Julio María Sosa, por Mario Scasso Burghi

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Don Julio María Sosa.




La Plazoleta Julio María Sosa


Existe en Punta del Este un espacio público, denominada Julio María Sosa, cuyo nombre pasa bastante desapercibido a pesar de que existe en ella un monolito de granito pequeño en forma de obelisco, con el nombre inscripto en su cara Sur, con la fecha 1934 (MCMXXXIV). Está ubicada en un excepcional lugar, donde la trama urbana de la punta, se ensambla con el damero de la península, tal como fue diseñada por el Ing. Ag. Francisco Surroca en 1889. Es un espacio triangular circundado por la Calle 22 (Avd. Juan Gorlero), la 11 (Juan Díaz de Solís) y la 14, es decir donde se inicia Gorlero y donde concluía una de las calles comerciales del inicial núcleo urbanizado (la 11). Es de los pocos espacios públicos y calles que tienen nombres de personajes en Punta del Este, salvo Artigas y Solís. Juan Gorlero fue el primer Intendente de Maldonado y quien determinó la construcción del primer “carretero” de comunicación entre la ciudad y la península.



Don Julio María Sosa en acción.


Don Julio María Sosa en acción.


Pero ¿quién era Julio María Sosa?




Julio María Sosa es en la actualidad una figura política olvidada, a despecho de la relevancia departamental y nacional destacada que tuvo durante su trayectoria.

Nació en Montevideo el 8 de septiembre de 1879, hijo de Julio Benito Sosa y de Isabel Debrus. Su padre era nacido en la Villa de San Carlos en 1859, de ascendencia portuguesa (inicialmente de Sosa). Fue bautizado en la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen del Cordón, el 12 de abril de 1880, según registro firmado por el entonces Cura Párroco Pbro. Mariano Soler (también carolino). La familia de su madre era de origen francés, radicada en Montevideo. Habían contraído enlace en la Iglesia Matriz el 28 de setiembre de 1878.

Su familia residía en el Barrio del Cordón y su formación intelectual se realizó en institutos de enseñanza de Montevideo, no culminando estudios universitarios.

De familia paterna “colorada” y de militancia dentro del Partido Colorado, comenzó a trabajar en la redacción del periódico EL DÍA, propiedad de José Batlle y Ordóñez y también en la del Diario Nuevo.

La Revolución del Partido Blanco de 1904, acaudillada por el Gral. Aparicio Saravia, contra el Gobierno del Presidente José Batlle y Ordóñez (1era. Presidencia), que desconoció el “Pacto de La Cruz” de 1897 (que aseguraba la coparticipación política en los gobiernos departamentales y en las Cámaras Legislativas), movilizó al “coloradismo” unánimemente en defensa de la política presidencial. Julio María Sosa, de 24 años, se enroló en el Ejército Nacional, para combatir la rebelión “blanca”.

Javier de Viana en su libro “Con Divisa Blanca”, relata que luego de la ocupación de la Ciudad de Melo por Saravia, él, enfermo de neumonía, queda en ella y es hecho prisionero por el Ejército Gubernista del Gral. Justino Muniz. Adjunto a su Estado Mayor, estaba Julio María Sosa, describiéndolo: “…caballero en macarrón peludo y flaco, que [llevaba] en la cabeza un gacho, trabajado por las lluvias, [que] lucía en lugar de la divisa, un cordoncillo colorado”. Escribe el trato que recibió de él y de otros oficiales “que rivalizaron en atenciones” y en particular de Sosa, quien lo condujo del campamento del ejército a la Jefatura Política de Melo, “en carruaje” asesorándolo, para ser evacuado luego a Florida, donde se fuga. Le escribe una breve misiva durante su detención en Melo, llamándolo “estimado amigo”.


Don Julio María Sosa, su firma en su lápida.
Don Julio María Sosa, sus restos descansan en el cementerio de Maldonado.


Previo a la Guerra Civil de 1904, había publicado en 1903 un trabajo histórico: “Lavalleja y Oribe”, que en su Prólogo dice:

"¿Acaso podría jamás escribirse la Historia Nacional y formarse un concepto verdadero de la vida de nuestro pueblo, en la azarosa evolución de sus destinos, si el apasionamiento de secta predominara, quitando al juicio la absoluta imparcialidad que da el propósito íntimo de discernir la verdad y la justicia, sin amor y sin odio?"

Fue electo Diputado por Maldonado en las elecciones de 1905, iniciando una carrera política de casi cinco lustros. Estas elecciones llevadas a cabo en enero de 1905, habían sido postergadas sólo dos meses de las previstas en noviembre, la Paz de Aceguá se había firmado en septiembre, dando fin a la contienda civil. Éstas fueron cruciales para la consolidación política del batllismo y aseguraron la elección del sucesor presidencial de Batlle, ya que la realizaba la Asamblea General. En las elecciones se renovarían 8 cargos en el Senado (integrado por 1 por cada departamento) y la totalidad de la Cámara de Representantes. Por las Cámaras en noviembre de 1904 (cesantes los diputados blancos por inasistencia durante la contienda), Batlle hizo aprobar una reforma en la integración de los diputados, por la cual se elegiría un diputado cada 12.000 o fracción no inferior a 8.000, lo cual para un total de 75 diputados, 28 le correspondían a Montevideo, 7 a Canelones, 4 a Florida, Colonia y Salto, 3 a Cerro Largo, Minas, Paysandú, Durazno, Tacuarembó, Soriano y San José, 2 a Artigas, Rivera, Río Negro, Rocha, Maldonado, Treinta y Tres y una a Flores. También se disponía que la mayoría (así fuera por un sufragio), obtenía los 2/3 de las bancas y la minoría sólo obtenía el tercio restante, si llegaba al tercio de los votos. Además en los 5 departamentos más poblados y con mayor cantidad de representación, el número de bancas no era divisible por tres, por lo tanto la mayoría podía adjudicarse mayor representación y en los menos poblados, quedarse con todas, si la minoría no llegaba a la tercera parte de los votos.

El Partido Colorado se unificó en torno a Batlle, desplazando la influencia de los ex Presidentes Julio Herrera y Obes y Máximo Tajes. Al Partido Nacional desmoralizado luego de la derrota le fue muy difícil motivar adhesiones y apoyos y le fue imposible oponerse a la nueva ley. El Dr. Martín C. Martínez y el Dr. Luis Alberto de Herrera, criticaron desde la prensa la disposición llamada “del mal tercio”. Producido el acto electoral, prácticamente sin incidentes y con la no concurrencia de los blancos a las mesas receptoras, la victoria del partido de gobierno fue contundente. En Artigas y Rivera, los blancos no llegaron al tercio de los votos y sólo triunfaron en Cerro Largo, Flores, Rocha y San José. En total el partido gobernante obtuvo 54 de las bancas y el partido opositor 21 y los colorados obtuvieron 5 de los puestos en el Senado.

Batlle digitó las listas coloradas en todos los departamentos, logrando integrarlas con jóvenes destacados, algunos egresados universitarios como el Dr. Pedro Manini Ríos e incluso periodistas integrantes de la redacción de El Día, como Sosa y como lo hiciera anteriormente con otro integrante del mismo matutino: Arturo Santa Anna, en la representación de Artigas (1899-1900) y posteriormente en la misma banca, a quien fuera Intendente de Maldonado, también por designación directa, Orlando Pedragosa Sierra (1914-1917). La relación de Sosa con Maldonado era el origen de la familia paterna.

Electo diputado, Sosa contrae matrimonio con María Lavinia del Güercio, nacida en Pando el 22 de agosto de 1886. La ceremonia se realiza en la Catedral de Montevideo el 10 de agosto de 1905, Julio tenía 25 años y María Lavinia 18 años. El matrimonio tiene dos hijos Julio Miguel (nacido y fallecido en 1906) y Julio Néstor (nacido en 1909, que seguiría la carrera diplomática).

