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Revisión del 13:14 2 abr 2019
Contenido
“Los Giot son los anfitriones de la península”
A decir del presidente en ejercicio por aquella época en Uruguay, Feliciano Viera, “Los Giot son los anfitriones de la península”.
El recuerdo del escritor Felipe Barreda Laos en un libro que traza la historia de Punta del Este, permite recrear la pintoresca vida del balneario en 1910 con rasgos que no se han esfumado por completo.
Pese a las distancias, quizá algunos lectores puedan encontrar puntos de contacto con las de hoy: "En este primer impulso de modernización de Punta del Este, después de llegar el ferrocarril a Maldonado en 1910, se destaca y sobresale el grupo de personalidades foráneas como constructores de chalets, hoteles, desarrollos de urbanizaciones, plantaciones de bosques y alamedas.
El renombre que va ganando en Buenos Aires atrae a Punta del Este a no pocas familias europeas, inglesas, españolas, italianas, francesas, que llegaron para pasar estaciones de verano en las playas, y prolongaron su estada arraigando su permanencia por razones de salud o conquistadas por la benévola y abierta acogida del balneario. Hubo entre estas familias algunas de muy distinguida prosapia y mucho refinamiento, que dieron calidad y tono al pequeño mundo social que supieron formar, vivieron felices en regio aislamiento.
"Ejemplo sumamente interesante fue el de la familia Giot de Badet, oriunda de Francia, establecida en Punta del Este en 1920 y que durante ocho años mantuvo en alto rango la actividad social. El barón de Badet, la señora de Badet, madre de doña Margarita Giot de Badet, de la señorita Susana de Badet, y el joven Andrés Giot de Badet, forman un grupo hogareño muy selecto: un oasis espiritual brillando en los bosques desiertos.
"Para ellos construyó el arquitecto de la British House, Eduardo Lemonnier, un molino y una casa cuyos restos aún sobreviven en terrenos del Golf; tuvo el arquitecto el proyecto audaz de edificar un lujoso castillo con parque, arboledas, pozos de agua, pabellones de servicio, amplias cocheras y caballerizas; proyecto frustrado porque con motivo de la primera guerra mundial, Lemonnier emprendió viaje a Francia.
"Andrés Giot de Badet era poeta; mantenía correspondencia en verso con Maurice Rostand, hijo de Edmond Rostand; traductor y autor de obras teatrales; "Doña Francisquita" fue traducida y estrenada por él en París. Cuando artistas de fama llegaban en gira al Río de la Plata, Andrés Giot de Badet les prodigaba sus atenciones, les guiaba, les brindaba la más generosa y fraternal hospitalidad; muchos fueron huéspedes de la casa hogareña del Molino en Punta del Este.
"Para ampliar la capacidad de alojamiento la familia Giot de Badet había aconstruído otra pequeña casa junto al molino; y trajo, además, tres viejos vagones de tren de transporte y emplazados a la vera del edificio principal. Celebridades de la pintura, la música, el ballet, el teatro, Leonide Massine, Maurice Escande, Ninon Vallin, Miguel Fleta, Tita Ruffo, Mistinguett, Josephine Baker, acudieron de "week-end" y pasaron cortas temporadas en Punta del Este, alojadas en la casa del Molino de la familia Giot de Badet.
"Las recepciones y los agasajos eran de muy distinguido y elevado tono; los dueños vestían con extraordinaria elegancia; Madame de Badet recibía sus vestidos de París, de las muy afamadas casas de moda de Paquín y Patou; en las comidas y recepciones de gala que ofrecía en honor de sus distinguidos huéspedes, tenía a orgullo presentarse vestida con las últimas modas de París, se acicalaba con los mejores y más perfumados ungüentos y cosméticos traídos de Francia; pendiente del cuello usaba una perla rosa de gran tamaño que, para preservarla siempre viva, sumergía diariamente en un vaso de agua de mar, traída especialmente desde la playa.
"Los menús de sus banquetes eran de gran lujo; no faltaba nunca el "foie gras", pues elaboraban ellos mismos, para lo cual se dedicaban a la cría de gansos, y conservaban el paté en latas herméticamente cerradas; cuidadas con gran prolijidad el cultivo de hongos y presentaban a sus invitados las más deliciosas viandas de cocina francesa. Famosos fueron en estos banquetes de la familia Giot de Badet el "Cassoulet", la "Bouil'abaise a la maniere du midi", y finísimos vinos importados que traían desde Montevideo.
"Los preparativos para el baño de mar, en la mañana tomaban tiempo y demandaban complejos afanes: revisar las carretas de grandes ruedas, engrasar los ejes, uncir ocho bueyes en cuatro yuntas de tiro a cada una de ellas para rodarlas hasta la playa; aprovisionarlas con equipajes de baño, con diversos comestibles, damajuanas de agua y de vino; acondicionar a los invitados sobre almohadillas y cojines, y distribuir en sus puestos a la familia".
