Payada de Contrapunto, Raúl Montañés y Gabino Sosa - 1985
Payada de Contrapunto
SOSA:
Lo invito en coplas cordiales
mi buen amigo Raúl
a beber la copa azul
de estas bellezas totales.
Quiero que Ubaldo Morales
sin rodeos y sin engaños
reciba en sus aledaños
como una coas muy justa
el canto que más le gusta
en el día de su cumpleaños.
MONTAÑÉS:
Mi musa para Morales
abre de nuevo sus puertas
como un trino que despierta
el pico de los zorzales
En líricos madrigales
cantando en forma serena,
levanto mi copa llena
de contagiosa emoción,
con la voz del corazón
que sueña en Punta Ballena.
SOSA:
Yo lo invito que esta tarde
juntemos los dos juntos
un choque de contrapunto
junto a este fogón que arde,
sin hacer vanos alardes
de sabiduría mayor,
saquemos del interior
del cofre de los olvidos
el más puro contenido
del arte del payador.
MONTAÑÉS:
Yo estoy viejo y, sin embargo,
no desecharé el envite
de recibir un confite
en mi paladar amargo.
Sacaré de su letargo
a mi payador dormido
y cantaré decidido
al compás del diapazón
para, como este fogón
brillar de nuevo encendido.
SOSA:
No quiero que usted por nada
deje el verso repentista.
Todavía está en la lista
de buenos en la payada.
Hizo usted con su encordada
toda una historia cantora
y, todavía su aurora
puede radiante brillar,
más que el canto popular
que se promociona ahora.
MONTAÑÉS:
No pretendo que la aurora
haga de su luz derroche
porque yo ya soy la noche
que vive su nueva hora.
Yo soy el sauce que llora
y no el pájaro que canta:
ya está marchita la planta
del payador Montañés.
La noche de la vejez
solo penumbras levanta.
SOSA:
Estoy viendo cuando afloja
de manera innecesaria,
que´s como tela ordinaria
encoje cuando se moja.
Al oírlo se me antoja
que le falta frenesí
y, no estoy seguro aquí
si el payador Montañés,
se achica por la vejez
o porque me enfrenta a mi.
MONTAÑÉS:
Como de atrás de un arbusto
me ha salido de sorpresa
pero yo con entereza
mostraré que no me asusto.
Me ataca por puro gusto
con alevosía y con saña,
pero creo que se engaña;
no he de tragar el anzuelo
porque "el zorro pierde el pelo
pero no pierde las mañas".
SOSA:
Lo que dice a su manera
la realidad no contiene
porque es viejo pero tiene
abundante cabellera.
Yo, en una forma sincera
lo reverencio al abuelo,
porque el color de su pelo
es bien blanco y simboliza,
el color de la divisa
más hermosa de este suelo.
MONTAÑÉS:
Mi pelo no simboliza
las ideas que yo tengo
- payando se lo prevengo
de una manera precisa -
Y le muestro una sonrisa
mientras digo en la payada,
sin ocultar para nada
mi condición de hombre franco,
que yo tengo el pelo blanco
pero la idea colorada.
SOSA:
Yo sé que nadie es perfecto
y eso es natural, hermano.
Todos los seres humanos
tenemos algún defecto...
No he de faltarle el respeto
en mi verso improvisado,
si me muestro desconfiado
en este tema que entablo,
pues, por algo al mismo Diablo
lo pintan de colorado.
MONTAÑÉS:
Usted no niegue la gloria
del gran Partido de Batlle
que por caminos y calles
paseó otra vez su victoria.
Otra vez la misma historia
vuelve a repetir lo mismo.
El invencible battlismo
- el que represento yo -
de nuevo predominó
por sobre el nacionalismo.
SOSA:
Ese predomino ha sido
muchas veces preparado:
d´eso hasta el más colorado
tiene que estar convencido.
Le confieso decidido
en este canto rotundo,
que para sentir profundo
el triunfo dentro de mí
en lugar de ser un triunfo así
prefiero ser el segundo.
MONTAÑÉS:
Somos la gran mayoría,
usted lo sabe, Gabino,
lo volvió a mostrar con tino
toda la ciudadanía.
Y por suerte en estos días
conservamos la prudencia.
Nuestro triunfo es la conciencia
de todas las realidades...
Más de cien mil voluntades
marcaron la diferencia.
SOSA:
Yo creo que más que prudencia
hubo un poco de temor;
analíselo mejor
y verá que esa es la eseencia.
Y la mayor diferencia
que hubo entre los dos partidos,
fue la de haber concurrido
al cívico desafío,
uno con todos sus bríos
y otro gravemente herido.