Prosiguió con su labor periodística, publicando varios artículos sobre Maldonado en la revista ilustrada “Rojo y Blanco”, editada en Montevideo.


Don Julio María Sosa.


La mayoría absoluta en las Cámaras posibilitó la política de Batlle de impulsar la sociedad urbana y especialmente la capitalina, por encima de la rural. Con una administración escrupulosa de los dineros públicos y un aumento de la recaudación, aumentando las tasas sobre las importaciones, elevando la Contribución Inmobiliaria urbana y los aforos rurales y también disminuyendo las aportaciones a la Iglesia Católica, en especial al Seminario y también reduciendo las erogaciones del Ejército Nacional suprimiendo las Compañías “Urbanas”, se logró un importante superávit presupuestario. Se llevó adelante una política fiscal protegiendo las industrias y producciones nacionales. Se impulsó la electrificación de los tranvías y la producción de energía eléctrica ampliando la usina de producción y se permitió la extensión de las vías ferroviarias hacia Melo y Treinta y Tres (con un claro sentido de control de la zona “saravista”). Se extendió la trama de carreteras nacionales, construyéndose puentes carreteros sobre los Ríos Santa Lucía, Yi y Tacuarembó. Se aumentaron los recursos para edificios de enseñanza, se crearon los Liceos Departamentales y las Facultades de Agronomía, Comercio (Ciencias Económicas y Administración) y Veterinaria y el Instituto de Química. Se presentaron con la “influencia moral” de Batlle, proyectos legislativos sobre el divorcio, la limitación de la jornada laboral a 8 horas diarias y el descanso de un día por semana y la abolición de la pena de muerte.

El diputado Sosa planteó en esta legislatura propuestas de reglamentación de las compañías extranjeras de seguros.

El candidato de Batlle para sucederlo era el Dr. Claudio Williman. Julio María Sosa, apoyó esta candidatura desde el diario “La Prensa”, en forma entusiasta y reiterada, apoyando a su vez la unidad colorada y publicando editoriales sobre propuestas de impuestos sobre dividendos que se enviaban al extranjero, a los depósitos bancarios y a las hipotecas y la expropiación de las empresas abastecedoras de agua a Montevideo.

Si bien Sosa era un protegido de Batlle, desde su diario El Día, nunca comentó esas propuestas.

Con las mayorías aseguradas la elección de Williman se realizó el 1ero. de marzo de 1907. Éste de talante mucho más conciliador que su predecesor, en el mismo año y precediendo a los comicios de noviembre, propició la reforma del sistema electoral, modificando el número de representantes por departamento, haciéndolo divisible por cuatro en los departamentos de mayor representación y por tres en los otros. Esto mejoraba las perspectivas electorales de los blancos, pero al votar divididos entre “radicales” y “conservadores”, el partido gobernante obtuvo una nueva victoria rotunda logrando la mayoría absoluta de las bancas. Al otro año en las elecciones para el Senado, los blancos se abstuvieron de presentarse en 6 departamentos, logrando el Partido Colorado, aumentar el control en esa cámara (los Senadores duraban seis años en el cargo, renovándose cada dos años la tercera parte de la cámara, en general seis cargos).

En las elecciones de 1907 Julio María Sosa fue reelecto sin dificultad como diputado por el departamento de Maldonado (las legislaturas de los representantes duraban tres años). La actividad legislativa de este período culminó la aprobación de la ley de divorcio y abolición de la pena de muerte, las leyes de creación de la Asistencia Pública Nacional, del Registro Nacional de Leyes y Decretos y de la Oficina de Pesas y Medidas y la suspensión de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. También se continuó consolidando las instituciones del Estado: se crearon nuevos Ministerios: Obras Públicas y de Industrias, Trabajo e Instrucción Pública, se creó la Alta Corte de Justicia (prevista en la Constitución de 1830, pero nunca integrada), los Departamentos Nacional de Ingenieros y de Ganadería y Agricultura y la creación de las Intendencias Municipales (designadas por el Poder Ejecutivo), separando la función administrativa del Jefe de Policía.

Se realizó en octubre de 1908 el Censo Nacional más completo de los llevados a cabo hasta entonces en el país (Montevideo tenía el 30 % de la población total). La continuación del superávit presupuestal, permitió la construcción de cuarteles, comisarías y cárceles y de escuelas rurales. En Maldonado en este período se construyó el Cuartel de Infantería (actual Paseo San Fernando), el local de la Seccional 1era. de Policía y la ampliación del edificio de la Jefatura de Policía.

Pero uno de los problemas más importantes que tuvo el Gobierno de Williman, fue el conflicto internacional con la Rep. Argentina, por la “Cuestión del Plata”, por la cual la tesis del Ministro de Relaciones Exteriores del Presidente Figueroa Alcorta, el Dr. Estanislao Zeballos, era que el Río de la Plata era su dominio exclusivo. Esto exaltó el nacionalismo “uruguayo”, dejando atrás la denominación de “oriental”, por su relación geográfica con la Argentina, apoyado en la internacionalización del estuario por el Gobierno del Brasil y su Canciller el Barón de Río Branco.

De allí la ley de creación del Pueblo de Punta del Este, en julio de 1907, desplazando la denominación de Ituzaingó (hecho de armas contra al Brasil), auspiciada por el otro Diputado colorado del Departamento de Maldonado, Juan de Dios Devincenzi. Julio María Sosa presentaría en junio de 1909, la ley de conmemoración del “Centenario” de un acontecimiento histórico, particularmente nacional y vinculado a la figura de Artigas, como “héroe uruguayo” en su lucha de emancipación contra España: “la Batalla de Las Piedras”. Esta conmemoración fue políticamente e intelectualmente apoyada por el Dr. Eduardo Acevedo (ex Rector de la Universidad, autor de: “Artigas Alegato Histórico”), por Juan Zorrilla de San Martín (autor de “la Epopeya de Artigas”), el Dr. Héctor Miranda (con su estudio de las Instrucciones del Año XIII, creó una figura de Artigas institucionalista, alejada del “caudillo bárbaro” de la historiografía argentina).

Esto motivó la erección del Monumento a la Batalla de Las Piedras, en el lugar donde ocurrió el combate, obra del Escultor Juan Manuel Ferrari, inaugurado en los festejos del Centenario de la Batalla, en mayo de 1911. Para lo cual se expropiaron los campos circundantes que crearon un parque y se creó por ley el feriado nacional correspondiente. Fue el primer monumento erigido en el país conmemorando un acontecimiento bélico contra la Dominación Española.

En la exposición de motivos Sosa expresaba:

“La epopeya artiguista debe aquilatarse también de otro punto de vista, más glorioso todavía para nosotros, más ejemplarizador: me refiero a las sanas e inquebrantables virtudes democráticas que inspiraron siempre al Jefe de los Orientales y a su pueblo”.

El partido gobernante apoyó a Sosa en la celebración de una conmemoración patria común a todos los uruguayos, que contribuiría a la unidad nacional, jaqueada por las contiendas partidarias y nos alejara del “Centenario de Mayo de 1810” argentino, oficialmente ignorado. La participación popular en los festejos refrendó la propuesta de composición de una identidad nacional, construyendo un “relato de unidad”, que existiera en la época del inicio de las luchas de la emancipación entorno al “Primer Jefe de los Orientales”.