(Transcripción parcial de artículo publicado en el periódico el periódico "Troika", sin fecha, aporte del Sr. José Seijo).
Crónica social de un Molino
(Extracto del libro "Crónica de Punta del Este", de Mecha Gattás y Blanca Giuria, 1987).
Sobre la mano derecha de la carretera que, atravesando Pine Beach y Los Médanos de San Rafael, une la península con el Jagüel, hay una construcción que por sus características, atrae la mirada de los paseantes.
Es lo que en principio fue molino y lechería de un palacio inconcluso proyectado por el arquitecto Eduardo Le Monnier; éste volvió a Francia y la familia Giot de Badet - cuyos orígenes se remontan al pequeño pueblo de Borce, Francia, donde los Badet eran Obispos antes de la Revolución Francesa - se instaló en esa insólita construcción. Eran André Giot de Badet, pintor y poeta, su madre y su hermana Suzanne.
La vida de esta estirpe sólo puede describirse en términos de refinada crónica social.
Así, puede recordarse el cruce del Atlántico del comandante Ramón Franco, en 1926, en su avión "Plus Ultra". El intrépido piloto, voló encima del molino de su amigo. André lo saludó agitando un gran pañuelo de seda natural amarillo, que combinaba con una camisa al tono de mangas anchas de idéntica calidad. en su mano izquierda sostenía un bordado que estaba realizando con técnicas de las antiguas dinastías chinas.
Madame Marguerite, vestía un traje parisino de la Casa Jean Patou; su orgulloso abolengo se apoyaba en una sombrilla que hacía las veces de bastón en sus recorridas por el parque. De su cuello pendía una perla rosada para cuyo cuidado se hacía traer agua del "mar Bravo".
Suzanne estaba de cacería: guantes clásicos, sombrero de paja de Italia y un traje rojo y blanco que contrastaba con el pálido color de la jauría.
La cocina del molino hervía de actividad. En grandes ollas preparaban una bouillabaisse con pescados, centollas y cangrejos. Sobre una mesa de madera se extendían hongos de la región. Una mujer con delantal blanco, ahumaba los huevos de avestruz que, esa noche, acompañarían el clásico champagne que precedía las comidas.
A la hora del té volvía la cazadora. Ella y sus acompañantes traían palomas y perdices, en otras oportunidades carpinchos, liebres, gansos o espátulas. Además de la caza y de dirigir la vida doméstica a Suzanne le gustaba criar gatos monteses; los más mansos convivían en la casa,provocando lógica inquietud entre los invitados. Las escopetas para estas cacerías brillaban, pero no tanto como el revólver del poeta, una pieza única, trabajada en oro y nácar con incrustaciones de piedras preciosas.
A la izquierda del ala derecha del molino habían colocado dos vagones, decorados con el refinamiento que predominaba en todo el entorno. Allí alojaban a los huéspedes. Enlos veranos llegaban Ninón Vallín, Tita Ruffo, la Mistinguette, Maurice Escande, Josephine Baker, que cruzaban el océano para pasar largas temporadas.
En los famosos almuerzos y cenas - además del celosamente guardado paté de ganso - otro de los platos típicos era el "Cassoulet a la Manière du Midi", acompañado por vinos rosados traídos de la bodega de la familia en el barrio Colón de Montevideo.
Mucamos con librea y guantes blancos, sirvieron a personalidades del más diverso origen. El Molino recibió la visita de presidentes del Uruguay como Viera y Campistegui y familias de notorio abolengo, como los Cahen D´Anvers y Tinayre; estos últimos, años después, se convertirían en los suegros de Mirta Legrand.
En las calurosas mañanas estivales, el paseo favorito consistía en ir a la playa en la cual, hoy, está construido el Club La Terraza. Se llegaba en una carreta conducida por el peón Ramón Pérez. Llegar hasta la actual La Draga, era toda una excursión que terminaba, después de los baños de mar, con un aperitivo acompañado con paté de ganso. Madame Marguerite participaba de los paseos; pero lo hacía a su manera, adelantándose al grupo en un sulky que ella misma manejaba.
Los únicos vecinos de tan singular familia eran los Alonsopérez, prototipos de los pioneros de costumbres tradicionales. A instancia de su esposa, Laureano Alonsopérez, como muestra de buena vecindad, invitó a los Badet a su casa. André, haciendo honor a su genio y figura, se presentó en el caserón de sus vecinos ataviado de manera singular: botas altas, uñas pintadas, gran sombrero de paja al tono; como detalle había sumado un discreto velo que cubría su cara cuidadosamente maquillada, para protegerse de los mosquitos. El impacto es imaginable, se marcaba el encuentro de dos maneras de concebir la vida y destino de la península. Era previsible que no se repitiera la invitación.
