La discusión de las fechas históricas en nuestro país, por Mario Scasso Burghi

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Rey Felipe V de España.
Bruno Mauricio de Zavala.
Billete de 5 pesos con la efigie del durangués Bruno Mauricio de Zavala, moneda de 1896.





Si algo no es nuevo en el devenir de la República Oriental del Uruguay es la discusión sobre las fechas de conmemoración de los hitos históricos, tanto nacionales como locales.



Pbro. Francisco Larrobla.


Para comenzar, hasta el Gobierno del Presidente Dr. Gabriel Terra, se conmemoró en nuestro país la fecha del 25 de Mayo de 1810, como el inicio de la Revolución en el Virreinato del Río de la Plata. Desde la Época de la Patria Vieja Artiguista, era la fecha nacional conmemorativa, desplazando desde el período inicial de nuestra nacionalidad, al onomástico del Rey Español y su “Santo”. Si bien desde la Administración del Gral. Máximo Santos, había perdido su relevancia inicial.

Por Ley del 18 de mayo de 1834, durante la primera Administración del Gral. Fructuoso Rivera, se fijó que la gran fiesta cívica de la República Oriental del Uruguay, sería el 18 de Julio, en conmemoración del Día de la Jura de la Constitución de 1830.

Por Ley del 10 de mayo de 1860, durante la Administración de Bernardo Berro (Partido Blanco), se fijó que la fecha del 25 de Agosto, sería la fecha nacional, conmemorando la Declaratoria de la Independencia en Florida, en 1825.

José Joaquín de Viana.

Esta dualidad llegó al punto culminante en la tercera década del S. XX, cuando se determinó establecer cuál sería la fecha del Centenario de la República (1825-1830). La posición de la Administración del Presidente Ing. José Serrato, era de festejar el Centenario en 1930, que era respaldada por el Partido Colorado. Esta postura no era ajena a la oposición batllista a la Iglesia Católica, ya que el Presidente de la Asamblea de la Florida era el Pbro. Francisco Larrobla. Esto ocasionó encendidos debates parlamentarios y periodísticos. La posición del Partido Nacional (Blanco), encabezada por el Senador Dr. Pablo Blanco Acevedo, era de festejar el Centenario de la Independencia el 25 de Agosto de 1925, lo que se tradujo en un voluminoso y enjundioso informe sobre la fecha de celebración.

Finalmente se optó por celebrar el Centenario de la Independencia el 25 de Agosto de 1925, inaugurando el Palacio Legislativo en esa fecha (siendo su edificación una obra planteada e impulsada por José Batlle y Ordóñez) y el Centenario de la República el 18 de Julio de 1930, inaugurando el Estadio Centenario. El Puente “Centenario”, sobre el Río Negro en Paso de los Toros, se inauguró en febrero de 1929 y el Obelisco de homenaje a los Constituyentes de 1830, paradójicamente se inauguró el 25 de Agosto de 1938. Pero la figura de Larrobla fue siempre marginada.

Presidente Bernardo Berro.

En el caso de conmemorarse el Bicentenario de la Fundación de la Ciudad de Maldonado, se realizaron los festejos en 1957, por informe del Arq. Carlos Pérez Montero (Vicepresidente del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay) basándose en la opiniones de los Historiadores Francisco Bauzá, Atilio Cassinelli, Horacio Arredondo y Ricardo Caillet Bois y coincide con él el Prof. Francisco Mazzoni, con la oposición de los Historiadores Dra. Florencia Fajardo Terán y el Prof. Alfredo Chiossi, que planteaban la fecha 1955. En la primera posición estaban los que priorizaron la fecha de instalación de la población en el emplazamiento actual y la delimitación de la plaza, las manzanas y las calles, por el Ing. Mil. Tte. Cnel. Francisco Rodríguez Cardoso (1757). En la segunda posición estaban los que destacaban la intención del Gobernador de Montevideo Mariscal de Campo José Joaquín de Viana, de poblar el Puerto en la Bahía de Maldonado, instalando al primer contingente de familias en el Rincón del Diario (1755). Ambas posiciones no destacaron la instalación de una Guardia Militar por el Comandante Militar de Montevideo Francisco de Gorriti, en el Puerto de Maldonado, por lo menos desde 1749. La existencia de una Guardia en la Bahía en forma permanente, está corroborada por la detención, en la hasta entonces Isla de Maldonado, del Capitán Francisco de Gorriti (1752-53), anterior Comandante Militar de Montevideo, por orden del nuevo Gobernador José Joaquín de Viana, por desavenencias por la prestación de servicios durante la campaña de las milicias de Montevideo contra los indios minuanes (1751-52),

Cuando se conmemoraron los 250 años de Fundación de la Ciudad de Maldonado, se planteó un “Proceso Fundacional” 1755-57 y se inauguró en el Rincón del Diario, un monumento de recordación de la instalación de 1755 de las iniciales familias pobladoras allí.