Las elecciones de noviembre de 1907 y 1908, aseguraban los votos en la Asamblea General para la reelección de Batlle en marzo de 1911. Frente a esta realidad, se produjo un breve levantamiento “blanco”, liderado por los Saravia y Basilisio Muñoz, cuyo principal enfrentamiento fue en el Pueblo de José Batlle y Ordóñez (ex Nico Pérez, denominado en 1907). La resistencia y movilización del Ejército Nacional lo sofocó y aisló rápidamente. En las elecciones de noviembre, postergadas a diciembre de 1910, para la renovación de 7 bancas de senadores incluida la correspondiente a Montevideo, el Directorio del Partido Nacional proclamó la abstención y las listas coloradas obtuvieron todas las bancas.

Batlle asume su segunda presidencia el 1ero. de marzo de 1911. Comenzó una etapa legislativa de creación del Banco de Seguros, con un monopolio estatal parcial, por la resistencia del Gobierno Británico (fueron excluidos los seguros marítimos y de vida), la estatización completa del Banco de la República y del Banco Hipotecario y el comienzo de la intervención del Estado con la creación de Empresas Públicas: Administración General de las Usinas Eléctricas del Estado, de los Ferrocarriles del Estado y del Instituto de Pesca. Se continuó con la extensión de las carreteras, con construcción de puentes sobre los cursos fluviales, compitiendo con los ferrocarriles ingleses. La legislación laboral impuso la ley de 8 horas de trabajo y un descanso semanal y la prohibición del trabajo de menores de 13 años y la de indemnización por despido. Batlle creó un Estado intervencionista y reglamentador, moderadamente proteccionista, que se reservaba el monopolio de algunas funciones que creía imprescindibles, para promover riqueza y fuentes de trabajo, para garantizar los derechos individuales, incluyendo la propiedad, promoviendo la educación general y redistribuyendo los beneficios económicos del Estado, protegiendo a las clases menos favorecidas.

En la renovación de la Cámara de Diputados de noviembre de 1911, Julio Sosa renovó su banca por Maldonado, sin oposición práctica por la abstención blanca.

La propuesta de una reforma constitucional, debía ser presentada en tres legislaturas consecutivas, en la última fue en la que Sosa intervino en varias propuestas, entre ellas que la Convención sería elegida popularmente y debería concluir su labor en el plazo de un año. La ley para posibilitar una Convención Nacional Constituyente fue promulgada en agosto de 1912. En marzo de 1913, Batlle publica en su diario “El Día”, su propuesta para constituir un Poder Ejecutivo Colegiado. Esto provoca fuertes resistencias dentro de su partido, hasta ese momento unificado en torno a su figura directriz. En el Senado existió una importante fracción colorada anticolegialista liderada por el Senador por Flores el Dr. Pedro Manini Ríos. Sosa se proclamó en la Convención del Partido Colorado a favor del planteamiento de Batlle y esta agrupación proclamó candidato a la Presidencia al Dr. Feliciano Viera.

En mayo de 1913, coincidiendo con las fechas de la Conmemoración de la Emancipación Paraguaya de España (14-15 de Mayo de 1811), acontece una visita de una delegación uruguaya al Paraguay. Esta visita fue promovida por el “Club Juventud Salteña” y el “Centro de Estudiantes de Derecho”, concebida como una peregrinación al “Árbol de Artigas”, en el marco del “Centenario de las Instrucciones del Año XIII” (a poco de conocidas) y un homenaje al Paraguay, en la tumba del Gral. José Díaz, Héroe de la Guerra de la Triple Alianza. El Gobierno Uruguayo se asocia a esta iniciativa, enviando por su parte a un Ministro Plenipotenciario el Dr. Daniel Muñoz, a la que se suma una delegación parlamentaria, integrada por Julio María Sosa, Diputado por Maldonado, que la presidía, Eugenio Martínez Thedy, Diputado por Salto y Joaquín Sánchez, Diputado por Colonia. El Crucero “Uruguay” (recientemente adquirido para reconstruir la Armada Nacional, por la “Crisis del Plata”) transportó a la delegación parlamentaria y a una escolta de Blandengues, que desembarcadas junto a la marinería del crucero, darían marco a las conmemoraciones patrióticas. Julio Sosa fue el encargado de realizar los discursos oficiales en el “Árbol de Artigas” y luego en la Columna con la “Estatua de la Libertad”, en Asunción, donde se colocaron chapas y coronas recordatorias. Reconocido como gran orador, Julio María Sosa expresaba, frente a la columna de La Libertad: “Separados los paraguayos y los orientales…no se sienten distantes, no se consideran ausentes…

Acaso nos vincula esa misma distancia, porque salva integralmente nuestros espíritus de todas las querellas, a veces enojosas, a veces inquietantes de la vecindad fronteriza. Y acaso esa misma distancia nos acerca y nos asocia, porque sabemos los orientales que…hay una raza de bravura indómita, dispuesta a inmolarse por los fueros de la justicia de los menos fuertes y porque saben los paraguayos, que en el confín de la Cuenca Platense, hay un pueblo puntilloso que persigue,… un doble propósito benéfico…ser libre y ser útil”. “Nos consideramos prolongados hasta vosotros…porque desde Humaitá, ante cuyas ruinas evocadoras rendimos, al pasar, nuestro tributo al valor paraguayo”.

En el “Solar de Artigas” expresaba: “Porque [nuestros pueblos] tienen en común la personalidad nacional, conquistada a hierro y fuego, para siempre, contra los mismos enemigos de dos mundos.” “Porque [nuestros pueblos] tienen en común la memoria de Artigas, cuya evocación integral nos sería imposible, sin asociarla al nombre de vuestro Paraguay, que no en vano…puso sobre vuestra bandera, los mismos colores de los lienzos patricios del Prócer”. En la Universidad Nacional, el Dr. Manuel Domínguez, hablando en nombre de ésta había expresado en inmejorable síntesis histórica: “Paraguay quería su independencia absoluta, Artigas quería la dependencia mutua, pero equitativa, Buenos Aires quería que todas las provincias dependieran de ella”. Es decir que la Política Internacional del Gobierno de Batlle, del Partido Colorado, frente a los recientes enfrentamientos con la Argentina, estaba dispuesta a entenderse con el Paraguay, aún enterrando la participación de su colectividad partidaria en la Guerra de la Triple Alianza y enviando a navegar al nuevo Crucero Uruguay, por los Ríos Paraná y Paraguay. La publicación de esta misión fue prologada por el Dr. Luis Alberto de Herrera (desde la Presidencia de Bernardo Berro la Política Internacional del Partido “Blanco” fue la alianza con el Paraguay) . Batlle siempre le guardó cierto resquemor a los Gobiernos Argentinos, por su negligencia a oponerse al apoyo de las revoluciones blancas, desde la vecina orilla. Julio María Sosa tuvo en 1913 varias propuestas legislativas dirigidas a la elección de la constituyente, en unión con otros representantes, la primera fue la de complementación y depuración del Registro Cívico, que fue aprobado, la segunda fue relativa al procedimiento electoral, que pasó a estudio de la Comisión de Legislación.

En las elecciones de noviembre de 1913, que renovarían la Cámara de Diputados, e intervendrían en la elección presidencial de marzo de 1915, del sucesor de Batlle, el Partido Nacional decidió participar electoralmente. Los colorados ganaron en 17 departamentos y obtuvieron 68 bancas y los blancos 21. No pudieron influir en la elección presidencial, pero integraron un bloque opositor destacado, frente a las fallidas aspiraciones de Batlle que el partido se desintegrara. En las elecciones a las bancas senatoriales Sosa resultó electo, para el período 1915-20 (no por el Departamento de Maldonado). En agosto de 1914 se desencadenaría la “Gran Guerra”, el verdadero “suicidio de Europa”, como Continente dominante de la Política Mundial. La segunda administración de Batlle se vio muy favorecida presupuestalmente por un nuevo aumento de la carga impositiva sobre la tierra (1912). Entre 1903 y 1912, existió un 135% de aumento de la Contribución Rural.