André, que se escribía en verso con Edmond Rostand, invitó un verano al pintor español de fama reconocida, Miguel Valdrich, contemporáneo de Zuloaga y Sorolla. El plástico llegó acompañado de su mujer, Ana, cuyo cuerpo desnudo en la arena es motivo de un cuadro que Valdrich llamó "Desnudo frente al mar". El propio André fue modelo del español. Para sus pinceles, se transofrmó en un moderno Perseo, adornado con objetos que el poeta eligió personalmente en las joyerías de Montevideo.
Un día de 1928, envuelto en una gran capa de visón, partió hacia el viejo mundo. Con él partía el desenfado, era el nostálgico adiós a una manera de vivir que ya nos se ajustaba a las nuevas urgencias del mundo; se marcaba un ocaso sólo traducible por el talento de Visconti. Para Punta del Este, ese alejamiento marca todo un símbolo, determina un claro mojón de una época. Son años, además, que registran la muerte de Burnett, de Lusssich; hacedores y protagonistas de un tiempo de creación, se eclipsan ante el advenimiento de otras historias. El tendido de las vías, el ruido de locomotoras y vagones, dicen al paisaje y gentes de Punta del Este que muchas cosas habían cambiado.
Juan Bautista Perfecto Giot
Francia, 25 de Febrero de 1834 - Montevideo, 17 de Agosto de 1898
Empresario francés de actuación en Uruguay, reconocido por ser el fundador de Villa Colón. En 1864 se instaló en la zona del actual barrio Colón y llevó adelante varios emprendimientos empresariales que darían lugar a la Villa Colón,1 que mucho después se incorporó como barrio de la ciudad de Montevideo.
En 1892 inauguró el primer hotel fuera de Montevideo, llamado Giot Parc Hotel. Esto le dio un gran impulso a la zona. Ya años antes había encargado plantar al paisajista Jean Pierre Serres miles de Eucaliptos Australianos y otras especies, que hasta el día de hoy perduran como testigos de lo que fue Villa Colón en el siglo XIX. Además introdujo desde Europa diferentes razas de ganado ovino y mejoró las razas existentes en aquella época en el país.1
Fruto de su matrimonio con Margarita Badet, nació el compositor André Giot de Badet.
Una calle del barrio Colon lleva el nombre de 'Perfecto Giot'.
PERFECTO GIOT: UN PIONERO
Las tierras que habían pertenecido a la Estancia del Rey continuaron subdividiéndose en distintas fracciones. En el paraje donde anteriormente se levantaba el saladero de Adolfo de Lapuente, sobre el arroyo Pantanoso , un francés llamado Perfecto Giot formó una sociedad con un hijo suyo , en 1861 , para explotar la cría de lanares Merino Rambouillet y Merino Rambouillet Negrette. Los anuncios publicados en la prensa de la época expresan que dichos “pastores y criadores de animales reproductores” habían obtenido más de 150 premios en las exposiciones de Europa. Los merinos que ofrecían en venta tenían un cuerpo fornido que aseguraban su buena conservación y su lana era larga, finísima y tupida. En su establecimiento también vendían “remedios para curar ovejas”.
Giot era un hombre acaudalado. Poseía un castillo cercano a París en el departamento de Seine et Marne, rodeado de cien hectáreas de bosques , ciervos y faisanes. Esa propiedad estaba ubicada entre la de los Rothschild y la del no menos opulento banquero barón de Pereira, cuyo nombre lleva una plaza y un bulevar de París. Poseía además gran parte de las acciones de la línea de vapores franceses “Les Careurs Réunis” , que hacían la travesía entre Francia y América del Sur.
