En velero, de Buenos Aires a Punta del Este

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En velero, de Buenos Aires a Punta del Este.
En velero, de Buenos Aires a Punta del Este.



Alberto Moroy comparte sus experiencias y explica, para que muchos otros puedan repetirlas. También es una invitación a que otros viajeros aporten más recuerdos y valiosa información. Será un sueño por partida doble, pues no se nos ocurre algo menos cuarenténico que un grupo de personas amontonadas en el escasísimo espacio de un yate. Vamos al artículo:


Por Alberto Moroy


Seguramente muchos de ustedes cuando pasean por el puerto de Punta del Este se pregunten ¿qué tal será viajar hasta Montevideo o Buenos Aires por el Plata? Déjenme contarles que salvo que lo hagan en un crucero grande (18 m) o en uno más chico que les permita entrar a puerto ante la eventualidad que los agarre un Pampero, en los demás no hay «clase turista», si se pone feo, todos «bailan». Más todavía si viajan en crucero por falta de calado (lastre bajo el agua), que permite moverse menos. Es en ese momento que a algunos les llega el arrepentimiento o la urgencia por llegar al baño.

La distancia en línea recta es de 175 millas náuticas (324 Km), solo los cruceros podrán hacerlo; para los que lo hacíamos a vela, el recorrido era mucho mayor, había (hay) que «coser» el Río de la Plata haciendo zig zag, esquivando barcos hundidos y zonas de poco calado (profundidad) toda vez que el viento de proa no permite ir en línea recta.

Salíamos de Buenos Aires sin importarnos las condiciones de viento, salvo que hubiese aviso de temporal, lo que no implicaba salir con un día soleado y al llegar al través de Montevideo, eventualmente se «sopla todo» (100 o 120 Km/h), lo que muchas veces obliga a quedarse a «palo seco» (sin velas) entre olas de considerable tamaño.

En cambio, muchas veces el río se plancha como una laguna sin olas debido a su poca profundidad, el viento no las deja formar, en esas circunstancias lo mejor es dejar una vela más chica (tormentin) en proa (adelante) y prender el motor para no ir para atrás.

El itinerario sugerido y el punto de partida desde Puerto Madero (B.A).
El itinerario sugerido y el punto de partida desde Puerto Madero (B.A).
Isla de Flores.
Isla de Flores.

Por lo general se intenta salir de madrugada (6 am) desde Buenos Aires, para empezar a ver el cerro de Montevideo al anochecer, para ese entonces ya se recorrieron 80 millas náuticas (129 Km) en línea recta, en zig zag bastantes más. Antiguamente se pasaba cerca de Punta Carretas para enfilar hacia la isla de Flores, pero con la construcción del caño emisor cloacal, se pasa bastante más lejos.

La noche se va en atravesar Montevideo. Ver la isla de Flores desde atrás es fantasmagórico, de día resulta ideal para hacer una película de terror. A las dos de la mañana, con el solo ruido del viento y las olas, es un espectáculo sobrecogedor, más aun si le toca ver un cardumen de lisas de 50 cm saltando a su alrededor o durante el día un Pampero como el de la fotografía.

Otras veces la travesía se hace monótona por falta de viento, 46 horas de viaje es un «garrón» aunque da para todo, baños con balde cuando se navega y cuando no, la mayoría al agua sujetados por una cuerda, haciendo un trencito de 4 o 5 personas, que el barco remolca sin dificultad, a 10 Km de la costa, tanto tiempo como el barco no gane estopada (velocidad) ya que en esas condiciones no se aguanta.

Como anécdota de esos días de calma, recuerdo alguna de un viejo conocido, navegante argentino que se ganaba la vida llevando veleros por el mundo. En uno de sus viajes a Punta del Este traía una valija llena de repuestos para un amigo mecánico (gauchada). Al llegar a la parada 32 de Punta del Este, las velas flameaban; entonces le dice a su compañero: «fondeá (tira el ancla) acá que voy a ver a mis viejos» (tenían casa cerca). Se zambulle, llega a la playa a nado y el que se había quedado en el barco ve como se junta con quien creyó que era un marinero de playa. No habían pasado más de dos horas cuando ve que su amigo retorna a nado con el supuesto marinero en «misión oficial». Precipitadamente tiró la valija al mar con su valioso contenido. Mientras trepaba al velero, el amigo le dijo «poné a calentar agua que nos vamos a tomar unos mates con Carlitos, mi amigo de la infancia».

Contarles que tal se pasa el veraneo navegando o viviendo a bordo en el puerto de Punta del Este, llevaría otra capitulo, solo les digo que difícilmente olviden.

Tigre (B.A).
Rio de la Plata, costas de Buenos Aires.
Riachuelo (ROU).

Para los que quieren viajar más cómodos y experimentar el viaje a vela sin tanta aventura, lo mejor es hacerlo alquilándolo, con su capitán incluido, con escalas y una amplia variedad de opciones en cuanto a actividades, como pernoctar o comer fuera del barco. Desconozco si en Uruguay se hace hacia Argentina, sí conozco a algunas empresas de Buenos Aires que ofrecen esta apasionante manera de viajar. Por lo general se contrata ida y vuelta, el costo es de U$S 400 por día para el velero completo base 4 pasajeros.

Un viaje a Punta del Este desde Buenos Aires debe pensarse por lo menos de una semana, incluyendo 2 días de ida y otros 2 días de vuelta, sobre todo si lo que busca es placer. Si su presupuesto no lo permite, hay opciones más económicas y de menos días hacia Colonia o al arroyo Riachuelo (ROU) a 10 Km de Colonia hacia Montevideo o simplemente pasear unas horas en la costa de Buenos Aires o el delta del Tigre, partiendo por lo general de Puerto Madero (B.A).

Varias de las imágenes que se muestran proceden de las páginas web que se citan más abajo en las cuales se ofrecen estos servicios. Sería excelente que otros viajeros de esta web aporten nombres y experiencias con empresas semejantes radicadas en Uruguay, si es que las hay. Con lo cual concluimos que, como ocurre en la Wikipedia, esta es una nota en proceso.

La navegación a vela y el cruce del Río de la Plata ameritan muchas notas más. Los usuarios pueden optar entre introducir un simple comentario o enviar artículos y fotografías escribiendo a contacto@viajes.elpais.com.uy.





Esta nota, que el BHL transcribe agradeciendo la gentileza del autor, Alberto Moroy, fue publicada en el Diario El País el 30 de Enero de 2020.

amoroy@gmail.com


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