El 1ero. de marzo de 1915, fue electo por la Asamblea General, con ausencia de los diputados blancos y los senadores anticolegialistas, el Dr. Feliciano Viera Presidente de la República.

Julio Sosa de 35 años, ahora integrante del Senado, con otros integrantes del cuerpo, presentó un completo proyecto de Ley de Elección de la Convención Constituyente que fue promulgado el 1ero. de septiembre de 1915, que consagraba un estimable avance con respecto a las prácticas electorales anteriores: reapertura del Registro Cívico, inscripción obligatoria, creación de Comisiones Inscriptoras y Calificadoras, voto secreto, verificación de la identidad del votante, forma de escrutinio y cociente electoral. Podrían registrarse los analfabetos, los jornaleros y los sirvientes a sueldo.

En mayo de 1916, la Convención Nacional Colorada proclamó la candidatura de José Batlle y Ordóñez a un tercer período presidencial.

El 30 de julio de 1916, se realizarían las elecciones a la Convención Nacional Constituyente. El resultado fue una derrota del Partido Colorado Batllista, que obtuvo 85 bancas, contra el Partido Nacional que se impuso en 12 departamentos y obtuvo 105 bancas y los Colorados Anticolegialistas (Partido Fructuoso Rivera dirigido por el Dr. Pedro Manini Ríos y su Diario “La Mañana”), que consiguieron 22 bancas y el resto de los partidos 6 bancas. En Maldonado, sólo los votos colorados batllistas duplicaban los blancos. El resultado electoral sorprendió a Batlle, que tuvo dos expresiones: Julio María Sosa le sugirió que quitara los pizarrones del frente de “El Día” que mostraban su derrota, a lo que respondió: “Los pizarrones deben quedar en su sitio, debe comunicarse al pueblo la derrota de la causa colegialista y el triunfo de los blancos”. Domingo “Gringo” Arena, su amigo y colaborador le preguntó: “¿Y ahora que hacemos?”, a lo que “Don Pepe” contestó: “Imponer el Colegiado”.

El Presidente Feliciano Viera expresaba el 11 de agosto de 1916: “Los comicios del pasado 30 nos demuestran que la mayoría del país no nos acompaña en reformas de esta naturaleza… Hemos marchado bastante aprisa, hagamos un alto en la jornada.”

La inesperada declaración de Viera, fue sucedida el mismo día por una de Batlle, renunciando a la propuesta de un tercer mandato presidencial.

Julio María Sosa fue electo convencional por el Partido Colorado Colegialista (batllista).

La Convención Nacional Colorada, el 13 de agosto de 1913, reunida para tratar “un voto de confianza”, solicitado por el Presidente Viera, en el sentido de proseguir una nueva orientación, aparte de la colegialista, para optar por la concordia colorada y reunificar el partido. La Convención concedió el voto de confianza solicitado, pero Julio María Sosa, señaló que no había que interpretarse como un reconocimiento a una actuación errónea, sino como un tributo a la unión partidaria. En la misma sesión se aceptó la renuncia de Batlle a la candidatura presidencial.

El 27 de octubre de 1916, se instala la Convención Nacional Constituyente en el Paraninfo del recién construido edificio de la Universidad de la República. El Dr. Juan Campisteguy, colorado anticolegialista, fue electo Presidente de la Convención, el Primer Vicepresidente fue el Dr. Alfredo Vázquez Acevedo, blanco y el Segundo el Dr. Carlos Berro, blanco. Unidos los “blancos”, con los colorados anticolegialistas, podían imponer sus puntos de vista, en esas condiciones los colorados colegialistas, se abstuvieron de concurrir a las sesiones, salvo Julio María Sosa. Comienza el análisis de los puntos fundamentales a reformar en el texto constitucional: separación de la Iglesia del Estado, sufragio, ciudadanía, organización de los Poderes del Estado, inconstitucionalidad de las leyes, Gobiernos Departamentales, Derechos y Garantías y Reformas Constitucionales futuras. Los intentos de la Convención Colorada para lograr un acuerdo entre los colegialistas y los anticolegialistas fracasó. Por otro lado el Partido Nacional, veía en la propuesta colegiada de Batlle, el peligro que en la renovación parcial de tres miembros cada dos años, el cambio de la situación política en una elección se diluiría, siempre tendría “los hilos en la mano”, el partido gobernante, necesitando por lo menos tres elecciones sucesivas, para desplazarlo.

En esas circunstancias, Batlle desarrolló una estrategia para inducir al Partido Nacional a realizar una reforma constitucional conveniente a su proyecto. Por un lado se presentó y se aprobó “sobre tablas” en las cámaras, en diciembre de 1916, un proyecto para reformar el cociente electoral departamental, por el cual se aumentaba el número de bancas de diputados y se distribuirían según el censo. Se llevaba el número de bancas a 123, mientras el número de senadores era fijo: 19 (1 por departamento). El 14 de enero de 1917, se desarrollan las postergadas elecciones (debían haberse realizado en noviembre). En ella los colorados ballistas tuvieron una mayoría de 11 diputados, con lo cual se aseguraban la elección presidencial por la Asamblea General, para el próximo mandato. Los blancos y los colorados antibatllistas votaron separados. En vistas del resultado electoral, en ese mes de enero, José Batlle y Ordóñez, presenta sus aspiraciones a un nuevo mandato presidencial.

El Partido Nacional que había ganado la elección de julio del 16, con la proclama: “Ni Batlle, ni Colegiado”, se encontraba ahora en la situación de negociar: “Batlle o Colegiado”.

Una de las comparsas del Carnaval de 1917, cantaría:


¡Qué pretensiones tiene Don Pepe, anda mal del coco!

Las elecciones y el jugo de uva lo han vuelto loco.

Ser Presidente: ¡Qué caradura!

Cosas de viejo, cosas de viejo, son chifladuras”.


(Batlle tenía en ese momento 60 años.)


En febrero de 1917 el Presidente Viera, envía de acuerdo con Batlle, al Presidente del Senado el Dr. Ricardo Areco, a entrevistarse con delegados del Directorio del Partido Nacional, que luego de prolongadas e interrumpidas negociaciones, se llegó en abril a un acuerdo por el cual se designó a un “Comité de los 8”, integrado por cuatro nacionalistas: Leonel Aguirre, Carlos Berro, Alejandro Gallinal y Martín C. Martínez y cuatro colorados batllistas: Ricardo Areco, Domingo Arena, Juan Buero y Baltasar Brum (fueron excluidos los colorados anticolegialistas). Este comité, redactó un proyecto de Reforma Constitucional y paralelamente estipuló varios acuerdos de implementación, por los cuales Batlle no podía ser electo ni presidente, ni miembro del previsto Consejo de Administración en las próximas elecciones y que la entrada en vigencia de la nueva Constitución, sería progresiva. El 6 de junio se presentó el proyecto a la Convención Constituyente, ahora presidida por el Dr. Alfredo Vázquez Acevedo, que fue aprobado, con pocas enmiendas y en octubre concluyó la labor de estructuración del nuevo texto constitucional. Este fue aprobado por un plebiscito de ratificación en noviembre.

Si bien se creó un Poder Ejecutivo bicéfalo, es decir un Presidente de la República y un Concejo Nacional de Administración Colegiado, en el que estaban representadas las minorías, el Partido Nacional conseguía: el voto secreto, la representación proporcional, la inscripción obligatoria, la edad de votar a los 18 años, elección directa de los cargos y la autonomía departamental. Habría elecciones prácticamente todos los años. Batlle había comprendido que su figura no permitiría la unión de su partido y permitiría la victoria electoral del partido rival. De ahora en más mantuvo su control del Partido Colorado, permitiendo el ascenso a la presidencia de candidatos sin caudal, ni convocatoria electoral propia, lo que ocasionaría que podía seguir influenciando decisivamente en las decisiones políticas de gobierno y a través de la más numerosa bancada batllista parlamentaria.

