Homenaje de sus nietos al Capitán Rivero, agosto de 2025
¿Qué decir de vos en tus 100 años?
Naciste en lo que vos llamás “la ciudad luz”, San Carlos. Perdiste a tu papá siendo apenas un bebé, y tuviste una mamá que nosotros no llegamos a conocer mucho, pero que llegó a darle de comer a tus nietos mayores allá en el apartamento de Brandzen y que fue una mujer excepcional.
Viviste de todo: épocas en que no existía la tele (¡y mucho menos computadoras o celulares!), guerras varias, cambios enormes en el mundo… hasta una pandemia, que encima aprovechaste para ponerle emoción rompiéndote la cadera.
Imposible no pensar en Yaya. Juntos fueron una dupla increíble. Tuvieron una hija y un hijo, algunos perros inolvidables —¡incluso uno condecorado!— y ella, grandísima cocinera y malcriadora serial de nietos, completaba el equipo perfecto.
Vos, piloto e instructor de vuelo (egresado como primer generación de aviadores navales del Uruguay) hiciste de todo: fumigaste, volaste cargueros, aviones comerciales, avionetas, hidroaviones, helicópteros… básicamente, si tenía motor y alas o hélices, ahí estabas vos. Para vos volar nunca fue un trabajo: era disfrutar de lo que amabas, y como decís siempre: “hacía lo que me encantaba y encima me pagaban”.
Sos amante de los autos, has tenido una larga y variada colección, desde tu viejo Standard y pasando por el querido Opel Record que tanto cuidabas. Igualmente supiste manejar motos, camiones, jeeps y hasta ambulancias. Consumidor fiel de la “vieja medicina escocesa” (capaz ahí está el secreto), y fanático número 1 del chocolate con leche y del helado (eso sí, que no sea de limón, aunque alguna vez hicimos el esfuerzo).
Viviste en Maldonado, en Estados Unidos y en Chile. Fuiste el primer aviador uruguayo en acuatizar un hidroavión en la playa tras realizar un heroico rescate —y devolver luego la aeronave a la base sana y salva—. También te convertiste en el primer administrador del edificio Península (en Punta del Este) con un tatuaje de alas navales que vos mismo te hiciste en tu brazo cuando joven.
En fin... si hay algo que te define en todos esos caminos es tu admirable resiliencia.
Para nosotros, tus nietos y bisnietos, sos simplemente el Tata (o Tatata dependiendo de la edad): el que enseñó a manejar, el que siempre tiene tremendas historias para contar, el que inventa apodos únicos como Pichulina, Súper chica, Reina, Princesita, El Flaco…
Por último, y perdón si se nos fue largo, pero es que son 100 años… Solo queremos agradecer poder seguir disfrutándote y decirte algo muy simple: te queremos mucho, mucho. Salud!
Volver al archivo del Capitán Rivero