El 24 de Enero de 1863 Perfecto Giot adquirió en sociedad con el doctor Juan P. Leonard una fracción de 390 cuadras cuadradas, que acrecentó el 13 de noviembre de 1865 , comprando otras 35 cuadras cuadradas de terrenos contiguos. Años después , en 1891 , en el discurso que en ocasión de la inauguración del monumento erigido a la memoria de Francisco Vidiella, pronunció el Dr. Pena , vocal de la Junta Directiva de la Asociación Rural del Uruguay, hablando de Giot se expresó en estos términos, con referencia a su actividad ganadera :
“En estos mismos campos, cuando no eran más que yerma soledad, poco después de la Guerra Grande, estableció su cabaña de Rambouillet el francés Giot, que había tenido por precursor en la introducción de merinos franceses a Ternaux y a Dample, acogidos entusiasta y patrióticamente por don Francisco Juanicó , en el Canelón y en Hervidero, donde se formaron , del 32 al 38, los rebaños mayores de merinos franceses en aquella época. “Aquel cabañero había impreso otra fisonomía a esta comarca, por la plantación de árboles que tomó como abrigo, como fuente de recursos y como paisaje…
LA SOCIEDAD “VILLA COLON”
El 22 de Octubre de 1868, ante el inminente establecimiento de los servicios ferroviarios en la zona, por iniciativa de Cornelio Guerra y Perfecto Giot se había formado la Sociedad “Villa Colón” , con el objeto de fundar un pueblo de recreo sobre el Pantanoso, cuyo terreno fue adquirido al segundo de los nombrados en el precio de $ 130 la cuadra, incluyéndose asimismo en la transacción un terreno cercano a Las Piedras , cuya área era de 137 cuadras y fue avaluado en $ 16.000. Como consecuencia de la finalización de la llamada Guerra Grande se había producido un considerable aumento de población en la República, especialmente en Montevideo. Luego de los sucesos sangrientos posteriores a la renuncia del General Venancio Flores y como consecuencia de la elección del presidente general Lorenzo Batlle, se había restablecido la confianza. Paralelamente se produjo un acrecentamiento de las actividades económicas del país. La Sociedad “Villa Colón” va a ser de las primeras organizaciones de ventas de terrenos instituidas en Montevideo. Inicia sus actividades en el mismo año en que la sociedad “Fomento Territorial” , fundada en 1867 , comenzaba la venta de terrenos en el nuevo pueblo denominado “Campos Elíseos” en las cercanías del Paso del Molino.
OTRA VEZ GIOT
Cuando la crisis de la Sociedad Lezica, Lanús, y Fynn , don Perfecto Giot recupera terrenos que había vendido a la Sociedad de los hermanos Guerra. Es así que la labor de embellecimiento que esta a su cargo no se detuvo, aunque ahora la hacía en tierras de su propiedad, procurando salvar, a costa de sus recursos personales, la obra tan enjundiosa, en la que , sin embargo, habían naufragado dos sociedades fuertes , bien intencionadas , con obras importantes. Comenzó don Perfecto por abrir una calle paralela a la Avda. Lezica , a la que puso su nombre (hoy es la calle Lanús) y casi junto al Pantanoso erigió un edificio que destinó a hotel con un servicio muy superior al que la hotelería en general ofrecía a su clientela. El edificio estaba en un frondoso parque , - el nombre del complejo, era HOTEL PARK GIOT – y había un lago, llamado de las aguas dormidas, en la que se criaban y desarrollaban peces de colores, cisnes con su galanura para desplazarse en el agua, plantas acuáticas de bonitas flores. En el Parque la flora era exuberante. Pinos, casuarinas, araucarias, palmeras (traídas desde Castillos) , aromos , acacias, en fin una serie interminable que Giot se había preocupado, con esmero, conocimientos y gusto , de plantar con su servicial “Jean Pierre”. Para no quedarse solo en la forestación, creó una especie de zoológico, con cebras, alpacas, llamas, monos, avestruces y, en grandes pajareras, aves de melodiosos cantos. Como desde el Camino Nacional al Hotel había una considerable distancia, el señor Giot dispuso de dos tranvías tirados por yuntas de pesados trotones, comodidad que ofrecía gratuitamente a los turistas y visitantes de su establecimiento. Cuando Giot, ya vencido por los años, expiró el postrer suspiro, con él se fue el último de los creadores y sostenedores la gran obra. Se fue el primero en comprar grandes extensiones confiado al futuro y cuando traspasó sus bienes a la Sociedad de los Hnos. Guerra, siguió en la misma tesitura de pionero avanzado, al igual que hizo cuando de los Guerra, la propiedad pasó a manos de Lezica, Lanús y Fynn.
La sucesión de hechos determinantes fue de una rapidez vertiginosa.
1860 – Se establece Giot en la zona, crea su cabaña “Rambouillet” e inicia la plantación de árboles.
1867 – En abril se coloca la piedra fundamental del Ferrocarril Central del Uruguay, en cuyo ramal Montevideo-Las Piedras, se construirá la Estación Colón , única prevista en el tramo.
1867 – En mayo los hermanos Guerra compran a Giot alrededor de 70 hectáreas.
1867 – En diciembre, el gobierno otorga a Enrique Fynn la concesión para el aprovisionamiento de aguas corrientes a Montevideo. La cañería troncal pasa en las proximidades de la futura Villa Colón.
1868 – Se constituye la Sociedad Cornelio Guerra Hnos. con el fin de fundar un pueblo de recreo en el paraje conocido como “de Giot”, seguramente en base a dos obras fundamentales para un poblado, como son el ferrocarril y las aguas corrientes.
(Fuente: https://www.raicesuruguay.com/raices/historias_decolon03.html).