Varios miembros del Partido Colorado, entre ellos Julio María Sosa discreparon con la solución política alcanzada, que llevaba indefectiblemente a la coparticipación en la Administración Pública. Este expresaba: “la fórmula de coparticipación que se adopta en la organización del Consejo de Gobierno, es contraria a mis invariables convicciones sobre política de partido”. Ante esta crítica, Batlle escribe en El Día: “este gobierno colegiado en que la minoría tendrá una representación de la tercera parte de sus miembros…está muy lejos de hacer imposible la política de partido, porque una mayoría de dos terceras partes de votos, permitirá siempre al partido que prevalezca, imponer sus ideales en el gobierno”.

En la práctica a partir de 1919, año en el cual entró en vigencia la nueva Constitución, la oposición pasó a tener una representación permanente en el Poder Ejecutivo, integrando el Consejo Nacional de Administración, lo que le permitiría una fiscalización de los actos de gobierno. También vio aumentadas las posibilidades de sus adherentes a ser empleados en la administración pública y en las empresas estatales y en los cargos en las administraciones departamentales, ahora autónomas.

El desarrollo de la “Gran Guerra”, motivó el progresivo alineamiento del país con los “Aliados”, contra las “Potencias Centrales”. El ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Baltasar Brum, tuvo una relevancia política destacada, llevando adelante una política de “Panamericanismo”. El aumento del precio de las materias primas, no provocó un aumento de las exportaciones y existió una caída de las importaciones, por las dificultades que acarreó la guerra submarina en el comercio marítimo. Esto conllevó una caída de la recaudación fiscal. Existió un marcado aumento de la confrontación social, provocado por el surgimiento de las ideas comunistas en Europa.

Concluida la Guerra Mundial, Julio María Sosa propondría llamar en homenaje de los vencedores de la contienda, al conocido como “Campo Chivero”, parquizado como “Parque de los Aliados”, en el entonces extremo de la urbanización capitalina hacia el Este. Durante el Gobierno de Viera, se aprobó: la estatización de los servicios de correos, telégrafo y teléfonos, se establecieron impuestos a las sucesiones, a la instrucción pública (1% de la Contribución Inmobiliaria), la creación de las Facultades de Arquitectura e Ingeniería y de las Escuelas Industriales.

El 1ero de marzo de 1919, resultó electo por la Asamblea General (Constitución de 1830), por un acuerdo entre Batlle y Viera, el Dr. Baltasar Brum, Presidente de la República.

Pero dentro del Partido Colorado las posiciones se fueron fragmentando con el antagonismo entre Batlle y Viera. Julio María Sosa, en un discurso político pronunció: “De un lado el batllismo, que representa la tendencia ideológica del partido y del otro el “vierismo”, que es el régimen de la prepotencia y la prebenda”. Se asociaba al “vierismo” con maniobras fraudulentas, principalmente en la Aduana, edificio que oportunamente se incendió, en 1921. El enconado enfrentamiento impregnaba los artículos periodísticos, con gruesos epítetos, como “Sebo negro”, con el que se refería la prensa batllista al Dr. Feliciano Viera (obeso y morocho).

En noviembre de 1919, se realizan por primera vez elecciones legislativas y de gobiernos departamentales, con voto secreto. El ganador fue el Partido Colorado que obtuvo 64 bancas (de 123) y el Partido Nacional 56, ganando en 10 departamentos, ambos con listas unificadas. Si bien Batlle fue el gran triunfador, el antagonismo personal entre su pupilo Sosa y Viera, fue tan enconado, que Sosa se fue separando en esta confrontación de Batlle, que necesitaba mantener al partido unido, para evitar la victoria electoral “blanca”. Cuando se elegiría la integración al Consejo Nacional de Administración en noviembre de 1920, Batlle propuso un colorado neutral, pero Sosa se opuso terminantemente, por lo cual Batlle se postuló siendo Sosa su suplente respectivo. La entrada de Batlle al Consejo, ocupando además la presidencia, incrementó su antagonismo con Viera, que lo integraba desde la elección de noviembre del 18 (renovable cada 2 años por terceras partes). Esta situación bloqueó todas sus iniciativas, por el apoyo de los integrantes blancos del Consejo a Feliciano Viera, lo cual determinó que Batlle pidiera licencia repetidamente, siendo sustituido por Julio Sosa, hasta marzo de 1923, en que lo reemplazó en forma definitiva por la renuncia de un Batlle, tal vez decepcionado de la inoperancia de la fórmula de gobierno por él pergeñada. En las elecciones de noviembre de 1922, se elegiría por primera vez en forma directa, por el voto popular al Presidente de la República y se renovaría 1/3 del Consejo Nacional de Administración.

Julio María Sosa, planteó sus aspiraciones de ser electo por el batllismo a la primera magistratura. Batlle se opuso, viendo que en cada elección, las diferencias con el Partido Nacional, eran unos pocos miles de votos y la posibilidad que un candidato batllista, no contaría con el apoyo de los “riveristas”, ni “vieristas”, perdiendo la elección. Con mucho empeño y firmeza, se opuso a la enconada aspiración de Sosa. El enfrentamiento fue evidenciado, con manifestaciones “sosistas” frente al edificio del diario “El Día” y concurrencia personal de “Don Pepe” a seccionales “sosistas” a discutir “mano a mano” su postura. Batlle demostrando su personalidad dominante de toda la escena política, presenta la figura del Ing. José Serrato, aceptado por las otras tendencias coloradas y le ofrece a Sosa encabezar la lista al Consejo. En las elecciones se produce una nueva victoria colorada, pero con una diferencia algo mayor de 5000 votos. Serrato asume la presidencia para el período 1923-27 (es por primera vez electo directamente por el voto popular un presidente) y Julio María Sosa asume como Presidente del Consejo Nacional de Administración, para el período 1923-25. A los dos días de la toma de posesión, se produce una gran manifestación de homenaje a Serrato frente a su residencia, en la que Sosa fue orador principal. En octubre del 23, siendo Ministro de Instrucción Pública el Dr. Pablo Blanco Acevedo, Sosa promueve que sea obligatorio para las oficinas públicas la exhibición de retratos de Artigas, se especifica que sean de Bonpland, Blanes, Herrera, Blanes Viale, Zanelli). Paralelamente se inaugura el Monumento a Artigas en la Plaza Independencia, el 28 de febrero del 23, al fin de la Presidencia de Brum (día del Grito de Asencio), desplazando la estatua de Joaquín Suárez, el “héroe colorado de la Defensa”, imponiendo al héroe común de todos los uruguayos. Los acontecimientos preelectorales desarrollados, fueron consolidando una creciente corriente dentro del batllismo, integrando el “sosismo”, resentida con “Don Pepe”.

La murga “Los Patos Cabreros” del Carnaval del 24 cantaría:


Serrato, que porque Don Pepe quiso

vivís en el primer piso

del palacete presidencial”


(se había adquirido el “Palacio Santos”, para despacho de la presidencia, el Consejo Nacional de Administración sesionaba en la Casa de Gobierno).


