Biografía de Raúl Montañés

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Parte del conjunto "Tradición".


Biografía de Raúl Montañés - investigación de Sergio Sánchez Moreno

Publicada en Octubre y Noviembre de 2010 (en dos capítulos) en "La Mosca" de Pan de Azúcar.



Raúl Montañés fue uno de los grandes payadores orientales (El Payador Fernandino). Nacido en el departamento de Maldonado, junto a su hermano Washington (también payador) es una de las celebridades artísticas que Maldonado registra en sus memorias.


Raúl Montañés nació el 3 de Abril de 1916 en los ejidos de Maldonado, zona de Punta Ballena. Más adelante su familia se mudó para lo que fue conocido durante mucho tiempo como el rancho de los Montañés. El rancho estaba afincado en La Loma, en la misma zona donde hoy está el Sanatorio Mautone. Había una cañada donde ahora está la rotonda y había explotación de yacimientos de carbón, era zona hullera.


Su padre, Sinforiano Montañés, era agricultor, chacarero, aunque hay quien lo recuerda como carrero y turbero: sacaba carbón y lo llevaba en carretas. La chacra llegaba hasta Las Delicias y Raúl, niño todavía, vendía las verduras de mañana y de tarde vendía los productos del horno de la madre, Doña Inéz Medina, pan casero a 5 centésimos, las tortas dulces a vintén. Vendía el niño pero en otro Maldonado, con una fisonomía muy diferente a la actual. Era una aldea con calles de barro y muy pocos habitantes. Les decía una vez, a Ariel Medeiros y Jorge Landi, en la que fuera su última entrevista: "bienvenidos todos los que llegan a Maldonado, bienvenidos si tienen empleo, porque no da la capacidad de ocupación laboral para tanta gente que viene, buscando este - que yo llamo el cabo de la buena esperanza".


Entre tantos hermanos era mucha la chispa que saltaba: estaban Ramón, Sinforiano (conocido como Foro, de profesión Policía), Berna, María Celia, María Elisa, María Inés, Juan Ramón (conocido como El Nene o El Porola); y por supuesto Washington, el extraordinario cantor y payador.


De joven, durante unos años fue militar, soldado del arma de infantería en el 11º de Colonia del Sacramento, en el 18º de artillería de Flores; también sirvió en el arma de caballería en el 7º de Santa Clara de Olimar, a donde llegó en comisión durante la revolución de 1935 contra la dictadura de Terra. Como soldado, hizo 23 días a caballo para seguir los movimientos de los revolucionarios. En Santa Clara conoció a Serafín J. García, quien era en esa época escribiente de la policía y andaba con un cuaderno negro. "Son poemas", le dijo... era el original de "Tacuruses".


En el archivo de su hija hay una foto de 1937 donde aparece sirviendo en el regimiento de caballería de Durazno. "Pasé por todas las armas, pero el arma que yo tenía por suerte era el verbo, era un esgrimista del verbo y la poesía".


Un día dejó el ejército y salió a recorrer la patria a pie. Un linyera que andaba cantando, y del que los suyos no sabían nada, hasta que otro día, "el hijo pródigo" - al que casi habían dado por muerto - volvió a casa.


Mientras lo recuerdan como pintor de brocha gorda, cantando sus canciones mientras trabajaba, sus poesías ya despegaban de aquel árbol frondoso que eran su sentimiento, su creatividad y su amor incontrolable por su tierra y su gente. Las repartía con amigos, en fiestas criollas y en los boliches también.


A fines de la década del 30 se casó con un ángel que Dios puso en su camino... María Ramona Rodríguez, Maruja, que vivió toda su vida locamente enamorada de Don Raúl. Excelente mujer con la que compartió la fe de un hogar cristiano, al que llegaron primero Nahyr y luego Raulito.


Después que se abre Radio Maldonado, en 1942, un poco por colaborar con la emisora pero otro poco por sacar a luz tanta creatividad latente, los Montañés se largan al escenario. No solo hacen radio-teatros, sino que componen un grupo que - desde la salida al aire en la radio - se hará muy popular y comenzará a actuar en fiestas (son llamados a actuar en Rocha y San Carlos, por ejemplo): el conjunto Tradición. Lo dirigía Raúl, y estaba integrado por sus hermanos Washington y Berna, por Humberto Castro, que era un gran recitador, además de otros guitarristas y un acordeonista. Actuaron en el Paz y Unión y en el predio donde hoy se levanta Maldonado Nuevo, donde se organizaban grandes fiestas de campo.