André Giot De Badet
Juan Carlos André Giot de Badet nació en Escos, Francia, el 30 Junio de 1891 y murió en Clamart, Francia, el 7 de Abril de 1977.
Poeta, Pintor, Compositor. Hijo de Margarita de Badet y del prematuramente fallecido Prefecto Giot (uno de los fundadores de Villa Colón). En su juventud, en Francia y luego en Uruguay, su preceptor fue Monsieur Robert Desmartis.
André fué amigo del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, vecino de Villa Colón, y admirador de sus notas en “La Tijera de Colón” y de sus notables cuentos.
También lo fue de la transgresora poetisa Delmira Agustini, vecina de Sayago, y con la que compartía los viajes en tren hasta sus clases de pintura en el taller de Domingo Laporte. Una relación que, para algunos, fue el detonante para el fatal suceso: su asesinato.
Amigo intimo de Humberto Pittamiglio quien al morir deja como legado el castillo de la Rambla a la Intendencia Municipal de Montevideo, pero en usufructo a su amigo André.
Por la lujosa residencia de Punta del Este, la “Casa del Molino” (aún hoy en pie por la zona del Cantegril Country Club), propiedad de su madre, desfilaron personalidades nacionales e internacionales de la época.
A una de ellas, Ana Morera de Viladrich, esposa del pintor catalán Miguel de Viladrich, se la recuerda como la protagonista del primer desnudo en una playa uruguaya. Posiblemente allí Valdrich pintó alguno de los cuadros de la serie “Negros de Montevideo”.
También recibió visitas del barítono Titta Rufo, Mistinguette (la mujer cuyas piernas estaban aseguradas en un millón de dólares), la soprano italiana Ninón Valín, Carlos Gardel, Joséphine Baker, entre otros. A decir del presidente en ejercicio por aquella época en Uruguay, Feliciano Viera, “Los Giot son los anfitriones de la península”.
Una corta calle lo recuerda hoy en el barrio de Colón, en Montevideo.
Jean Charles André Giot de Badet, se destaca como intérprete en Francia.
Entre el 1934 y el 1942 compuso letras para bandas sonoras de 4 películas; entre ellas "Sous le ciel D'Afrique". Este tema integró la banda sonora de la película "Princesse Tam Tam", cuya actriz principal fue Josephine Baker.
Compuso un tango que se tituló "On n'aime qu'une fois", grabado por el sello Columbia en 1934, que integra la banda sonora de la película "Les nuits moscovites".
Este exquisito poeta, fino pintor, escenógrafo, tenía una gran cultura y especialmente transmitida por su madre Margueritte de Badet, condesa de Mambel. Su salón en la Avenida Lezica, en la mansión de Giot, en el famoso lugar Colón, era concurrido por las más ilustres personalidades de la época.
Palabras de Santiago Gastaldi, Montevideo, 1954.
LA QUINTA DE PITTAMIGLIO EN VILLA COLÓN (por Astrid Leyes)
La zona de Villa Colón era en los años de la década de 1920, un lugar de veraneo para la clase alta de Montevideo, y existían numerosas casas quinta, con fastuosas construcciones y palacetes al estilo europeo. Pittamiglio adquirió allí una granja que había pertenecido a Perfecto Giot, uno de los fundadores dela Villa, quien tenía numerosas propiedades y era un destacado empresario, tanto en Uruguay como en Francia, su país de origen.La quinta, estaba ubicada en los terrenos que ocupa actualmente el Complejo América, y otros grupos habitacionales. Del antiguo esplendor que tuviera, donde habían jardines colgantes, y árboles exóticos, solo quedan vestigios, como ser los antiguos portones de la entrada principal, sobre la Avenida Lezica y los caminos de acceso a la quinta, a través de las calles Margarita, que recuerda a la esposa de Giot, y André, quien fuera el hijo de ambos.
La adquisición de esta quinta por parte de Pittamiglio, se debió a la profunda amistad que éste mantenía con André, el hijo de Giot.
Según menciona Mercedes Vigil en su obra, Pittamiglio fue benefactor y mecenas de la vida bohemia de André, quien recorrió el mundo y se dedicó a la música en Francia. En las inmediaciones de la Quinta de Pittamiglio, se desarrolló una profunda vida artística, de la cual participaba André, y otros personajes célebres como Delmira Agustini, la famosa poetisa uruguaya,cuya familia tenía una quinta en Sayago, cerca de Colón, y quien acosaba al simpático André, que la rechazaba con arte. El lugar de reunión de este grupo cultural, era la mansión denominada “Hortus Conclusus” casi frente al Castillo de Idiarte Borda, en la avenida Lezica, que lindaba con los terrenos de la quinta de Pittamiglio. En esta residencia que era un consistorio poético se reunían importantes figuras de la cultura universal siendo un referente de la época, que por ejemplo reunió en 1937 a Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourú, y Gabriela Mistral.En esos tiempos, también se integró al grupo cultural, un joven trasgresor, también vecino de la villa, que escribía un periódico local llamado la Tijera de Colón. Este joven era Juan Carlos Onetti, y por instancias de André Giot, se integró al grupo del Hortus Conclusus por una temporada, en el verano de 1927.