Es particularmente en esta década, que desde el punto de vista oficial se incide en la evolución del fútbol, no sólo como evento deportivo, sino como elemento de fusión y promoción social, impulsando a jugadores de las clases más humildes y como herramienta de unión nacional, por encima de las discrepancias políticas. También las rivalidades políticas se transparentaron en las deportivas. Julio María Sosa era un entusiasta peñarolense. Fue Presidente del Club Atlético Peñarol entre los años 1921 y 1928. Había sucedido en la presidencia a César Batlle Pacheco (hijo mayor de José Batlle). En noviembre de 1923, de desencadenó una grave crisis institucional, ya que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), sancionó a los Clubes Peñarol y Central, con dos años de suspensión. Éstos y otros clubes formaron la Federación Uruguaya de Fútbol, bajo la iniciativa de Julio María Sosa, muy buen organizador. El Presidente del Club Nacional de Fútbol, era el Dr. Atilio Narancio, reconocido batllista. El conflicto se comprendió en los enfrentamientos entre Batlle y Sosa. Es decir que el fútbol continuó los enfrentamientos políticos, enalteciendo sus figuras políticas visibles, desmereciendo a sus más cercanos adversarios políticos, principalmente cuando grandes figuras políticas eran dirigentes de instituciones deportivas.

El Dr. Pedro Manini Ríos, fundador del “riverismo”, Presidente Honorario del Club Nacional de Fútbol, siendo Ministro de Relaciones Exteriores, del Gobierno del Ing. José Serrato, realizó los trámites para inscribir al cuadro uruguayo participara en la Olimpíada de 1924, en París. Los integrantes de la selección fueron sólo seleccionados en los miembros de la AUF. Al regresar de Francia, los “Campeones Olímpicos”, son recibidos por multitudes entusiastas y el discurso de bienvenida lo realiza César Batlle. “El Día” escribiría: “Es Nuestro Triunfo”.

El Ing. José Serrato, de talante componedor y no comprometido con instituciones deportivas, lograría en 1925 el “Laudo Serrato”, por el cual se negoció la fusión de la Federación, con la Asociación de Fútbol.


En el Carnaval del 26, “los Patos Cabreros” cantarían:


Serrato, que porque Don Pepe quiso

vivís en el paraíso

del trono presidencial

y que el fútbol dividido

hoy se encuentra bien unido

gracias a tu laudo arbitral.


El período presidencial del Ing. Serrato, fue esencialmente el llamado por los batllistas el “Uruguay Feliz”, más propiamente el Uruguay “Optimista”, la economía próspera, en una situación expansiva internacional de posguerra muy favorable, con balances positivos de comercio exterior con exportaciones de carnes (enfriadas, enlatadas y saladas), de cueros, lanas y el inicio de saldos exportables de granos (trigo y maíz), ascenso salarial, disminución del desempleo. La importación de automóviles fue creciente, la Ciudad de Montevideo crece en altura de sus edificios (el Palacio Salvo, llega a ser el edificio más alto de Sudamérica), y se expande hacia el Este, por la zona costera. En el Departamento de Maldonado se desarrolla el Balneario de Piriápolis, por el emprendedor inmobiliario Francisco Piria, orientado al mercado argentino. Pero en contrapartida, con aún elevada mortalidad infantil por enfermedades infecciosas (sarampión, diarreas, tétanos, tos convulsa) y la muy elevada endemia de la tuberculosis, que incidía muy particularmente en la población, la expectativa media de vida no excedía los 50 años.

En los Carnavales de la época se cantaba: “No vayas al puerto que hay mucho laburo”. La letra de la “Cumparsita” de Matos Rodríguez, escrita para la Comparsa carnavalera de los Estudiantes de Medicina, aludía a la lucha contra la tuberculosis.

Se persistió con la política de expansión de la red vial, construyéndose el Puente sobre el Río Santa Lucía y se iniciaron las obras de la Ruta de Montevideo a Colonia. En Maldonado se construyó el Puente del Arroyo Pan de Azúcar, en el “Camino Maldonado”, por iniciativa de Julio María Sosa (puente que actualmente lleva su nombre).

Se conmemoraron las fechas del Centenario de “la Cruzada Libertadora”, de las Batallas de Rincón y Sarandí y el 25 de Agosto de 1925, se inauguró el Palacio Legislativo, iniciado en 1908, fue una obra impulsada por José Batlle y Ordóñez. Todos estos acontecimientos fueron manifestaciones de unión nacional, por encima de las diferencias partidarias habiendo transcurridas dos décadas de 1904 y 15 años de 1910. Se enterraron políticamente y con una conducta gubernativa, el recuerdo de las luchas armadas.

Durante este período se concretaron legislaciones fundamentales, como la creación de la Corte Electoral, la ley de Partidos Políticos, la creación y reforma de las jubilaciones de los empleados civiles, policiales, bancarios, maestros y la Bolsa de Comercio. Una de las preocupaciones políticas de este período fue la “pureza” del sufragio y de normas éticas de la actividad partidaria.

El Partido Colorado estaba desgarrado por sus disputas internas entre el sector “batllista”, el “riverista” y el “vierista”, pero dentro del sector ampliamente mayoritario, liderado por “Don Pepe”, resurgió el enfrentamiento con Julio María Sosa, que en 1924 había proclamado nuevamente su aspiración presidencial, para los comicios del 26. Sosa, liderando el “sosismo”, había adquirido el diario “La Razón”, violentamente respondido por “El Día”. Batlle, caudillo patricio político, no impidió que Sosa llegara a la presidencia del colegiado, pero le cerró firmemente el acceso a la primera magistratura, aún cuando tuviera que pactar con otros grupos no batllistas, para el acceso de un personaje de “segunda línea”. Así impidió en forma tenaz la reelección de Viera, o las candidaturas de Manini Ríos, Gabriel Terra y de Julio Sosa, todos personajes relevantes escindidos de sus propias filas. También Sosa era atacado desde “El Día”, por publicar en “La Razón”, los resultados de las loterías argentinas, posibilitando las apuestas clandestinas. Sosa por detrás de “Don Pepe”, intentó llegar a un acuerdo con Francisco Ghigliani, Director de “El Día”, proponiéndole impulsarlo a un cargo en el Consejo, si él lo apoyaba a alcanzar la Presidencia de la República, este denunció críticamente en el periódico la propuesta política, por lo cual Sosa quedó muy ofendido.

El conciliador Serrato propuso una dirección federal de partido, a lo que Batlle se opuso seguro de tener la mayoría del electorado, en esto contó con el apoyo de Sosa, que también trataba de mantener todos los apoyos partidarios, sin escisiones. Pero esto ocasionó que Viera creara el Partido Colorado Radical, que presentaría candidatos fuera del lema. El Partido Nacional se mantuvo unido y en las elecciones de 1925 derrotó al Partido Colorado, logrando dos bancas en el Consejo y de las 6 bancas senatoriales en disputa obtuvo 5. Luis Alberto de Herrera obtenía la presidencia del Consejo y 4 cargos en 9, el Senado de 19 bancas, 11 eran “blancas”, pasando a presidirlo el Dr. Duvimioso Terra. Esto llevó al Partido Nacional al cogobierno, por las disensiones coloradas. Sosa, que abandonaba la presidencia del Consejo, pero permanecía en un cargo, que duraba 6 años, no estuvo presente en el acto de posesión de la nueva integración.

La posición de Sosa enfrentada al batllismo, se fue agravando progresivamente, manteniendo una posición “autonómica”, dentro del Consejo, pactando con los integrantes “blancos”, cargos en oposición a los propuestos por los “batllistas” y fundamentalmente a través de artículos de prensa, lo que motivó incluso un duelo entre él y un periodista de “El Día” Américo Pedragosa Sierra.

Para las elecciones presidenciales del 26 Batlle propone como candidato colorado al “riverista” Juan Campisteguy, al que Viera no se oponía. Batlle se propone a la candidatura de la Presidencia del Consejo Nacional de Administración. Su decisión veta las propuestas candidaturas del Dr. Gabriel Terra y de Julio María Sosa. Terra “se las guarda”, esperando otra instancia, pero Sosa al verse nuevamente postergado, rompió definitivamente con “Don Pepe” y con su capacidad de organización comenzó a integrar voluntades coloradas opositoras al “batllismo”, en una nueva corriente: “Partido por la Tradición Colorada”, pero no presentó candidatos fuera del lema.

