Moroy, Alberto
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Alberto Moroy, compilador y cronista
Sobre mí no resumí nada, me da un “poco de cosa” no por tímido, sino porque mi ego lo disfruto en soldad, tengo bastante cuerda y mucha comunicación con mi otro yo, vivo haciendo manualidades, escribiendo o simplemente pensando, casi nunca me aburro, incluso con pandemia. Tuve muy buena vida, no necesariamente con dinero.
Lo de “hacer” fue toda la vida, sobre todo con las manos. El Uruguay de otra época te preparaba para el “hágalo usted mismo” Tuve suerte de trabajar en empresas en Buenos Aires donde además de la actividad comercial, me gustaba el montaje industrial y todo lo relacionado con tecnología, maquinas, líneas de producción, motores etc.
Empecé a escribir para hacer catarsis, en un Buenos Aires problemático del año 2000. Al principio para el diario La Nación de Argentina, me publicaron varias veces, para mi sorpresa. Soy un cronista compilador, en Uruguay al principio sobre política, para un diario chico de Tacuarembó, donde “tengo chapa” por mi abuelo que era senador (Partido Blanco) y médico. Luego El País en cartas de lectores durante bastante tiempo (soy bastante contestatario), y hace como 17 años, en la sección Viajes, con una nota semanal.
Tengo para hacer varios libros de Montevideo y Buenos Aires, en lo político, social, costumbrista, así como de sucesos en el Atlántico Sur, relacionados con la historia náutica y sus derivados. No lo descarté, hasta estuve cerca de en los llamados e-book pero desistí, la tecnología los fue radiando y “el telefonito” con “orejeras como el caballo del viejo lechero” se llevó los laureles de los lectores de títulos. La idea era armar 20 o 25 crónicas relacionadas con un mismo tema o ámbito geográfico, donde el lector pudiese leer como pasatiempo en forma cronológica y luego al día siguiente otro si perder el hilo, con el mismo formato que sale en el diario pero sin videos y tanto link; por ahora los tengo en la PC”.
Cuando llegas a cierta edad, lo importante no es lo que viviste, si no lo que recordás haber vivido (García Márquez).
Mi problema es que sigo siendo una esponja con buena memoria, me interesa todo, leo de todo y la sinapsis neuronal enseguida me junta “los cables de la experiencia” facilitándome nuevas ideas, además metiendo la mano en máquinas y otros a veces modificando, otras creando, a veces rompiendo, “la base del conocimiento”.
Por qué escribo
Muchas veces me pregunté de donde salió la vocación por escribir, cuando pasé la mayor parte de mi vida entre máquinas, industria, y haciendo con las manos lo que otros compraban o mandaban hacer, dejando poco espacio para la introspección. Como activo para estas actividades tenía el motor de la curiosidad y el empuje que da el disfrutar los logros.
Fui lector de todo lo que me hacía ruido relacionado con mis preferencias o actividad. Mecánica popular era una de mis preferidas de niño, la historia no estaba en mis prioridades.
Ya de grande descubrí la escritura como escapismo del presente, donde ya hay poco espacio para crear. En los comienzos, como contestatario político “de las dos bandas” (uruguaya y argentina), sobremanera cartas de lectores, donde es necesario ser conciso y despojado de todo floreo. Para eso se necesita ejercitar las metáforas contemporáneas, para lectores jóvenes, que son los actuales y pueden comprenderlas con su vocabulario llano y limitado a grandes títulos y poco contenido. Parte de estas carencias están vinculadas con el uso del celular como única forma de acceder a la información, habida cuenta que para la mayoría la PC de escritorio desapreció y hasta las tablets son escasas.
Visto así, la analogía que me surge es la de un caballo con anteojeras donde por falta visión periférica (tamaño de pantalla), se le escapa el entorno. Peor aún es el déficit de atención manifiesta que presentan muchos jóvenes, producto de la contemporaneidad y la falta de horizonte que les genera dependencia psíquica y emocional del celular, y contribuye a alimentar la “dispersión” neuronal, donde parece que el cableado no estuviese conectado; sin darse cuenta resetean todos los días, lo poco que guardaron en su haber.