André Giot, en sus permanentes viajes se casó con Josephine Baker, la famosa cantante americana que vivía en Francia, pero nunca renunció a la amistad con Pittamiglio, quien lo ayudó hasta el final de sus días. Un aporte arquitectónico de Pittamiglio a la quinta de Colón, fue una construcción de ladrillos con estilo similar al del castillo de la rambla. De esta construcción solo queda una torrecita, y un grupo de palmeras, que serían vestigios de los jardines de Giot, y que son hoy mudos testigos de una época de esplendor, que se fue. La torrecita marca un punto alto del terreno que sin duda debía tener algún simbolismo para el alquimista que la construyó. Está en la línea de alturas, que continúa la calle Santiago de Compostela, cuyo trazado continuaría a través del Complejo América, hasta llegar a la torrecita que se levanta entre las desordenadas construcciones de bloque que hoy dominan el lugar, sobre la calle Juan de la Cosa. Un testimonio de lo que había en ese lugar lo deja Vadim Korolkoff Kaverzneva, en su cuento “Un tal Vladimir”, donde describe: “...quería ver la sucesión de arcos de ladrillo, con una torrecita, que mandó hacer el dueño del predio que compró a André la propiedad, de apellido Pitamiglio, aquel hombre rico que tenía su casa en la rambla de Trouville, en el barrio Pocitos de Montevideo, y el castillo en el balneario Las Flores, lleno de estatuas... Los arcos, que estaban perfectamente hechos con ladrillos de prensa, habían sido demolidos,quedando sólo la torrecita..., los ladrillos fueron vendidos por el ladrón que vivía en esa calle”.
LA AMISTAD DE ANDRÉ GIOT Y DELMIRA AGUSTINI (Extracto de monografía de Mirta Fernández Dos Santos: DELMIRA AGUSTINI: LA MUJER, LA POETA Y EL MITO)
En el estudio de pintura del profesor Domingo Laporte fue donde Delmira conoció, hacia 1903 o 1904, a André Giot de Badet, uno de los pocos amigos que se le conocen. El joven franco-uruguayo, «intelectual, [...] y millonario» (Silva, 1972:11), era, además de compañero de clase, vecino de la poeta durante la temporada estival: el joven residía con su madre y su padrastro en Colón, una localidad próxima a Sayago, población en la que los Agustini poseían una vivienda de veraneo llamada «Villa María». Ambas localidades estaban ubicadas a las afueras de Montevideo. Ambos cogían el tren dos veces por semana para acudir a las clases del profesor Laporte en Montevideo y durante el trayecto mantenían intensas conversaciones sobre literatura, se intercambiaban libros y se leían uno al otro sus respectivas creaciones poéticas. Badet, poseedor de una exquisita cultura literaria, también contribuyó significativamente a ampliar la formación intelectual de Delmira, dado que, gracias a él, entró en contacto con la obra de los grandes poetas europeos del siglo XIX, especialmente con la poesía francesa, a la que André, dado su origen, era especialmente aficionado.
Gracias al cotejo de las cartas enviadas por Badet a Agustini con los manuscritos de la poeta que se conservan en la Colección que lleva su nombre y que reposa en la Biblioteca Nacional de Montevideo, sabemos que el franco-uruguayo corrigió el poema sin título escrito en francés que Delmira publicó en Los cálices vacíos. A su vez, la poeta le dedicó a su amigo la composición en verso titulada «Las voces laudatorias», que fue publicado póstumamente en la revista Fray Mocho (1915) y más tarde en El rosario de Eros (1924).