El Partido “Blanco”, tendría la escisión de Lorenzo Carnelli que fundaría el “Partido Blanco Radical”.

Las elecciones de noviembre de 1926, significaron el momento que el Partido Nacional, estuvo más cerca de lograr las Presidencias de la República y del Concejo de Administración, sólo se distanció unos 1600 votos de lograrlo. Los 3850 votos que logró Carnelli se lo impidieron. Batlle había logrado mantener unido al su partido y logró la Presidencia para Campisteguy y para él la del Consejo. El escrutinio fue sumamente lento y dificultoso, creando múltiples expectativas, frente a lo cual Serrato, que había tomado la iniciativa de hacer realidad la pureza del sufragio, depurando el sistema electoral, ordenó al Gral. Ruprecht concentrar tropas en “Los Cerrillos”, para contener cualquier desborde partidario. El Dr. Luis Alberto de Herrera, el gran perdedor de la jornada. Llamó a este episodio “La Cerrillada”, pero acató la decisión electoral: “Que se lo lleven todo, menos la paz de la República”.

La Presidencia de Campisteguy, iniciada el 1ero. de marzo de 1927, continuaría los “años de vacas gordas”. Batlle y Herrera, integrando ambos el Consejo de Administración, protagonizaron polémicos enfrentamientos discursivos, que Batlle volvió a tolerar poco, no se “hallaba” en el ambiente colegiado de la administración pública que había ideado, pidiendo licencia desde agosto y renunciando al cargo en febrero de 1928. Esta última administración que completaría su período con la Constitución de 1917, que Sosa integraba desde su banca en el Consejo, crearía instituciones como el SODRE, el Frigorífico Nacional, la Enseñanza Secundaria separada de la Universitaria y la Facultad de Química y Farmacia.

En noviembre de 1928 fallece bruscamente en Salto, el Dr. Feliciano Viera, a los 55 años, disolviéndose en lo sucesivo su grupo político. Sosa integrando el Consejo de Administración, comenzó a actuar en forma independiente del “batllismo”, en 1928 presenta en la Corte Electoral la solicitud del Lema Partido Colorado por la Tradición, lo que fue rechazado por el organismo, al existir ya registrado el lema. Batlle desde “El Día”, lo criticó duramente diciendo: “Sosa ha realizado su aspiración, ha constituido un partido para su uso personal”. Paralelamente se opuso a que fuera expulsado del Partido Colorado, si los “sosistas” se alejan del lema, deben realizarlo voluntariamente.

El “sosismo”, en el Departamento de Maldonado, tenía uno de sus “baluartes” de adhesiones. Importantes personalidades lo apoyaban, principalmente en San Carlos, donde existía la mayor población y caudal electoral: el Esc. Alejo Fernández Chaves, el Dr. Iriondo Garino, Celestino Rapetti. En Maldonado: el Comisario Plácido Costa (de Punta del Este y Maldonado), Antonio “Bebe” Odizzio Revilla, Américo Bazzano, Américo Pedemonte (en El Placer); en Pan de Azúcar, existieron varios integrantes de la policía, que fueron luego Comisarios de esa localidad, como Rafael Báez, Félix Núñez y Juan Ángel Pereira (estos dos últimos también de Punta del Este), lo que evidencia la influencia de Sosa en los nombramientos. En la Ciudad de Maldonado existía en el Club “Paz y Unión”, que era de impronta masónica, reuniones habituales de colorados “independientes”, antibatllistas, como el farmacéutico Héctor Jaurena, Olmedo Rodríguez, Francisco “Pancho” Clavijo, todos “sosistas”, con Ramiro Cardozo, hacendado “riverista”.

La “familia política” de la hermana mayor de mi madre, su esposo Enrique Patiño, era “sosista”, su padre era el Gral. Enrique Patiño (historiador, escritor del primer estudio sobre “Los Tenientes de Artigas”). Él y su hermano Armando (Inspector de Escuelas en Maldonado), eran en su juventud “colorados herreristas” (de Julio Herrera y Obes), furibundos antibatllistas. Cuando murió Batlle, el general estuvo varios días sin salir de su domicilio “para que los vecinos no creyeran que iría al velatorio o al sepelio de Batlle”.

Las elecciones de noviembre de 1928, renovarían un tercio del Consejo, la totalidad de la Cámara de Diputados y elecciones parciales de senadores. El Partido Colorado concurriría con dos listas: “Por los Ideales Batllistas” (con el Dr. Baltasar Brum y Victoriano Martínez, como candidatos al Consejo) y “Por el Triunfo del Partido Colorado”, a lo que se llamó “La Concentración”, integrado por “sosistas”, “riveristas” y “vieristas” (Feliciano Rodríguez, Adolfo Pérez Olave, José Espalter y Juan Cachón, como candidatos y suplentes al Consejo). La labor organizativa de esta agrupación electoral colorada “antibatllista”, fue uno de los grandes logros políticos operativos de Sosa.

El Partido Colorado resultó nuevamente vencedor por unos 2200 votos frente a un lema Partido Nacional dividido, el Partido Blanco Radical, obtendría unos 3700 votos. Pero los “blancos” lograrían la mayoría de la Cámara de Diputados. La derrota de “La Concentración” frente al “batllismo”, que obtuvo más del 60% de los votos “colorados”, provocó al obtener escasas bancas parlamentarias, la disolución del “vierismo” y del “sosismo”.


Una comparsa de Carnaval de 1929 cantaría:


Solos los cuatro concentrados,

navegan extraviados por el inmenso mar.

Nadie les quiere dar socorro,

aunque el monito con el gorro rompa a llorar.

Sosa si siente alguna cosa, terrible y dolorosa,

que le hace mal,

rememora contra “La Concentración”,

que él ha sido el puntal,

y anhelado una carreta (alusión a Batlle, por su corpulencia y andar lento y pesado),

está para esconderse bien y no pensar”.


Obelisco en homenaje a don Julio María Sosa.
Plazoleta Julio María Sosa en Punta del Este.


Julio María Sosa, abrumado de deudas (probablemente contraídas durante la campaña política) y amargado por la derrota, cesó en el puesto en el Consejo Nacional de Administración en marzo de 1929 y viajó a Europa, sin esperar la autorización correspondiente del parlamento. Había sido elegido en 1923, durando en el cargo 6 años. Su diario “La Razón” dejó de editarse el 1ero. de abril de 1930 y su grupo político se desintegró rápidamente.

Batlle fallecería el 20 de octubre de 1929, bruscamente por un tromboembolismo pulmonar, internado en el Hospital Italiano, en el postoperatorio de una cirugía de próstata, en los brazos de una monja enfermera. Tenía 73 años.

El 24 de octubre, 4 días después, se produce un hecho de repercusión mundial, se desploma la cotización de las acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York, lo que ocasiona la ruina de muchos inversores, la caída de los precios de los bienes negociables y de las materias primas, el cierre de empresas industriales y de comercio y quiebres bancarios. Esto provocó una crisis financiera mundial, con caída del comercio global e inestabilidad económica generalizada, que provocaron medidas proteccionistas estatales contra los bienes importados y que se extendió a la década del treinta. La gran depresión económica que se produjo, tuvo una concatenación de hechos políticos, desestabilizando regímenes de gobierno y provocando caídas de sistemas políticos: derrocamiento de Yrigoyen en Argentina (1930), ascenso al poder de Getulio Vargas en Brasil (1930), renuncia del Gral. Carlos Ibáñez del Campo en Chile (1931), derrota electoral republicana y victoria demócrata (F.D.Roosevelt) en EEUU (1932), caída de la Dictadura de Primo de Rivera en España (1930), que arrastra a la Monarquía con establecimiento de la República (1931) y finalmente a la Guerra Civil (1936), ascenso de Adolfo Hitler al poder en Alemania (1933), llegada del Frente Popular de León Blum al poder en Francia (1936).