En 1949, Raúl Montañés publica su primer libro, "Rescoldos", con poemas del género criollo. Al año siguiente publica "Con la voz del corazón", y en 1951 publica "Cacharpas". Es difícil saber cuántos libros publicó. Él decía que en sus épocas un libro entero lo escribía en una semana. Con datos de su familia y algún amigo llegamos a 18 títulos, aunque esta cifra no es segura. Por otro lado él decía que quedaban varios cuadernos llenos de poesías inéditas.


Cantinflas y Raúl Montañés.

En 1951, época en que Maldonado y Punta del Este estaban en medio de arenales, hubo un hombre que además de fundar el Cantegril Counbtry Club, hizo unos festivales de cine sensacionales: Mauricio Litman. A los festivales de cine venían grandes artistas de EEUU, Brasil, Italia, Francia, México y por supuesto Argentina. Dino de Laurentis, Silvana Mangano, Carlo Ponti, Pedro Armendáriz y entre otros el querido Mario Moreno, Cantinflas. Uno de sus recuerdos luminosos era de aquel 2 de Marzo de 1951, cuando desde un palco armado en plena calle Gorlero, el pueblo uruguayo le rindió un homenaje a Cantinflas. Primero se escuchó a la orquesta de Xavier Cugat, y ante el Presidente de la República, Montañés improvisó para homenajear al gran mexicano. Cantinflas estuvo una semana, y Don Raúl, que convivió mucho con él, siempre recordó la excelencia de ser humano que era, sin vanidad alguna.


Antes de irse a Montevideo, a esa altura acostumbraba a payar de contrapunto con Aquilino Jorge y Lucio Dutra, payadores del Maldonado de su tiempo, que él siempre reconoció como sus impulsores. Nunca antes había payado en un escenario. Tal vez ellos ayudaron a despertar en Raúl la pasión por la payada. Para el año 1952, Raúl, Maruja y sus gurises se radican en Montevideo. Viven en distintas casas, siempre en el barrio Goes. Al comienzo y durante años en una sola pieza y en otras casas humildes.


Una de las primeras cosas que hizo en Montevideo fue actuar en La Hora Gaucha de Nicolás Fernández, donde decía poesías o cantaba alguna milonga criolla. De a poco comienza a hacerse conocer y es invitado a participar con Luis Alberto Martínez en una audición radial muy escuchada.


En el año 55, cuando la epidemia de poliomielitis, conoció a Rosas Riolfo y a Chocho Riverón, que andaba con la idea de juntar payadores para recorrer el país y ayudar en estas causas. Fueron a hablar con él por recomendación de Luis Alberto Martínez y Héctor Umpiérrez, quienes sabían de la calidad de Montañés; se encontraban frecuentemente en los lugares a donde iban los payadores en la época, pulperías, ranchos y boliches... los payadores no habían llegado a los salones todavía. Pero eso iba a cambiar con la Gran Cruzada Gaucha.


¿Qué fue la Gran Cruzada Gaucha?


La Gran Cruzada Gaucha fue un movimiento de payadores rioplatenses, nacido en el año 1955 en la Banda Oriental, dirigidos por Dalton Rosas Riolfo y Emilio Riverón, que conmovió al país movilizando multitudes a su encuentro. Fueron algunos de los payadores participantes: Raúl Montañés, Carlos Molina, Clodomiro Pérez, Luis Alberto Martínez, Conrado Gallego, Aramis Arellano, Victoriano Núnez y Héctor Umpiérrez. Luego se sumaron, entre otros, Carlos López Terra, Juan Carlos Indio Bares, El Pampa Barrientos, Héctor Guillén, Walter Saldivia León, Waldemar Lagos, y por supuesto, a invitación de su hermano, Wahsington Montañés. Wahsington era cantor de orquestas y empleado del Casino San Rafael, y Raúl lo convenció de que se fuera a Montevideo con él a payar.


Con Washington hicieron una dupla bárbara, que entre otras cosas, tuvo durante 5 años, en la época de esplendor de Radio Rural, una audición de gran prestigio para la que Raúl fue recomendado por gran payador, mejor compositor de poesías y alto ser humano, por Peregrino Torres. Eran las épocas del ruralismo que encabezaba Benito Nardone "Chicotazo". Estos años son impresionantes porque los payadores, tanto uruguayos como argentinos, llenaban teatros y debían dar más de una función el mismo día por la cantidad de público que concurría a los espectáculos; no solo en Montevideo - donde llenaron más de una vez el Palacio Peñarol y el Parque Central - sino que estaban recorriendo en forma continua el interior y además la enorme República Argentina, que les abrió las puertas y se rindió a sus versos improvisados.


En el sur argentino era frecuente que se hicieran las llamadas sección Vermouth, es decir, una actuación de tarde, porque las entradas para la noche estaban todas vendidas. Gente que venía de 9 o 10 leguas, incluso a caballo, para ver y escuchar a sus payadores queridos.


