, con mengua para la sociedad donde este valor de las letras actuó por largos años. En la historia de Maldonado, durante un lapso de veinte años, que abarca desde el 18 hasta 1938, hay presente y activo, un espíritu en punta, de rico, puro y hondo caudal poético, a las veces recio y pujante en la altivez de sus justas rebeldías, otras sereno y tierno, sencillo y sentimental, en la ofrenda lírica de su canto doloroso y profundo...


Es Marzano Salaverry, aquel muchacho soñador y bueno de nuestro Maldonado familiar, breve como un placer depurado, cuando el ambiente para nosotros estaba impregnado de los estudios y recuerdos escolares y liceales, cuando nos embalsamábamos el alma con el fresco perfume de los romances, henchíamos el pecho juvenil en la aspiración feliz de nuestras gestas mozas, sentíamos al mundo, domeñado e inerme, dentro de nuestro puño apretado!...


Evocar a Marzano Salaverry, aquel bondadoso y fuerte espíritu que vibraba en la envoltura carnal de su corpachón como aleteando impotente dentro de la jaula que anhelaba romper, es retrotraer el recuerdo a las épocas azules de nuestra existencia, tocadas del oro puro y noble de nuestros afanes.








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