El Uruguay en 1930 mantuvo una imagen de prosperidad y optimismo, con los festejos del Centenario de la República y la conquista del Primer Campeonato Mundial de Fútbol, organizado en Montevideo, inaugurando el Estadio Centenario.

Sosa no se mantuvo ajeno a la contienda electoral de noviembre de 1930, se elegiría Presidente de la República y un tercio del Consejo de Administración. El Partido Colorado, concurriría con dos candidaturas por el “batllismo”, el Dr. Gabriel Terra (que había sido vetado por Batlle en 1926) y el Dr. Federico Fleurquin, planteado por los “batllistas netos”, nucleados en “El Día”. Prácticamente disuelto el grupo “vierista”, el Dr. Pedro Manini Ríos, nucleó a los “antibatllistas” en su candidatura “riverista”. Para mantener su candidatura dentro del lema Partido Colorado, Manini logró un acuerdo por el cual si alcanzaba el 17,5% de los votos del lema, la presidencia sería para él y no presentaría cargos al Consejo de Administración. A ese acuerdo se le llamó “el handicap”. Sosa apoyó la lista de Terra, colocando un “sosista” en la suplencia de los cargos al Consejo. Las elecciones le dieron un más holgado triunfo al Partido Colorado, por más de 15000 votos, Gabriel Terra fue electo superando a Fleurquin y no llegando Manini por menos de 140 votos al 17,5%. Los “blancos” obtendrían la mayoría del Senado.

Julio María Sosa falleció en Montevideo, el 27 de enero de 1931, en su residencia de la Calle Paysandú 828, existente, relativamente modesta, entre Andes y Florida. Tenía 51 años, según su certificado de defunción de un infarto de miocardio. Siempre se pueden relacionar las afecciones cardiovasculares agudas a cuadros depresivos, reactivos a traumas emocionales adversos. El mismo documento menciona su condición de jubilado. Recibió sepultura en el Cementerio Británico. Durante su sepelio se le tributaron los honores oficiales previstos para un Ministro de Estado. Lo sobreviviría su esposa, su hijo y su padre (residente en Minas). No presenció el ascenso a la Primera Magistratura de Gabriel Terra, el 1ero. de marzo de 1931. Al entregarle la Banda Presidencial Campisteguy le dice: “Sinceramente Gabriel, no te envidio”.

Se desencadenaba la crisis económica sobre el país, caída del valor del peso, disminución brusca de las exportaciones, subida de impuestos sobre las importaciones, ascenso de los impuestos inmobiliarios, encarecimiento de precios, cierre de empresas comerciales e industrias y desocupación. La política económica dependía del Consejo de Administración de mayoría batllista, enfrentado a un presidente individualista e independiente, que propondría una reforma constitucional, apoyado por Luis Alberto de Herrera, que modificara la imposibilidad de imponerse a una dificultad extrema económica con mecanismos ejecutivos colegiados. Esto culminaría en la ruptura constitucional en 1933.

Estos acontecimientos disgregarían en Maldonado al grupo “sosista” y aún al “riverista”, Américo Bazzano (esposo de la Maestra Guadiela Tassano), sería Secretario del luego asesinado Intendente Maestro Martiniano Chiossi, un “batllista”, muy criticado por sus antiguos correligionarios; Héctor Jaurena sería detenido por el Gobierno de Terra, por su oposición al “Golpe de Estado”, (aún cuando en general los “sosistas” lo habían apoyado) y luego sería Presidente del Concejo de Administración Municipal y Jefe de Policía Departamental; Ramiro Cardozo (hermano del Senador Socialista Dr. José Pedro Cardozo), sería durante muchos años Subjefe de Policía Departamental.

Es curioso que en Maldonado, quien fuera diputado por el departamento entre 1905 y 1914, durante tres legislaturas sucesivas (de tres años), sólo fuera recordado en 1934, durante la “dictadura de Terra”, con el pequeño obelisco de la plaza homónima de la península. En los maldonadenses su recuerdo a casi desaparecido de la memoria colectiva. Sólo los “viejos” fernandinos recuerdan con cierta maledicencia, el enorme parecido físico del hijo menor del matrimonio del Comisario Plácido Costa y su prima hermana Dolores “Lolita” González Costa, Ricardo, quien fuera Secretario de la Fiscalía Departamental, con Julio María Sosa. Siempre despertó maliciosos comentarios: “hijo robado, retrato cantado”.

El Puente de la Ruta 9, sobre el Arroyo Pan de Azúcar y una calle perimetral del trazado urbano de Pan de Azúcar y la mencionada Plaza de Punta del Este, llevan su nombre. En Montevideo, lleva su denominación la avenida que flanquea el Parque de las Instrucciones del Año XIII (Club del Golf), desde el Bulevar Artigas a la Rambla Presidente W. Wilson. “Sic transit gloria mundi”, para quien fuera un destacado político durante 5 lustros, miembro del Senado (1915-20), de la Convención Constituyente (1916-17) y del Poder Ejecutivo Colegiado (1923-29) y su Presidente (1923-25). Además de periodista y orador de destaque, Presidente del Club Atlético Peñarol (1921-28) y uno de los impulsores oficiales de la figura de José Artigas como Héroe Nacional.

Su “damnatio memoriae”, proviene de su rompimiento con las directivas verticales de José Batlle y de su temprano apoyo a Gabriel Terra, todo tal vez debido a su personalidad enérgica, impetuosa y apasionada.



Dr. Mario Scasso Burghi



Colaboración:

Genealogista María Felicia Sanguinetti Sosa


Referencias:

Olga Burghi Ferrari de Scasso

Selva Cardozo Támmaro

Emb. Carlos Cartolano Dogliotti

Nelba “Chola” Corbo de Rinaldi

Dr. Alejo Fernández Chaves

Graciela “Galela” Jaurena Cuervo

Dr. Haroldo Pi

Prof. Leandro Scasso Burghi

José “Pepe” Zanoni Fossemale



Bibliografía:

De la Jornada Anticolegialista (1913-1933) – Horacio Abadie Santos. 1933.

La construcción de un “Héroe Máximo”: José Artigas en las conmemoraciones uruguayas de 1911. – Carlos Demasi. 2005.

Casto Martínez Laguarda. Un maragato en París. 1924. – Jorge Gutiérrez Pérez/Ricardo Piñeyro. 2022.

La Fronda. Informe sobre Maldonado y los fernandinos del Novecientos. – Gustavo Lafferranderie. 2015.

El Uruguay Feliz. Imagen y Memoria 1918-1933. – Daniel V. Loustenau. 2023.

Orientales. Una historia política del Uruguay. Tomo II (de 1865 a 1938). Lincoln Maiztegui Casas. 2005.

Paraguay – Uruguay.- Asunción. Mayo 14-15 de 1913. - Librería Nacional Quell y Carrón. 1913.

Historia de la República Oriental del Uruguay (1830-1930). – Juan Pivel Devoto/Alcira Ranieri de Pivel. 1956.

La iniciación Constitucional. Cuadernos de estudio 7. Historia del Uruguay y de América. – Alfredo Traversoni/Silvia Rodríguez. 1975.

José Batlle y Ordóñez. Pensador, político, historiador, antropólogo. – Milton I. Vanger. 1968.

Crónica General del Uruguay. Volumen IV. El Uruguay del Siglo XX. – A. Vázquez Romero/W. Reyes Abadie.

Con Divisa Blanca. – Javier de Viana. 1919.







Dr. Mario Scasso Burghi

marioascasso@gmail.com


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