Me defino como compilador y cronista, no se novelar por pragmático y considero que las medias verdades en historia solo alimentan la venta de libros, modificando la realidad, o dejando espacios con silencios que por ser obvios, son otra forma de relato, aunque más sutil.
¿Compilador o escritor?
Dicho de otra forma, la diferencia de un compilador y un escritor es notable. El primero es un buen bibliotecario con herramientas poderosas como las enumeradas, que permiten acceder a información vedada para la mayoría, sobremanera para los adultos mayores, también para los más jóvenes que pasan la vida entre el relato y la iconografía de sus actividades diarias (así una buena pizza da para varios “whats app” mientras la vida “la patean” para adelante y el disco rígido del cerebro, va “re-seteando” las sinapsis neuronales, debilitando el cableado y dejándolos poca hábiles para el futuro.
En escritor que novela suele deformar la realidad con fines comerciales o políticos. Medias verdades es sinónimo de medias mentiras, intercaladas con hechos verosímiles que hacen la historia más redonda, mas floreada, mas vendible y digerible, pero deformada. No es reprochable si nos despojamos del rigor histórico y si el resultado es admirable, como el caso de Julio Verne, que se nutrió de hechos reales llevándolos al “paroxismo literario” a tal punto que se convirtió en genio de la ficción con hechos reales de su época, narrados por viajeros y aventureros sobre todo en clubes literarios. También Borges y otros. Así Moby Dick existió, (Herman Melville) su relato es de los balleneros sobre una ballena albina; también Sandokán y la historia de Malasia del año 1847, donde el verdadero Sandokán se llamaba Syariff Rom, siendo “Sandaka” el nombre de una ciudad próxima.
El uso del tiempo libre
La gente prioriza lo que hace con su tiempo libre. Muchos ven football, otros practican algún deporte y los que ya hicimos todo eso, usamos el tiempo libre de otra forma. Para poder investigar antes se necesitaban años, hoy solo días. Para ser preciso y minucioso con datos fidedignos es necesario ser buen “bibliotecario” y acceder en el menor tiempo posible a lo que se busca, que muchas veces esta en otro idioma o solo se presenta como insumo, suficiente para que una cabeza llena complete lo que falta.
El vocabulario
Un manejo de vocabulario amplio, de sinónimos, incluso en otros idiomas, con el traductor online, permite acceder a información insospechada. A manera de ejemplo, Google muchas veces en la búsqueda ofrece páginas en idioma chino u otros, con grafías que nos parecen jeroglíficos, pero vale la pena razonar que si Google con sus algoritmos, nos manda ahí, algo relacionado habrá, y pasándolo por el traductor en forma casi instantánea, accedemos a datos sorprendentes. Es de imaginarse que esto vía celular es casi imposible, tanto por el tipeado, como por la frecuencia, como la visión, casi en tiempo real de varios sitios simultáneamente.
La mecánica
Sin dudas el mayor desafió de un compilador es hacer atractivo lo relatado, también para el escritor o novelista, solo que la historia cruda no siempre es atractiva, a veces disocia a por enfrentarse a los egos de otros que se sienten dueños del verdad o simplemente van por la vida ninguneado. Lo vemos seguido en los cometarios de Facebook, donde una coma, un lapsus calami, un error u horror ortográfico, es motivo de descalificación del contenido. Salvado esto, es como un collage donde cronológicamente armamos los datos, los ensamblamos, los verificamos, los corregimos si tenemos otra información que consideramos más relevante y los ordenamos para que tenga continuidad, poniendo el énfasis en la apertura como para “atrapar” a los el celular.
El título es importante, sobre todo online, mucho más que en los libros, como para que sea replicado por los buscadores. Los metafóricos (muchas de mis notas los tienen y los generó el editor) aluden a vivencias de los adultos; considerar la edad promedio de los lectores es un error de los medios online, mucho más si es de cabotaje, con modismos locales.
Herramientas del investigador – compilador: los software
Genealogía - En mis crónicas he usado datos a los que muchas veces los historiadores, por edad o práctica, no accedieron. La genealogía es ideal para certificar datos de personas o relacionarlas con otras, muchas veces contrastan con lo publicado en afamados libros de historia, que a veces distorsionaron la realidad con distintos fines.