"La payada es una puja intelectual, es una competencia también, el payador es un gimnasta del verbo. El verso repentista es muy exigente, no es el caso de un poeta que escribe y después va corrigiendo, el payador misteriosamente debe ser uno de los artistas cultivador del arte más difícil. El folklore debería darle un lugar más cálido a los payadores."


Cuando arranca la década del 60, los payadores mantienen plena vigencia, pero hay un hecho por el que - por lo menos algunos, entre los que se encuentra Nahyr, la hija de Don Raúl - consideran que se aplacó el fuego de esta pasión popular, como eran los payadores en esos tiempos. El hecho ocurrió en medio de una de las presentaciones de los payadores. Payan Carlos Molina y Héctor Umpiérrez, y se enojan tanto que terminan desafiándose a pelear detrás del teatro... pelea que trágicamente no es detenida, y en la que Molina lo cose literalmente a puñaladas a Umpiérrez. Umpiérrez al hospital, donde va a luchar por su vida largos meses, y Molina a la cárcel.


Raúl Montañés siempre fue devoto de la Virgen del Luján. Compró 100 velas y las llevó en un taxi hasta una capilla dedicada al Señor de la Paciencia, que está en la Ciudad Vieja. Pretendía prenderlas después de entrar de rodillas al templo. Pero no pudo, porque como la gente hincha de los payadores lo supo se abalanzó sobre Montañés, quien perdió en la avalancha las velas y parte de la ropa. Tal la locura de la gente. Cumplió su encargo pero sin decir nada, otro día. El caso es que después de esta pelea, de la que Umpiérrez se recuperó milagrosamente a los muchos meses y Molina recuperó su libertad, ya no fue lo mismo. La gente los siguió apoyando, pero el ardor por los payadores se mitigó bastante. Allí es cuando nace en Montevideo la gran generación de la canción nacional, siguiendo las huellas de los payadores, de Néstor Feria, Elías y Tabaré Regules y Amalia de la Vega, por nombrar los enormes referentes de las décadas anteriores... se dedicaron a cantar en uruguayo. Tomó el folklore un vuelo impensado con la aparición de Los Olimareños, Zitarrosa, TAbaré Etcheverry, El Sabalero, entre otros que bien conocemos.


Por mitad de esta década del 60, Maruja se viene con los hijos para Maldonado, pero Raúl queda en Montevideo. Volverá al pago y plenamente a su casa alrededor del año 70. Después de la muerte de su querida Maruja, Montañés es invitado por su hijo, que se lo lleva a Europa, donde Raulito ya vivía. Está pocos meses y vuelve para vivir solo, hasta que Nahyr lo convence de que se venga con ella. Pasa un lindo tiempo con su hija pero luego sale la donación que le hace la Intendencia de Maldonado de una vivienda en Cerro Pelado. A sus últimos veranos de Maldonado, Raúl los verá en ese, su rancho, que pasaba lleno de amigos poetas y guitarreros. Vivienda 071 de ese barrio de gente paisana.


La Pascua de Montañés fue el 13 de Noviembre de 1998, hace hoy 9 años, y ya es tiempo de que este pueblo haga los deberes. A pesar de ser el nombre por lejos con más proyección en lo que hace a poesía y folklore de Maldonado hasta el presente... y a pesar de que buena parte de este pueblo lo recuerda, creemos que hay cosas que hablan por si solas de cuánto se le debe en reconocimiento a Montañés. No encontramos biografía escrita por ningún lado. Seguro la hay, pero no está a mano del que quiera estudiarlo o de los que quieran enseñarlo en la escuela o el liceo. No hay reediciones de sus libros, que tan bien le vendrían a grupos de aquí que quieran cantar canciones propias. Públicamente no hay reconocimiento para este juglar fernandino, que merecería que hubiere una placita o calle o escuela, de las más humildes, de las que pasa todavía la gente de alpargatas o pata en el suelo. El año que viene se cumplen 10 años de su muerte y tal vez sería lindo hacer una movida de folklore y payadores.


Por ahora el poeta de Maldonado sigue vivo en centenares de recuerdos y anécdotas que lo pintan de cuerpo entero, en miles de personas que sonríen al evocar su figura, su voz o su poesía... y sin dudas en los payadores, duendes de Lucio Dutra y Aquilino Jorge, en Goyito Rodríguez o Adela Torres, en Dolacio Sánchez y tantos otros que ya partieron, no al descanso eterno, no, que el cielo es una fiesta, donde a cada momento nace un nuevo verso.


¡A su salud, Don Raúl, y gracias por su vida... maestro!


Sergio Sánchez Moreno

099 581 142

ssprod33@gmail.com




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