MONTAÑÉS:
Luchar con solo una baja
en la brava montonera
no es de ninguna manera
combatir con desventaja.
Digo al vibrar de esta caja
que me acompaña a cantar,
que usted pretende manchar
la inmaculada pureza,
porque niega la limpieza
de la opinión popular.
SOSA:
Que fue un triunfo indiscutible
lo acepto en estos contornos,
pero rechazo el entorno
que logró hacerlo posible.
Lo que digo es admisible
porque me parece ingrato,
que el pueblo sienta el impacto
de la injusticia en el pecho,
al no tener derecho
de elegir su candidato.
MONTAÑÉS:
Veo con inmenso dolor
que usted es un mal patriota
porque limpia su derrota
ensuciando al vencedor.
Usted siempre perdedor
ha sido, es y será
y, voy a decir acá
que si no tiene memoria,
l´eche una ojeada a la historia
y así se convencerá.
SOSA:
Si a mi me dá por ojear
la historia como usted dice,
puedo encontrar las raíces
de un pasado singular.
en él podría encontrar
a los viejos Comisarios
colorados y corsarios
que andaban casa por casa,
ganando con amenazas
los votos del vecindario.
MONTAÑÉS:
El que esa novela ha escrito
es un blanco cien por cien.
Ya veo que a usted también
le vendieron espejitos.
A decirle me remito
en esta impovisación
contaron esos horrores,
los poetas y escritores
de gran imaginación.
SOSA:
Yo sé que en este País
al Partido Nacional
siempre la mano oficial
le quiso hechar la raíz.
Es como cuando Muniz,
según dicen, iracundo,
regaba el suelo fecundo
de nuestra tierra uruguaya
- en el campo de batalla -
degollando muribundos.
MONTAÑÉS:
Sin uda es un gran lector
de las obras literarias
que las plumas partidarias
han escrito a su favor.
Creo que va a ser mejor
que lea libros más didácticos,
para no quedarse estático
en esa literatura,
porque con esa lectura
se está poniendo fanático.
SOSA:
Contiene una vieja esencia
mi fanatismo sagrado;
viene del siglo pasado
peleando las inclemencias.
Y se arraigó en mi conciencia
al saber de unos comicios,
que al fin fueron el inicio
de todas las desconfianzas,
e hicieron alzarse en lanzas
a Timoteo Aparicio.
MONTAÑÉS:
Tradicionalmente ha sido
el Partido Nacional
el que siempre vio anormal
la elección, cuando ha perdido.
Aún no están convencidos
del fracaso permanente,
aunque ya es cosa corriente
lo de no poder ganar;
y no lo pueden negar
porque las urnas no mienten.
SOSA:
Si señor, las urnas mienten,
obsérvelo y lo verá.
Ubíquese usted acá
del lado de nuestra gente.
Piense detenidamente
en el pueblo soberano
y ha de comprobar, hermano,
que - aunque al fin lo lamentaron -
miles de manos votaron
llevadas por otras manos.
MONTAÑÉS:
Este es un tema complejo
y difícil de tratar
pero nos puede llevar
profundamente muy lejos.
Yo ya estoy quedando viejo
y con lentitud avanzo,
por eso en un verso manso,
querido amigo Gabino,
lo invito a beber un vino
y a tomarnos un descanso.
SOSA:
Le acepto con mucho gusto
la invitación que me hace
pues, no solo me complace
sino que lo creo muy justo.
A su petición me ajusto
porque es una voz de mando,
después seguimos cantando
cuando lo disponga usted...
A mi también me dio sed
y el vino me está tentando.
SOSA:
Tras una copa caliente
de un rojo vino encendido
vuelvo al rumbo interrumpido
para seguir nuevamente.
Espero, sinceramente,
compañero Montañés,
que no piense en su vejez
y que siga ene l camino,
exhibiendo en cada trino
su profunda sencillez.
MONTAÑÉS:
Después de beber el jugo
del corazón de las vides
retomo el rumbo que mide
el verbo que yo conjugo.
Sin ataduras ni yugos
porque soy buen fernandino,
le digo en este camino
al compás de la encordada,
que regreso a la payada
sin abandonar el vino.
SOSA:
Cómo lo va a abandonar
si con él en la payada
usted tiene asegurada
una inspiración sin par.
Además debe mostrar
que beberlo es su destino;
yo reverente me inclino
frente a Raúl y destaco,
su idolatría por Baco
el Dios romano del vino.
MONTAÑÉS:
Yo todavía no sé
si Baco fue el inventor
de ese vino inspirador
del que me está hablando usté.