En este caso nunca fue manejado políticamente y siempre se estuvo a la opinión de personas informadas.

Sin embargo en la estimación de la fecha de fundación de algunas poblaciones de nuestro país, se tuvo muy en cuenta el establecimiento de guardias o fortines militares, como es el caso de la actual Ciudad de Salto o de la de Río Branco.

En el caso de Salto, se determina como su origen la construcción de un Fuerte Militar denominado San Antonio, por el Gobernador de Montevideo José Joaquín de Viana, durante la Campaña de la Guerra Guaranítica (1754-56), en noviembre de 1756. Esta fortificación de tierra aplanada y estacas, con galpones, se realizó en el punto donde la navegación por el Río Uruguay, se ve interrumpida por los saltos, es decir en la unión entre el bajo y el alto curso. Allí se encontraron en enero de 1757: Gaspar de Munive Marqués de Valdelirios (Comisario Demarcador de los límites fijados por el Tratado de Madrid de 1750), el nuevo Gobernador de Buenos Aires Cap. Gral. Pedro de Ceballos, con Viana que actuaba de Comandante de las Fuerzas Españolas movilizadas por la insurrección de los indios guaraníes de las Misiones Orientales, ocasionadas al ser entregados a Portugal por el acuerdo. Es decir que el fuerte debió estar debidamente acondicionado para contener además de las fuerzas militares, un suficiente número de servidores y asistentes, con medios de transporte y avituallamiento.

En cuanto a la fundación de la Ciudad de Río Branco (ex San Servando, ex Pueblo Artigas), toma como inicio fundacional la instalación de la Guardia Militar Virrey Arredondo. El Virrey del Río de la Plata Nicolás de Arredondo (1789-1795), le encarga al Tte. Comandante Manuel Cipriano de Melo y Meneses en 1791, el resguardo de la frontera al Norte de la Laguna Merín y el establecimiento de Guardias que fijaran los límites determinados por el Tratado de San Ildefonso (1777). Entre 1792 y 1793, se instala una Guardia Militar en el Paso de Las Piedras del Río Yaguarón, con el nombre del virrey mandante. En 1834, el Cnel. Servando Gómez, durante la primera presidencia del Gral. Fructuoso Rivera, funda en ese lugar el Pueblo de San Servando. Empero siempre se ha preferido el antecedente hispánico.

En ninguno de los dos casos citados, ni en Salto, ni en Río Branco, existió un interés poblador, independiente del objetivo militar, táctico y estratégico.

En cuanto a discrepancias fundacionales teñidas de disensiones políticas, las palmas se la lleva la fundación de la Ciudad de Rivera. En 1862, durante la Administración del Presidente Bernardo Prudencio Berro, se promulgaba la ley de creación de la Villa Ceballos, frente al Pueblo Brasileño de Santa Ana do Livramento, en un intento de fijación de la frontera. El mismo nombre del Virrey Pedro de Ceballos, que lideró dos invasiones a Río Grande (1762-63 y 1777), era un desafío al Brasil. Comienza el asentamiento de vecinos, una vez desaparecido el temor que esa zona fuera transferida al Imperio del Brasil por permuta. Producida la Revolución encabezada por el Gral. Venancio Flores en 1863 y la intervención del Ejército Imperial Brasileño que culminó con el derrocamiento del Presidente Tomás Villalba (1865) y la Guerra de la Triple Alianza. Retornado Flores de la Campaña del Paraguay en 1866, se comienza a regularizar la administración pública. En julio de 1867 el Jefe Político de Tacuarembó, Carlos Reiles (colorado florista), se traslada a la frontera para dar cumplimiento a los trabajos de delineación y mensura de la población y comunicar que por decisión del Ministro de Gobierno Alberto Flangini, se denominaría Rivera, en homenaje al Cnel. Bernabé Rivera, fundador de San Fructuoso (Tacuarembó). En noviembre de 1868, culminaron los trabajos de mensura y diseño del primer plano topográfico de la población.

Carlos Reiles, Jefe Político de Tacuarembó.
Villa Ceballos (Rivera), 1892.

