Rescoldos, Raúl Montañés - 1949

De Banco de Historias Locales - BHL
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Tapa del libro de poemas, dedicado de esta forma por Raúl Montañés: "Para los hombres de surco y siembra, este almácigo de luz". Ilustración de tapa: dibujo de Chiquito Domínguez.
Dedicatoria manuscrita por el autor.


Prólogo de Aníbal Lazo Batista:


A nuestro rancho, llegó el clásico "ave maría", como un susurro que el viento nos trajera en la noche, para decirnos que esa tradición que amamos, al que se fue forjando paso a paso, en los amores, las aspiraciones, la ingenuidad, las tristezas, pero sobre todo en las hombradas de nuestro gaucho oriental, no había muerto.

Y ese saludo tradicional lo pronunciaba un criollo que, en su visita, aguardaba el "sin pecao.. dentre" para darnos a conocer un hijo, criollo como él, nacido al calor de los clásicos fogones, formado en las ruedas de cuentos y "sucedidos".

Así conocimos a Raúl Montañés. Así también nos llegó el primer contacto con que sus "rescoldos", cálidos, sin exceso de pasiones, que queman y desnaturalizan, con el calorcito que mantiene sin pausas, pero también sin prisa, ese fogón de nuestras cosas gauchas.

Nos pidió el padrinazgo para su retoño; entendimos que no era a nosotros a quienes nos podía corresponder hablar de literatura, y juzgar su obra; insistió el criollo, alegando que, cansado de golpear tranqueras, se estaba por convencer que ya las porteras no eran tales, en todos los ranchos, y que no se abrían al conjuro de un llamado como otrora.

Y le abrimos la nuestra por respeto a su esfuerzo, loable en todo sentido, y por nuestro amor a las cosas del terruño, que no es menester conocer académicamente en su dimensión proyectada hacia el estudio literario del folklore para quererlas, como sabemos querer los que nos sentimos criollos y gauchos.

Explicado está por qué prologamos este libro de Montañés. Hablaremos ahora de él, y de su libro.

Montañés es para nosotros, uno de esos hombres que, vistiendo ropas de ciudad, sienten profundamente una personalidad de gaucho, es decir: aman el terruño y su vida campesina. Quieren perpetuar una raza que, errante siempre, supo empero luchar a las órdenes de un jefe para constituir una nacionalidad. Y la quieren perpetuar con sus usos y costumbres.

Sueñan en mantener pujante una legión de hombres que, curtidos en rudas faenas, donde el contacto con la Naturaleza, en lucha bravía, templa el coraje, hacen un alto en la jornada y saben sentirse poetas y cantores a su modo, sin alardes, con la maravillosa sencillez sin artificios que es su más preciado atributo.

Reviven ellos así nuestro pasado. Cuando el payador era heraldo de noticias. Y Santos Vega leyenda e historia a la vez.

De la suma de esos balbuceos literarios han nacido nuestras obras nativas de mayor aliento.

en las palabras y los cantos de los gauchos, se han inspirado todos los poetas nativistas.

Ya que ninguno de ellos fue gaucho, en la total acepción del vocablo.

Y Montañés lo es. Y es, para nosotros, un gaucho que no se resigna a ser traducido. Que quiere llegar al pueblo él solo. Con su habitual lenguaje. Y allí está su mérito. Su obra no es para los críticos. Es para esa inmensa grey de pueblo que aspira a beber en sus fuentes originales el agua clara y fresca de cachimba, modesta sí pero pura, con pureza de la tierra.

Estamos seguros que, como no caricaturiza al gaucho y sí le respeta, su obra ha de gustar, como nos ha gustado a nosotros.

No sabemos si Montañés llegará a encumbrarse como poeta. Tampoco sabemos si su próximo libro, no lo ha de prologar un destacado colega, o un reconocido crítico. Pero ´si sabemos que sus versos de hoy tienen frescura y encanto. Que nos hablan de un gaucho, mitad chacarero laborioso, que es el hombre típico de nuestro campo actual, sin ninguna desnaturalización. Y que por todo ello, si aceptamos que en la sencillez está lo más loable del estilo, Montañés ha de llegar, por etapas de sucesiva superación que hoy comienza a recorrer, a su total madurez poética, inalcanzada aún por el novel autor, pero en cuya busca vá.

Tiene inspiración, y un raro sentido del ritmo. Le falta aún un pulido concepto de la métrica. ¿Pero qué puede importar ello, frente a las certeras imágenes que pinta, describiéndonos un gaucho sencillo, sin desplantes, "sin celos tan andaluces" pero profundamente real y humano, en sus ingenuidades candorosas y sublimes?

Resumiendo: cuando comiences lector amigo las páginas de este libro a recorrer, piensa que, en el en transcurso de años, traducidas a un lenguaje castellano - gaucho - de ciudad - (desnaturalizado en suma) él, con muchos otros, fundamentará fama de poetas, en quienes sólo han sabido ser recopiladores de motivos populares, y no muy sensibles, por cierto.





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