Pese a que su círculo social se amplió ligeramente a raíz de la llegada de su adolescencia, especialmente desde que comenzó a asistir a clases particulares fuera del hogar, era raro verla salir acompañada solo de sus amigas por la ciudad. No obstante, en la carta enviada a Clara Silva (1968), André Giot de Badet asevera que la poeta solía salir con relativa asiduidad con él y con Ángel Falco, aunque siempre acompañada de su padre: Solíamos ir juntos al teatro. Vuestro padre os acompañaba, pues Mme. Agustini no salía ya de noche. […] Terminado el espectáculo, antes de regresar a Colón, yo os dejaba en vuestra casa. A menudo, delante de vuestra puerta, no atreviéndonos a entrar por temor a despertar a vuestra mamá, proseguíamos en la vereda una conversación que cada uno de nosotros lamentaba interrumpir, si bien terminábamos por sentarnos al borde de la acera, vos, vuestro padre, Ángel Falco y yo, lo cual, con gran alegría vuestra, asombraba a los transeúntes tardíos. (Silva, 1968: 112)
En una carta enviada por André Giot de Badet a Clara Silva, a pedido de esta, el escritor franco-uruguayo asevera que Agustini siempre tuvo el presentimiento de un fin trágico para su vida, cosa que a él le había confesado infinidad de veces. Incluso habría llegado a afirmar: «Sería incapaz de dar un grito; me dejaría matar sin decir nada». En un escrito enviado por Giot a Clara Silva en agosto de 1957, este recuerda los viajes que compartía con Delmira en tren, ella desde Sayago, él desde Villa Colón, la siguiente estación, desplazamiento que aprovechaban para hablar de teatro y de poesía y para intercambiarse versos y libros. A ese respecto, todos los biógrafos de la autora uruguaya coinciden en señalar lo importante que fue en la formación intelectual y literaria de Delmira su amistad con Giot de Badet, ya que, muy probablemente, fue él quien la introdujo en los senderos del parnasianismo y del simbolismo, fuentes de las que bebieron, en mayor o menor medida, todos los modernistas.
ANDRÉ (GIOT) DE BADET
Nous profitons d’être à Montevideo pour partir sur les traces d’André de Badet dont mon grand-père Robert Desmartis avait été le précepteur en Uruguay, avant la guerre de 14 qu’il était rentré faire. Le père d’André, Perfecto (Parfait ) Giot disposait d’une fortune assez conséquente et était propriétaire d’un château et d’une grande propriété agricole dans les environs de Paris. Homme d’affaire avisé, il disposait de parts dans nombre de sociétés dont une compagnie de navires qui faisait le négoce avec les Amériques dans les années 1880.
Il profita de ses contacts sur place pour y introduire pour la première fois la race de moutons mérinos. Il obtint un grand succès et décida de s’implanter à Montevideo. Avec quelques associés, tous issus de la grande bourgeoisie locale, il achète alors d’immenses terrains situés dans la banlieue nord de Montevideo à une vingtaine de kilomètres du centre. Il s’instaure urbaniste, trace et pave des rues, crée l’un de plus grands et plus beaux hôtels de Montevideo, se construit une belle villa avec moulin à vent et transforme ces vignes et terrains agricoles en centre de villégiature sous le nom de « Villa Colon ». Pour relier sa ville à Montevideo, il crée la première ligne de chemins de fer du pays puis une ligne de tramways tirés par des chevaux. La société fait faillite mais il rachète à titre personnel les terrains qu’il revend au prix fort à la bourgeoisie locale, avide de propriétés d’agrément à la campagne, et lui permettant de fuir ainsi la grande ville industrieuse qu’est en train de devenir Montevideo grâce au développement de son port.
Il meurt en 1898, laissant un unique fils, André, issu de son mariage à Escos avec Marguerite de Badet de 35 ans sa cadette. Est-ce à ce moment que Robert arrive pour s’occuper de l’éducation du jeune André qui n’avait alors que 7 ans? Comment la jeune Marguerite de Badet qui habitait à Escos et se disait descendante en droite ligne d’Henry IV avait elle connu cet aventurier de 56 ans originaire de la région parisienne? Son fils André la chérissait visiblement particulièrement, il se fit d’ailleurs appeler toute sa vie de son nom et non pas de celui de son père qu’il est vrai, il avait très peu connu.
L’histoire locale retiendra qu’André (encore connu sous le nom de Giot) se créera une petite réputation locale de poète et de musicien mais surtout défraiera la chronique en raison de sa relation avec le Sieur Humberto Pittamiglio. Il avait rencontré cet architecte célèbre, ami des présidents de la république, ancien ministre des travaux publics… car c’est lui qui avait construit la Villa de son père ainsi que quelques autres belles maisons du quartier Colon. Ce grand excentrique très fortuné se disait alchimiste. Il s’était construit sur la rambla Wilson de Montevideo face à la mer, un palais baroque totalement hallucinant, orné d’une Victoire de Samothrace de plusieurs mètres de haut qui surplombe l’avenue (aujourd’hui centre culturel). Il avait construit également un autre palais encore plus imposant à Las Flores (près de Piriapolis, la ville créée par son ami Piria un peu plus loin sur la côte vers Punta del Este) au sein duquel il laissait sous entendre qu’il cachait le Saint Graal (rien que ça…) [...] C’est lui qui était le mécène d’André de Badet et lui avait racheté à prix fort à Colon une ancienne Quinta qui avait appartenue à son père Parfait.