Esto dio pie, para que en mayo de 1962, durante la Administración del Consejo Nacional de Gobierno (1959-1963) con mayoría del Partido Nacional, Presidido por el Escribano Faustino Harrison y siendo Presidente del Consejo Departamental de mayoría también nacionalista César Rodríguez Ibarburu, se conmemoró el Centenario de la Fundación de la Villa Ceballos en 1962, considerando la iniciación jurídica del proceso fundacional. En realidad el que se hizo presente en los actos fue el Presidente Interino Consejero Nacional Justo Alonso.

En julio de 1967, siendo Presidente de la República el Gral. Oscar Gestido, del Partido Colorado e Intendente de Rivera Nero de Barros, del mismo partido, se conmemoró el Centenario de la Fundación de la Villa de Rivera (Gestido no concurrió). Esto motivó a que la población riverense se refiriera al Centenario Blanco y al Centenario Colorado.

Cuando se crea por ley promulgada en octubre de 1884, el Departamento de Rivera, se lo denomina en homenaje al Gral. Fructuoso Rivera. Es decir que originalmente, el nombre de la capital y del departamento, difieren (tío y sobrino).

En cuanto a la Fundación de Montevideo, lo primero discutible es que se le otorgue el designio de hacerlo a Bruno Mauricio de Zavala, Cap. Gral. y Gobernador de la Provincias del Río de la Plata. Concluida la Paz de Utrecht (1713), que otorgaba a Portugal la posesión de la Colonia del Sacramento, el Rey de España Felipe V y su Consejo de Indias, reiteran las órdenes a Zavala, de fundar poblaciones y fortificar los Puertos de Montevideo y Maldonado: 1717, 1718, 1719, 1723 (2), En la última de ellas de fecha 23 de diciembre de 1723, el rey lo amonestaba escribiendo: “en el caso de no estar ejecutadas ya las órdenes anteriores… paséis… sin malograr tiempo alguno a ejecutarlas y perfeccionarlas…de lo contrario me daré por deservido de vos y se os hará gravísimo cargo”. El objetivo de la Corona Española era geopolítico, cortar el enlace marítimo entre la Colonia del Sacramento y los puertos del Brasil (Río de Janeiro, Paranaguá, Santa Catalina) y económico, impedir el flujo de mercaderías portuguesas y británicas, que desde la Colonia, se enviaban por vía fluvial a la misma Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Asunción, drenando monedas de plata a la economía de las Indias. En las cartas recibidas por Zavala, también le señalaban este desarrollo de intercambios sin obstaculización oficial efectiva, reclamándole que cercara la real ocupación lusitana sólo a la plaza amurallada de la Colonia y al “tiro de cañón” de sus fortificaciones externas.

En reiteradas ocasiones Zavala le dirige al Consejo de Indias notas con explicaciones del incumplimiento poblacional: carencia de recursos económicos, no disponibilidad de tropas, ni de transportes, no existencia de pobladores dispuestos a trasladarse a la Banda Oriental, hostilidad de los indios minuanes, aliados de los portugueses. En realidad no contaba con el apoyo del Cabildo de Buenos Aires, que estaba integrado en su mayor parte por comerciantes, que se beneficiaban del contrabando lusitano y seguramente “dádivas quebrantan peñas”. En otro sentido la administración del cabildo porteño, no contaba en su entorno de extensa tierras, su frontera Sur era el Río Salado (a unos 140 km.), que la separaba de los dominios de las tribus indígenas “pampas”. Utilizaba su jurisdicción en la Banda Oriental para pago de servicios con tierras, caleras y en arrendamiento de explotación del ganado salvaje que en ella existía, a “faeneros”, que le suministraban parte de los cueros y del sebo obtenido, como medio de pago para poder comercializarlo en su beneficio. No tenía entonces ningún aliciente además para propiciar la instalación de un puerto operativo en la “Banda Norte del Río de la Plata”, que le quitara el monopolio de la conexión marítima y fluvial con los territorios bajo su jurisdicción.