La Biblia habla de Noé
para que nadie lo olvide
y en su grandeza lo mide
talvez, bajo soles rubios,
poco después del Diluvio
y cultivando las vides.
SOSA:
También dicen los latinos
que Saturno, el rey de Creta
fue de manera concreta
un gran bebedor de vino.
También dicen fernandino
que el vino allá en sus inicios
lo bebían los egipcios
como simple medicina,
y como gracia divina
durante los sacrificios.
MONTAÑÉS:
Lo bebieron los romanos
y lo bebieron los griegos
consumiendo, desde luego,
el licor más puro y sano.
La historia del vino, hermano,
todavía canta en las viñas,
y en un tiempo que aún nos guiña
desde un pasado sin ley,
los bebió en su reino el rey
y el lacayo en su campiña.
SOSA:
Gorgeando como las aves
el payador Montañés
me muestra con brillantez
que de vinos, mucho sabe.
Y si una pregunta cabe
a lo largo del camino,
contésteme usted con tino,
ya que de griegos hablaba,
¿qué recipientes usaban
para conservar el vino?
MONTAÑÉS:
Actualmente el jugo de uvas
se conserva en la madera
eso lo sabe cualquiera
que conozca algo de cubas.
Los griegos al jugo de uvas
- según historias reales -
lo conservaban cabales
usando - según lo narro -
grandes vasijas de barro
y pellejos de animales.
SOSA:
Tengo que reconocer
que sabe mucho del tema;
ni el más mínimo problema
tuvo para responder.
Ahora puedo comprender
porqué - lo digo sin miedo -
permanentemente en pedo
lo encuentro por todos laos;
siempre de pico morao
como gorrión de viñedo.
MONTAÑÉS:
Clara y evidentemente,
a juzgar por lo que escucho,
puedo comprobar que muchos
trabajan con mi patente.
Ya le pregunto en mi ambiente
entre pinos y entre piñas
y, conteste en esta riña
- si no se desacomoda -
¿quién hizo la primer poda
que se conoce en las viñas?
SOSA:
No sé si cuando me canta
se refiere como yo
a la cabra que comió
los renuevos de una planta.
Fue la primer poda santa
antes de haber podadores,
pues, se comprobó, señores,
que aquella planta deshecha,
en la siguiente cosecha
dio más frutos y mejores.
MONTAÑÉS:
Muy bien amigo Gabino
brota de su inspiración
toda una investigación
sobre la historia del vino.
Yo sinceramente opino
que esto se merece un trago,
por esto ahora le hago
una nueva invitación,
hacer un alto en la acción
para beber otro trago.
SOSA:
Calle su guitarra y beba
mientras yo sigo cantando;
inspirándome y soñando
con una décima nueva.
Quiero que mi canto mueva
las fibras de su sentir
y que ese vino al subir
hasta el cielo de su mente,
lo inspire profundamente
porque yo lo quiero oír.
MONTAÑÉS:
Ahora calle su guitarra
mientras yo pulso la mía
y provoque una poesía
bebiendo "jugo de parra".
Está tan linda la farra
en este lugar divino,
que ya le digo al camino
que de acá no me levanto...
El lugar no me ata tanto;
el que me ata es el vino.
SOSA:
Aunque creo que esta payada
debió oírla mucha gente
creo igual, sinceramente,
que no ha de ser olvidada.
Veo que al quedar grabada
en este mismo momento,
será como un documento
que dirá que el payador,
no siempre ha sido un cantor
cuya voz se lleva el viento.
MONTAÑÉS:
Yo sembrador de argumento
desde un lejano pasado
toda la vida he sembrado
mis semillas en el viento.
Pero igual no lo lamento
porque alguien las va a encontrar
perfumando algún lugar
donde las flores no sobren...
Siempre y cuando que las pobres
no hayan caído en el mar.
SOSA:
Si cayeran en el mar
las semillas de su canto
yo creo que igual su encanto
por siempre han de conservar.
Las iremos a mirar
a la playa con anhelo,
para confirmar, abuelo,
que el mar guarda sus semillas,
pues, sobre sus aguas brillan
todos los astros del cielo.
MONTAÑÉS:
Estoy cansado, Gabino,
hice más de lo que puedo.
SOSA:
Lo hizo cantar con denuedo
el buen ambiente y el vino.
MONTAÑÉS:
Jamás anduve un camino
tan extenso como éste.
SOSA:
Deje que le manifieste
mi admiración reiterada.
MONTAÑÉS:
Le agradezco enla payada
aunque un esfuerzo me cueste.
SOSA:
Bebamos un vino juntos sin versos y sin guitarras.
MONTAÑÉS:
En compañía de esta barra y hablemos de otros asuntos.