André de Badet eut également une profonde amitié avec la très grande poétesse, écrivaine, artiste et féministe Delmira Agustini. Certains disent même qu’ils formaient avec Pittamiglio un drôle de ménage à trois aux habitudes licencieuses, sous le couvert de réunions littéraires. Le mari de Delmira, jaloux de cette relation la tua alors qu’elle n’avait que 28 ans de deux coups de pistolets avant de se donner également la mort. L’histoire fit grand bruit et n’est d’ailleurs pas encore totalement élucidée à ce jour.
Plus tard, André fera venir à plusieurs reprises son amie Joséphine Baker à Montevideo pour qui il écrivait des chansons ; elle logeait alors à la Villa Colon dont il avait hérité.
Beau, athlétique, charmeur, distingué, cultivé… André menait une vie de dandy et était très apprécié des salons et arrières chambres des belles demeures de Montevideo.
Aujourd’hui, le quartier de Colon reste encore une zone bien tranquille au charme un peu suranné bénéficiant toujours de grands espaces boisés, quelques parcelles de vignes anciennes et des prairies où paissent les chevaux. Il reste encore la carcasse aux fenêtres murées du Grand Hôtel Giot que la municipalité envisage de restaurer ainsi que les rues Perfecto Giot, mais aussi Margarita et Andrès qui se rejoignent à la Plazuela Perfecto Giot. Je n’ai pas eu le temps de chercher la Villa Colon qui doit toujours exister.
En conclusion, je ne sais pas si l’éducation que Grand-Père Desmartis a dispensée au jeune André a eu de l’influence sur lui, mais on est en droit de se poser des questions…
L’essentiel de ces informations provient de la Société Historique de la Ville de Colon et de son excellent site internet où l’on trouve des photos de Perfecto Giot ainsi que de Villa Colon et de l’hôtel: http:www.raicesuruguay.com/raides/barrio_colon.html. Merci à Diana, qui nous a aidé à compléter l’histoire et qui nous a bien gentiment amenés sur les lieux, à la recherche de ces anciennes maisons et plaques de rues. Selon les services de la mairie, si l’on veut en savoir plus, il faudrait se mettre en contact avec le collège religieux Pio de Colon, qui conserve toutes les archives relatives à cette époque.
29 Janvier 2015, Bernard Desmartis
Margarita Fillerin chez Giot De Badet
(Extracto de texto de Juan Álvarez Márquez - "El Universo de los Gordos - Margarita Fillerin y Alberto Iribarren").
Margarita, o mejor dicho “Marguerite”, estuvo desde pequeña vinculada a la vida de Punta del Este. Sus padres habían sido motivados por Parfait de Badet, el creador de Villa Colón, para poblar y dar a la nueva zona el tono francés que este pretendía.
Como los proyectos de Badet fueron ampliándose, decidió comprar tierras en la zona de El Jagüel, en Punta del Este. Allí levantó una gran construcción conocida vulgarmente como “El Molino”, pero cuya arquitectura, en materiales y estilo de su torre, inspira más bien un parentesco con la arquitectura de los faros de Punta del Este y de José Ignacio. Allí creció Margarita, junto a su hermano Théodore, luego célebre y refinado profesor de francés, y a André de Badet, que era, para con ellos, como un hermano mayor. En ese espacio alejado del mundo, André creaba piezas de ballet, los niños eran los bailarines y él componía música, creaba coreografías, vestuarios y maquillajes. El mundo de la fantasía se extendía desde la escena a la mesa y a todos los ámbitos de la vida de esa casa. Las tardes eran motivo de caza y de recolección de hierbas, hongos, trufas, pesca en la zona, aventurándose en carreta hasta la zona de Abra de Perdomo o de Punta Ballena en busca de piezas más preciadas.
Por la noche lucía en la mesa todo un despliegue de platos que las mujeres mayores, con la ayuda atenta de Margarita, habían preparado. La cocina francesa se mezclaba con los productos de la región: pescados del sur con salsas bearnesas, y hongos de los bosques de pinos de Portezuelo, preparados a la alsaciana o a la bordelesa. En las grandes bandejas de plata servían perdices, jabalíes o chivo salvaje.
Todo ese mundo, en medio de lo que se conoce hoy como Beverly Hills, no era otra cosa que una serie de extensos campos que acababan en grandes dunas. Allí había visto Margarita, por primera vez, algunos actores franceses a caballo que, invitados por Badet, venían de París a Buenos Aires y recalaban en Punta del Este: Josephine Baker, Ninon Vallin, Maurice Chevalier y Tito Schipa. La propiedad llegaba prácticamente a El Placer y allí iban todos a bañarse, cruzando hasta El Tesoro, hoy La Barra, en una balsa. La excentricidad de la vida de los Badet y las frecuentes fiestas despertaban a veces la cólera de sus vecinos quienes, desde los alambrados, lanzaban trozos de adoquín en signo de protesta, evidenciando su antipatía y un carácter menos mundano que el que en ellos imperaba.