Empero acontece que Zavala se entera a principios de diciembre de 1723, que una expedición naval portuguesa en noviembre había desembarcado en la “Península Este” de la Bahía de Montevideo y habían iniciado obras de instalación definitiva. Esto demuestra la mejor información que contaba la Corona Española en Madrid, de las intenciones invasoras lusas, que el propio Gobernador del Río de la Plata. Es entonces que la actividad del gobernador se multiplica, reúne tropas, apresta milicias locales, acondiciona dos buques de guerra, que estaban “desarbolados” y les provee de artillería y arrienda dos embarcaciones de transporte de hombres y pertrechos, en los que acumula municiones y vituallas. Despacha tropas de caballería a la Guardia de San Juan, que era el punto establecido de vigilancia español sobre la plaza portuguesa (unos 30 km.). Envía emisarios con notas al Gobernador de la Colonia del Sacramento y al encargado de la ocupación lusitana en Montevideo Maestre de Campo Manuel de Freitas da Fonseca, intimándoles el desalojo del punto, destacando que se lo había hecho en contravención de los tratados y que ambas naciones estaban en paz y en cordiales relaciones locales. En diciembre hizo marchar desde San Juan, destacamentos de caballería para “ceñir” la plaza de la Colonia y con el objetivo de retirar de las inmediaciones de la Bahía de Montevideo, el ganado y los equinos que podían ser utilizados por los intrusos.

Zavala cruza el río y desembarca en San Juan el 20 de enero de 1724. Da órdenes a las embarcaciones que se dirijan a Montevideo, mientras él se desplaza por tierra. El 19 de enero, Freitas da Fonseca, enterado de los preparativos bélicos en Buenos Aires y el cerco de su posición, ordena el reembarque de las tropas y pertrechos y se retira hacia Río de Janeiro. El día 20, el Comandante de las fuerzas sitiadoras, el Cap. Alonso Vega, ocupa la península izando el Pabellón Hispano. Cuando arriba Zavala hacia fines de enero, envía a Buenos Aires a las milicias reclutadas y dispone con el Ing. Mil. Domingo Petrarca, el comienzo de las obras de fortificación y delineación de la población. Quedan en el lugar 110 soldados, con los oficiales y algunos peones y piezas de artillería necesarias para los reductos planeados. El gobernador solicita a la Compañía de Jesús el envío de un millar de indios guaraníes de las misiones jesuíticas, para trabajar en las obras de fortificación. Estos arriban en marzo, con religiosos liderándolos. Paralelamente Zavala inicia los trámites para el reclutamiento de pobladores, es decir que desde el inicio del establecimiento en 1724 se planteó como una población, no sólo como una fortificación militar. Retorna a su capital a principios de abril. La mayoría de las familias pobladoras iniciales provenientes de Buenos Aires, eran integradas por militares retirados y emparentadas entre sí. En diciembre de 1726, luego de la llegada de un contingente de familias provenientes de las Islas Canarias, traídas por Francisco de Alzáibar, el Cap. Pedro Millán, comisionado por Zavala, inicia el empadronamiento de los vecinos, adjudica los solares y determina la jurisdicción de la ciudad.

Lo que sí es evidente del principio de la población, es que no fue diseñada como un puerto, pues las Leyes de Indias determinaban, que en caso de fundarse en las costas de vías navegables, las plazas principales estarían junto al embarcadero, con los edificios oficiales y la iglesia y no en una posición central como se realizó (casos de Asunción, Santa Fe y Buenos Aires). Esto estaba prescrito para poblaciones no ribereñas (como el caso de Maldonado, Mercedes, Rosario, Córdoba y San Carlos). Se planteó inicialmente como una plaza fortificada. Otra concesión a Buenos Aires, fue la limitada jurisdicción adjudicada, limitada por el Oeste hasta el Arroyo Cufré, por el Norte, por la Cuchilla Grande y por el Este las Sierras de Minas y de Las Ánimas, hasta el Cerro Pan de Azúcar. Es decir se limitaba a la Cuenca del Río Santa Lucía y la de los Arroyos Pando y los Solís. El resto de la Banda Oriental al Sur del Río Negro, permanecía a la jurisdicción directa bonaerense.

Lo paradójico es que el Rey Felipe V, consiguiera que se fundara Montevideo (y no Maldonado), por un renuente Zavala, precipitado en ejecutar la voluntad real por una invasión portuguesa, que lo obligó a encontrar rápidamente los recursos que no hallaba. Lo único que recuerda al real fundador es un nombre que ya no se utiliza: San Felipe de Montevideo.

En cuanto a fechas a 300 años, 1724 inicia un proceso poblacional, que culmina en 1726 y en 1730 con el establecimiento de una autoridad municipal: el Cabildo.

Los uruguayos siempre estamos dispuestos a debatir todo, hasta las fechas históricas y todo con un matiz partidario en el sentido político y con poca objetividad.

Eclesiastés: “No hay nada nuevo bajo el Sol”.



Dr. Mario Scasso Burghi







Bibliografía


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Entre el Olvido y la Memoria. – Eduardo Martínez Rovira. 1982.

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Dr. Mario Scasso Burghi

marioascasso@gmail.com






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