Google Earth - Es una maravilla, permite ver, medir “in situ” los rastros que otros dejaron, aun en épocas remotas. El abanico de posibilidades que da es inabarcable, más para aquellos que en otras épocas hicieron de la realidad un relato, por desconocimiento o ex profeso. Midiendo las distancias, hoy sé que los cañones de las baterías de Punta del Este dejaban espacio sin cubrir por el alcance de tiro, lo que deja en evidencia la protección casi en exclusiva del entorno donde estaban situados. También accedemos a las profundidades, mostrando con poco margen de error al contrastar con cartas náuticas.
Calendarios perpetuos con fases lunares - Permiten saber fechas exactas y de situaciones lumínicas como las generadas por la claridad lunar, que muchas veces fueron usadas como estrategia militar. Los uruguayos sabemos por la historia que los 33 Orientales zafaron de la flota brasileña en el cruce del río Uruguay por el sigilo empleado, esa noche había luna nueva (oscura), más que seguro lo sabían.
Edades geológicas de la tierra - Permiten saber la deriva de los continentes hace millones de años y dar por tierra afirmaciones de descubrimientos paleontológicos, sobre todo periodísticas.
Intrusiones marinas – El software nos da idea de zonas inundadas en el pasado y desde cuando aparecen en los continentes algunas lagunas o rastros de intrusiones marítimas.
Vientos en tiempo real - El de los vientos muestra en tiempo real su dirección, intensidad y desarrollo geográfico. Nos permite entender por qué en otras épocas se usaban rutas marítimas definidas o por qué hay tantos barcos hundidos en la costa uruguaya y sur de Brasil. También presentan la contaminación en cantidad de partículas de polvo en la atmosfera; permite en tiempo real, ver lo que los incendios o tormentas dejan a su paso.
Batimetría satelital - El de batimetría satelital nos muestra las profundidades marinas, entendiendo el porqué de algunos naufragios; vemos accidentes topográficos como ser montañas marinas casi a flor de superficie, que tal vez fueron islas no relevadas en las cartas náuticas.
La lista sigue, todo esto usado en una investigación es un aporte importante de la documentación existente cada vez más vasta. Es obvio que esto debe casi fluir en breve plazo, lo contrario sería un trabajo que pocos estarían dispuestos a seguir.
Pasé veinte años navegando a vela, por el Rio de la Plata, en la época que el arte de navegar requería estudio, manejo de sextante, de cartas náuticas, de cálculos, de meteorología, además del uso poco confiable de los instrumentos que existían sobre todo en veleros, lo que exacerbaba la intuición y la lectura de la naturaleza en casi todas su variables, relacionada con el entorno náutico. Era un fanático.
Me construí dos veleros completos partiendo de cascos de fibra de vidrio, el primero sin haber navegado nunca, preguntado todo, “metiendo la mano”, con todas las reglas del arte. Demandaron trabajo importante en tiempo, recursos y habilidad manual - que ya tenía, un año de trabajo de Sábado y Domingo. El último tenía 10 m y al menos dos viajes a Punta del Este, ¡todavía sigue navegando!, no obstante hice otros viajes con barcos más grandes de amigos.
Con esta explicación dejo en claro que escribo sobre hechos náuticos y barcos con cierto conocimiento, que me permite en forma omnipresente convertirme en “capitán” de una fragata inglesa o española de época o tripulante de una Zumaca como las que navegaba Garibaldi. Hace años que no navego, de hecho la rutina, el tiempo transcurrido y las demandas familiares, habida cuenta que la vela no es en general un programa femenino, salvo en situaciones idílicas y clima agradable, en general las menos.
El velero "Anónimo"
¡Increíble, tan mal no lo construí!, pasaron 36 años, mantiene el nombre “Anónimo” (dicen que es yeta cambiárselo) y sigue en buen estado, seguro que abajo del mástil todavía tiene una moneda de un dólar que le puse para la suerte.
(Fotos del varadero del Club Náutico San Isidro, 2021). | |||
Aportes de Alberto Moroy al BHL
amoroy@gmail.com